CUADERNOS OPCION por los POBRES - CHILE
MOVIMIENTO TEOLOGIA de la LIBERACION
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MEDELLIN Y EL QUEHACER TEOLOGICO HOY
José Comblin
1. Medellín.
Medellín constituyó un hecho extraordinario por varias razones.
La primera es que el documento se dedica a la misión de la Iglesia en el mundo que es para servir ese mundo y no para mandar.
La segunda es que la conferencia tuvo como tema los compromisos asumidos por un grupo de obispos en el famoso Pacto de las Catacumbas, que era el compromiso de fundar una Iglesia que fuera de los pobres.
La tercera es que muchos de los obispos presentes ya estaban haciendo en su diócesis lo que habían prometido en las Catacumbas. En Medellín la teoría vino después de la práctica para legitimarla.
Los obispos de Medellín fueron los fundadores de la Iglesia latino-americana como Iglesia particularizada que dejó de ser una copia de las Iglesias europeas. En el siglo XVI los primeros misioneros fueron los primeros evangelizadores. Pero a partir de Felipe II la estructura de España fue impuesta y lo mismo sucedió en Brasil. Los franciscanos y dominicos fueron recuperados y enclaustrados en inmensos conventos y su acción estuvo al servicio del convento y no al servicio del pueblo. Después de la Segunda Guerra mundial algunos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares salieron del recinto sagrado para descubrir la realidad de América latina y anunciar el evangelio dejando de lado la preocupación por el convento. El prototipo fue el padre Alberto Hurtado S.J., de Chile (hoy canonizado).
En Medellín la referencia dominante no fue la institución eclesiástica nacida del concilio de Trento: fue el evangelio, lo que era una novedad. Con eso la teología se desarrolló a partir del evangelio y no a partir de la situación eclesial en Europa. Empezó a emanciparse de las estructuras que fueron en Europa la resultante de 15 siglos de cristiandad. Hicieron el retorno al evangelio El desafío era: ¿cómo vivir el evangelio hoy en América latina? Desde entonces se desarrolló una teología inspirada por Medellín. Que se haya dado el nombre de teología de la liberación o cualquier otro nombre no importa.
Nuestra convicción es que la inspiración de Medellín todavía vale y debe ser la orientación básica de la reflexión cristiana. La teología latino-americana nació también en Medellín. Pues una teología nace de una práctica evangelizadora. Sin esa práctica, ella deja de ser actividad intelectual, para ser repetición de lo mismo. Hasta 1960 en América latina la teología era pura repetición de la neo-escolástica nacida del Concilio de Trento. Encontró de nuevo su rumbo a partir de las experiencias pastorales de los obispos de Medellín, expresadas en la Conferencia episcopal.
2. Retorno al evangelio y la Biblia en general.
Desde la edad media se desarrolló en la cristiandad una teología que tomó como punto de partida la teología de la generación anterior. En esa forma la teología fue como un organismo que se desarrolla a partir de si mismo. No se daba cuenta de que en esa forma la teología se apartaba siempre más del mensaje de Jesús. Ella se tomaba a sí misma como objeto de estudio. En los cursos de teología se estudiaba la teología y no el evangelio Era como una construcción conceptual autónoma regida por principios propios formados poco a poco en el decorrer de la historia.
Esa teología sirvió para que la jerarquía pudiera ejercer el control sobre las creencias de los cristianos El catecismo era un condensado de esa teología y era para la jerarquía la norma de la fe, o de lo que se suponía que era la fe.
La Reforma del siglo XVI fue un retorno a la Biblia pero todavía muy limitado por un resto de dependencia involuntaria de la escolástica. Formó una nueva escolástica muy semejante a la anterior.
Ahora bien, Medellín fue el comienzo de una nueva Reforma, una vuelta a los orígenes, al evangelio. Pero no fue una comparación de los conceptos teológicos con los conceptos bíblicos, fue una vuelta al modo de vivir, a la práctica evangélica La praxis se hizo prioritaria. La teología inspirada en Medellín tampoco dio importancia a discusiones dogmáticas porque se interesó por saber como Jesús actuó, cómo se ubicó en la sociedad de su tiempo y cuáles son las enseñanzas de su práctica.
