Diario de Monseñor Óscar A. Romero

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DIARIO del 5 de febrero al 9 de marzo de 1980

MARTES, 5 de febrero de 1980

Este día lo he dedicado especialmente a arreglar varias cartas, recados y otros escritos, que por el trajín de los días anteriores, los tenía todos confusos; especialmente, junto con el padre Jesús Delgado, organizamos las diversas aportaciones económicas que nos han dado aquí para las necesidades de nuestra Iglesia. También escribí cartas de agradecimiento y de excusa a todas aquellas agrupaciones que tenían preparado un encuentro y que, por falta de tiempo, no pudimos llevar a cabo, ya que tuve que acortar mi viaje y no pudo realizarse el programa que inicialmente había preparado el padre Juan.

Hacia las tres de la tarde, junto con el padre Jesús y el padre Juan nos comunicamos telefónicamente con la radio, donde monseñor Urioste, en El Salvador, nos entrevistó y le contamos lo que había sucedido, mis últimos momentos en Roma, el doctorado en la Universidad de Lovaina y los diversos encuentros con grupos en Bélgica y en Francia. De mi parte, también subrayé el encuentro con cardenales, obispos y otros personajes, que son de mucha esperanza para nuestra Arquidiócesis.

Hubo también algunas visitas o llamadas telefónicas que atendí con la mayor atención. Y hacia las seis de la tarde, estábamos en el aeropuerto de Bruselas para emprender el retorno. Allí estaba el padre Rogelio con su familia y estaba también Jaime Meléndez, que trabaja en la diplomacia de este país, y es salvadoreño muy estimado por varias familias. Dejé al padre Jesús Delgado, al padre Juan y, junto con el padre Rogelio, salimos en vuelo hacia Madrid.

A las nueve de la noche en Madrid, arreglamos nuestro contacto con el viaje de Iberia, que sale a la una de la mañana.

MIÉRCOLES, 6 de febrero de 1980

Este día, pues, comienza muy temprano a la una de la mañana, subiendo al avión de Iberia, que nos ha de transportar, a través de una noche muy larga, ya que vamos hacia el occidente, a nuestra América. El viaje de avión, en esta noche interminable, se hace agradable, buenas butacas, una exhibición de cine y a través de los auriculares también oyendo música clásica o leyendo o durmiendo. Y así amanecimos, todavía muy temprano, en Santo Domingo, donde hicimos una pequeña parada y luego salimos hacia Panamá, adonde llegamos a las siete de la mañana de América, que equivale a siete horas más tarde de lo que vamos en Europa.

En Panamá pude saludar por teléfono a monseñor McGrath, el arzobispado de aquella metrópoli, quien me invitó a ir a saludar a los otros obispos que se encuentran en una reunión del departamento del CELAM de acción social y es una reunión de varios obispos de Centroamérica, México y el Caribe. Allá tuve la oportunidad, pues, de saludar además de monseñor McGrath, a monseñor Rivera, a monseñor Flores, a otro obispo guatemalteco, a otro obispo mexicano, a monseñor Vega de Nicaragua, y varios sacerdotes que llevan trabajos de acción social en diversos países. El presidente de esta comisión, de parte del CELAM, es monseñor Bambarén, a quien no pude saludar porque estaba ausente y hubiera gozado mucho, ya que él vino personalmente a El Salvador a invitar para esta reunión a monseñor Rivera. Conocí también el trabajo pastoral del padre Pedro Le Clair en Panamá y que pronto vendrá a El Salvador.

De Panamá, después de una pequeña espera, volamos hacia Costa Rica, hacia Managua, donde subieron al avión del padre Plácido, Piquín y Paco. Hubo un desperfecto que nos hizo esperar más de la cuenta, dos horas atrasadas y llegamos a El Salvador a las cuatro de la tarde, en vez de las dos, que estaba anunciando; me dio pena por la gente que nos estaba esperando y que con tanto cariño nos recibieron.

Es impresionante volver al país después de una temporada en que, dada la densidad de nuestra historia, hay muchos acontecimientos y cambios, de los que comenzó a platicar el padre Urrutia, que fue a encontrarme y otros amigos, mientras nos dirigíamos de nuevo aeropuerto, durante cuarenta y cinco minutos, al hospital de la Divina Providencia. Aquí me he encontrado un montón de correspondencia. La alegría de las religiosas que me recibían, los pequeños primeros comentarios. ¡Qué agradable es volver al hogar, después de unos días de ausencia! Sin embargo, las preocupaciones han comenzado. Ya estaban unas cartas en relación con mi mediación en el secuestro del señor Dunn, así como también recibí ya llamadas telefónicas de la Embajada de España, que está ocupada por las Ligas Populares 28 de Febrero y otras llamadas telefónicas que indican la necesidad de permanecer aquí, en su puesto, mientras no haya una verdadera necesidad de salir.

JUEVES, 7 de febrero de 1980

He ocupado casi toda la mañana en reunirme con los vicarios generales y los cancilleres, a fin de informarme de las actividades de la Curia. Al mismo tiempo, nos ha servido también para hacer una evaluación del ambiente político en que se encuentra nuestra Iglesia. Quedo satisfecho de la fidelidad y de la laboriosidad con que estos colaboradores más íntimos han estado llevando la autoridad de la Diócesis durante mi ausencia.

Recibí llamada telefónica del embajador de España, que se encuentra como rehén en la propia embajada, ocupada por las Ligas Populares 28 de Febrero. Traté de darle ánimo y le prometí irlo a visitar. Al mismo tiempo, me habló el encargado de la ocupación, señor Argueta, quien me dijo que también tenía interés en hablarme personalmente para aclarar algunas cosas, que en la llamada del Embajador, pudieron haberme confundido de la situación interna de aquella embajada. También le prometí ir a visitarlo.

Telefónicamente también me comuniqué con la Casa Presidencial para saludar al coronel Majano, quien me expresó su felicitación muy cordial por el honor de mi doctorado en Lovaina y quien comentó también la tergiversación que los medios de comunicación han hecho de esa noticia y de mis entrevistas por radio. Y me dijo que ya se había dado cuenta, durante el tiempo de su gobierno, del mal uso que nuestros medios de comunicación social hacen de las noticias, para orientarlas a favor de la oligarquía que maneja esos medios. Me dijo que vendría pronto a visitarme y le dije que ya sabía la hora que más nos gustaba, y era de poder almorzar juntos.

Dos veces vinieron este día los embajadores de Italia y el embajador especial de España para tramitar el asunto de la ocupación de la Embajada de España. Me dieron cuenta de sus trabajos de mediación con las Ligas Populares y ante el Gobierno, la cosa se torna difícil, ya que hay poca información de lo que hacen en sus operativos militares los guardias nacionales o porque el Ministerio de Defensa no se presta a estas aclaraciones. Por mi parte, les ofrecí interponer siempre mis oficios en todo lo que pudiera, tanto en la Embajada como con las organizaciones populares, aunque no está todo a mi disposición. Sin embargo, noto un respeto que puede ser atendido y usarse en bien de las vidas que están sufriendo en los rehenes, como rehenes, en la Embajada de España.

Hubo deseos de entrevistas periodísticas de periodistas extranjeros que están en el país. Los de Argentina por teléfono y España también por teléfono, pero no estando bien informado de la realidad durante mis días de ausencia, he creído más prudente, omitirlas y trasladarlas todas al próximo domingo, después de la misa en que tendremos, como de costumbre, la rueda de prensa.

VIERNES, 8 de febrero de 1980

En el desayuno me reuní con el padre provincial de los jesuitas, padre Jerez, y los dos jesuitas Ellacuría y Estrada y el padre Fabián Amaya, el padre Cristóbal Cortés, el padre Rafael Urrutia y el licenciado Roberto Cuéllar, encargado de Socorro Jurídico, con el fin de analizar la realidad política del país y la actitud más conveniente para nuestra Iglesia. Fue una junta muy franca, muy enriquecedora, en que se hizo un análisis del papel que desempeña en este momento el Gobierno, la Democracia Cristiana, las organizaciones políticas populares y, sobre todo, la reacción tan cerrada de la extrema derecha y de sus grupos armados que están haciendo mucho mal, mucha violencia. Tomé nota para que, en la próxima homilía, oriente así la situación de nuestra Iglesia, la cual tiene que ser siempre de anuncio del Reino de Dios, de favorecer todo lo positivo que puede encontrarse en esta confusión de actividades políticas y militares, de denunciar también el atropello a los derechos humanos y de buscar salidas que no sean por los caminos de la violencia, sino que denunciando las diversas clases de violencia y evalúandolas en su justa medida, poder dar también un juicio desde el Reino de Dios, que no es de carácter político ni apoyando ningún proyecto político concreto, sino que es iluminación de la fe para una justicia sobre bases de nuestra fe y de nuestros sentimientos cristianos.

Nuevamente tuve la visita de los embajadores de España y de Italia, que se encuentran un poco abatidos porque sus entrevistas con el supremo Gobierno se encuentran bloqueadas por la falta de información de los cuerpos de seguridad. Y se cree que las exigencias de las Ligas Populares 28 de Febrero, acerca de capturas y desaparecidos no se logra que se esclarezcan y hará que este sitio de la Embajada se mantenga hasta que no se den informaciones más claras. Me pidieron que tratara de influenciar en las Ligas Populares, a fin de dejar la Embajada, y que ellos prometen también seguir trabajando y se dan cuenta de la necesidad de estos recursos anormales en una situación en que se da tan poca importancia a los derechos humanos, justamente reclamados por estas organizaciones, pero están de por medio ocho vidas en el Ministerio, aunque no peligran por violencia, pero sí por un malestar y la privación de su libertad.

He dedicado la tarde a organizar una gran cantidad de correspondencia durante mi ausencia y voy a recoger ya las notas que me servirán para la próxima homilía.

SÁBADO, 9 de febrero de 1980

Lo especial de este día fue la reunión-cena para recabar datos para mi homilía, el padre Fabián me hizo un buen resumen sobre el esquema de los tres proyectos políticos que están en juego en El Salvador: el proyecto del Gobierno, el de los grupos populares políticos y el de la derecha. En torno de esos tres hemos situado los diversos actos de violencia, que han sido muchos en esta semana y las posibilidades de salida sin que haya necesidad de recurrir a una lucha insurreccional armada, que será terrible si se desata en El Salvador. Pasé hasta muy noche arreglando estos apuntes y me levanté muy temprano también para preparar la mejor manera de exponer esta situación del país y el papel de la Iglesia, inspirado en las lecturas de este domingo que nos hablan, precisamente, del Dios de la historia que llama a los hombres a colaborar con él en la construcción de la historia de cada pueblo.

DOMINGO, 10 de febrero de 1980

En la misa, que fue en la Basílica, porque la Catedral continúa ocupada, se me dio una cálida acogida después de mi viaje; sentí que había un cariño especial en aquella iglesia, que estaba bastante concurrida y que fue haciendo más densa a medida que pasaba la misa. La homilía se prolongó casi dos horas y esto me da la impresión de que estoy abusando del tiempo, pero siento, por otra parte, la necesidad de orientar a esta gente que me escucha con avidez, ya que, precisamente, me prolongo porque no noto cansancio en el auditorio, que lo noto siempre atento, y así me expresan que siguen con atención también a través de la radio.

Después de la misa tuve una reunión de prensa con periodistas del extranjero principalmente, de la América Latina y de Europa. No hubo mucho que preguntar, puesto que ellos mismos dijeron que todo estaba ya explicado en la homilía. Sin embargo, fue un momento muy cordial en que me sentí muy amigo de los periodistas y también había mucho pueblo que rodeaba esta reunión saboreando con gusto el diálogo, en el cual ellos, también gente del pueblo, intervenían con interesantes observaciones. La homilía fue transmitida en retardo porque eran las grabaciones las que se llevaron al aparato, ya que en la Basílica es más difícil hacer la transmisión directa.

Fui a almorzar y a pasar la tarde con las religiosas del Hospital que acudieron a la casa de las oblatas al Divino Amor, religiosas del colegio de la Sagrada Familia, que también concurrieron y vivimos un ambiente de familia, muy agradable, que tonifica nuestro esfuerzo por una Iglesia que, en su dura lucha, tiene que sentir también la ternura del amor que Dios ha querido darnos como tónica de nuestro trabajo por el Reino.

LUNES, 11 de febrero de 1980

Fui a celebrar la fiesta patronal del cantón de Lourdes, en la parroquia de Colón. La iglesia estaba rebosante y hubo una cálida acogida al Pastor. Prediqué de la Virgen de Lourdes, presentándola como figura de la Iglesia, y cómo lo que había pasado en Lourdes, entre la Virgen y Bernardita, era precisamente la función de la Iglesia con la humanidad: acercar los hombres a Dios para orar, hacerles ver su misión, dar un compromiso que Dios a cada hombre señala y vivirlo. La Virgen le dice a Bernardita cuál es su misión y realizar el trabajo de Iglesia, en comunión con los pastores. La Virgen dice a Bernardita que le diga a los sacerdotes que quiere allí un templo. Sobres estas tres ideas exhorté a las personas a ser dóciles a la Iglesia y a construir, en comunión con sus pastores, la Iglesia que nuestra Diócesis quiere hacer, para que sea la verdadera Iglesia de Jesucristo. El padre Nicolás Menjívar, párroco, estuvo muy oportuno y generoso al leer a la gente las razones por las cuales se me dio el doctorado honoris causa de Lovaina y pedir un sentido de solidaridad con el Obispo, que se expresó en un caluroso aplauso; lo mismo al final de la misa, cuando pedí testimonios a la gente de su sentir de Iglesia. Sentí mucho ánimo en la expresión de solidaridad y comunión que viven estos católicos.

Por la tarde, tuve la visita del embajador de Nicaragua, el cual además de saludarme, me invitaba para ir a su patria a conocer la experiencia tan interesante de aquel país. Yo le expresé mi deseo de ir a saludar al señor arzobispo, monseñor Obando, y también de aprovechar el conocimiento que él me está ofreciendo.

Vino también el doctor Jiménez, antiguo político de Venezuela, quien estuvo en mi misa del domingo y expresó su complacencia del Ministerio que, sin dejar de ser espiritual, está orientando también la política del país para que se realice según el proyecto de Dios. Fue muy franco y me expresó algunos puntos en que él quisiera que la Iglesia apoyara un poco más a la Democracia Cristiana en su esfuerzo por salvar al país. Le dije que estaba de acuerdo, pero ante todo quiero ser fiel a mi pueblo y reclamar a la Democracia lo que el pueblo le reclama y para lo cual tiene hoy una posibilidad, sobre todo, para hace que el Ejército cese de su represión, que están tan violenta contra nuestro pobre pueblo.

Estuvo también un ingeniero para manifestarme que había sido ocupada su oficina por las Ligas Populares, y me pedía una mediación. Lo cual yo hice por medio el Socorro Jurídico, ya que el licenciado Cuéllar irá a negociar y a ofrecer el Arzobispado para esta negociación.

Vino también el seminarista Miguel Rodríguez, cuya familia ha sido víctima de esta represión, allá en el departamento de La Unión; su mamá ha dado ejemplo de una fortaleza cristiana, pero el tormento de su familia es muy grande, y le he ofrecido toda la ayuda del Socorro Jurídico y le he pedido una descripción de este atropello para denunciarlo como es mi deber.

Por la noche, fui a visitar a la familia Chacón y convivir también estos sentimientos humanos de familia, que son tan necesarios en estas horas de tantas tensiones.

MARTES, 12 de febrero de 1980

La mañana comienza con la visita en el Hospital del ingeniero Villacorta, subsecretario de Agricultura, quien atentamente me entregó el proyecto de transformación agraria que él ha elaborado, junto con los colaboradores del Ministerio. Me explicó algunos puntos más difíciles y me lo traía con el deseo de oír el parecer de la Iglesia, sobre todo, en los asuntos de la doctrina social cristiana. Le dije que lo iba a estudiar, junto con los asesores, y comentamos ampliamente lo difícil de este paso, pero lo decisivo que será para que la Democracia Cristiana constate si las Fuerzas Armadas quieren o no quieren la transformación necesaria del país. Después, en el Arzobispado, me esperaba don Ernesto Rivas Gallont, junto con el hijo del ex embajador de Sudáfrica, el señor Dunn, para conversar acerca de la propuesta que había que presentar a las Fuerzas de Liberación acerca del secuestro del señor Dunn, que está en negociaciones. Se me dijo que se hacía un gran esfuerzo, de parte de personas particulares, en Sudáfrica, para recaudar una buena calidad que entregar a los secuestradores y que no podían ofrecer más.

El señor Rivas Gallont y el hijo del señor Dunn me autorizaron, para decir a los secuestradores del señor Dunn, que se está haciendo una intensa campaña en Sudáfrica, para recaudar fondos y poder rescatar así al señor Dunn, pero que no podían ofrecer más de lo que se colectara, ya que la familia personalmente está pobre y no cuentan con el apoyo del Gobierno. Los secuestradores del señor Dunn vendrán en esta semana a buscarme, en mi calidad de mediador en este penoso asunto del secuestro.

