Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad
"Oscar
Arnulfo Romero"
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LA DIRECTIVA MIGRATORIA DE LA UNIÓN EUROPEA
UNA OFENSA A LOS PUEBLOS DEL SUR
Estamos sumergidos en una profunda crisis a nivel mundial. Las políticas socioeconómicas neoliberales han tocado fondo. Mientras las grandes compañías transnacionales controlan cada vez más las fuentes de riqueza y los recursos naturales del planeta, la inmensa mayoría de los países del Sur se ven sumergidos en el endeudamiento, la explotación de sus recursos y la pobreza.
Esta realidad es la causa fundamental de las migraciones del Sur hacia el Norte (Estados Unidos, Canadá, Unión Europea…). Es verdad que la crisis mundial ha provocado la quiebra de pequeñas y medianas empresas en la Unión Europea (UE), generando un considerable aumento de desempleo. Sin embargo, muchos emigrantes del Sur, en situación irregular, los “sin papeles”, están trabajando en servicios que los europeos no quieren hacer, por ejemplo en trabajos de construcción, agricultura, servicio doméstico…, y con ello están contribuyendo a la economía de los países de la UE.
Es por eso que la normativa promulgada el pasado 18 de junio por el Parlamento de la Unión Europea, conocida como “Directiva Retorno”, propuesta por los gobiernos de Italia, Francia, Alemania y Gran Bretaña, y que ha sido aceptada por el resto de países de la Unión, la consideramos injusta, inhumana, discriminatoria y violatoria de los derechos humanos.
La “Directiva Retorno” visualiza a los migrantes en situación irregular como delincuentes. Promueve su expulsión y contempla medidas privativas de libertad. Estas medidas son aplicables incluso a menores de edad. Prevé la posibilidad de un encarcelamiento de los migrantes indocumentados hasta 18 meses antes de su expulsión, sin juicio alguno. Y, lo peor de todo, existe la posibilidad de encarcelar en centros de internamiento de indocumentados a madres y padres de familia y menores de edad, sin tomar en cuenta su situación familiar o escolar, muchos de los cuales llevan años trabajando.
Esto es una fragante violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En particular al artículo 13 de la Declaración que dice: "Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.
Hoy, la Unión Europea es el principal destino de los migrantes del mundo, sobre todo de los países saharianos, del África negra, América del Sur y Asia, lo cual ha sido consecuencia de su positiva imagen de espacio de prosperidad y de libertades
públicas. Las personas que emigran lo hacen por necesidad. Es población trabajadora, honrada, que busca mejorar las condiciones de vida de sus familias. En la Unión Europea los migrantes dinamizan el mercado interno y contribuyen a la seguridad social. Es por eso que la migración es beneficiosa para Europa y de manera marginal también para los países de origen.
Si bien, cada Estado, y en este caso la Unión Europea, puede definir sus políticas migratorias, no podemos aceptar que los derechos fundamentales de las personas sean violados. Toda política migratoria debe ajustarse al respeto de los derechos humanos.
Es por eso que quienes integramos la Red SICSAL (Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina) nos sumamos al grito surgido de las pastorales sociales de muchas diócesis de América Latina, de las Cáritas de los distintos países de la Unión Europea, de los movimientos sociales y populares de todo el mundo y comunidades cristianas de base de España y América Latina y comités Oscar Romero, rechazando esta “Directiva de la vergüenza”, como la llaman algunos, y hacemos un llamado para que los Estados de la Unión Europea regulen a los inmigrantes indocumentados. No decimos ilegales porque desde la perspectiva humanista y cristiana ningún ser humano es ilegal en este mundo, donde quiera que se encuentre.
Rechazamos una vez más este sistema inhumano y cruel que valora el dinero por encima de la persona; protege y defiende la libre movilidad de mercancías y finanzas, mientras prohíbe la movilidad humana. Eso es negar los fundamentos de la libertad y de los derechos democráticos. Desde el punto de vista de la ética estas directrices son totalmente inadmisibles.
Hacemos un llamado a todos los pueblos del Sur a conformar redes y a participar en los Foros sociales, para mantenernos unidos en la resistencia y en la lucha por nuestra dignidad. Y hacemos un fraternal llamado a las personas y organizaciones solidarias del Norte a que presionen e incidan en sus respectivos gobiernos, para la reelaboración de una nueva política migratoria respetuosa de los derechos humanos, que nos permita avanzar hacia una nueva globalización la de la justicia y la solidaridad.
La presencia viva de los profetas y mártires de la justicia y la libertad, de los cinco continentes, es nuestra fuerza ética y espiritual para resistir y seguir soñando en un mundo nuevo de hermanos.
Julio del 2008