En el decorrer de los siglos, la práctica de Jesús fue tantas veces deformada en virtud de circunstancias históricas, que se perdió la conciencia de lo que significó realmente su vida y su misión.
Después de Medellín una parte de la Iglesia fue fiel a su inspiración. Sin embargo, en 40 años las circunstancias cambiaron mucho en la sociedad y en la Iglesia. El retorno a la Biblia dejó para muchos de ser la norma prioritaria. La teología volvió a ser repetición de la teología europea, o mejor dicho, esta vez de la teología romana. Pues Roma apartó a los estudiantes de teología del resto de Europa. En esa forma, la teología volvió a ser contemplación de sí misma sin ninguna repercusión en la sociedad.
La primera prioridad de una reflexión cristiana habrá de ser de nuevo el retorno a la Biblia. Pues los movimientos que dominaron la Iglesia durante 30 años no engendraron una teología. La experiencia religiosa y el sentimiento religioso entraron con fuerza y se hicieron la referencia principal. Los movimientos religiosos no tienen necesidad de una reflexión. Reciben una inspiración inmediata que atribuyen al Espirito Santo. En esa forma se recogen dentro del recinto sagrado. En Roma creen que en esa forma van a reconquistar la sociedad occidental, pero se equivocan.
El retorno a la Biblia recorre a todos los instrumentos científicos que ayuden a descubrir el significado de las palabras y los actos de Jesús en su contexto. Sin embargo la Palabra de Dios hecha carne en Jesús ilumina todos los siglos. La escucha del evangelio muestra lo que hay que hacer hoy. No lo hace por una experiencia sicológica intensa, sino más bien en la experiencia práctica. El Espíritu pasa por las ciencias humanas y los experimentos pasados y presentes. Usa todos los recursos humanos disponibles. Pero, lo más importante es el descubrimiento de la realidad del evangelio en nuestra situación cultural y social El Espíritu hace aparecer el sentido de las palabras evangélicas hoy en día como iluminación de una práctica.. Sin práctica el evangelio no expresa ningún sentido: se transforma en objeto de culto. Se ofrece incienso al libro de los evangelios, pero el libro no revela ningún sentido : es un objeto inerte, objeto sagrado, pero sin vida.,
3. El fin del pensamiento griego.
Toda la filosofía del siglo XX tuvo por objeto desmontar el esquema griego de pensamiento que hasta el siglo XIX predominaba en el Occidente. En la Iglesia católica todavía predomina hasta hoy, más bien a nivel institucional, porque en la práctica la cosa es diferente.
El pensamiento griego busca el ser. Quiere saber lo que las cosas son, cuáles son las esencias permanentes y eternas de las cosas de nuestra experiencia. Desde Orígenes hubo ensayos de introducción del modo de pensar griego en la Iglesia. La oposición de los monjes fue irreductible hasta el siglo XII.
Sin embargo, consciente o inconscientemente el modo de pensar buscando el ser entró en las discusiones dogmáticas y llevó a la formulación de dogmas elaborados en acuerdo con las preocupaciones griegas. Ver toda la literatura sobre los primeros Concilios En el siglo XIII el pensamiento griego, en su forma aristotélica que era la más desarrollada entró con fuerza en la Iglesia. Aristóteles fue adoptado como un doctor de prestigio a veces superior al prestigio de los santos Padres. Nacieron escuelas en las que se discutía la esencia o el ser de todas las realidades de la Iglesia y del mundo. Nació una teología cristiana en el sentido griego.
¿Teología? Se trata de un concepto tremendamente ambiguo. La palabra y el concepto de teología vienen de los griegos. Su objeto sería la ciencia de Dios o sea el conocimiento del ser de Dios y eventualmente de las realidades que se encuentran en los caminos que llevan al conocimiento de ese Dios. Al adoptar la palabra griega teología los escolásticos dieron una restricción inmensa al pensamiento cristiano. El objeto era conocer el ser de los realidades cristianas: qué es Dios, Jesús, el Espíritu Santo, Maria, los sacramentos todo el sistema religioso católico buscando su esencia. Fue incluso necesario explicar lo que son las indulgencias. Ahora bien nada de eso preocupa a los evangelios.