Hubo en el Arzobispado mucha actividad de visitas de sacerdotes y seglares; mientras, en la sala de reuniones, había un diálogo entre patronos y obreros de una de las fábricas que tienen conflictos y huelga. El Arzobispado está siendo sede de muchas negociaciones, lo cual honra por su fama de imparcialidad y de justicia.

La entrevista más importante de hoy fue la que tuvimos con el padre Octavio Cruz, en su calidad de encargado de la Comisión de Pastoral. He quedado muy satisfecho de la información que me ha dado acerca del trabajo que está haciendo intensamente esta promotora de la Pastoral.

El acontecimiento principal fue el cursillo de comunidades eclesiales de base en Domus Mariae y la preparación para participar en otro curso de dichas comunidades en el Brasil. También la actividad acerca de los diversos grupos de Seminario y otros aspectos de la Pastoral. Me interesó mucho lo que el padre Octavio me dice acerca de la promoción espiritual y cultural de los sacerdotes, que se sienten quizá muy pobres humanamente por haber descuidado su esfuerzo de aggiornamento.

También fue interesante la entrevista con el doctor Mario Levy, quien me comentó varios aspectos de la línea pastoral de mi carta pastoral y de algunas ilogicidades que él encuentra cuando se trata de los grupos políticos de izquierda. Su carta es muy interesante y la comencé a comentar en el programa por radio, que grabamos esta tarde para la entrevista de mañana. Trataremos específicamente de la organización que es necesaria en el pueblo, pero no, precisamente, de pertenecer a tal o cual organización, sobre todo, si no complace al pueblo, pero sí de despertar el sentido crítico del pueblo, para que deje de ser masa y pueda ser un pueblo que se organiza para el bien común.

También vino a visitarme, en carácter de emergencia, Rubén Zamora y otro miembro del Partido Demócrata Cristiano, para informarme del acontecimiento más grave de este día. Una manifestación de estudiantes, celebrando el triunfo obtenido en el Ministerio de Educación, hacía una manifestación, que fue disuelta violentamente por elementos de la derecha, en colaboración con el Ejército, el cual siguió la desbandada hasta introducirse en el edificio de la Democracia Cristiana, ocupado por las Ligas Populares 28 de Febrero y donde se armó una balacera, que dejó un saldo de varios muertos y muchos heridos. La Comisión de Democracia Cristiana venía a pedirme, en el Seminario, asilo para dos señoras pertenecientes a las Ligas que ocupaban el local de la Democracia y que salieron amparándose como rehenes que salían a la libertad. Una de estas señoras vio caer muerto, bajo las balas, a su propio marido y está sumamente nerviosa. Conseguimos hospitalidad en el colegio de la Sagrada Familia, ya que por ser mujeres, era muy difícil alojarlas en el Seminario que está ya en actividad.

Por la noche, tuve la visita de un periodista que pedía una entrevista para una revista de Argentina y platicamos ampliamente sobre la situación del país, el papel de la Iglesia y algunos datos personales míos.

MIÉRCOLES, 13 de febrero de 1980

Platiqué, durante el desayuno, con el padre Ramón Vega, invitado por mí para conversar sobre asuntos del Secretariado Social. Me expuso una serie de problemas y veo que ya va caminando para bien de nuestra Diócesis. Está logrando reunir intelectuales que pertenecieron a la asociación de universitarios, que hoy muchos son profesionales, y se espera de ellos una colaboración desde una conciencia cristiana. Le dije que alguna vez visitaría esas reuniones y que siempre contaría con el asesoramiento que yo necesito tanto, para saber dar una repuesta de Iglesia a estos momentos tan culminantes de nuestra historia.

Enseguida, llegó el doctor Rubén Zamora a contarme los acontecimientos sangrientos de ayer y cómo fue el desalojo de los ocupantes de Ligas Populares, que tenían en rehenes, en el local de la Democracia Cristiana a varias personas, y cómo este operativo militar, que causó tantas víctimas, se hizo contra la voluntad de la Junta de Gobierno, que expresamente había ordenado al Ministerio de Defensa no actuar militarmente en este desalojo. Me contó cosas horrorosas de lo que hicieron los cuerpos de seguridad y que estaban analizando, desde anoche, en el partido, qué debían hacer. Desde luego, pedir la destitución del actual ministro de Defensa y también presionar más, como partido, al Ejército y algunos hablan hasta de retirarse del Gobierno. La cosa es muy delicada, pero es hora de tomar medidas que demuestren, de verdad, que se busca el cese de la represión que está tan cruel en el país.

En el Arzobispado varias audiencias concedidas, pero además de las que estaban señaladas, varias visitas extraordinarias, a las cuales pude dar atención dentro de lo posible. Ayudaron mucho los vicarios, los cancilleres, a atender mucha gente que viene cuando hay estas circunstancias críticas en la política del país.

Después del almuerzo, pasé la tarde estudiando y, por la noche, una interesante reunión con el Seminario Mayor, en que con toda confianza me expusieron sus dudas, sus inquietudes y en un diálogo franco, creo que traté de solventarles y quedaron satisfechos, para seguir trabajando la formación de unos sacerdotes, tal como los necesita la Iglesia en este momento. Ha sido una satisfacción encontrarme rodeado de estos veintiún jóvenes teólogos y filósofos, que son verdadera esperanza para nuestra Iglesia.

JUEVES, 14 de febrero de 1980

Breve entrevista, después del desayuno, con los vicarios generales, monseñor Urioste, que regresa de una breve vacación, y el padre Cortés que me informa de algunas actividades en la Curia en mi ausencia. Tratamos de evaluar nuestro trabajo y encontramos un poco de falta de comunicación por lo cual, se repiten o se contraponen algunas disposiciones. Monseñor Urioste me dice con franqueza fraternal que, muchas veces, mi actitud es como destruir alguna disposición de los vicarios generales y que esto entorpece la marcha de la autoridad. Yo reconozco, pero vuelvo a insistir que necesitamos más comunicación, por lo cual hemos acordado que, todos los días, a las ocho, nos reuniéramos para ver lo que hay que hacer en conjunto en la Diócesis. Me pareció muy útil esta breve e inesperada reunión.

Me fui enseguida a Domus Mariae, en la casa de la hermana María me reuní, como lo había prometido antes de mi viaje, con aquellos sacerdotes que son más señalados como avanzados del lado de izquierda. Con ellos ya tuve una conversación muy fructuosa y esta reunión de hoy ha sido también un gran acercamiento, en que, muchas veces, parece como que estamos más separados y hay más peligros, cuando, de verdad, hay esfuerzos sinceramente pastorales y sacerdotales. Al mismo tiempo, he aprovechado para expresar mis temores y reclamar que seamos, en medio de los vaivenes de la política y de nuestras aficiones por las organizaciones políticas populares, seamos verdaderamente signos del Reino de Dios, porque para eso estamos en la Iglesia, para dar presencia de la trascendencia, en medio de los trabajos de la tierra. Ellos han comentado, según el Evangelio, este pensamiento. Seguiré pidiendo a Dios para que sean, como me dijo el señor obispo de Brujas en Bélgica, no enemigos, no víctimas, sino verdaderos colaboradores.

Por la tarde, interesante reunión con representantes de las organizaciones populares, fue uno del partido político UDN y otro de las Ligas Populares 28 de Febrero; no pudieron venir los otros dos, FAPU, y Bloque Popular Revolucionario, por atrasos de última hora. Posiblemente, porque a esta misma hora se realizaba el entierro de las víctimas de la represión del día anterior, pero esta conversación, que de parte de la Iglesia, sostuve con el padre Moreno, monseñor Urioste, y los dos representantes políticos, ha sido muy fructuosa y tuve oportunidad de poner mis reparos y de señalar las competencias de la Iglesia y defender los sentimientos cristianos del pueblo y buscar, entre todos, como verdaderos salvadoreños, la salida más pacífica y honrosa de esta crisis del país. Quedamos de continuar nuestras reuniones y de prestar la Iglesia sus servicios, sin perder su identidad de Iglesia. Pedimos, ante todo, que apresuraran un proyecto de Gobierno que salga del pueblo y que se presente al pueblo para aglutinar al pueblo en estas organizaciones, y que en ese proyecto, la Iglesia puede prestar un doble servicio, en aquellos campos técnicos que no son de su competencia iluminarlos desde el Evangelio y juzgar según los criterios evangélicos los aspectos humanísticos. Y en el otro nivel, de los aspectos religiosos y humanos, por ejemplo, cómo se consideraría la religión, los aspectos justos en este nuevo proyecto, la Iglesia podrá aportar toda la riqueza de su doctrina, pero al mismo tiempo, queda constancia de que no participaremos en categoría de una fuerza política, sino como Iglesia, con luz de Evangelio. Pareció muy bien esta relación y hay un nuevo aspecto en nuestras relaciones con estas organizaciones.

Por la noche, una breve entrevista que ya se había anunciado con un representante de una organización clandestina, con la cual estoy mediando la liberación de un secuestrado y, al mismo tiempo, aprovechando para iluminar con el Evangelio las actividades que no concuerdan muchas veces con el sentir cristiano. He sentido que hay acogida y que mi mensaje, a través de este representante, llega también a toda la organización desde su dirigencia.

VIERNES, 15 de febrero de 1980

Como he prometido, a las ocho de la mañana, estuve en la reunión de quienes tenemos la responsabilidad de la Curia Diocesana, a fin de tener más comunicación y llevar un Gobierno más comunitario y éste fue el tema de nuestra reunión de hoy: ver cuáles son las deficiencias de que estamos adoleciendo y cómo podemos corregirlas, ya surgieron también varios temas concretos que, tratados en conjunto, resultan mucho más inteligentemente resueltos y llevaderos. Después de una intensidad de visitas, unas ya anunciadas, y otras que llegaron improvisadas.

Llegó un grupo de jóvenes de Sonsonate a pedirme que fuera a bendecirles una clínica y celebrarles la misa, pero les dije que era otra diócesis y que les agradecía su amabilidad, les prometí ir a visitarlos en carácter privado en otra ocasión; ellos insistieron en que fuera a la inauguración que deseaban y les dije que para eso fueran a pedir el permiso a la Diócesis y quedaron de comunicarme. Esto indica la sabiduría de la Iglesia en dividir su territorio y también la simpatía de la gente que yo no puedo despreciar, sino encauzar.

Por la tarde, hubo varias visitas a pesar de no estar anunciadas, pero dada la inmensidad de problemas, ocupaciones, rehenes y otros casos similares hay que atenderlas sin dilación.

SÁBADO, 16 de febrero de 1980

Este día, aunque quise dedicarlo enteramente a la preparación de mi predicación del domingo, tuve que ir a la Catedral por la mañana a cumplir un compromiso de bendecir la imagen de San Rafael que van a llevar para el cantón de ese nombre en la parroquia de Candelaria de Cuscatlán, allá la recibirá el padre Interiano, pero no quise negarme a esta petición de los humildes campesinos, ya que en ellos siempre siento la presencia y el llamamiento de Dios.

Precisamente, tuve la oportunidad de hablar con los que dirigen la ocupación de la Catedral, son dos jóvenes pertenecientes a un sector del Bloque Popular Revolucionario, cristianos, pero que se sienten obligados a hacer estas acciones, ya que no encuentran seguridad fuera de la iglesia y se trata de alojar allí una cantidad de campesinos, muchas son mujeres y niños, que han venido huyendo de cantones de la jurisdicción de Las Vueltas, en Chalatenango, donde la Guardia Nacional y ORDEN los persiguen encarnizadamente, y otros han tenido que huir a los montes y éstos se han podido refugiar en la Catedral. Yo les dije que comprendía todo esto y que la Iglesia siempre estaba dispuesta a esta clase de hospitalidad y que no era necesaria la ocupación en la forma en que lo están haciendo. Y le expresé que me comunicara con la dirigencia del Bloque para hablar de la ocupación de templos, ya que comienza próximamente la Cuaresma y el pueblo tiene derecho a estos lugares de oración; y dialogando con la Iglesia pueden encontrar otros modos de realizar los fines para los cuales han ocupado las iglesias.

Por la noche, todavía tuve visita de un caso laboral en que han estado en conflicto, precisamente, dos organizaciones: el BPR y el PAPU; se estorban mutuamente, en vez de ayudarse en beneficio de una fábrica que está cerrada, pero que está en proceso de reabrirse y una ocupación de la otra organización ha venido a estorbar este proceso, lo denunciaré y llamaré al orden mañana en mi homilía, si Dios quiere.

Por la tarde, fui a Guazapa. Un acto muy original celebrado en el mismo convento parroquial, donde tienen su residencia las religiosas carmelitas que hoy han cambiado de actitud, siempre dentro de sus mismos propósitos religiosos. Se han desprendido de su congregación, la congregación de carmelitas de San José y han inaugurado, cinco de ellas, una casa para servir allí al pueblo en forma pastoral y llevar siempre sus compromisos religiosos, pero sin relación con su antigua congregación. Todo se ha hecho ordenadamente y, aunque en la congregación tal vez no se comprende plenamente este paso, sentí que el pueblo ha comprendido muy bien y que ellas, si son fieles a sus propósitos actuales, pueden hacer mucho bien, aun bajo el aspecto de la vida religiosa, acercándola y haciéndola muy simpática en medio del pueblo. De hecho, me dijeron que ya son varias las jóvenes que quieren integrarse a este grupo, pero que quieren proceder con toda prudencia exigiendo todas las cosas que el Evangelio exige a la vida religiosa. Tuvimos, pues, esta misa muy íntima, junto con familiares de estas nuevas religiosas, y junto con la comunidad que colabora en la Pastoral. Fue un ambiente muy comprensivo de mucha oración, de mucha reflexión; fue para mí también un enriquecimiento del Espíritu del Señor.

Regresé a preparar mi homilía, escuchando los asesoramientos de quienes se reúnen conmigo este día: el padre Moreno, la señorita Doris Osegueda, el licenciado Cuéllar, el padre Cortés y el padre Urrutia. Me dan elementos muy valiosos para conocer mejor la realidad de la semana y saberla iluminar evangélicamente desde la homilía dominical. He llegado hasta horas de la madrugada, ya es domingo 17 de febrero.

DOMINGO, 17 de febrero de 1980

La homilía se prolongó por una hora y cuarenta y cinco minutos. Hablé de la pobreza con el esquema del documento de Medellín, presentándola como una denuncia contra la injusticia del mundo, como un espíritu que se vive, apoyándose en Dios, y como un compromiso, el de Jesucristo que se compromete con los pobres, y desde allí, la Iglesia también cumple la misión de Cristo para llamar a todos a la salvación. Y con esta luz de las Bienaventuranzas, que se leyeron hoy en el Evangelio, iluminé la realidad del país para condenar el egoísmo de la riqueza, que se empeña en mantener sus privilegios y para dar también las orientaciones desde las exigencias de los pobres a la política del país. Ha sido bastante bien comentada porque esta noche estuve con los jesuitas de la UCA, para llevar una correspondencia, y encontré una acogida muy cálida, junto con otras visitas seglares que también habían escuchado.

Por la tarde, a las siete de la noche, mejor dicho, fui a Santa Lucía, la parroquia de jurisdicción de Ilopango, donde se instaló al nuevo párroco, padre Luis Recinos, que ha venido de Nicaragua para continuar aquí sus estudios, y nos dará este servicio pastoral, atendiendo la parroquia de Santa Lucía, ya que su párroco anterior, padre Astor Ruiz, no pudo entrar al país y tuvo que ir a tomar compromisos, precisamente, a Nicaragua. Así resulta un intercambio de sacerdotes, alguien que va de Santa Lucía a Nicaragua y alguien que de allá viene a Santa Lucía. Fue también un momento muy pastoral, platicando con las diversas comisiones, animándolas a continuar, felicitándolas porque un año de ausencia de sacerdote han sabido comportarse como verdadera comunidad cristiana.

Entregué, al regresar de esta misa, la carta secreta que la familia del secuestrado señor Dunn, entrega a sus secuestradores por este camino secreto.

LUNES, 18 de febrero de 1980

En la reunión que acostumbramos ya en la primera hora de trabajo, analizamos algunos puntos al respecto de sacerdotes y de sus puestos en parroquias. Y concluimos que era un estudio que había que llevar más a fondo, de acuerdo con el Senado Presbiteral y con la Comisión de Pastoral, pero como se trata un asunto bastante secreto, se escogerá uno o dos elementos de cada uno de estos sectores para estudiar, a conciencia, la situación de nuestro clero, a fin de colocarlo en el lugar más apropiado a las cualidades de cada uno.

Después, tuvimos reunión con el Senado Presbiteral, muy interesante por tratarse asuntos de actualidad como son las ocupaciones de los templos y el problema de la violencia en el país. Acerca de la toma de los templos, se discutió bastante sobre la conveniencia de un documento acerca de lo que la Iglesia piensa y a fin de que todos pensemos igual, pero se creyó más oportuno una acción directa con los que causan las ocupaciones y así, se encargó a aquellos sacerdotes que tienen más contacto con las organizaciones para que procuraran que la dirigencia de dichas agrupaciones se entendiera en diálogo conmigo, a fin de platicar la manera de que estas ocupaciones no se realicen más o, en caso de extrema necesidad, se haga siempre de acuerdo con el responsable de los templos.

