Luego de tres ediciones de éxitos sucesivos, crecientes y acumulados
en Porto Alegre, Brasil, el Foro Social Mundial (FSM) se traslada a la India.
Bombay, para inicios del 2004, se constituye en la sede de la convocatoria de
organizaciones, movimientos sociales, redes y personalidades «altermundialistas»
más importante hasta ahora existente.
El cuarto FSM se realizará en un momento muy especial de la historia
de la humanidad, exigiendo un verdadero salto en cuanto a la calidad y la creatividad
de la reflexión. Pasado más de medio año desde el fin de
la guerra contra Irak, una nueva lógica de hegemonía mundial
estará ya en plena ejecución, y el movimiento que contesta la
globalización neoliberal habrá también rediseñado
nuevas estrategias.
India 2004 se constituirá entonces en uno de los principales escenarios de reflexión y de acción del movimiento social luego del terremoto geopolíticomilitar del primer cuatrimestre del 2003.
Después del parto... crecer. Después... madurar
Pocos continentes como el asiático, con casi la mitad de la población
mundial, serán tan decisivos para la marcha futura del planeta. Y si
Brasil era «gigante» en un Foro marcadamente eurolatinoamericano
de sus tres primeras ediciones, India definirá la real magnitud del FSM
a nivel planetario. Con la garantía de organizaciones sociales, especialmente
campesinas, que se cuentan por millones, con la convicción de una larga
historia de lucha y de conciencia anticolonial y con las contradicciones de
un país hiperpoblado.
Una ocasión única para mezclar experiencias, para saltar el elenco
un tanto repetitivo de las personalidades que animaron los tres foros anteriores
y, sobre todo, para enraizar la dinámica del FSM en los procesos sociales
de esta sensible región del planeta.
«Debatir todo para encontrar alternativas», podría reactualizar
la consigna «Otro mundo es posible», que definió las tres
primeras ediciones. Y en ese debate, la experiencia, los déficits, las
frustraciones y las síntesis indicativas de Porto Alegre serán
preciosas. De ahí la importancia de sistematizar los caminos ya andados
confrontando con madurez los más profundos retos y dilemas.
Primer dilema para Bombay 2004: la compleja relación cantidadcalidad.
¿Cómo lograr una participación amplia y masiva, y al
mismo tiempo dar un paso adelante en la calidad de la reflexión estratégica?
Y sobre todo, ¿cómo asegurar llegar a síntesis en un universo
de participación tan desbordante y heterogénea?
Si bien es cierto que la universalización (geográfica, sectorial
y temática) de la discusión aparece como necesidad vital en la
esencia misma del FSM, no menos evidente es que nutrir al movimiento social
con alternativas viables al actual modelo dominante se convierte en exigencia
cada día más apremiante. No sólo para asegurar la sobrevivencia
del planeta y del ser humano sino también para impedir que la nueva lógica
bélica siga destruyendo social y ecológicamente la tierra.
Dilema adicional: ¿cómo asegurar que el FSM no pierda
la riqueza de la amplitud democrática de sus actores/participantes, evitando
al mismo tiempo caer en un laberinto indigerible e incoordinable? Diversidad
y síntesis aparecen como caras opuestas de una misma moneda. Falta todavía
encontrar una metodología que haga viable esa dialéctica que por
el momento está entrabada. Desafío esencial para India 2004.
Concebido originalmente por los convocantes como espacio de debate, de intercambio
de experiencias y de articulación (Carta de Principios, 1214), la naturaleza
misma del FSM mundial entrará al debate en India a partir de su prematuro
desarrollo.
Dilema clave respecto a su identidad: ¿puede el FSM, o no, convertirse
en un Movimiento de Movimientos Sociales, más sólido y estructurado
que lo que se pensó en el 2001 cuando nació?
Si bien el consenso abunda en que es inimaginable transformar al FSM en una
internacional política más (como lo fueron la primera, la segunda,
la tercera y la cuarta), es también evidente el paso adelante que dio
en noviembre de 2002 el Foro Social Europeo de Florencia, Italia, en cuanto
a su capacidad de convocatoria y de disputa política. La propia experiencia
que vivió el movimiento altermundialista en el 2003 será un punto
importante de reflexión en su cuarta edición. Las mayores movilizaciones
antiguerra que haya conocido la historia del planeta son hijas «naturales»
del FSM. La del 15 de febrero de 2003 reunió el mismo día a casi
quince millones de manifestantes en 600 ciudades, convocatoria que se repitió
apenas en una dimensión menor cinco semanas después el 22 de marzo.