Hasta entonces el pensamiento cristiano era la lectura de la Biblia operación mucho más abierta. Hasta el siglo XVI la Biblia era todavía el libro básico de la enseñanza cristiana. A partir del siglo XVI se tomó la Summa teológica, o sea una teología, algo mucho más estrecho pero, para mentes aristotélicas era algo más científico. Esa adopción está en la base de 5 siglos de conflicto entre la Iglesia y el desarrollo de las ciencias. La Iglesia defendió posiciones de Aristóteles y un pensamiento que pretendía dar la esencia del cristianismo.
Pues, el desarrollo de la ciencia mostró siempre con más evidencia que no conocemos el ser de nada y nunca podremos conocerlo. Sabemos como la realidad se mueve, pero no sabemos lo que es. La filosofía del último siglo sacó las conclusiones del desarrollo científico.
Por otro lado, el pensamiento griego no contempla la acción como objeto de ciencia. Por eso la historia tampoco es ciencia. Son objetos de conocimientos inferiores.
Ahora bien, la Biblia ignora el concepto de ser y nunca dice lo que las cosas son. Dice lo que sucede, y como las cosas actúan o deben actuar. Con esa base no hay conflicto con el modo de pensar científico.
La teología nacida de Medellín fue reflexión cristiana sobre la práctica cristiana contemplada en su contexto humano. Habría sido mejor no darle el nombre de teología que es una categoría obsoleta.
El conocimiento nacido del movimiento científico ignora las esencias, no sabe y sabe que nunca sabrá lo que son las cosas. Pero sabe lo que hay que hacer con ellas.
La autoridad eclesiástica no entendió ese modo de pensar y lo identificó como una nueva herejía moderna, una penetración de la modernidad en la Iglesia. Se quedó con el concepto medieval de teología. Podría ser mejor abandonar el concepto de teología.
4. ¿ Qué es Dios ?
En la Biblia “El” no tiene nombre. Es el que existe, el que se hace presente, el que habla. Dios no es, actúa. Si tuviera nombre estaría al alcance del conocimiento humano. De alguna manera se podría decir algo sobre El.
No tiene nombre porque todo nombre se refiere a una categoría, es un concepto universal que puede ser aplicado a muchas otras realidades. El mismo concepto de Dios es ambiguo. Dioses hubo en muchas religiones y muchos lugares de la tierra. Sería dramático que los cristianos aparecieran como los que anuncian a un nuevo Dios, otro Dios. Lo que anuncian no tiene nada en común con los dioses. Es como sI se presentara el cristianismo como una religión en medio de otras. Justamente no es una religión y “El” no es un dios en medio de muchos dioses adorados en la humanidad.
El dios común al pueblo occidental es más bien el heredero del dios de Aristóteles y de la filosofía griega en general. Es el elemento culminante en el cosmos. Es la entidad cosmológica dominante porque todos los demás entes proceden de el.
Sucede que con la ciencia, la cosmología antigua ha sido abandonada como sin valor científico. El dios aristotélico ha sido abandonado aunque en la práctica muchos todavía lo acepten pero sin repercusión en su vida. De allí deriva el ateismo moderno que es antes de todo un rechazo del dios de Aristóteles en nombre de la ciencia. Piensan que el dios cristiano es el dios de Aristóteles porque fue el dios que se les enseñó en el catecismo. Es la actitud de los estudiantes y universitarios en gran número en Brasil, aunque no lo digan muy abiertamente porque la opinión pública es religiosa. Respetan a dios porque socialmente todavía es fuerte, pero ese dios no juega ningún papel en su vida. Ese ateismo inconsciente es siempre más presente. Además el censo muestra que ese inconsciente se hace siempre más consciente.