Por la tarde, otra reunión muy importante en el Centro Universitario Católico con la Comisión de Administración y con los vicarios generales y con el administrador de la Curia, ingeniero Galván y el encargado del centro, padre Ramón Vega, a fin de estudiar, en aquel mismo lugar, donde monseñor Chávez planeaba la construcción del Arzobispado y de la residencia del Arzobispo, si se continuará ese trabajo o se preferirá, como últimamente se ha venido pensando, hacerlo junto al Seminario San José de la Montaña. Prevaleció esta opinión, después de razonarlo ampliamente y acerca del local que antiguamente se había destinado para esto, se acordó hacer allí la bodega de Cáritas y también la construcción de la iglesia que es condición para este donativo. El padre Ramón Vega se encargará de pedir un subsidio al organismo correspondiente para que nos ayude a ambas construcciones; y acerca de la construcción del Arzobispado en el terreno del Seminario, se redujo bastante a una construcción más sencilla y se tiene esperanza de tener subsidios de instituciones extranjeras, uniendo el dinero que ya se tenía, como producto de la venta de un terreno del Seminario, en tiempos de monseñor Chávez, y que fue destinado para esta obra, de la residencia del Arzobispo y del Arzobispado.

Por la noche, el padre Estrada y el padre Ellacuría vinieron a buscarme para comunicarme que la homilía del domingo recién pasado ha causado revuelo en Roma y que el padre general de los jesuitas, le comunicó al provincial de Centroamérica el comentario que se hace en la misma Secretaría de Estado. Esta misma noche, hablarán con el padre Jerez que está en Panamá, para que si es necesario vaya a Roma a explicar la situación y ver que las palabras de la homilía corresponden a las situaciones tan difíciles de El Salvador. En concreto, la carta que se anuncia para el presidente de Estados Unidos y que fue leída en la homilía, y que es, parece, la causa principal de este comentario, se inspira en el peligro próximo que supone la ayuda militar a El Salvador y, sobre todo, el nuevo concepto de guerra particular, que consiste en eliminar de manera homicida todos los esfuerzos de las organizaciones populares, bajo pretexto de comunismo o terrorismo. Esta guerra quiere acabar no sólo con los hombres directamente responsables, sino con toda su familia que, según ese concepto, se encuentra toda envenenada de estos conceptos terroristas y que hay que eliminarla. El peligro, pues, es grave y la carta se orienta a pedir al presidente de Estados Unidos que no facilite un subsidio de carácter militar, que vendría a suponer mucho daño en nuestro pueblo porque trataría de eliminar y de matar muchas vidas.

MARTES, 19 de febrero de 1980

Me despiertan con una llamada urgente de la hermana María, desde Domus Mariae, para decirme que ha estallado una bomba en la planta de la YSAX y que ha quedado completamente arruinada. Pregunté si había habido daños personales y me alegré de que sólo fueran de carácter material, lo cual puede tener reparación.

Esta misma noche y a la misma hora, como a las once de la noche, también estalló otra bomba en la biblioteca de la UCA, evidentemente, pues, se trata de maniobras de la extrema derecha contra la voz de la Iglesia y contra las exigencias de la justicia social.

En el Arzobispado, muchos sacerdotes y seglares llegaron a expresar su solidaridad con el atropello a nuestra emisora y a ofrecer ya, desde el principio, ayudas para rehacerla pronto. Monseñor Rivera también expresó su solidaridad, ya que a las once y media, tuvimos reunión de obispos en la Nunciatura. Ninguno de mis hermanos obispos mencionó el asunto de la radioemisora, así como tampoco nadie se refirió a mi doctorado honoris causa, ni a ninguna circunstancia de nuestra Arquidiócesis, más que para criticar, siempre como si fuera desviada en su camino pastoral. La reunión fue provocada por el señor Nuncio por indicación de la Sagrada Congregación para los Obispos, que en nombre de Su Santidad, declara inválidas las elecciones de presidente de la Conferencia Episcopal y nos llama a que hagamos una nueva elección, pero después de haber hecho reflexión y oración. El señor Nuncio comenta otros aspectos y logra que nos reunamos en el próximo marzo para hacer un retiro espiritual por la mañana y hacer las elecciones por la tarde. El ambiente de esta reunión siempre me resulta muy frío y muy raro, opté por no decir palabra alguna, ya que todo cuanto se dice es mal interpretado por la mala voluntad que existe, sin duda, en algunos hermanos obispos. El almuerzo fue en la Nunciatura.

Por la tarde, estuve esperando seminaristas, ya que todos los martes he ofrecido dedicarme a este diálogo interesante con los futuros sacerdotes. Y terminé la jornada en casa de las señoritas Godoy, donde me ofrecieron una cena con el cariño con que esta familia lo sabe hacer.

Tuve también la visita del embajador de España, ya liberado de su secuestro en la Embajada, junto con el secretario de Asuntos Interamericanos, venido de España para este problema y el señor embajador de Italia. Con todos, los tres conversamos amablemente y con mucho sentido de solidaridad para nuestra Diócesis, y agradecimiento por la colaboración en el problema de la ocupación de la Embajada.

MIÉRCOLES, 20 de febrero de 1980

Ha sido un día sumamente cargado de actividades, el Arzobispado se torna cada vez más denso de gente que visita, que consulta, que se reúne. Se nota mucha vitalidad y le doy gracias a Dios. Tuvimos nuestra reunión de Curia con los vicarios y cancilleres, examinamos algunos aspectos con toda franqueza y creo que va siendo cada vez más útil esta reunión, aunque reclamé que fuéramos más puntuales y eficientes y encargué al padre Rafael para que él se ocupe de hacer la agenda, y de que la reunión se tuviera siempre, aunque faltara algún elemento.

Entre las visitas tuve una reunión de prensa hacia las once y media, en que hubo periodistas de Estados Unidos, de Suiza, de Alemania, de Francia, una cosa improvisada, pero muy rica de preguntas y de orientaciones de parte de nuestra Arquidiócesis. También llegó la señorita Marta Benavides que es tan activa, miembro ecuménico, para ofrecer toda su colaboración y le invité a prestarnos esta colaboración en el campo de la comunicación social, lo cual ella tomó con mucho agrado y lo ha comenzado a hacer con mucho interés.

Por la tarde, fui a compartir con los seminaristas de Santa Tecla, que están haciendo el año de propedéutica. Después de expresarles el objetivo de este año y la esperanza que en ellos tenemos, dialogamos ampliamente y con toda franqueza invitándoles a sentirme amigo más que autoridad. Y hubo un ambiente muy cordial, confianza para expresar sus ilusiones, la alegría de encontrarse en esta nueva experiencia del Seminario, así como sus temores hacia el futuro. Pero les he prometido que lo que se ha comenzado en apertura no podrá cerrarse sino que, tomando en cuenta sugerencias, críticas constructivas, iremos mejorando, con ellos, la formación del futuro sacerdote. Después de cenar con ellos, me dirigí a la basílica del Sagrado Corazón, donde en una solemnidad de mucha asistencia celebré la inauguración de la Cuaresma y la imposición de ceniza, habiendo invitado al pueblo, como representante de toda la Arquidiócesis, a caminar junto con el pastor en esta peregrinación de santificación, de austeridad que nos lleva hasta la Pascua, para ofrecer al país una Iglesia renovada en su cuaresma, con hombres nuevos que puedan ser los verdaderos, auténticos liberadores de la patria. Después de la misa todavía hubo periodistas que tuvieron interés en dialogar y resultó también muy interesante.

Las nueve de la noche y al llegar al Hospital tengo dos compromisos serios, uno del padre Estrada, padre Ellacuría con un señor especialista en bancos que quiere presentarme un proyecto acerca de la Transformación Agraria y del problema de los bancos. Lo oí con atención, pero le dije, se trata de aspectos técnicos y sólo le invito a que continúe perfeccionando sus ideales, para que luego tengamos oportunidad de confrontarlos con otros proyectos, principalmente de parte del pueblo, que es lo que hace falta hoy, proyectos concretos y, por eso, le di mi enhorabuena y mi felicitación y el deseo que trabajara siempre con ilusión esta clase de colaboraciones a nuestro pueblo.

La otra reunión era improvisada, de la Coordinación Nacional de Organizaciones Populares que iban a encontrarse hoy con elementos militares jóvenes, pero los cuales no pudieron asistir. Sin embargo, el contacto con las dirigencias de las organizaciones resultó muy fructuoso, aunque no profundizamos en aspecto concreto alguno, pero quedamos de reunirnos mañana con elementos de la Iglesia, para platicar varios aspectos de las relaciones entre la Iglesia y las organizaciones políticas populares.

JUEVES, 21 de febrero de 1980

Hoy comenzó el día, después de la misa, con un desayuno con el padre Ramón Vega, para hablar asuntos de la Secretaría de Acción Social y problemas de Cáritas. Después reunión de Pastoral, en el Arzobispado. Para mí es la comisión más importante de la Diócesis, ya que me ayuda a coordinar las diversas actividades de la vicaría de la Arquidiócesis y orienta con sugerencias nuevas nuestra pastoral. El padre Octavio Cruz, como secretario general, está dándole mucho impulso a esta Secretaría, lo mismo que el seglar, Francisco Cuéllar. No pude estar en toda la reunión porque a las diez y media de la mañana tenía una entrevista con el representante de Estados Unidos, que en ausencia del embajador nuevo, está llevando los asuntos norteamericanos en El Salvador. El punto principal de la conversación fue el comentario sobre mi carta, dirigida el domingo recién pasado, al presidente Carter, de Estados Unidos. Me dijo, en primer lugar, que el Presidente no había recibido esta carta, a la que se ha dado ya amplia difusión en todo el mundo, y trató de explicarme el objeto principal de la carta, que era la ayuda militar a El Salvador, explicándome que no se trataba de poner armas en los cuerpos de seguridad, sino de perfeccionar algunos elementos que faltan en el Ejército, y así otras explicaciones, que luego yo traté de contestar diciéndole que mi carta se basaba en una información y, condicionadamente a esa información, le hacía mi comentario y que mantenía mis temores de que una ayuda militar, aunque fuera con las distinciones que él me explicaba, siempre redundaría en mayor represión del pueblo, ya que es el mismo ministro de Defensa el que lleva ambos sectores de la institución militar y que, por más que se dijera que no era para las Fuerzas Armadas, podía determinar allá esta ayuda de cinco millones, nada menos, para armarse más y reprimir más al pueblo. Y, en cuanto a la influencia de Norteamérica en la política del país, le decía que una ayuda al Gobierno, que no tiene apoyo popular, aparecería para el pueblo como una imposición y que lo que más agradeceríamos era impulsar el proceso que el pueblo lleva ya adelante y no estorbarlo, imponiendo otro modo que no es el que el pueblo se construye como autor de su propio destino. Hubo otros temas y lo más importante fue que el señor Embajador se llevaba la sugerencia de que esta ayuda militar, ojalá se condicionara a que las reformas, que tanto se anuncian, se comenzaran a llevar a cabo y que se eliminara la línea represiva, que evidentemente prevalece en el Gobierno actual.

Otra visita de gran importancia fue la de Catholic Relief para ofrecerme ayuda en las necesidades de emergencia que pueden surgir en El Salvador y hablarme otros aspectos de la colaboración entre esta institución norteamericana y nuestra Cáritas arquidiocesana.

Por la tarde, fui con el padre Alliet a visitar a las religiosas de Quezaltepeque y al padre Roberto, todos ellos belgas, para llevarles un saludo de Bélgica con motivo de mi reciente viaje. Me da mucho gusto que estos sacerdotes y religiosas estén haciendo mucho bien en un pueblo tan necesitado. Lamentablemente, está allá un cisma con el padre Quinteros, que vive escandalosamente y sigue usurpándonos el convento y la iglesia.

Pero el padre Roberto, ha logrado centrar la atención de la vida parroquial en la capilla del colegio de las hermanas dominicas.

También visitamos, al regreso, a la hermana María, encargada de Domus Mariae, donde pude ver personalmente los tremendos estragos de la bomba que acabó con la planta de nuestra emisora YSAX, la Voz Panamericana.

Regresaba de este viaje, hacia las cuatro y media, en el Seminario, donde estaba ya preparada una reunión con la Coordinadora Nacional de las Organizaciones Políticas Populares, y entre los puntos de agenda, escogimos para discutir primero el de las ocupaciones de los templos: primero, las organizaciones expusieron los motivos por qué ocupan los templos; enseguida, los sacerdotes, principalmente, el párroco de la iglesia del Rosario y el de la iglesia de El Calvario expresaron los inconvenientes de estas ocupaciones para la vida de la parroquia y luego se discutió la manera de poder entrar en un arreglo para que estas ocupaciones no causaran el mal que se hace y tuvieran toda la eficacia que las organizaciones dicen poner a estas tácticas de presión, de defensa, de denuncia.

Otra reunión, ya entrada la noche, fue con un elemento de las FPL, fuerza clandestina, que es muy temida entre nosotros, causa de varios secuestros, pero con los cuales he podido entrar en diálogo con el objeto de expresar el sentimiento y los pensamientos de la Iglesia y hacer comprender que el respeto a estos sentimientos cristianos de la mayoría del pueblo, serán una condición para que ellos puedan disfrutar la popularidad de que carecen cuando atropellan estos sentimientos.

VIERNES, 22 de febrero de 1980

En este día de la cátedra de San Pedro, se celebra el tercer aniversario de la toma de posesión de la Arquidiócesis por parte mía, los sacerdotes se acordaron de esta fecha y me sugirieron que querían celebrarla, les manifesté mi voluntad de hacerlo en forma eucarística, celebrando la misa con ellos este mediodía. Y así se organizó esta conmemoración que evoca, ante todo, mucha responsabilidad y mucho sentido de oración. Pero antes de la Santa Misa, pasamos una mañana de reflexión con un equipo de análisis político sobre la situación del país. Fue un catedrático de la UCA, junto con el rector de la misma Universidad, el padre Estrada también, y también los sacerdotes Urioste, Fabián Amaya, Cortés, Urrutia, el padre Moreno, el bachiller Cuéllar, quienes compartimos el desayuno y dialogamos sobre el tema indicado. La reunión se tuvo en el comedor del hospital de la Divina Providencia, a pesar de que se había proyectado en la casa de Santa Eugenia, en Planes de Renderos. El cambio fue debido al deseo del señor Héctor Dada, miembro de la Junta de Gobierno, quien quiso estar con nosotros porque traía un encargo de la misma Junta de Gobierno. El tema fue desarrollado por el experto y comentado por todos. Es una situación pre-revolucionaria la que existe en El Salvador, pero camina rápidamente hacia una fase revolucionaria. El mensaje del señor Héctor Dada era, en nombre de la Junta de Gobierno, para suplicar a la Iglesia interponer su valiosa palabra a fin de pedir una tregua a la izquierda, tregua que dé oportunidad al Gobierno a realizar sus proyectos de transformación. Se analizó la petición del Gobierno diciendo que no era la Iglesia, sino el pueblo el que debía negociar con el Gobierno esa tregua y que el Gobierno debía buscar el arraigo popular y no imponer unas reformas, sobre todo, si el pueblo se ha dado cuenta que es con el apoyo de una potencia extranjera como es Estados Unidos. De nuestra parte, nuestra mejor voluntad de colaborar con las transformaciones que beneficien al pueblo, pero no podemos ignorar que el pueblo y las organizaciones de izquierda no pueden colaborar con un proyecto donde, al mismo tiempo, existen realidades de represión y pedíamos que la parte sana del Gobierno, como es la buena voluntad de la Democracia Cristiana, representada por el señor Dada y el doctor Morales Erlich, debían favorecer esa credibilidad del pueblo, quitando todos esos aspectos represivos. Por otra parte, se dijo que la tregua no sólo debía pedirse a la izquierda, sino que la principal fuente de la violencia en estos días es la derecha, que pueden ser controlados por el Gobierno y evitar que provoque la violencia de la izquierda. En fin, que con toda franqueza se dialogó un tema muy importante, que nos llevó, en esta franqueza de expresión de todos, toda la mañana.

Al mediodía, nos dirigimos a la Basílica para la concelebración del tercer aniversario de mi Arzobispado. La ceremonia resultó muy fervorosa, íntima, no había mucha gente, pero sí estaban representaciones de las diversas comunidades de la Diócesis.

Un buen número de sacerdotes, religiosas, que celebraron con verdadero fervor y cariño. La homilía estuvo a cargo del padre Cristóbal Cortés, quien fue muy generoso en sus elogios, sobre todo, destacando el magisterio de las cartas pastorales, a las que analizó como el pensamiento del Arzobispo y de la Pastoral de la Arquidiócesis. Después saludos muy cariñosos a la salida del templo. Los seminaristas de los diversos grupos de formación sacerdotal eran una nota de alegría y de esperanza en esta celebración.