Y de ahí un dilema no menos importante: un FSM para la reflexión,
el debate y la socialización de agendas, o un FSM que adicionalmente
se convierta en promotor clave de la movilización planetaria contra la
globalización neoliberal y sus variantes hegemónicas y bélicas?
En la medida en que el FSM o sus expresiones locales, nacionales o regionales
convoquen / hegemonicen la protesta, dos temas esenciales aparecerán
como necesidad perentoria del movimiento social para debatir en Bombay: el de
las formas de lucha, por una parte, y el del riesgo a la «ilegalización».
En tres momentos la Carta de Principios del FSM se posiciona con respecto al
tema de la violencia. Cuando se opone a «toda visión totalitaria
y reduccionista de la historia y al uso de la violencia como medio de control
social por el Estado». Cuando propugna por «relaciones igualitarias,
solidarias y pacíficas entre las personas, razas, géneros y pueblos...»
y cuando cierra la participación «a los que atenten contra la
vida de personas como método de acción política».
La Carta no elude, sin embargo, la reflexión «sobre los medios
y acciones de resistencia y superación de esa dominación (del
capital)...».
La movilización ciudadana amplia, por más noviolento que sea
el espíritu convocante, entraña la posibilidad siempre vigente
del roce, la provocación del poder, la confrontación. Y si bien
Florencia 2002 más de un millón de manifestantes en la calle
y la movilización antiguerra de febreromarzo prueban las virtudes de
la masividad, la militarización del Estado para frenar el antiDavos
(enero del 2003) o para obstaculizar el antiG8 (junio 2003 en Evian) expresan
las contracaras del poder y el riesgo de la provocación sofisticada.
Riesgo que aumentará geométricamente con el paso del tiempo y
con la consolidación altermundialista. Ya se contemplan los primeros
signos del esfuerzo de los grandes medios de prensa mundiales y del gran poder
político por deslegitimar al movimiento que brega por otra mundialización
y amenazarlo, de una y otra forma, con su ilegalización. Identificar
altermundialismo con terrorismo es una estrategia cada vez más usual
por parte de muchos Estados.
Será un desafío de la ciudadanía planetaria y Bombay 2004 puede convertirse en un marco ideal para ello confrontar y derrotar esa tan peligrosa como falsa simetría. La comprensión del FSM como proceso anual y no como cita única o puntual puede constituir una puerta de salida a ese intento deslegitimador. Tan importante será India 2004 como el proceso de preparación, disperso, amplio y extendido en diferentes rincones de los cinco continentes.
La sana obsesión de las alternativas
Si el diagnóstico sobre el estado actual del planeta y de la lógica
del sistema hegemónico constituyó hasta ahora el eje de la reflexión
en el FSM, en India debería comenzar a priorizar las alternativas viables
a la globalización neoliberal.
Es imperativo un cambio de clave, una readecuación del esfuerzo, una
nueva organización de la estructura del foro mismo, una redefinición
temática. En suma, empezar a sistematizar de abajo arriba, de lo local
a lo global, la variada gama de experiencias alternativas que ya se aplican.
Buscar los comunes denominadores. Exponer sus potencialidades. Evaluar sus debilidades.
Si bien es cierto que el actual sistema necesitó más de dos siglos
para imponerse y que es inimaginable en cuatro, cinco o diez años encontrar
las alternativas globales al mismo, la credibilidad se fortalecerá en
la medida que el cambio pueda probarse, certificarse, compartirse, extenderse
y universalizarse.
Varias actitudes deberán autoimponerse en esa búsqueda. En primer
lugar, la convicción del movimiento social planetario de su propia capacidad
propositiva. En segundo lugar, el convencimiento de que la gran alternativa
al actual sistema no resultará de un golpe de magia sino de la sistematización
y acumulación de centenas y centenas de alternativas locales diferentes.
Además, la comprensión flexible de los tiempos históricos.
Si bien es cierto que nadie puede exigir al movimiento ciudadano mundial una
alternativa acabada en cuatro años de existencia del FSM, también
es cierto que las víctimas de la guerra, de la miseria creciente, de
la marginación social y de la destrucción ecológica tienen
derecho a expresar su nerviosismo (por no decir ansiedad) y la exigencia de
cambios rápidos a la lógica dominante autodestructiva.
De esa sana obsesión por encontrar alternativas dependerá , en última, la vigencia del FSM que puede encontrar en su nuevo rostro asiático un estímulo adicional de concreción, conclusiones y universalidad.