Pero, “El” habla, hace. “El” está presente. Podemos saber que está presente sin poder definir nada porque no sentimos nada. “El” dirige y orienta a su pueblo. Es un conocimiento ubicado más arriba de todos los conceptos y todos los modos de actuar de nuestra mente. Le reconocemos en la Biblia y en la vida de los que se dejan orientar, los verdaderos fieles. Pues El se reveló en Jesús. Mirando y escuchando lo que hace y dice Jesús lo reconocemos. Y también lo reconocemos en la vida de muchos hombres y mujeres que siguieron el camino de Jesús.
Jesús lo llama El Padre y Él es su hijo y nosotros también somos sus hijos. No lo conocemos salvo por lo que se manifestó en Jesús. Sabemos que está presente en todas las realidades pero no lo vemos. En Jesús lo vemos y oímos.
Es lo que significa el método de la Acción católica, que fue el método de Medellín y se hizo común en América latina. No se dice lo que es Dios, no se definen cosas, no se hace reflexiones conceptuales. Se parte de la vida de nuestros pueblos porque “Él” está en esa vida. Se compara esa vida con la vida de Jesús y se sacan conclusiones para la vida nuestra de mañana. No se expone una doctrina a partir de doctrinas anteriores. Se parte de la vida para alcanzar la vida. Los obispos que hicieron Medellín fueron formados en la Acción católica. En las generaciones siguientes ellos fueron formados por la teología de los seminarios y las facultades. Conocen muchas palabras sobre Dios, pero no lo conocen a El. Dios se hace objeto de discursos - y engendra herejías
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5. Frente al individualismo capitalista moderno.
En tiempos de Medellín el capitalismo todavía no se manifestaba con tanta fuerza como en la actualidad. No se revelaba tan claramente y, por eso, muchos podían todavía ignorarlo. Si se escuchaba en las discusiones políticas, muchos no entendían bien de que se trataba. No tenían experiencia directa. En la actualidad el capitalismo es más visible en sus efectos, Es más presente en todos los espacios de la vida social o individual.
El capitalismo aísla a las personas. Hace de cada uno un productor y un consumidor. Hoy en día más importante es el consumidor. El consumo responde a deseos individuales. El sistema exhorta a cada cual al mayor consumo posible para que la economía pueda producir lo más posible y engendrar el lucro que se transforma en capital. La ley es el necesario crecimiento de la economía. No es la palabra de Dios. No es el modelo que se nos presenta en la Biblia. Será tarea de la teología, o, mejor dicho, de una lectura actual de la Biblia, mostrar la incompatibilidad.
Durante mucho tiempo, porque el capitalismo creció progresivamente, todavía había grandes sectores de la sociedad que no estaban integrados en ese sistema y todavía vivían en modelos tradicionales. Por eso ni siquiera entendían la crítica del capitalismo. Sobre todo los católicos tradicionales y el clero vivían en modelos tradicionales y no entendían o todavía no entienden lo que es el sistema. Sin embargo, hoy en día el sistema está invadiendo todos los sectores de la sociedad.
El individualismo penetra en todos los sectores. Penetró en la vida privada destruyendo la familia tradicional. Ahora sí, algunos sectores tradicionalistas se asustan!. Creían que la familia era un santuario en el que se conservaban los valores tradicionales y las virtudes cristianas.
El individualismo no destruye la religión. Al revés. Pero destruye las grandes instituciones y los sistemas religiosos que se oponen a la ética capitalista. O, por lo menos, se oponen a su expansión.
Pero engendra formas de religión individualista. Son religiones que ofrecen satisfacciones sensibles inmediatas Son mercaderías espirituales que se pueden comprar y realizan un consumo religioso interesante. Nacen muchas nuevas religiones (38.000 en los Estados Unidos) que saben dar satisfacciones inmediatas. En el mundo de los pobres, prometen salud, habitación, empleo, protección contra los peligros de la calle. Prometen y realizan milagros. En la clase media las necesidades son más sicológicas y nacieron muchas metodologías para dar respuesta a esos problemas. La religión se confunde con una forma de auto-ayuda.