Por la tarde, fui a visitar las congregaciones belgas de Cojutepeque y de Santa Cruz Michapa. Por la noche, recibí al secretario general de una organización contra la tortura, que tiene su sede en Milán, Italia, y traía un saludo y el anuncio de que este año la organización dedicará especialmente sus actividades a El Salvador. También me visitó el padre provincial de los pasionistas, junto con el padre Juan Macho, con quienes compartimos los pensamientos de la vida pastoral de nuestra Arquidiócesis que, sin duda, son muy halagadores. De manera especial nos referimos a los seminaristas y vocaciones, ya que ellos tienen entre nosotros un grupo de estudiantes pasionistas y desean lo mejor, porque son la esperanza de la congregación. A este propósito comentamos si era suficiente la formación filosófica y teológica que están recibiendo sus alumnos en la UCA. Yo expuse claramente mi pensamiento diciendo que lo sometieran al juicio del padre Juan, que me parece muy seguro, para ir completando lo que pueda haber de deficiente. Sin embargo, me dio una idea para que nuestros seminaristas también procuraran una formación más autónoma y más de acuerdo con nuestra Arquidiócesis, ya que hay muchas quejas de ellos y de los sacerdotes acerca de la actual formación en el Seminario Interdiocesano. No queremos perder la interdiocesanidad, pero también queremos colaboradores para la Pastoral de nuestra Arquidiócesis.

SÁBADO, 23 de febrero de 1980

Esta mañana fui al cantón Botonsillal, de la parroquia de Colón, donde vamos a celebrar una ceremonia de matrimonios preparados por catequistas de aquel lugar. Me acompaña un equipo de la televisión inglesa, que quiere tener información de nuestra vida pastoral en el sector rural. Fueron muy bien impresionados y tomaron bastantes fotografías para su reportaje. El acto estuvo muy cordial y, al final de la misa, expresaron sus sentimientos de solidaridad con la Arquidiócesis varios jóvenes y otras personas del lugar.

Por la tarde, fui a cumplir con una invitación que me habían hecho los jóvenes de Sonzacate, pueblo vecino a Sonsonate, aunque no es de mi Diócesis, sino de Santa Ana, ellos habían conseguido el permiso del señor Obispo, que yo confirmé cuando vi a monseñor Barrera en la Nunciatura y me dijo que no había inconveniente. Hubo varios propósitos de no ir, por evitar este conflicto y también porque estamos bajo una amenaza de muerte. El señor nuncio de Costa Rica me ha avisado que el peligro de amenaza existe otra vez contra mí y me advierte que tenga cuidado. Sin embargo, sentí un compromiso especial con esta juventud y fui y, francamente, fue una acogida muy cariñosa: mi ausencia hubiera causado un gran desencanto y traté de llenar sus aspiraciones, bendiciéndoles luego una clínica asistencial que ellos, por su propia iniciativa, han llevado a cabo. Creo que, aunque fuera de mi territorio, es Iglesia y es aliento a los esfuerzos de la Humanidad.

Al regresar, tuvimos la junta de asesoramiento que suelen darme de parte de la Secretaría de Comunicación Social el padre Moreno y el señor Cuéllar. Es una semana también bastante conflictiva, muchas violencias y hay mucho que denunciar; así como hay también mucho que animar en nuestro pueblo tan afligido.

DOMINGO, 24 de febrero de 1980

La misa siempre se tuvo en la Basílica, a pesar de que ya está desocupada la Catedral, pero ha quedado muy sucia y maloliente y se llevará mucho tiempo para adecuarla al culto, después de un mes de ocupación. El inconveniente de las ocupaciones es grave, pero comprendemos que nuestro pueblo necesita estos refugios de la Iglesia, ante las situaciones de opresión tan horrorosas que estamos viviendo.

La asistencia a la misa fue extraordinaria y se debe, en gran parte, a que nuestra emisora no está funcionando después del lunes, cuando le pusieron una bomba. Al referirme, al principio de mi homilía, a este atentado y comentar las muchas solidaridades y muestras de dolor y ayuda que van llegando, el público aplaudió con mucho entusiasmo y todo esto es una esperanza para rehacer muy pronto nuestra emisora. Un representante de Radio Noticias del Continente, de Costa Rica, ofreció los servicios de su emisora en onda corta, 31 metros, para transmitir íntegra la homilía que va a mandar grabada hoy mismo y, si el próximo domingo es necesario, nos ofreció que lo haría directamente por línea telefónica. Este gesto también fue muy aplaudido. También anuncié, con mucha alegría de la gente, que los técnicos de la UCA y otras personas expertas en esta materia, han ofrecido su colaboración para erigir una emisora más potente que la que acaban de bombardear. El repudio de la gente para este acto es evidente y el apoyo a nuestra emisora se ha hecho también más evidente. Después de misa hubo una rueda de prensa, muy elocuente, porque eran de varias partes del mundo y tuvieron mucho interés en conocer el pensamiento de la Iglesia en la situación actual del país y también mucho interés en la amenaza que yo denuncié a mi persona en la misa. También, de parte del pueblo, que rodeaba esta rueda de prensa, se expresaron varios pidiendo a los periodistas el apoyo para nuestra Diócesis, para nuestra radio, para el Arzobispo.

Al mediodía, fui a terminar la convivencia de seminaristas mayores, que se ha venido desarrollando en San José de la Montaña, con los seminaristas de nuestra Arquidiócesis, desde el viernes recién pasado. Antes de misa, dialogamos con mucha confianza y es admirable la inquietud juvenil de estos futuros sacerdotes, a los que queremos no mutilar en nada sus entusiasmos, sino orientarlos hacia una pastoral de acuerdo con las inquietudes también de esta Arquidiócesis que se siente joven y entusiasta.

Por la tarde, tuve que decidir mi viaje a Guatemala o su supresión, ya que los padres de la Curia, tuvieron una reunión privada en la que vieron el peligro de que yo fuera a celebrar mis ejercicios espirituales a Guatemala, donde hay más peligros que en el mismo país, y porque también mi presencia aquí es muy conveniente en estas horas de conflicto. Por fin, he decidido no ir, y hemos conseguido hacer mis ejercicios en la casa de las hermanas pasionistas, en Planes de Renderos.

LUNES, 25 de febrero de 1980

A la hora del desayuno llegaron los padres de Chalatenango, que iban a ir conmigo a Guatemala para hacer allá nuestros ejercicios espirituales en la casa de las carmelitas, Carmel Juyú. Todos teníamos ilusión de esta convivencia en un lugar tan pintoresco, pero las razones de los curiales, que se dialogaron también por teléfono en este momento, convencieron al grupo a desistir del viaje, y hacerlo aquí, junto conmigo, en la casa de las hermanas pasionistas, que muy generosamente, a pesar de lo improvisado, nos han acogido. Hacia las nueve de la mañana, estábamos ya en la casa-finca «Lourdes», camino de Planes de Renderos, lugar muy pintoresco, empezando nuestros ejercicios, que coordinará el padre Fabián y que todos participaremos en un diálogo muy cordial y muy profundo. Este día ha sido muy rico de reflexiones, ya que nos hemos propuesto a hacer una sola motivación por la mañana y otra por la tarde, y dejar el mayor espacio posible a la reflexión personal, que luego comentaremos a mediodía y al final de la tarde.

Por la noche, tuvimos también otro diálogo muy rico, más de carácter pastoral, que orientamos esta noche a la visita pastoral, tal como la han ideado en la vicaría de Chalatenango, en tres zonas en las que habrá un pro-vicario, para ayudar al Vicario Episcopal y en cada zona tendremos dos días de trabajo con los agentes de pastoral y, desde allí, se trazarán programas parroquiales que en el trimestre siguiente iré a visitar y así creo que tendremos una visita pastoral de evaluación, de programaciones y más técnica hacia una pastoral de conjunto. Se encomendará a la Comisión de Pastoral que perfeccione este proyecto para llevarlo acabo ya, en la próxima semana de Pentecostés.

MARTES, 26 de febrero de 1980

Desde hoy, hasta el viernes 29 de febrero al mediodía, me he encontrado en ejercicios espirituales, en la finca de Lourdes, de las hermanas pasionistas, camino de Planes de Renderos, han sido días de profunda reflexión y de convivencia muy fraterna e íntima con los sacerdotes diocesanos que trabajan en la vicaría de Chalatenango. El padre Fabián Amaya, vicario episcopal de esta vicaría, nos orientó con dos meditaciones diarias, que luego reflexionábamos en oración individual y que recogíamos en diálogos fraternales al terminar la mañana y al terminar la tarde, durante la Eucaristía y, por la noche, teníamos un diálogo de carácter pastoral en que surgieron muchas iniciativas para el bien de aquella vicaría y de la Diócesis en general.

Durante estos días también hubo, en la Curia arzobispal, una reunión privada de las organizaciones políticas populares con otros organismos políticos, a fin de analizar la plataforma que las organizaciones prometen como Gobierno Democrático Revolucionario; la Iglesia ha ofrecido sus servicios, desde su competencia de humanismo y cristianismo. También, durante estos días, se ha comenzado a trabajar en la antena de YSAX, la planta transmisora que fue destruida casi totalmente por la bomba, que nos ha dejado sin radio católica. El padre Pick, jesuita norteamericano, que está trabajando en emisoras de Honduras y Panamá, fue traído y está dirigiendo, junto con el padre Pedraz, este trabajo. Se han ofrecido también los técnicos de la Universidad Católica y los técnicos de ANTEL, con tanta ayuda y mucho apoyo popular esperamos que muy pronto nuestra emisora esté ya saliendo al aire.

El viernes por la tarde, visité, después de salir de ejercicios, los trabajos de la planta transmisora de YSAX y me encontré al padre Pick trabajando como cualquier jornalero en el despeje de las ruinas de la bomba. Lo mismo que otros albañiles dirigidos por ingenieros de la UCA, tratando de reconstruir la caseta, donde se instalará el transmisor nuevo, provisionalmente porque el lugar definitivo será fuera de la ciudad y ya tenemos el terreno adecuado.

SÁBADO, 1 de marzo de 1980

Lo más sobresaliente de este día fue la ordenación sacerdotal de Jaime Paredes, un diácono joven, descendiente de una distinguida familia de San Salvador, se preparó en México y ha realizado su diaconado, en gran parte ya en El Salvador, y es un sacerdote de mucha esperanza. Actualmente, está dirigiendo el grupo de seminaristas que hacen el año de introducción o propedéutica y trabajará también en otros sectores pastorales. La ceremonia fue muy impresionante en su sencillez, sobre todo en el momento en que se le imponía las manos, ya que había muchos sacerdotes participando en esta consagración; lo mismo sus padres y amigos presentes, que miraban y saludaban con profundo cariño. Conmovedora fue la presencia de los seminaristas, nuestros cinco seminarios asistieron y parecía una fiesta de juventud vocacional que, sin duda, encontró mucho estímulo en la ordenación de Jaime. Después de la misa, hubo una recepción sencilla, pero muy cordial en la que tomaron parte no sólo los distinguidos invitados, sino también campesinos venidos de las comunidades de Chalatenango.

También después de la ceremonia, tuve una entrevista de prensa con un periodista norteamericano, siempre interesados en conocer esta crisis que está viviendo nuestra patria y la función de la Iglesia dentro de ella.

Por la tarde, celebré la tradicional Hora Santa a los primeros de mes, en el hospital de la Divina Providencia, con bastante asistencia. Hablé del Evangelio del domingo siguiente, que es el de la transfiguración del Señor, llamando a participar en la vida de Cristo y de la Iglesia, en una hora en que los cristianos tenemos una gran misión que cumplir en nuestra patria. También este día tuve una entrevista con especialistas de reformas agrarias que sostienen aquí en El Salvador los Estados Unidos, pero que fomentan el proyecto del Gobierno que tiene poca popularidad y que cuenta sí con el apoyo de los Estados Unidos, pero en una situación como ésta hay que guardar muchas reservas respecto de estas ayudas, que quieren condicionar a un proyecto impuesto, el deseo auténtico del pueblo. Agradecí, me interesé mucho por conocer los detalles, son verdaderos técnicos, pero insinué estos reparos para que el proyecto, con toda su ayuda económica, fuera siempre contando con el sentimiento y el deseo del pueblo, y no solamente apoyando un Gobierno que, por su aspecto represivo, pierde cada día más popularidad.

Por la noche, tuvimos la reunión de consulta para preparar la homilía del día siguiente.

DOMINGO, 2 de marzo de 1980

Segundo domingo de cuaresma. Por falta de la emisora, muchos llegaron personalmente a la Basílica y se encontraba más llena que de costumbre, pero los servicios de la Radio Noticias del Continente, de Costa Rica, llevaron, en onda corta, la voz de la misa, sobre todo la homilía que, después, he tenido referencias que fue muy escuchada y con bastante nitidez, no sólo en el país, sino como onda corta que es de Centroamérica, en todo el Istmo y también en el Continente. Supe también que habían colaborado radios de Venezuela y de Colombia; lo cual me impresionó mucho, cuando, por primera vez, la voz de una homilía del arzobispo de San Salvador, trasciende las fronteras y es escuchada en todo el Continente. Aproveché esta circunstancia para tener presente al auditorio, no sólo de mi Diócesis, sino de América Latina, para la cual trabaja esta Iglesia, de acuerdo con unas normas bien claras, que se le dieron en Medellín y en Puebla. Hubo después de misa una interesante conferencia de prensa en que participaron unos diez periodistas y, además, mucha gente de la misa, que ya se está haciendo costumbre de participar también en este diálogo de aclaraciones, que se refieren muchas veces a puntos de la homilía o a otros intereses de los periódicos que nos visitan. Todos eran periodistas extranjeros.

Por la noche, fui a la parroquia del Barrio de Lourdes, donde el padre Mateo Quijada había preparado un grupo de confirmaciones. La iglesia rebosaba de fieles. La acogida fue muy cariñosa y tuve que anunciarles que había un cambio en esa parroquia y que el Párroco, a pesar de que lo querían mucho, como yo también lo estimaba, tendría que pasar a otra parte; mientras que allí, el próximo domingo daríamos posesión a una comunidad de padres paulinos que nos ayudarán a trabajar en ese sector pobre de nuestra Diócesis. Mientras que el párroco actual, padre Mateo, irá al cantón El Carmen, de la parroquia de Cristo Redentor, a la que estará inscrito como vicario-cooperador.

LUNES, 3 de marzo de 1980

Después de una semana de ausencia, volví hoy al Arzobispado, donde inicié mi trabajo con la reunión de costumbre, con los vicarios y cancilleres; pero no asistió monseñor Urioste por encontrarse un tanto enfermo de su mal que lo hace sufrir tanto, problemas de circulación y de venas en los pies. Comentamos, precisamente, que, por deficiencias de mi carácter, puedo causar a veces resentimientos o divisiones, pero que no dudara de la fidelidad de estos colaboradores. Yo les di la razón y les dije que había sido uno de los puntos de mi examen en el ejercicio espiritual de la semana pasada y que traía el propósito de que, con su ayuda, procuráramos trabajar más unidos, en más comunicación, y que mutuamente nos corrigiéramos aquellas cosas que pueden entorpecer este trabajo comunitario tan interesante. Que vamos a tener, como allá en los ejercicios lo propuse, esta reunión del principio del día, en la capilla doméstica, para que sea también un momento de oración y de orientación evangélica para el trabajo de dirigir esta Arquidiócesis. Inmediatamente, participamos en la reunión del Senado, que se había acordado para esta mañana, pero que algunos olvidaron y por eso fue con poca asistencia. Sin embargo, se trataron puntos muy interesantes, como fue preparar la junta del clero de mañana, en la que se elegirá al nuevo Senado Presbiteral. También se tocaron otros puntos de la misión de la Iglesia en este ambiente tan politizado, en que las comunidades eclesiales de base corren el peligro de perder su identidad y hacerse sentir un poco más políticas que evangélicas. Traté de aclarar, dentro de mi alcance, la trascendencia de que una Iglesia, en este momento, no puede prescindir del gran problema político, del proceso de nuestro pueblo porque no debemos correr el riesgo de quedarnos al margen en una hora tan histórica, pero que sí será nuestra presencia con profunda identidad eclesial. Otros puntos se trataron muy en ambiente de familia y de confidencia.

Fui a almorzar con los padres belgas, ya que ha venido el padre Pedro Le Clair de Panamá y así cumplí ya este primer día de trabajo con uno de mis principales propósitos, de compartir más mi vida, aun en forma privada, con los queridos sacerdotes de la Diócesis. Fue una conversación muy fraternal en la que pude expresar también mis temores acerca de las críticas que se hacen del trabajo de los belgas, pero que tratándolos de cerca es un trabajo muy cristiano, pero que merece mucho cuidado de parte del pastor de la Diócesis. También me confiaron que habían sido amenazados por teléfono y que preferían no dormir en ese mismo sitio donde tienen su residencia. Yo les conseguí que en un colegio, con algunas reservas, podían ir a pasar las noches que quieran.

Por la tarde, con el padre Moreno, estudiamos un documento que se decidió presentar por parte de la Iglesia y de las dos universidades acerca de la situación del país, y que sirviera como un llamamiento al pueblo a tomar parte en la decisión de su propio destino y no esperarlo todo de los grupos políticos, sino aprovechar estos esfuerzos de unidad y de apertura de las organizaciones populares para que el pueblo también critique la situación actual y trate de buscar los caminos que más conviene, y que así resulte ser el propio pueblo el que está trabajando su propia configuración. Hice algunas reservas al documento y también pedí más tiempo para poderlo estudiar con algún grupo de sacerdotes de la reunión del clero que será mañana.

