VII Jornadas Comités Óscar Romero

Migraciones y solidaridad

Murcia 3 a 7 de julio de 2002

 

Aprendiendo de los refugiados.

El trabajo del Servicio Jesuita a Refugiados

Amaya Valcarcel1

Índice

1  Los inicios
2  La contribución de JRS
3  El continente africano
4  Unas pinceladas sobre la situación actual de los refugiados con los que JRS trabaja
5  Retos actuales
6  Lo que hemos aprendido de los refugiados

«¿Qué haces por los refugiados? Comparto su dolor y su nostalgia, su esperanza alegre, creo en ellos, incluso en los ladrones y mentirosos. El resto es incidental...No puedo entrar totalmente en las mentes y los corazones de los refugiados que acompaño. Pero puedo, y es lo que hago, aprender de ellos. Cada campo de refugiados es único. Y en cada campo encuentro los valores humanos más sublimes y la inhumanidad más vil. La armonía y la crueldad crecen juntas y los que intentamos servir a los refugiados debemos aprender a esperar con esperanza la cosecha».
[Bill Yeomans SJ, La ``Experiencia del Refugiado'', 1989].

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) fue fundado hace 21 años por el entonces Padre General de los jesuitas, Pedro Arrupe SJ, en respuesta al sufrimiento de los ``boat people'' vietnamitas, que huían de la guerra de Vietnam en barca, en busca de un lugar seguro. Arrupe hizo un llamamiento de ayuda a los provinciales jesuitas. La respuesta tan radical que recibió le empujó a fundar JRS el 14 de noviembre de 1980.

Hoy día, JRS está presente en más de 50 países, con un personal de unas 500 personas: jesuitas, religiosos de otras congregaciones y laicos, además de los miles de colaboradores refugiados y desplazados. Aunque es una iniciativa modesta, pretende ofrecer una dimensión especial en el trabajo con los refugiados.

1  Los inicios

Durante la Segunda Guerra Mundial, Pedro Arrupe vivió en Hiroshima. Vivía a unos pocos kilómetros del epicentro de la bomba atómica. Su residencia estaba protegida por una pequeña colina, y tras la bomba, pudo ser de los primeros en organizar la asistencia a favor de las víctimas. Esta fue una experiencia definitiva para él. El P. Arrupe solía relacionar el problema de los refugiados con la bomba atómica, que no sólo causó estragos entre los objetivos y víctimas inmediatos, sino que sacudió los corazones y la imaginación del mundo entero. Urgió entonces a JRS a trabajar no sólo por las víctimas, sino también por la percepción del fenómeno de los refugiados en el mundo entero, ya que todos estamos tocados y heridos por esta inmensa masa de sufrimiento humano.

En agosto de 1981, mientras estaba en Bangkok con miembros de JRS, dio su última charla como Padre General de los jesuitas, ya que esa misma noche sufrió un derrame cerebral durante su viaje de vuelta a Roma.

En Tailandia, a través de su carta fundacional de JRS, Arrupe puso mucho énfasis en el modo en que deberíamos servir a los refugiados. Insistía en que debemos ``estar con'', más que ``hacer por''. Esto, según él, tendría un impacto en los individuos implicados en el trabajo, y también en toda la Compañía de Jesús. Estaba convencido de que acompañando a los refugiados, la percepción sobre muchas cosas cambiaría.

Para JRS, estar presente con los refugiados quiere decir compartir, acompañar, caminar junto a ellos en el mismo camino. Según una declaración escrita en los años 80: A ser posible, queremos sentir lo que los refugiados han sentido, sufrir como han sufrido, compartir sus mismas esperanzas y expectativas, ver el mundo a través de sus ojos. Querríamos ser uno con los refugiados y los desplazados para, juntos, empezar a buscar una vida nueva.

Estos ideales iniciales han sido importantes para definir la identidad de JRS, basada en una presencia personal y pastoral, donde se promueve la reflexión sobre las vidas de los refugiados.

En 1995 la misión de JRS fue perfilada: ``El Servicio Jesuita a Refugiados acompaña a muchos de estos hermanos nuestros, sirviéndoles como compañeros, y defendiendo su causa en un mundo insolidario''.