Esta noche se oyeron detonaciones durante casi una hora. Asalto del Ejército Revolucionario del Pueblo al cuartel de la Guardia Nacional...

MARTES, 4 de marzo de 1980

Como primer martes de mes, se celebró hoy la reunión del clero. No asistieron religiosas porque se trataba principalmente de elegir el nuevo Senado Presbiteral para otros dos años. Hubo primero una motivación de cuaresma, presentada por el padre Juan Macho Merino, y después se motivó la elección para elegir representantes de los diversos sectores del clero en el Senado Presbiteral. Un joven, cuatro sacerdotes trabajadores en el sector rural, dos diocesanos del sector urbano y dos religiosos. La elección fue muy bien llevada y, al final, tenemos una selección bien representativa de estos diversos sectores del Clero. Por parte mía, elegiré otros cinco y así completaremos el Senado, que se reunirá próximamente para tener su primera sesión.

Me di cuenta también en Domus Mariae del avance de los trabajos, tanto de la caseta donde se va a instalar el nuevo transmisor de YSAX, como del trabajo técnico de la transmisión que lo está llevando el padre Pick, con colaboración de técnicos, ANTEL y UCA.

Por la tarde, entrevista con los norteamericanos que están asesorando el proyecto de Reforma Agraria, me acompañó el padre Juan Ramón Vega; hicimos observaciones al proyecto. Están decididos a apoyarlo en todo y se dice que mañana mismo saldrá ya esta ley de parte de la Junta de Gobierno. Nuestra principal dificultad es si tendrá autoridad la Junta de Gobierno entre los dos extremos, de derecha y de izquierda, que la están combatiendo tan duramente. Sin embargo, de mi parte, apoyé todo lo justo de esta reforma y le prometí el apoyo moral de mis oraciones y el deseo de que se lleve a cabo para beneficio de nuestro pueblo.

No pude asistir a la invitación que me hicieron de la parroquia de San Antonio, de Colonia América, donde en la capilla de los Andes tuvieron hoy la entrega de las Biblias a los seguidores del movimiento catecumenal, que está haciendo entre nosotros bastante bien.

De mi parte, también insistí a los sacerdotes en que esta institución del organismo de consulta, que es el Senado, no quería agotar mis intenciones de diálogo con cada uno de los sacerdotes, pidiéndoles excusa de no haberlos podido atender por tantos problemas que hay, pero prometiéndoles siempre mi sincera buena voluntad y pidiéndoles la colaboración para abrir canales acerca de estos diálogos personales.

MIÉRCOLES, 5 de marzo de 1980

Después del desayuno, sorprendió la Comisión Ecuménica de Ayuda Humanitaria porque les habían dicho que iban a tener una junta conmigo a las ocho, de lo cual yo no había tenido noticias, pero brevemente les expresé mis preocupaciones de esta disgregación de energías con diversas comisiones de carácter benéfico y que los invitaba para las cuatro de la tarde, que convocaría a los otros sectores de Cáritas y de la Comisión arzobispal de Emergencia, para unificar nuestros esfuerzos, lo cual consulté luego en la reunión con los curiales, que también participan de esta preocupación, pero no se puede tener esta tarde la reunión porque varios elementos no pueden asistir. La dejaremos para próxima ocasión. Parece que hay elementos disgregadores o quienes quieren aprovechar esta actividad, como instrumentalizando al Arzobispado para fines políticos. Estaré muy atento y trataremos de hace una verdadera caridad al estilo de Iglesia.

La reunión con los vicarios y cancilleres resulta siempre muy útil, se examinan muchos aspectos de la vida de la Curia y de la Diócesis y creo que es indispensable hacerla diariamente.

Durante la mañana, muchas audiencias particulares que se habían anunciado y hacía el mediodía una entrevista de periodistas norteamericanos y de Europa, tradujo la señorita Marta Benavides, que está trabajando en el Arzobispado, ecuménicamente, ya que ella es protestante, pero está prestando un buen servicio a nuestra Arquidiócesis.

Ya bastante tarde, vino a visitarme al hospital de la Divina Providencia el secretario de información de la Presidencia, don Sigfrido Munés, para presentarme una invitación a la Casa Presidencial para el día de mañana, a las once, pero que no podía decirme el motivo, lo cual le dije que era un poco absurdo, que no podía ir si no tenía conocimiento adónde iba, pero que por su conversación, yo había deducido que se trataba de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y que han sido invitados también los otros obispos y todo el Gabinete y el Gobierno, y otras personas que pueden interesarse en apoyar al Gobierno en este esfuerzo de transformación agraria. Le expresé mis ambigüedades, desde luego, que no había sido una visita con conocimiento de su objetivo y, luego también, que tenía mis reparos para estas reformas sociales, económicas y políticas cuando al mismo tiempo se está masacrando al pueblo; aunque sé que hay muy buena voluntad en un sector del Gobierno, pero lo que prevalece y ofende tanto al pueblo es ese carácter represivo; mientras el cual exista, la Iglesia no podrá sentir toda la confianza con el Gobierno. De todos modos, apreciaba la invitación y quería mantener mi amistad personal con él y con otros miembros del Gobierno, pero a un nivel meramente personal; que como pastor de la Iglesia comprendiera mis reparos y la responsabilidad de mi presencia. Sin embargo, le prometí analizarlo y reflexionarlo y decidiría, según mi conciencia. Él me dijo que estaba de acuerdo y que sea que fuera o que no fuera, él siempre se sentiría tranquilo y sentía que la amistad conmigo en nada había perdido.

Por la noche, fui a una reunión del movimiento de intelectuales católicos, que está volviendo a renovar al padre Ramón Vega. Había profesionales, un número de unos doce, y abordamos el tema de la necesidad de que los profesionales se introduzcan plenamente con toda su capacidad en el proceso del pueblo y que lleven una conciencia cristiana a esta vida de la nación. Había dudas si debía continuarse esta organización o no valía la pena, pero los animé y les dije que era indispensable este trabajo de la Iglesia en el sector profesional. Y que para los mismos pastores, principalmente, para el Arzobispo, era un apoyo muy fuerte tener este grupo de intelectuales con los cuales contar en casos de dudas y de diálogos.

Últimamente fui a la casa de los padres jesuitas, UCA, para consultar con ellos mi decisión acerca de si voy o no, a la reunión de la Casa Presidencial. Prevalecieron los criterios que ya había expresado yo y se creyó más conveniente mandar un representante, pero no ir personalmente y que, en la homilía del próximo domingo, diera mi juicio aprobando y apoyando lo bueno, así como también expresando mis reparos, siempre en favor del pueblo.

JUEVES, 6 de marzo de 1980

En el desayuno consulté a monseñor Urioste sobre la conveniencia de atender la invitación de la Casa Presidencial, hoy a las once, para promulgar la Ley de Reforma Agraria, vio él más detenidamente el aspecto positivo que es apoyar una causa que beneficia al pueblo, pero también vio el aspecto negativo de un Gobierno en que está incrustada una línea de grave represión. Y concluimos, igual que anoche, que no iría personalmente, sino que enviaría al padre Cortés como representante.

A las once y media, en una cadena de radiotelevisión, desde la Casa Presidencial fue promulgada solemnemente por el coronel Majano, la Ley de Reforma Agraria. Inmediatamente se dio una ley de estado de sitio, para evitar los trastornos que pueda traer esta disposición.

Por la tarde, he platicado con miembros de las Ligas Populares 28 de Febrero y también con algún miembro del FPL, y ambos descalifican la medida gubernamental como una reforma que no va al fondo de la transformación que el país necesita, sino que es una nueva manera de apañar nuestra situación de injusticia y de quedar bien internacionalmente y de admitir una intervención de Estados Unidos. En estos análisis bastante profundos, hay muchas cosas que cuestionamos con monseñor Urioste, que estuvo presente en la primera reunión, y a las preguntas, respondieron con mucho convencimiento estos obreros y campesinos políticos, que no hay duda profundizando mucho en la situación verdadera de nuestro país. Pedimos a Dios que no vaya a acelerarse esta violencia que se ve venir, ya que la izquierda y los grupos políticos populares no ven otra salida para la verdadera transformación del país que el...

VIERNES, 7 de marzo de 1980

Pasé la mañana en la «Aldeíta», en la casa del padre Gabriel Rodríguez, donde tenemos los cuatro seminaristas de cuarto año de Teología, haciendo su año de diaconía. Tuvimos una reunión muy interesante en la que me presentaron su proyecto de experiencias espirituales, pastorales y académicas. Será un año en que estos jóvenes, que interrumpen sus estudios normales, van a enriquecerse con una gran experiencia y no dejarán su hábito de estudio, ni mucho menos su formación espiritual. Los vi muy contentos y al Padre también muy optimista. Fuimos, después de la reunión, a celebrar una Eucaristía en la iglesia de Aldeíta con una comunidad que llenaba la pequeña iglesia con un cariño muy grande, una fe que se nota muy viva. Se conoce que el padre Gabriel y, ahora los cuatro seminaristas, trabajan intensamente esta comunidad de fe.

Al regresar, tuve la reunión con la Comisión Ecuménica de Ayuda Humanitaria para esclarecer las relaciones con Cáritas y con el Comité de Emergencia del Arzobispado. No queremos multiplicar ni complicar el trabajo por la caridad, sino coordinar todos los esfuerzos, las iniciativas que nacen para el servicio del prójimo. Considero que, toda esta actividad, dará un sentido de verdadera educación en el amor a esta comunidad de la Arquidiócesis. Trataremos de hacer la bodega de Cáritas, junto con su oficina, en el local donde está el Centro Universitario y trataremos también de que la Junta Arquidiocesana de Cáritas se incorpore plenamente a este trabajo coordinado de la caridad y de la beneficencia.

Por la noche, vino el reverendo monseñor de Suecia que trae el Premio de la Paz 1980, que me fue conferido y que se entregará el próximo domingo. Tuvimos una larga conversación en que él me explicaba cómo era la vida religiosa en su país, la Iglesia luterana es la oficial del país, mientras que todas las demás, incluyendo la católica, se llaman Iglesias libres, y han organizado un Secretariado Ecuménico, es éste el que me ha escogido junto con la Iglesia de la Arquidiócesis para galardonarme con el Premio de la Paz de 1980. Me dijo que al pedir el consentimiento del Ministerio del Culto, se mostró muy complacido, y que dijo que, «para monseñor Romero y para la diócesis de San Salvador, todo lo que quisieran de Suecia». Así, expresó también que estaría presente en este homenaje de su patria el señor Embajador ante El Salvador y Guatemala. También me dijo que la Iglesia católica, que es una proporción muy pequeña de Suecia, con un obispo alemán, donde hay también muchos inmigrantes latinoamericanos, se sintieron muy complacidos de esta elección e hicieron una colecta para ayudar a los necesitados de esta Diócesis y que él traía ese aporte, que significa mucho sacrificio y mucho cariño de los católicos de su país. Para el próximo domingo tenemos un ceremonial para que, durante la misa, se haga entrega de este premio que significará también un estímulo para toda la comunidad.

Tuve también una conversación con un periodista inglés, con el cual conversamos acerca de la situación del país y la misión de la Iglesia en este momento tan difícil en que las reformas sociales y económicas parecen que hacen un gran bien al pueblo y, sin embargo, puede ser una pantalla para disimular la verdadera intención represiva que se sigue muy cruel en nuestro pueblo. Creo que para la Iglesia es un momento muy difícil de discernimiento, pero cuento con la luz del Espíritu Santo, que espero no me ha de fallar para orientar a mi comunidad eclesial. También el traductor del reverendo de Suecia quiso tener una entrevista conmigo, él es luterano y trabaja en la Embajada sueca de Guatemala, y tomará parte en la ceremonia del próximo domingo. Finalmente, una breve entrevista con el señor Ernesto Rivas Gallont, acerca del secuestro del señor Dunn, que parece que se complica; desde luego que la colecta en Sudáfrica fue un fracaso y no se puede ofrecer por la liberación del señor Dunn una cantidad considerable. Él ha sido llamado a Washington para hablar allá con el embajador de Sudáfrica y ver cómo se plantea de nuevo este grave problema. Yo prometí, como mediador, hacer lo que pueda, pero veo bastante difícil esta situación. Que el Señor nos ayude a salvar esta vida y a que la Iglesia haga valer su servicio en nombre de Jesucristo para salvar la libertad del señor Dunn.

SÁBADO, 8 de marzo de 1980

A las diez y media, fui a bendecir la Iglesia del cantón «El Salitre» de la parroquia de Tejutla. Un poco más de una hora de camino y la gente me esperaba en el desvío, para acompañarme, a pesar del polvo, a pie hasta la ermita donde el padre Valerio y el padre Gabriel Rodríguez, junto con otros seminaristas, presidían un buen grupo de gente que también esperaba. Prediqué sobre lo que significa una Iglesia, centro de unión de la familia cristiana, encuentro con el Señor y sentido de la trascendencia de la vida. Después de la misa se entabló un diálogo de mucha confianza, en que los feligreses hicieron varias preguntas de carácter religioso y práctico, y dieron también algunas sugerencias. Aplaudieron grandemente cuando les dije que nuestra emisora posiblemente salía mañana, pero que si no, era porque había dificultades muy graves que se estaban tratando de superar, pero que no era seguro que se superasen este mismo día; pero que si querían escuchar, posiblemente también la emisora de Costa Rica, Radio Noticias del Continente, transmitiría a onda corta.

Fui a visitar al anciano papá de Felipe de Jesús Chacón, muerto de forma violenta, catequista, a quien consideran allá mártir de nuestra fe. Es también muy simpática esta gente, acoge con mucho cariño y se desvive por dar, a participar de lo poco que tiene.

Por la noche, con el padre Ellacuría y el padre Estrada, monseñor Urioste, la niña Doris Osegueda, el bachiller Cuéllar y el padre Rafael Urrutia me asesoré para las noticias de informaciones de la homilía de mañana.

La familia del joven matrimonio Castellanos, asesinado ayer, después de unos ocho días de secuestro, me visitó para suplicarme que sus cadáveres estuvieran en la misa de las ocho en la Basílica, porque tenían especial interés en que yo celebrara la misa por su eterno descanso. En este gesto de amabilidad, vi yo que era necesario conceder esta petición, aun advirtiendo el ambiente festivo que se hace en nuestras misas, pero que visto con espíritu de esperanza y oración, no desdecía ese ambiente a la tristeza de este hogar.

A última hora me dicen que no ha sido posible hacer funcionar la nueva planta de YSAX y por eso no va a poder transmitir la misa de mañana, aunque insistí en que buscaran a la Radio Noticias del Continente, de Costa Rica, que se ofreció para este servicio, mientras no estuviera nuestra YSAX.

Este día fue nuevamente tomada la Catedral por FENASTRAS para velar nueve cadáveres, que fueron víctimas de esta ola represiva que estamos viviendo. Hay otros muertos que tendrán sus funerales en otras partes. Me pidieron que si celebraba la misa oficial en la Catedral, les dije que no iba porque tenía ya arreglada la Basílica para la misa dominical, en vista de esta incertidumbre de las ocupaciones. Y les suplicaba que la dirigencia analizara, evaluara estas tomas, teniendo en cuenta las inconveniencias que ya señalamos en un diálogo anterior. Me dijo que no había avisado de la ocupación porque tuvo que ser una estrategia rápida, ya que los del Bloque Popular Revolucionario iban a tomársela para fines de denuncia y ellos tenían urgencia de tomarla para tener allí sus cadáveres en velación esta noche.

DOMINGO, 9 de marzo de 1980

Considero que es un domingo extraordinario y le doy gracias a Dios por las inmensas satisfacciones que me ha dado hoy. La misa dominical fue extraordinaria en el sentido de dos acontecimientos que no suele haber los otros domingos: primero estaba anunciaba la entrega del Premio de la Paz 1980, que me confería la Acción Ecuménica de Suecia. No habiendo podido ir allá, ellos tuvieron la bondad de enviar al Secretario General, junto con otro miembro de la Iglesia luterana, para hacerme esta entrega solemne en la Catedral. Estuvo también presente el señor embajador de Suecia. El Monseñor que me entregó el premio, un pergamino con un cheque por diez mil dólares y otro cheque adicional de una colecta entre los católicos de Suecia por dos mil quinientos dólares, se expresó antes de entregar el premio con frases muy elogiosas, que expresaban el sentir de aquellas Iglesias cristianas. El premio me lo entregó el propio Embajador, que se solidarizó en forma oficial de parte de su país con este gesto de la Acción Ecuménica de su patria. El otro hecho fue la presencia de dos cadáveres que fueron masacrados estos días, después de haber sido secuestrados. Los encontraron asesinados, horrendamente torturados, se trata del matrimonio de Roberto Castellanos con su esposa, una joven danesa, cuya madre no pudo venir, pero la madre de Roberto, expresamente, pidió estar en esta misa, a pesar del ambiente que yo le advertí que podía, tal vez, ofender sus sentimientos de dolor. Me dijo que ella siempre había admirado esta misa y que estaba su hijo muy de acuerdo con todo...

Explicaba que la misa de este domingo fue extraordinaria por dos hechos: por haberme entregado, después del Evangelio, el Premio de la Paz, que otorga la Acción Ecuménica de Suecia, y segundo, porque estuvieron presentes dos cadáveres asesinados por las fuerzas de la derecha y cuya madre del esposo, ya que se trata de un matrimonio, quiso, precisamente, que fueran velados en esta misa de las ocho de la Basílica. Ella me decía que su hijo, Roberto, casado con la esposa, una joven danesa, asesinada juntamente con él, había trabajado mucho por mejorar la situación del país y admiraba mucho la actitud de nuestra Iglesia, y que ella también se sentía atraída para esta misa y suplicó que aquí se rezaran sus últimas oraciones para conducirlo al cementerio. Por estos dos motivos, la asistencia a la Basílica era muy grande, no era capaz la inmensa basílica de contener la muchedumbre que, gran parte, se quedó en la calle.

Mi homilía se motivó en estas dos circunstancias para enlazar con el mensaje de la Palabra de Dios sobre la conversión personal, como condición indispensable para la salvación. Me referí también, en la parte aplicativa, a los dos perfiles que han sobresalido en esta semana en el país: el crecimiento de la represión del Gobierno para el pueblo, sobre todo, para las organizaciones, y, por otra parte, las dos leyes de Reforma Agraria y de nacionalización de los bancos. Mi pensamiento era que eran leyes buenas, pero que corrían el peligro de ser inoperantes, mientras no se evitara la represión y no se tratara de poner en diálogo con los proyectos del pueblo. Que querer defender los proyectos del Gobierno con una intransigencia tal de sentir como enemigos iguales a la derecha y a la izquierda era injusto, ya que si a la derecha afectaban estas transformaciones, pero no se reprimían sus ataques que tratan de destruir la organización del pueblo y la izquierda no era una oposición a los proyectos que van en bien del pueblo; ya que la izquierda, llamada así a las organizaciones populares, no presentan proyectos enemigos, sino que pueden ser muy convergentes en beneficio del pueblo y que el Gobierno tenía que atender estas voces del pueblo, si quería encontrar arraigo y eficacia en sus proyectos. La salida de la misa fue muy conmovedora. Pusimos a la cabeza del desfile de salida los dos ataúdes, la familia doliente, los sacerdotes que concelebraron conmigo de parte de la UCA, ya que la muerta era alumna de la UCA, y los representantes de Suecia y todo el pueblo en general, que a la salida expresó su condolencia a la familia y su felicitación a este servidor. Después nos fuimos al convento de la Basílica, donde la misión sueca había preparado una recepción popular, con gaseosas y galletas para el pueblo y, al mismo tiempo, se tuvo una conferencia de prensa muy interesante, ya que había, en esta misa, muchos periodistas de la televisión, de la radio y de la prensa de otros países y participó en ella el padre Ellacuría, rector de la UCA, estuvo también muy inteligente en sus respuestas. Suplicamos que llevaran hacia el extranjero la verdadera imagen de nuestra situación, que es muy difícil de comprender, pues mientras se ofrecen reformas que benefician al pueblo, se lleva también una represión que ofende terriblemente la dignidad de nuestro pueblo.

Me dirigí, a mediodía, a clausurar la convivencia de jóvenes en el Seminario San José de la Montaña. Unos cuarenta jóvenes asesorados por la Comisión de Pastoral juvenil del mismo seminario y la misa resultó muy juvenil, de muchas promesas para nuestra Iglesia. Me encantó el momento de la comunión, en que casi todos los jóvenes pudieron acercarse a la Eucaristía. Les dije que una vida en gracia, siempre disponibles a la comunión, era toda una garantía de bendiciones de Dios y de éxitos pastorales, y les invité a trabajar en la juventud de toda la Diócesis.

A las cinco de la tarde, fui a la Basílica nuevamente a celebrar un funeral en sufragio del doctor Mario Zamora, que fue también asesinado la semana pasada. Di el pésame a la familia, su papá, su esposa y demás hermanos y familiares. Y tomando el tema de la primera lectura, donde Dios manifiesta a Moisés su voluntad de liberar al pueblo y de ofrecerle «una tierra que mana leche y miel»; dije que los méritos de quienes trabajan en la política y en la liberación del pueblo son inmortales cuando se han trabajado con esperanza cristiana en el corazón. Esta «tierra que mana leche y miel» no se encuentra en este mundo, sino como una utopía que va marcando caminos más allá de la historia y que éste era el mérito de Mario Zamora, ya que como cristiano había trabajado por un mundo más justo y más fraternal en El Salvador.

Finalmente, a las siete de la noche, fui a dar posesión de la parroquia del Barrio de Lourdes al padre Juan Martínez, paulino; su provincial, el padre Chacón, junto conmigo y el padre Juan presidimos la Eucaristía. Se establecerá allá el padre Juan junto con un grupo de teólogos paulinos, que estudian en el Seminario y que van a compartir las experiencias pastorales de aquel barrio pobre. La gente estuvo muy acogedora, principalmente, las religiosas de La Asunción, que ya trabajan allí y se muestran muy deseosas de colaborar con el nuevo párroco. Lo mismo las hermanas de la Caridad, que por ser paulino el Párroco, estaban allí y ofrecen también su colaboración. Hay toda una esperanza de mejorar una pastoral que el padre Mateo Quijada, párroco, que pasa a otro lugar en la Colonia Escalón, el cantón El Carmen, no podía desarrollar en toda su sinceridad de la línea del Arzobispado por tener ciertos prejuicios contra la liberación de nuestro pueblo y tratar de conservar siempre ciertos privilegios, con los cuales no se puede vivir en este momento, en que nos pide el Evangelio su lógica radicalidad. El padre Mateo no estuvo en este acto, pero el domingo pasado, como ya dije, estuvo en la ceremonia de confirmación que él había preparado como una despedida de su parroquia. Hubo también unas pedradas contra la iglesia en el momento de la ceremonia, sin duda gente descontenta de una pastoral que quiere ser más fiel a las exigencias del Evangelio.

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DIARIO del 10 de marzo al 20 de marzo de 1980

LUNES, 10 de marzo de 1980

Empecé la labor con una entrevista de prensa con una periodista de Chile, que venía especialmente de parte de la vicaría de la solidaridad, que tenía interés de conocerme y hacer algún cuestionario a mis criterios acerca de la Iglesia en este momento del país. Otra entrevista con la televisión francesa, que estuvo también ayer tomando vistas durante la misa de la Basílica. También un breve cuestionario sobre la coyuntura actual del país.

Después me fui a celebrar la misa de cuerpo presente de nueve cadáveres matados por la represión militar y que se encuentran desde anteayer en la Catedral. Allí acudieron también otros sacerdotes, con quienes concelebramos esta Eucaristía. Aproveché para decir el mensaje de la homilía que aquellos cadáveres eran una enseñanza del alto destino del hombre; la eternidad; una denuncia del pecado que impera en la tierra hasta matar de esa manera y una palabra de aliento para que todos los que siguen luchando por la liberación de su pueblo...

A continuación fui a tomar parte en la reunión de un grupo de sacerdotes, que se reúne en Domus Mariae cada mes. Son los sacerdotes que podíamos llamar progresistas y con los cuales es interesante tener estos diálogos de mutuo conocimiento.

Por la tarde, vino el padre Ramiro a contarme que en la Basílica había sido encontrada una bomba de alto potencial y que hubiera estallado el día de ayer, posiblemente, mientras celebraba la misa de cinco en sufragio del doctor Mario Zamora y en que había mucha gente. La bomba estaba puesta junto al altar de Santa Marta y fue desactivada por policías expertos, que dijeron, que el potencial hubiera acabado con toda la Basílica y con los que allí se hubieran encontrado. He dado gracias a Dios de que nos ha librado de este nuevo peligro y ha salvado también este viejo templo que tanto quieren los capitalinos.

Fui también con el padre Ramiro a la iglesia del Rosario a saludar a los padres dominicos y a informarme, más detalladamente, del tiroteo de que fue objeto la noche anterior. Según los padres, el grupo que se había refugiado en el templo, fue agredido por dos andanadas de ametrallamiento. La primera que, posiblemente, procedía de los edificios vecinos y que podía ser de las fuerzas de derecha. Y la segunda cuando la policía hizo acto de presencia y desde el monumento de La Libertad lanzó sus tiros sobre la iglesia. Me di cuenta de lo terrible de estos balazos que atravesaban hierros, descascarillaban paredes y muros, pero, gracias a Dios, no se lamentó ninguna desgracia personal, pero sí en la iglesia muchos daños, posiblemente, decían los padres, unos cien balazos habían roto vidrieras, arcos metálicos, paredes y otros aspectos del templo.

Por la noche, visita del licenciado Arene, para platicarme muy a fondo de la crisis en el Partido Demócrata Cristiano y de su renuncia, junto con otros antiguos demócratas, muy inteligentes, pero que, analizando la situación, creen que la Democracia Cristiana no debe participar más en el poder porque está sirviendo como de amparo a la represión tan terrible que el Gobierno está llevando contra nuestro pueblo. El licenciado Arene ha recibido amenazas de muerte y se va para Estados Unidos, no sólo para evitar el peligro, sino, sobre todo, porque urge un trabajo internacional que informe objetivamente de esta situación, en que la presencia de la Democracia Cristiana ampara una situación que realmente es de represión para el pueblo.

Finalmente, fui a cenar, por invitación de monseñor Urioste, con el doctor Delgado, primo de monseñor, y con el doctor Granillo, presidente de la Corte Suprema de Justicia. La conversión versó sobre mis homilías y me criticaron de que no hubiera apoyado más decididamente el proyecto de la Reforma Agraria y de la nacionalización de los bancos. Yo les dije que había aprobado lo bueno, pero que señalaba, al mismo tiempo los grandes riesgos que hacen posible la ineficacia de estas leyes, mientras no se suprime la terrible represión del pueblo, que el pueblo no puede creer ni colaborar con un Gobierno que le ofrece reformas, pero que, al mismo tiempo, le ofrece represión. La discusión sobre otros aspectos, principalmente, de mis homilías duró toda la noche hasta que terminamos la cena. Pero terminamos diciendo que la franqueza que había reinado en este ambiente, hacía ver la necesidad de mayor comunicación para tomar información también de otros sectores que no suelen acercarse.

Ya en mi cuarto y a las once de la noche, recibí un llamado de una radio de Nicaragua para tener una entrevista sobre la situación actual del país y sobre mis criterios acerca de otros aspectos que atañen también a Nicaragua. Sobre todo, defendí los sentimientos cristianos en todo movimiento revolucionario, para que sea verdaderamente un servicio al pueblo, el cual es profundamente religioso.

MARTES, 11 de marzo de 1980

La primera noticia de esta mañana es la bomba que fue puesta en la Cooperativa Sacerdotal. Fui a verla a mediodía y, gracias a Dios, sólo arruinó la puerta y las mercaderías que estaban cerca de la puerta y a pesar de haber estado abierto por la bomba de la una de la mañana hasta las cinco, en que llegaron los encargados, no hubo otra pérdida. Pero sí, fue un atentado cuya explicación no podemos aventurar, pero hay algo de ribetes políticos, ya que coincide con el nombramiento del ingeniero Duarte como miembro de la Junta de Gobierno; ya que el hermano del Ingeniero es el ex sacerdote Alejandro Duarte y se considera como una sola cosa este personaje de la política. Pudieron ser otras causas, algunos dicen que por tratarse de sacerdotal, pero es más posible la primera explicación.

Tuvimos, después de varios meses de no tenerla, la reunión del Consejo Ejecutivo del Arzobispado. Estuvo monseñor Urioste, el padre Cortés, el padre Brito, el ingeniero Galván y el licenciado Mauricio Silva y este servidor. Se trata de una reunión, que todos los martes queremos tener de ocho a nueve, para evaluar el funcionamiento de nuestra Curia arzobispal. Se estudiaron varios aspectos como quedará en el acta que se levanta cada vez. Me dio mucho gusto la preocupación por lograr una mejor comunicación entre los diversos colaboradores de la Curia y una mejor atención y orden en la portería.

Por la tarde, acudí a la audiencia con el señor nuncio de Costa Rica, que ha venido por encargo del Santo Padre, para trabajar por la unidad del Episcopado en El Salvador. Me entregó una carta del cardenal secretario de Estado en que me pide la colaboración para el mejor logro de esta finalidad. Comentamos varios aspectos de esta desunión, expliqué mi posición en la Iglesia. Él hizo varias observaciones y traté de convencerlo de mis convicciones, en conciencia, pero noto en él cierta prevención contra mi proceder y a pesar de explicarle el ambiente tan difícil en que nos movemos y la aceptación que el pueblo tiene a esta línea, él mantiene ciertos temores de que las organizaciones populares sean comunistas y este aspecto y temor del comunismo es el que invade algunos de sus juicios. Yo le dije que tenía yo mucho cuidado de evitar esas infiltraciones y que era una de mis preocupaciones, y que no tuviera cuidado de que mi apoyo a la organización popular significara una simpatía por la izquierda ni mucho menos la ignorancia del peligro de infiltración, que con toda franqueza reconozco, pero que también veo que el anticomunismo, entre nosotros, es muchas veces el arma que usan los poderes económicos y políticos para sus injusticias sociales y políticas. Creo que ha quedado clara la idea de mi posición y acepto, desde luego, que en todas aquellas cosas accidentales en que se puede ceder, estoy dispuesto a ceder por el bien de la paz, pero nunca mis convicciones de fidelidad al Evangelio y a las líneas nuevas de la Iglesia y a mi querido pueblo.

Ya muy noche, hubo una llamada telefónica de un periódico de México para entrevistarme sobre la situación del país y los criterios de la Iglesia.

MIÉRCOLES, 12 de marzo de 1980

Hoy es el aniversario de la muerte del padre Grande y se va a celebrar también una reunión de obispos en Ayagualo, convocada por el mismo Santo Padre, como una sugerencia para orar y buscar nuestra unidad. Coincidió con la venida del señor nuncio de Costa Rica, que llega precisamente con este cometido. La reunión tuvo lugar en Ayagualo, en la casa de retiro de los salesianos; y se inició con la celebración de la Santa Misa, por parte del Nuncio y de todos los obispos. Después el Nuncio hizo una exhortación durante la homilía, que, después de misa, quiso concretar en pedir un diálogo en que hablaran los dos sectores en diferencias de la Conferencia Episcopal. Por mi parte, expresé que era mi afán de fidelidad del Evangelio y a la doctrina de la Iglesia, la cual siempre resulta conflictiva cuando se le aprueba, no sólo en teoría, sino cuando se trata de vivir, y también señalé que estas divisiones ya eran en tiempo de monseñor Chávez y que eran siempre como una crítica en contra de la Arquidiócesis, que trata de ser fiel a estas líneas de la Iglesia postconciliar. También dije que se hacía mucha crítica del Arzobispado y no se ofrecían ejemplos vivos de las otras diócesis para imitarlos, y que lo que yo pedía era un respeto para la Arquidiócesis y que respetáramos también cada uno su propia jurisdicción. También monseñor Rivera estuvo muy inteligente en la explicación de esta situación, ya que él pudo remontarse, con más datos precisos históricos y doctrinales, al proceder de nuestra Arquidiócesis a partir del Concilio Vaticano Segundo. Las otras intervenciones de los otros obispos, naturalmente, iban contra la línea del Arzobispado y se sacaron muchos argumentos superficiales, aunque reconozco aquellas cosas en que puede haber un error de mi parte y estoy dispuesto a corregir. Después del almuerzo continuó esta interesante junta hasta las cuatro de la tarde, en que se procedió a la votación para elegir de nuevo al presidente y vicepresidente. Se atendió mi llamamiento de unirnos para elegir a monseñor Álvarez y ratificar así nuestra elección, pero me sorprendió que con el vicepresidente no se hiciera lo mismo; sino que a monseñor Rivera se le quitó de su puesto y se puso a monseñor Aparicio como vicepresidente. Me ha quedado una gran inquietud por esta incoherencia de nuestros propósitos de unidad. Entre otras cosas, se acordó que se hará un comunicado conjunto sobre la situación del país y principalmente un llamamiento de cuaresma, que sea un signo de nuestra unión en el magisterio y en la disciplina de la Iglesia. También de que, al hacer declaraciones que afecten a todo el Episcopado, se tenga en cuenta en la consulta de otros obispos. Comprendí que se trataba de mi caso personalmente, pero también dije que aceptaba estas condiciones, toda vez que también tuvieran en cuenta las declaraciones que muchas veces se hacen en otras diócesis con mucha imprudencia y que comprometen también a la Iglesia. Fue muy fructuoso todo, aunque temo, dada la agresividad con que me atacaron monseñor Aparicio y monseñor Álvarez, de que no se haya ganado mucho en sentimientos profundos de unidad. El Señor dirá y de mi parte quiero ofrecerle todos estos sacrificios y sinsabores a fin de que prevalezca el Evangelio y todos nos convirtamos a la verdad y al servicio de Dios y de nuestro pueblo.