En 1980, había seis millones de refugiados en el mundo, y otros cuatro o cinco millones de desplazados internos. En 2000, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estimó que hay unos 50 millones de personas forzosamente desplazadas. Esta cifra incluye a refugiados, desplazados internos, retornados, solicitantes de asilo, y unos 30 millones de desplazados internos.

El aumento en las cifras de la población global refugiada muestra los cambios en las tendencias políticas y sociales de los últimos años. El trabajo inicial de JRS se desarrolló en un contexto distinto al actual. Hasta 1989, los refugiados se enmarcaban dentro de un contexto de Guerra Fría. Pero desde la caída del Muro de Berlín en 1989, los señores de la guerra explotan las identidades étnicas y religiosas para alimentar sus luchas armadas. Las naciones desarrolladas muestran menos interés en los conflictos locales, que han dado lugar al colapso de la sociedad civil, a una violencia endémica y a altos niveles de pobreza. El noventa por ciento de las víctimas de los conflictos de hoy son civiles. El resultado frecuente de los conflictos es un desplazamiento masivo de población, violaciones de derechos humanos, hambre e inseguridad.

2  La contribución de JRS

Toda región del mundo está hoy afectada por el problema del desplazamiento forzoso. Generaciones enteras en Africa, Oriente Medio, Asia, América o Europa no han conocido otra vida más que la de un campo de refugiados. A los niños se les niega la educación, y pierden la esperanza en el futuro. Los adultos pierden sus responsabilidades, sus conocimientos y experiencias, y su dignidad se ve puesta en duda. Las comunidades se hacen dependientes de la ayuda humanitaria y las culturas se atrofian durante el exilio. Estas generaciones perdidas se quedan en un limbo social, legal y político, a menudo ignorado por la comunidad internacional, o a veces manipulado por los medios de comunicación.

JRS se define como una organización internacional católica, y ofrece a otras comunidades cristianas la posibilidad de participar en una respuesta al problema del desplazamiento masivo de población. Las actividades de JRS varían de un país a otro, pero la misión es siempre la misma: acompañar, servir y defender los derechos de los refugiados. Los servicios que ofrecemos incluyen asistencia directa en campos de refugiados, en centros de detención de inmigrantes, en zonas urbanas o en campos de desplazados internos. El trabajo se centra principalmente en la educación, especialmente la formación de profesores, ya que creemos que la enseñanza -tanto formal como no formal- abre una puerta al futuro. Los equipos de JRS también trabajan en asistencia médica, pastoral, actividades generadoras de ingresos, asistencia psico-social a vulnerables, niños de la guerra o víctimas de minas antipersona. En muchos casos, ofrecemos también una acogida básica y práctica, es decir, una comida, alojamiento, u orientación laboral.

A lo largo de los años, nuestro compromiso ha sido definido por las necesidades de los propios refugiados. Por ejemplo, en 1980, el recién creado JRS asistía en Roma a los desplazados de guerra de Etiopía y Somalia. Hoy, JRS continúa asistiendo cada día a unos 300 refugiados en Roma, en su mayoría procedentes del Medio Oriente.

En Asia Pacífico, tras el empeoramiento de la situación de los boat people vietnamitas, se extendieron actividades en Tailandia, Malasia, Hong Kong, Indonesia y Filipinas. Otros programas comenzaron en Camboya, sobre todo con personas afectadas por accidentes causados por las minas anti-persona.

Hoy, JRS continúa trabajando en Tailandia, con los refugiados birmanos así como con solicitantes de asilo de otras muchas nacionalidades. Nuevas actividades comenzaron en Timor Oriental en 1999, meses antes de la violencia post-electoral. Tras el asesinato del primer director de JRS en Timor Oriental, Karl Albrecht SJ, en Septiembre de 1999, se creó un equipo internacional y local. En Timor Occidental (Indonesia), JRS trabaja con los refugiados en los campos a pesar de que muchas organizaciones internacionales se hayan retirado tras el asesinato, en septiembre de 2000, de tres miembros del ACNUR. En el Sur de Asia, JRS está al servicio de los refugiados de Bhutan desde hace muchos años, así como junto a los refugiados tamiles de Sri Lanka en el sur de la India, y con desplazados internos tamiles en el norte y este de Sri Lanka.

En América Latina, JRS asistió a los refugiados salvadoreños durante los años ochenta. Voluntarios de JRS acompañaron a los refugiados guatemaltecos en México durante varios años. Actualmente, JRS trabaja en Colombia junto a los desplazados internos. En República Dominicana, JRS defiende los derechos de los inmigrantes haitianos. En Norte América, JRS trabaja en la defensa de los derechos de los solicitantes de asilo, frecuentemente detenidos en centros de inmigrantes.

En Europa, el desplazamiento masivo de población en Croacia, Bosnia, Albania, Kosovo y Serbia dio lugar al desarrollo de proyectos, que aún continúan en Bosnia, Croacia, Serbia, Montenegro, Kosovo y Macedonia. Mientras, en Europa occidental JRS combina el contacto personal con los refugiados y solicitantes de asilo, y diversas actividades de presión política para asegurar políticas de asilo justas a nivel europeo.

3  El continente africano

Hoy día, Africa es el continente con mayor número de desplazados forzosos. Según los últimos datos proporcionados por ACNUR, casi la mitad de la población mundial refugiada y desplazada (unos 25 millones de personas), se encuentran en Africa.

Antes de 1990 las superpotencias intervenían de buena gana en los conflictos africanos, para mantener el ``equilibrio'' de poder y reforzar sus aliados. Liberia es un buen ejemplo. Charles Taylor dirigió una invasión en Navidad de 1989. Aunque Liberia era entonces la base de la CIA en Africa, y la antena de radio Voice of America, los marines nunca intervinieron. Ya no era necesario.

En Somalia, Syed Barre fue apoyado a mantener el poder con un considerable stock de armas ligeras, pero una vez que Mengistu -apoyado por los soviéticos- fue derribado en la vecina Etiopía y escapó a Zimbabwe en Mayo de 1991, el corrupto dictador Barre no fue ya necesario como aliado. El también escapó, dejando un país inundado de armas con las que siete clanes y sus sub-clanes han continuado haciendo estragos.

Una de las primeras actividades de JRS en Africa fue en Etiopía, proporcionando ayuda a miles de desplazados internos, refugiados y retornados.

En Africa Meridional, JRS acompañó a los refugiados de Mozambique en Malawi desde 1987, y ayudó a reconstruir escuelas y comunidades en Mozambique para facilitar su regreso a casa.

Una característica de los años 90 es la rapidez con la que los estados han colapsado o se han dividido. Esto ha traído consecuencias negativas en cuanto al establecimiento de fronteras: muchas personas han quedado apátridas, o desprotegidas, o forzadas a cruzar a otro país por motivos de conflicto. A finales de los 90, alrededor de la mitad de los países en Africa y un 20% de su población total estaban directamente afectados por el conflicto. En 2000 en Africa, hubo 11 conflictos graves con 1000 muertes al año por motivos de guerra. Los estados que han colapsado, como Liberia, Somalia, Sierra Leona o el antiguo Zaire, crearon las bases para una inseguridad regional. Los países vecinos reaccionan a ello defendiéndose.

Afortunadamente las guerras convencionales, como la guerra entre Eritrea y Etiopía, en la que se utilizaban modernos aviones y artillería pesada, son demasiado costosas para los países pobres, que carecen del apoyo aliado existente en era pasada. Pero algunos ejércitos, rebeldes o gubernamentales, como en Liberia, Sierra Leona, República Democrática del Congo o Angola, son capaces de financiar sus guerras mediante saqueos y negocios oscuros de recursos minerales.

En Africa existen países que causan refugiados y países que dan acogida a refugiados. Los conflictos políticos y étnicos en la región de los Grandes Lagos, que incluye Burundi, Ruanda, República Democrática de Congo y Congo Brazaville, han dado lugar a millones de refugiados en la última década. El Cuerno de Africa también ha sido testigo de conflictos armados continuos que han provocado la huída de millones de personas en busca de un lugar seguro.