Tuve la visita de la señora de Dada Hirezi, doña Gloria, que vino como a consolarse y agradecer mi apoyo moral al Ingeniero después de su renuncia de miembro del Consejo de Gobierno. Me aclaró varias cosas, de las deslealtades que con su esposo se han hecho de parte del Partido Demócrata Cristiano y de la Junta de Gobierno. Y le dije que podía estar tranquilo, ya que había sido obediente a su conciencia y había dado un testimonio de fidelidad a su conciencia.

JUEVES, 13 de marzo de 1980

En la reunión de la Curia perfilamos el personal del Senado y de las vicarías, los vicarios de las diversas vicarías de la Diócesis, y acordamos hacer unas observaciones, un documento, en que expresemos nuevamente nuestra esperanza de una renovación, así como se han renovado las personas.

Esta mañana hubo bastantes visitas, pero la principal fue la del Movimiento de Profesionales Independientes, una organización que ya cuenta con ciento cincuenta miembros, entre profesionales y técnicos, que creen haber encontrado su ubicación en el proceso del pueblo, y que, sin partidarizarse políticamente en un solo sentido, quieren ser como un centro de iluminación y de promoción de toda la política del país. Platicamos bastante ampliamente y vi que había muchas coincidencias entre el pensamiento de la Iglesia y el pensamiento de ellos. De allí que terminamos ofreciéndonos nuestros mutuos servicios, tanto los de la Iglesia en sentido pastoral, como los de ellos en sentido profesional y técnico.

Vino al mediodía el señor nuncio de Costa Rica para ver, en el mismo lugar, la situación de nuestro Arzobispado y del Seminario San José de la Montaña. Tratamos de evidenciarle que no había tal interferencia como acusan los señores obispos, pero se nota en el señor Nuncio siempre una predisposición que, sin duda, ha sido el encargo que se le ha dado. De allí su insistencia en que procuremos, cuanto antes, hacer nuestra oficina arzobispal y dejar todo el edificio para el Seminario, lo cual ya es mi mentalidad desde hace mucho tiempo, sólo que, económicamente, nos faltan los medios; pero, con la ayuda de Dios, y le dije al señor Nuncio, cabalmente, se presentaba en ese momento el ingeniero Galván, que es testigo de nuestros esfuerzos en este sentido. Fue a almorzar conmigo al Hospital, donde después del almuerzo con las religiosas, compartimos con él más íntimamente sus últimas recomendaciones, siempre en el sentido de que soy yo bastante culpable de la desunión de los obispos, a pesar de mis sugerencias de recordarle la reunión de ayer, y que él tuvo que reconocer que había bastante apasionamiento, sobre todo, en monseñor Álvarez y monseñor Aparicio. No obstante, reconocer este apasionamiento y ese aspecto personal contra mí, él insiste en que debo ceder hasta donde sea posible, lo cual es también mi pensamiento, pero no en lo sustancial cuando se trata de ser fiel al Evangelio, a la doctrina de la Iglesia y, sobre todo, a este pueblo tan sufrido que cuesta que lo comprendan.

Después de la siesta, salí con el padre Alliet a visitar a la comunidad belga de religiosas que está en Santiago Texacuangos. Pasamos unos momentos muy cordiales y felices con aquella comunidad porque está trabajando intensamente, sobre todo en el campo de la salud, y que son ellas expertas en enfermería y tienen casi un hospital, diríamos, una asistencia de salud muy competente en lo que fue el convento y hoy, podemos decir, es un centro asistencial, muy bien surtido.

Al regresar, platicamos con periodistas de Italia, de Venezuela y de Norteamérica. Una entrevista bastante profunda sobre el pensamiento de la Iglesia, sobre todo en materia de violencia y ante las reformas del país.

Doña Inge de Gavidia también vino en nombre de Cáritas y cenamos juntos para platicar sobre este problema que para mí es de mucho interés, ya que se trata de organizar la caridad en la Arquidiócesis.

A las siete y media de la noche tuvimos la reunión con el Seminario Menor, que resultó muy simpática, después de expresarles que nuestras relaciones de obispo y seminaristas tienen que ser a base de fe y en un sentido muy sobrenatural de obediencia y de comprensión. Surgieron muchas preguntas, un diálogo interesante sobre la vocación, en que llegamos hasta contar los orígenes de nuestra vocación. Comencé yo por contar el mío y ellos también sintieron mucha confianza de contar por dónde el Señor les había llamado. Yo les pedí que hicieran un relato personal, ya que no había dos vocaciones iguales y que serviría de mutua edificación.

Hacia las nueve y media de la noche salí a visitar a los jesuitas, al padre Ellacuría y al padre Jerez, que está recién regresado de Roma, y al padre Jon Sobrino que ha regresado también del Congreso de Teólogos del Tercer Mundo en Brasil. Todos ellos me refirieron aspectos muy positivos de sus relaciones en su viaje, acerca de la seguridad con que se apoya mi trabajo pastoral. Es admirable cómo en otros países se comprende con mucho cariño este trabajo de tanto sacrificio, mientras interiormente, mis hermanos obispos parecen tan incomprensivos de este trabajo que, sinceramente, quiere ser un servicio a Dios y al Evangelio. ¡Pido al Espíritu Santo que me haga caminar por los caminos de la verdad y que nunca me deje llevar ni por los halagos ni por los temores de ofender a nadie más que a Nuestro Señor!

VIERNES, 14 de marzo de 1980

Comencé este día con un desayuno de trabajo con los padres de la Curia. Terminamos de examinar las nominaciones de los vicarios, ya que el próximo lunes habrá una reunión de Pastoral y tendrán que asistir los nuevos vicarios y pro-vicarios. Se prepara una exhortación a que esta renovación del personal signifique también una renovación de espíritu y un afán de trabajar en el sentido de construir bien nuestra Arquidiócesis. También se estudió un documento que quieren que firme la Arquidiócesis, junto con las universidades y otras instituciones independientes de la política, a fin de sancionar la tremenda represión y de dar un juicio en favor del pueblo, acerca de la reforma agraria que se está desarrollando y de las otras reformas. Se encargó terminar este trabajo al padre Cortés, al padre Fabián y a los otros que asistían también, ya que monseñor Urioste y yo nos fuimos a atender, a las nueve de la mañana, al señor embajador de Estados Unidos, recién nombrado y quería pedir una audiencia; estuvo también el padre Estrada y estuvimos en una conversación muy interesante. Él se muestra un hombre, que es más que diplomático, un hombre de mucho respeto a los derechos humanos, y que también ha sido fogueado en la política; él quiere ser un fiel colaborador del proceso de nuestro pueblo, y reconoce los yerros cometidos por su patria en estos países latinoamericanos y está dispuesto a trabajar por lograr otro rostro acerca de Norteamérica. Tuvimos confianza suficiente para señalar nuestros temores, las deficiencias que notamos y, sobre todo, nuestro afán de defender al pobre de tanta represión y de tanta injusticia. Él me entregó también la carta de respuesta a la que yo envié al presidente de Estados Unidos, pidiéndole que no enviara ayuda militar, mientras esa ayuda serviría para reprimir más a nuestro pueblo, y que se cuidara mucho de la intervención política, aunque sí necesitamos su ayuda como país más desarrollado que el nuestro. La carta está también escrita por la Secretaría de Estado de Estados Unidos y venía con una traducción en español, que analizamos.

Después de esta reunión fui a ver el predio del Centro Universitario, donde monseñor Chávez planeaba construir el Arzobispado y su residencia episcopal, pero que dada la carestía del momento actual, parece imposible desarrollar. Junto con el arquitecto Morales, el arquitecto Jovel y el padre Vega vimos la posibilidad de hacer allí, más bien, una casa de promoción para el clero. O sea, una residencia sacerdotal, donde puedan tenerse cursos de renovación de nuestros sacerdotes y donde también habría unas piezas para los sacerdotes y obispos, que pasan por San Salvador y no tienen a veces un lugar eclesiástico donde alojarse. Pero, más que todo, para trabajos de renovación sacerdotal, junto con una capilla, que es condición para dar ese predio, y que servirá para la pastoral universitaria, original destino de la casa que ya existe, Centro Universitario Católico. He dado gracias al Señor de este proyecto, que ha sido también tomado con mucho entusiasmo por quienes han compartido esta deliberación y se encargarán ya de hacer los proyectos para pedir también una ayuda al extranjero.

A las cuatro de la tarde, importante reunión de la Federación de Centros de Educación Católica, en el Liceo Salvadoreño. Se trata de entregar un proyecto de colegios en pastoral. Yo felicité este esfuerzo de ir dando al colegio ese aspecto pastoral, que en coordinación con el pastor y la pastoral de la Diócesis, sean verdaderos focos de formación de agentes de pastoral, de cristianos que vivan solidarios con su Iglesia, que se formen para ser Iglesia en servicio de las transformaciones de nuestro pueblo, y que por eso era necesario dejar toda esa actuación al margen de la pastoral e incorporarse plenamente como fuerzas de la Iglesia a la pastoral y a la evangelización de la Arquidiócesis. Hubo un diálogo muy interesante y se sacó como conclusión que se incorporaría la Federación, mediante una representación, a la Comisión de Pastoral de la Arquidiócesis y que cada centro católico trataría de formar su verdadera comunidad de educación católica, una comunidad que sea verdadera Iglesia, abierta a la Arquidiócesis y a la Iglesia universal, con los alumnos, profesores, padres de familia, demás agentes de la administración, ex alumnos, etc., lo que significa en torno de cada colegio, una gran comunidad humana y eclesial.

Por la noche, entrevista con el señor embajador de Italia, el cual comentó la situación de la Democracia Cristiana con bastantes críticas y me prometió promover una entrevista con personeros de la Democracia Cristiana, a fin de que, como pastor, pueda decirles el pensamiento de la Iglesia y su responsabilidad en política.

Finalmente, cenamos con el coronel Majano y el doctor Morales Erlich, miembros del Consejo de Gobierno; de la Junta Revolucionaria de Gobierno, monseñor Urioste y el padre Estrada. En la que comentamos, principalmente, el procedimiento de la Reforma Agraria en los diversos sectores del país. Tienen mucha esperanza, sienten verdadera alegría de haber dado un paso tan audaz que, de mi parte, también felicité, pero que aproveché para señalar los riesgos, peligros y dudas que inspiran también mi crítica y que, en forma muy cordial, desarrollamos todos los asistentes a esta cena, que resultó muy cordial y creo que muy constructiva para el bien del país. Señalé, principalmente, como deficiencias y peligros, el estar unida la Reforma Agraria con esta visible ola de represión violenta por parte de los cuerpos de seguridad, lo cual quitaba mucha credibilidad a la Reforma Agraria y falta de apoyo del pueblo. Segundo, que por qué no se aseguraba más apoyo popular, buscando un diálogo con las fuerzas populares y que no se consideraran todas como fuerzas de izquierda o de comunismo, sino con el afán de descubrir allí los verdaderos intereses del pueblo y las reivindicaciones por la justicia. Que no era lo mismo la extrema derecha, que no trabaja por estas reivindicaciones, sino por mantener sus privilegios. Y el tercer aspecto que criticaba era el aparecer muy sometidos a la voluntad de los Estados Unidos, que se recibiera la ayuda, pero que se procurara promover mucho la autonomía de nuestra patria. Ellos aceptaron todos estos puntos de vista y manifestaron que eran parte de sus grandes preocupaciones y que me pedían ayudarles a encontrar ese diálogo con el pueblo. Y les hablé también, en este sentido, de la colaboración que puede prestar el movimiento de profesionales y técnicos que acaba de formarse, y que ellos no conocían y que lo vieron con muy buena esperanza. He dado gracias a Dios de haber vivido un día tan denso en relaciones que pueden beneficiar a nuestra Iglesia y a nuestro pueblo.

SÁBADO, 15 de marzo de 1980

Desayuné con el padre Jesús Delgado, que suele venir los sábados, y aproveché para platicar con él del proyecto de renovación sacerdotal; invitándolo a que conversara con el padre Vega y juntos hicieran un proyecto para la construcción en el predio donde se iba a construir el Arzobispado, el cual no podrá ser allí por la carestía, a la cual no puede hacer frente hoy nuestra economía arquidiocesana. En cambio, una casa para estudios y residencia, y hospedaje de sacerdotes, tendría allí mucho objetivo. El padre Jesús Delgado agregó también una especie de pequeño hospital para los sacerdotes enfermos, ya que está precisamente en zona de los hospitales. Me parece que la mano de Dios va señalando este camino, que tanto he deseado. Una casa para atender mejor a nuestros queridos sacerdotes en su puesta al día, en su atención a su salud, a su descanso, a su amistad.

Con el padre Jesús también fuimos a Domus Mariae, para ver los trabajos de la emisora. Allá nos encontramos con el padre Pick y con el ingeniero que está llevando, en colaboración con el Padre, este trabajo. «Ya puede echarse al aire», me dijeron, «pero sería bueno asegurar la parte del edificio para que esté un poco más preservado este transmisor que cuesta mucho». Sin embargo, ellos verán la oportunidad de hacerlo funcionar ya para la homilía de mañana. Yo no tengo prisa, sino que dejo que Dios también nos indique sus señales. Ciertamente, será un servicio muy bueno, ya que la nueva planta dicen que tiene mayor potencia y que la radio se escuchará mejor, aunque en esta forma provisional, ya que la nueva planta y la nueva antena serán en el nuevo terreno que ya se está preparando.

Por la noche, vino a visitarme el padre Astor Ruiz, que actualmente trabaja en Nicaragua y anda aclarando su situación, si conviene volverse ya o quedarse allá mientras pasa aquí la tormenta y él se prepara mejor para poder servir mejor. No tenía tiempo para atender una deliberación tan de fondo y le dije que platicaríamos mejor en próximos días, ya que durante la cena estaba yo ocupado con el padre Ellacuría, el padre Estrada, el padre Rafael y la niña Doris Osegueda y el bachiller Cuéllar, preparando los informes para mi homilía.

DOMINGO, 16 de marzo de 1980

Había sido un día de mucho trabajo pastoral y de grandes satisfacciones. La misa en la Basílica se prolongó hasta las diez y cuarto. Comprendo que fui excesivo en la predicación, pero los temas, los enfoques de una realidad tan densa y la atención de la gente me animan a no dejar de aprovechar esta atención que la gente me dispensa para dar a conocer cada vez más la catequesis de cuaresma, el pensamiento del misterio de Cristo que preparamos para la Semana Santa y también dar los criterios cristianos para enfocar las realidades tan complejas de nuestra patria. Hoy destaqué la represión, que no cesa, sino que va en aumento y que está causando mucho dolor y que la Iglesia no puede dejar de denunciar. También me referí al proceso de Reforma Agraria, que está desarrollándose y que la Iglesia aprueba, pero que quisiera que no fuera con ese ribete de represión, que hace como poco creíble el proceso ante un pueblo que se siente muy golpeado por el mismo Gobierno. También me referí al estado de sitio, a la huelga que se prepara para el día de mañana, un paro general, y del cual dije que su objetivo, que era un llamar la atención sobre la represión, es legítimo, pero que tuvieran mucho cuidado de que no fuera a degenerar en una nueva tragedia de la misma represión que están tratando de denunciar. Otros aspectos de la Iglesia, una vida muy densa esta semana y de la vida civil.

Fuimos luego a Aguilares, donde a las once y media, celebramos la misa en sufragio del padre Grande, en su tercer aniversario de muerte. Estaba allá el provincial de los jesuitas y muy numerosos jesuitas, quizá casi todos, junto con otros sacerdotes de otras congregaciones y otros del clero diocesano, hacíamos un número impresionante para esta concelebración; en cambio, noté mucha ausencia del pueblo de Aguilares, pues la iglesia estaba a la mitad y se notaba que la mayoría eran comunidades que habían llegado de otras partes. Esto indica que los objetivos de la represión militar en esa zona tan golpeada están lográndose, de aterrorizar al pueblo y de lograr un alejamiento de quienes lo pueden promover en su conciencia y en su organización. Aproveché para predicar precisamente sobre esto, aprovechándome de la lectura bíblica que nos habla de «Cristo, reconciliación del mundo por su muerte y su sangre», de que el misterio de nuestra Iglesia pide sacrificio como se lo pidió al padre Grande y que nos esforzáramos por una liberación integral de nuestro pueblo sin miedos a las situaciones. Es difícil vivir en esta región. Me dijeron, el Padre y las hermanas, que mucha gente se ha ido también de la población y de los cantones.

Fuimos luego a Tejutla al cantón Los Martínez, donde celebraron la fiesta patronal en honor de San Salvador de Horta, es un franciscano, ya que la parroquia está cuidada por los padres franciscanos. Aproveché para predicarles cómo el santo tiene que ser el hombre del día y que la imitación no debe ser literal, sino en el espíritu para ser gente de nuestro tiempo, en estos compromisos tan difíciles que nos toca vivir. Después de la misa, di oportunidad al diálogo y noté que en el pueblo hay quejas de que el padre Valerio, Franciscano, es muy celoso, muy trabajador, pero quiere imponer una línea que el pueblo ya no acepta con toda confianza y que quisiera la línea de la Arquidiócesis, que habla de las comunidades eclesiales de base. El Padre se nota que tiene miedo a estas comunidades y yo traté de abrir esa confianza y de comprender las quejas del pueblo, pero siempre uniendo al sentido jerárquico de Iglesia, por suerte, estaban conmigo dos de los seminaristas que están haciendo el año de diaconía en aquella región y a los cuales les noté bastante maduros en este asunto y me ayudaron a aclarar la situación y les encargué que siguieran trabajando de acuerdo con las orientaciones de la Arquidiócesis, que pide estas comunidades en todas las parroquias. Comprendo que el Padre, por ser extranjero y por no comprender la situación y nuestra pastoral, tenga estos reparos; hay que comprenderlo, pero también hay que impulsarlo a no apagar el espíritu que se siente tan vigoroso en el pueblo.