El conflicto en el sur de Sudán ha desplazado a más de cuatro millones de personas. Eritrea ha luchado por su independencia de Etiopía durante casi 40 años. El último episodio de esta guerra -que terminó con la firma de un acuerdo de paz en diciembre de 2000- se unió a un periodo de hambruna. En Africa Meridional, Angola se encuentra ante una frágil paz tras una guerra alimentada por la riqueza mineral existente en el país. Millones de angoleños están desplazados dentro de su propio país, y otros muchos se hallan al otro lado de la frontera, en Zambia, Namibia, Congo y una multitud de países.

En Africa Occidental, JRS trabajó asistiendo a los refugiados liberianos desplazados por la guerra civil. Voluntarios de JRS establecieron bases operativas en Guinea y Costa de Marfil y acompañaron a los refugiados en su regreso a casa. Per tras los brotes de violencia en Liberia y el desplazamiento en Guinea Conakry, JRS ha retomado su trabajo en la región.

4  Unas pinceladas sobre la situación actual de los refugiados con los que JRS trabaja

África Oriental

África Austral

Grandes Lagos

Africa Occidental

5  Retos actuales

A lo largo de estos años, hemos identificado algunos retos que afectan a las vidas de los refugiados.

De la exclusión a la apertura

Cuando los refugiados tratan de huir de su tierra, a veces encuentran nuevos obstáculos. Frecuentemente, los países vecinos rechazan acogerlos, o intentan expulsarlos incluso a situaciones peligrosas para ellos. Las políticas de asilo en todo el mundo se han orientado a cerrar cada vez más las fronteras. Existe un clima de hostilidad hacia los refugiados, unido a actitudes xenófobas en varias zonas del mundo. Las vidas de los refugiados se ignoran y se simplifican las causas por las que huyen. La detención de solicitantes de asilo se convierte en la forma aceptada de tratarlos. El reto es comprender las causas de su temor, y los problemas a los que se enfrentan para integrarse en los países de acogida.

La necesidad de analizar las causas

Hoy más que nunca, los refugiados son parte de un fenómeno migratorio muy complejo, en el que se entremezclan factores políticos, económicos, étnicos, medio-ambientales, con un factor importante de violaciones de sus derechos humanos. ``Muchas personas'', según indica un informe internacional sobre migraciones, ``se ven obligadas a dejar su país por un cúmulo de temores, esperanzas y aspiraciones que es difícil, sino imposible, de descifrar''.

Hacia una definición más amplia de refugiado

La oficina de ACNUR fue establecida en diciembre de 1950. Seis meses más tarde, en julio de 1951, se elaboró la Convención relativa al Estatuto de Refugiado. Tanto ACNUR como la Convención de 1951 han sido los pilares de la protección internacional de los refugiados desde entonces. Un total de 137 países son firmantes de la Convención y/o de su Protocolo de 1967.

La definición de la ONU de refugiado es muy precisa, y se refiere a aquellos que han abandonado su país con un temor fundado de persecución. Más tarde, se elaboraron otras definiciones más amplias a nivel regional, en Africa (OAU, 1969) y América Latina (OAS, 1984), que describieron la realidad del desplazamiento masivo de población en esos continentes.

El documento ``Refugiados: Un reto a la Solidaridad'', recoge el pensamiento social de la iglesia a este respecto. Se acepta la expresión refugiado de facto, que incluye a todas aquellas personas perseguidas por su raza, religión, pertenencia a un grupo social determinado, o pertenencia a grupos sociales o políticos; a las víctimas de conflictos armados, políticas económicas erróneas o desastres naturales; y por razones humanitarias a los desplazados internos, es decir, a los civiles que han huido de sus hogares por las mismas razones que los refugiados pero que no han cruzado la frontera de su país.

6  Lo que hemos aprendido de los refugiados

Durante los pasados 20 años, JRS ha aprendido mucho de los refugiados. Las siguientes reflexiones intentan reflejar lo que de ellos hemos recibido:

Cómo redescubrir la humanidad

La experiencia de Gildo Dominici, un voluntario de JRS en Galang, Indonesia, durante los años ochenta, revela cómo los refugiados nos enseñan a descubrir la humanidad:

Estoy redescubriendo la humanidad aquí en Galang. Hay signos de egoísmo e ingratitud, pero son más evidentes los aspectos positivos de la naturaleza humana. Aquí la solidaridad es una realidad y no sólo palabras bonitas. Y aquí encuentro a Dios. Los refugiados son mis mayores amigos porque me revelan a Cristo. Me ayudan a hacer del Evangelio carne de mi carne. Me dan la oportunidad de gastar mi salud, mi tiempo y mis energías para Cristo, en ellos. Aquí soy el hombre más feliz. En Kuku y Galang estoy aprendiendo a ver a Dios en los hombres y por tanto aprendo a ser yo mismo, a descubrir mi propia humanidad.