Por la noche, me esperaban en el Hospital los padres dominicos, uno de ellos vicario en una zona de Madrid, está muy interesado en conocer la línea de nuestra pastoral y de ayudarnos a difundir nuestro pensamiento, ya que encuentra amplia acogida en este sector de España, y desde allí quiere él difundir la información por los países de Europa y de América Latina y de África.

Es, pues, un buen servicio informativo, al cual prestaremos toda atención. El padre Luis Burguet, que es también dominico y estaba presente, se encargará de poner en práctica la iniciativa española.

LUNES, 17 de marzo de 1980

Me informan que anoche hubo mucha balacera hacia la dirección de la Universidad Nacional. Yo he dormido profundamente y no sentí nada. Sin embargo, con el día van llegando noticias de que los cuerpos de seguridad rodean la Universidad y que hay un entrecruce de balas, naturalmente, muy superior de parte de los cuerpos de seguridad. Comienzan a llegar las súplicas de intervención, tanto de dentro de la Universidad, como de los civiles que rodean ese sector. Incluso, el Rector y otros miembros de la Universidad llegaron al Arzobispado a pedir esta intervención. Los atendió el padre Cortés, quien se dirigió a la Casa Presidencial para hablar con el coronel Majano y pedirle que ordenaran el cese de esta represión, que estaba causando mucho terror en aquel sector. Prometió el Coronel, después de dar algunas explicaciones de esta situación, ordenar el retiro de las tropas, según se supo después, fue algo que escapó al control de la misma Junta.

De todos modos, por la tarde todavía continuaba esta situación y hacia las cuatro de la tarde yo hablé personalmente con el coronel Majario, quien igualmente me prometió ordenar este retiro. Pocos minutos después, me hablaba otro miembro de la Junta de Gobierno, el doctor Morales Erlich, de que ya se procedía a retirar este operativo militar. Todo el día lo pasé en reunión con la Comisión de Pastoral en la casa «María Eugenia», de las religiosas de La Asunción, en Planes de Renderos, con los nuevos vicarios, que no pudieron llegar todos por la situación violenta que está imperando este día; ya que hoy se había ordenado, por parte de la Coordinadora Nacional de Masas, un paro general, y esto ha causado disturbios en varias partes del país. Llegan noticias de Colonia Santa Lucía, del barrio San Jacinto, de otros sectores de la capital. Nuestro curso se desarrolla tranquilamente. Tuve oportunidad de decir lo que espero de la Comisión de Pastoral: una coordinación que logre la armonía entre los dos sectores hacia los que atienden nuestros agentes de pastoral. Unos que no quieren comprometerse con la Pastoral de la Arquidiócesis y otros que se van, quizá, al extremo muy avanzado, causando así desconfianza a los otros. Hay serias reflexiones sobre este hecho. El padre Octavio Cruz, que está coordinando la reunión, nos hace un precioso análisis de lo que es el proyecto pastoral de la Arquidiócesis, tomándolo de los documentos que han impulsado este proyecto, como son la semana de pastoral, las cartas pastorales y el documento de Puebla. Es una línea concreta, bien definida, y está muy apoyada por el querer de la Iglesia, lo cual hace inaceptable las excusas de quienes no quieren acomodarse a este pensamiento y será el trabajo de la Comisión de Pastoral, para dar una fisonomía propia a nuestra Arquidiócesis. La reunión terminó con la Eucaristía de las seis de la tarde, muy íntima y muy participada.

Mientras tanto, llegan noticias de otros actos de violencia, como el de la Hacienda Colima, donde se habla de veintitrés muertos y otros lugares, donde ha habido también manifestaciones de violencia.

Terminó el día con la visita del señor ministro de Agricultura, el ministro de Planificación y otros dos hombres del Gobierno que me hablan de cómo va el proceso de la Reforma Agraria, cómo tiene ilusión de dar aquí una solución al problema del país y cómo lamentan ser objeto de contradicción de parte de la derecha, que no quiere los cambios, como de parte de la izquierda, que se apresura y provoca; como también y esto es lo más importante, en los sectores del mismo Gobierno y de los que debían colaborar con los cambios, entre los cuales se notan ya ambiciones, intereses personales, que están estropeando la ilusión de la reforma y me piden, en mi calidad de pastor, que denuncie esta corrupción, estos egoísmos y que pida también, dentro de lo posible, una tregua para realizar en paz estas reformas que beneficiarán al pueblo. Comentamos largamente la situación, noté mucha franqueza y un deseo de tener éxito, no por glorias personales, sino por el bien del pueblo.

Después de esta visita me esperaba el padre Astor Ruiz, que ha trabajado en Nicaragua y ha venido para ver si se queda de nuevo en El Salvador, pero su conclusión ha sido que no conviene quedarse, ya que en este ambiente de represión y de desconfianzas mutuas, su calificativo de venir de Nicaragua, puede causarle problemas y, al mismo tiempo, quiere continuar un trabajo pastoral, principalmente, con los obreros en la diócesis de Estelí, de Nicaragua. Me edificó mucho su actitud de consulta y su humildad con que se arrodilló al final para pedirme la bendición, que Dios lo bendiga, y que nos dé siempre ese sentido de nuestro sacerdocio, que nos identifica con las virtudes de Jesucristo.

MARTES, 18 de marzo de 1980

Por primera vez, me ha invitado el padre franciscano, de la parroquia de La Reina, a visitar su parroquia y, precisamente, en el pueblo filial de Agua Caliente, donde ha preparado un numeroso grupo de jóvenes y niños para recibir la confirmación. El lugar es bastante remoto, en el departamento de Chalatenango, pero la amplia carretera nueva que se está trabajando facilita el acceso. La acogida fue muy cariñosa; es gente muy fervorosa, pero se nota una formación espiritual de tipo carismático, donde se vive una piedad intensa, pero no se nota un mayor compromiso con el momento actual. Sin embargo, tengo esperanza de que la nueva Comisión de Pastoral arquidiocesana ha de impulsar el proyecto pastoral de la Arquidiócesis a todas las parroquias. Sin embargo, fue, repito, una mañana muy intensamente vivida como comunidad de fe y de oración.

Por la noche, tuve un breve encuentro confidencial con un representante del grupo que tiene en cautiverio al señor Dunn, ante el cual insistí que se hiciera lo posible de darle pronta libertad. Me prometió hacer lo que yo había sugerido, pero que dependía de la alta dirección de este grupo. Yo pido a Dios que pronto vuelva a su hogar el señor Dunn, que ya tiene varios meses secuestrado. En cambio estos días ha sido puesto en libertad el señor Jaime Hill, que también estuvo varios meses secuestrado.

En el hospital de la Divina Providencia se tuvo la rifa a beneficio de la misma obra y que le trae siempre un apoyo económico a esta obra de verdadera providencia de Dios.

En el Arzobispado se tuvo por la mañana la reunión del Consejo Ejecutivo, donde se trató especialmente de la radio y de la Secretaría de Comunicación Social. También llegó una nota de la Casa Presidencial, transmitiendo una queja de un comandante de Cojutepeque, contra el padre Ricardo Ayala, al que se acusa de estar indoctrinando de marxismo a un grupo de campesinos y que les anunció que pronto iría a Nicaragua y a Cuba a traer armas, para la subversión, lo cual es sumamente ridículo, ya que el padre Cayo Ayala es un hombre muy centrado y la acusación más bien le causó chiste. Así también a nuestro Vicario General, con quien tuvo su entrevista. Se contestará, pues, en lo ridículo que son estas acusaciones y que un Gobierno que se fíe de tales informaciones, no puede ser justo.

En Planes de Renderos, en la casa «María Eugenia», concluyó hoy la reunión del Consejo de Pastoral con los nuevos vicarios y con nuevos proyectos para el trabajo del año. No pude asistir este día por haber ido al pueblo antes indicado.

En general, hay un ambiente de tensión y de violencia, el rodeo de los militares a la Casa Presidencial ha causado muy malas impresiones y esto provoca más la violencia de la izquierda y mientras no se suprima ese espíritu de represión de las Fuerzas Armadas al pueblo, seguirá causándose mucho mal. Por otra parte, las reformas agrarias y bancarias van caminando, pero el pueblo no las puede aceptar, mientras exista esta represión tan espantosa que se siente en todas partes. En el pueblito donde fui y donde estuve también el domingo, hay muchas quejas, pero como hay mucho terror tampoco pueden referirse con libertad a todo lo que está pasando.

Por la noche, tuve también noticia de que vendrá a El Salvador una comisión ecuménica de Estados Unidos. Monseñor Arzube con algún pastor del Consejo Nacional de Iglesias y algún otro representante de los Derechos Humanos y Amnistía, para informarse en directo de lo que pasa en nuestro país. Les dije que con gusto les recibía y que ojalá participara, el señor Obispo que viene, en la concelebración del próximo domingo.

MIÉRCOLES, 19 de marzo de 1980

Este día de San José, celebré la primera misa en el colegio Cristóbal Colón, de los padres josefinos. Les dije que San José era el modelo del hombre que hoy necesita nuestra patria, con un compromiso con el sentido de justicia, con el sentido de colaboración y con el sentido de fe. El profesor Moreno dirigió unas palabras en nombre de todo el colegio para elogiar a su obispo. También presentaron los profesores un donativo para la YSAX. La colecta de aquella reunión muy numerosa fue también para nuestra emisora; gesto que agradecí cordialmente.

Visité los trabajos de reparación de la YSAX en Domus Mariae. Me encontré al padre Pick, que venía para el centro de salud, porque se encontraba un poco indispuesto. Es admirable la labor silenciosa de este jesuita, que está ayudándonos a reparar, en forma muy técnica, nuestra radio YSAX.

Estuve un rato en la Curia y hubo bastantes visitas, la principal fue la de los padres Torruella y Mejía para presentarme unas reflexiones de un grupo de sacerdotes, preocupados por la politización de algunos sacerdotes, en que me invitan a la reflexión para lograr un diálogo de los diversos sectores del clero y, si es posible, una encuesta a fin de neutralizar todo aquello que nos pueda dividir como presbíteros. Les agradecí tan valiosa sugerencia y les pedí su colaboración.

Con mi hermano, Arnoldo, que es quien me ayuda en la organización de la tesorería y otros aspectos de la administración de la Curia, comentamos las deficiencias que se notan actualmente, principalmente de parte del administrador, y en la Secretaría de Comunicación Social, sobre todo, en la imprenta y en la propia secretaría. Le dije que me ayudara a resolver estos graves problemas y mañana tendremos una reunión con este objetivo.

A las cuatro de la tarde, tuvimos una reunión con el Consejo o Comité de Ayuda Humanitaria. Es un Comité Ecuménico, en que está Cáritas, y se trataba de ventilar un problema que surge en los lugares de refugio y es que los agentes de las organizaciones políticas populares aprovechan esta gente para sus actividades políticas, y hemos tratado de aclarar que un refugio no debe significar un cuartel de operaciones. Hubo bastantes discusiones y me da siempre una impresión de politización muy exagerada en las declaraciones del padre Rogelio y del padre Tilo Sánchez, así como de otros que participaron en la junta. Pero me dio mucha alegría también la posición tan centrada de algunos sacerdotes y algunos miembros de las confesiones protestantes que colaboran en este Comité Ecuménico. También la gerente de Cáritas, señorita Carmen, estuvo muy atinada en esta orientación.

Fui luego a celebrar mi segunda misa de San José al seminario de los somascos, donde está también un grupo de refugiados de Cojutepeque y de Chalatenango. La homilía fue en el mismo sentido del colegio Cristóbal Colón y, después de misa, cenamos con los seminaristas y los padres y se entabló un diálogo muy interesante sobre problemas de la situación de El Salvador, del papel de la Iglesia. Y algunas informaciones que los seminaristas, con mucha inteligencia, trataron de obtener.

Finalmente, esta noche vino el presidente de Cor Unum, la oficina pontificia que coordina las diversas organizaciones de promoción, caridad y acción social. Expresé con toda franqueza la poca eficiencia de nuestra Cáritas Nacional y nuestro deseo de hacer la Cáritas diocesana más activa en la formación del amor cristiano. Prometió que ayudaría a los programas de la Arquidiócesis, pero que le presentáramos estos programas, lo cual haremos mañana con Cáritas y la Comisión Ecuménica de Ayuda Humanitaria.

A las ocho de la mañana, tuve una breve reunión con el Consejo de Administración, a la cual asistió también mi hermano Arnoldo, con un informe sobre la contabilidad y economía de la Curia. La situación es bastante preocupante, ya que solamente hemos gastado los subsidios y no se ve una esperanza de encontrar la autofinanciación de nuestros gastos. Dije que estaba dispuesto a cumplir las sugerencias que me pudieran dar, sobre todo, en el cambio de personal, en la supresión de algunos cargos, y los dejé estudiando, ya que tuve que irme para la reunión del Senado, en Planes de Renderos, en la casa «María Eugenia», de las religiosas de La Asunción. Es la primera reunión del nuevo Senado. Les exhorté ante todo a procurar la unidad del clero, ya que estaba representado en el Senado todo el clero con sus diversas corrientes y modos de pensar de nuestros sacerdotes. También les dije que teníamos que poner en nuestra reunión una base humana de confianza, de amistad, de sinceridad, ya que no basta el sentido de fe y sobrenatural con que debemos considerarnos en el ambiente de nuestra vocación sacerdotal, sino que esa base humana de amistad es la que dará un sentido agradable, práctico y eficaz a nuestro trabajo en equipo, en función principalmente de todos nuestros sacerdotes a quienes representamos.

Después de recordar los estatutos y los deberes del Senado, se procedió a hacer la elección, habiendo salido como presidente el padre Cristóbal Cortés, como vicepresidente, el padre Juan Macho, y como secretario, el padre José Luis Burguet. Se notaba un ambiente de mucha cordialidad y en ese ambiente se discutieron los primeros puntos, sobre todo, cómo hacer más ágil el servicio del Senado. Y se concluyó que se designara a la directiva como Consejo permanente, para que estuviera pendiente de las instituciones de la Diócesis y del Prelado, y orientar la vida del Senado con prontitud, en servicio a este diálogo con el Obispo y de acuerdo con las circunstancias, por más inesperadas que parezcan. Luego también, buscando en servicio del clero y en vista de la realidad, se organizaron tres comisiones: una que se dedicará principalmente a cultivar la unidad del Clero, otra que orientará las relaciones de clero y sociedad, todos estos aspectos socio-políticos que muchas veces nos dividen o no nos hacen trabajar en conjunto, y una tercera comisión, la que llamamos de infraestructura, la que se encargará de los diversos aspectos prácticos del clero, como son la cultura, la espiritualidad, la salud, las prestaciones sociales y subsistencia, etc. Después tratamos ampliamente problemas prácticos de las diferencias de sentido político que nos dividen, ya que vivimos un ambiente del país tan politizado, tan polarizado. A la una terminamos con el almuerzo, en un ambiente siempre amistoso y con mucho optimismo.

Por la tarde, una conversación con representantes de las Ligas Populares 28 de Febrero, que no habiendo podido atenderlos personalmente, los atendieron en mi nombre el padre Rafael Urrutia y el licenciado Roberto Cuéllar.

Yo tuve, al mismo tiempo, una entrevista con el padre Pedraz, jesuita, con mucha capacidad administrativa, para rogarle, de acuerdo con la conversión de la Comisión de Administración, que nos ayudara a reorganizar nuestra Administración arquidiocesana, teniendo autoridad para revisar los diversos aspectos que se tocaron en la reunión de la Administración y que la Comisión de Administración trabajará de acuerdo con él. Me dijo que siempre tenía buena voluntad de servir y que sólo le dejara unos días para pensar su resolución; posiblemente, el próximo domingo o lunes, y espero que ha de ser afirmativa, para orientar pronto esta situación que me preocupa de la economía y administración de nuestra Arquidiócesis.

Tuve también una reunión con la gerente de Cáritas y una representante del Consejo Ecuménico de Ayuda Humanitaria para presentar los proyectos y labores de Cáritas y de la Comisión Ecuménica, que desarrollan en beneficio de nuestra gente necesitada, para poder presentar al representante de Cor Unum, de Roma, que está entre nosotros. Y fuimos a visitarlo a la Nunciatura, habiéndose mostrado muy acogedor, comprensivo con las dificultades y proyectos de la actividad de Cáritas arquidiocesana, las emergencias actuales.

Monseñor Romero no grabó en su diario los cuatro últimos días de su vida.

 

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