Cómo escuchar

Nuestra mayor tentación al ver la miseria en los campos de refugiados o en las ciudades donde viven, como en Johanesburgo o Nairobi, es empezar proyectos nuevos, dar cosas materiales, decidir rápidamente cuáles son las necesidades de los refugiados. Frecuentemente llegan del exilio sin zapatos, con sólo una camisa rota, hambrientos, sin un proyecto claro de vida. Pero no han pasado por toda esta experiencia para recibir un par de zapatos o una camisa. Su experiencia humana merece respeto. Deben ser comprendidos, escuchados. Es nuestra principal función: escuchar sus preguntas, sus expectativas y sus necesidades más fundamentales.

No voy a trabajar con los refugiados como alguien que les lleva algo, sino como alguien que tiene de aprender primero lo que ha de llevarles. En las emergencias, es evidente que la comida, el alojamiento y la atención médica son las necesidades más básicas y que éstas deben ser ofrecidas con rapidez. Parece ser sencillo y obvio, pero no lo es. La gente que muere de hambre, los que no tienen techo, los que han perdido amigos o familiares, tienden a perder fácilmente su dignidad. No es suficiente darles lo que necesitan. Les debo dar lo que necesitan de una manera en que mi forma de dar les restablezca su dignidad, su estima personal. De esta forma, su esperanza y confianza en la humanidad se reconstruye...Trabajando con los refugiados, me doy cuenta de que es mejor no dar nada si no me doy yo mismo.
[Bill Yeomans SJ, La Experiencia con los Refugiados, 1989].

Cómo reconstruir la dignidad
La experiencia de ser refugiado es una ofensa a la dignidad de la persona. Respondemos insistiendo en tal dignidad.

Pertenezco a una generación perdida. Como cualquier persona de mi edad, que ha sido desplazada desde octubre de 1990 por la guerra, y sin un país desde la maldita primavera de 1994. Mi hermano y mi hermana tendrían que estar ahora terminando la escuela, preparados para la vida. Pero hoy están en el punto de partida. No hay espacio para que hagan sus sueños realidad. También forman parte de una generación perdida. Mi prima estaba estudiando medicina. Hoy, su nombre debería aparecer en las listas prestigiosas de los doctores. Pero sus capacidades intelectuales se han estancado porque vive en un campo de refugiados. Otra generación perdida.

La juventud también se pierde porque las duras condiciones del exilio empujan hacia la promiscuidad. Todo esto debe acabar. Es demasiado. La comunidad internacional debe darse cuenta de los niveles de destrucción en mi país. Nadie puede estar orgulloso de lo que ha sucedido, incluso aquellos que han ganado. [J. K, un refugiado ruandés].



Incluso en el corto periodo de existencia de JRS, 22 años, el perfil y las necesidades de los refugiados y las personas desplazadas han cambiado enormemente. Ante las nuevas circunstancias a las que se enfrentan los refugiados, las respuestas de la comunidad humanitaria también deben ser nuevas y creativas. JRS también se enfrenta a este reto de un mundo cambiante para los desplazados forzosos. Pero el espíritu de nuestro servicio a los refugiados no ha cambiado. Tal como explicó el primer director internacional de JRS, Dieter Sholz SJ, en 1983: Esto es lo que querría subrayar, un trato más personal en nuestro trabajo con los refugiados y una comprensión profunda de que el problema mundial de los refugiados es la historia de millones de individuos: su sufrimiento, pero también su admirable valentía, su capacidad de seguir adelante, su determinación por sobrevivir y vivir...


Notas:

1Amaya Valcarcel. Responsable de política internacional en el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). Trabajó en CEAR y en ACNUR y desde hace cuatro años es miembro de JRS.