Son sistemas de distribución de satisfacciones inmediatas. La fórmula es “Jesús te ama”. El ofrece su amor y el receptor solo debe recibir y ser feliz. Jesús distribuye felicidad. Desaparece el proyecto de Dios, el gran proyecto que es objeto de toda la Biblia. La religión es como un supermercado en el que los consumidores encuentran miles de productos entre los cuales pueden escoger en virtud de sus mayores satisfacciones. Las religiones que no ofrecen esos servicios, son abandonadas.
La consecuencia es el desaparecimiento del proyecto de Dios, el proyecto de “Él”. “Él” tiene una voluntad que no es la satisfacción inmediata de nuestros deseos inmediatos. Tiene un programa de desarrollo de la humanidad. Su prioridad es la humanidad toda y no los individuos aislados.
El papel de la lectura de la Biblia es mostrar el plan de Dios, su voluntad, lo que se llama su reino o su reinado con una palabra que perdió su sentido, pero que puede ser reemplazada como lo hacen autores del Nuevo Testamente como Pablo o Juan.. En seguida la lectura de la Biblia muestra lo que significa ese programa en la fase actual de la historia Está claro que la situación actual es mucho más compleja que lo que conocieron los contemporáneos de Jesús. .
En tiempo de Medellín era mucho más fácil desarrollar movimientos bíblicos interesados en la marcha del pueblo de Dios. Esto todavía tenía resonancias en la mente popular. Hoy día, lo que más interesa es la emoción religiosa, la experiencia religiosa interior e intimista aunque ella pueda producirse como suele suceder en reuniones de colectividades. Sin embargo no se produce una formación comunitaria. El gran número aumenta la capacidad emocional. Es un efecto de masa y no de pueblo. La concepción de un pueblo en marcha se hizo casi incomprensible para la gran mayoría.
Esto significa que la comunicación del mensaje de la Biblia tendrá que ser más constante, esclarecedora, sabiendo la resistencia que encuentra en el modelo individualista de la sociedad.
6. El pueblo de Dios
El concepto de pueblo de Dios fue asumido por el Concilio Vaticano II de modo muy enfático. Era vivido intensamente por los obispos que prepararon y realizaron la Conferencia de Medellín. Era un dato no discutido porque era evidente. Todavía no se habían manifestado las reservas muy severas del cardenal Ratzinger alrededor del Sínodo de 1985. El pueblo de Dios era concepto adoptado por todos, aún por los que no lo entendían.
Ante el fenómeno de la destrucción de todas las comunidades, será necesario recordar con mucha insistencia que la palabra de Dios se refiere siempre a su plan de formación de una humanidad entera regenerada y solidaria en Jesús resucitado.
Tendremos que identificar y reconocer todas las formas de comunidad que aparecen Hay muchos movimientos que no forman comunidades sino más bien grupos de amigos. Claro está que el sistema produce también resistencias y aparecen grupos y comunidades que contestan.
En otros tiempos las comunidades de base se desarrollaron con más facilidad porque todavía sobrevivían muchas formas de solidaridad aprendidas en la antigua cultura rural., Esta cultura desapareció y las nuevas comunidades tendrán un carácter más voluntario y más místico.
El conocimiento del cristianismo ha disminuido y la entrada en la Biblia se hará con más dificultad. Pues se trata de realidades tan apartadas de la vida vivida todos los días que cuesta entender. Pero las posiciones de Medellín todavía valen y tienen más urgencia. Muchos dicen que todo eso pertenece a un pasado muerto y sepultado. Sería capitular ante el sistema triunfante. Aunque seamos una minoría abrahámica como decía dom Helder Câmara, no podemos aceptar el sistema religioso actual tan integrado en el capitalismo.
7. Historia de la Iglesia.
Lo que nació en el siglo XVI bajo el título de historia de la Iglesia era una historia de la institución eclesiástica. Empezó en un contexto muy polémico: la controversia con los protestantes. Los protestantes contestan la antigüedad de muchas estructuras católicas y los historiadores católicos tratan de mostrar su carácter antiguo. Secundariamente la historia de la Iglesia trata de las relaciones entre el poder eclesiástico y el poder civil. Nada de eso interesa mucho a la Iglesia de Medellín.
Lo interesante sería la historia de la vida evangélica en 2000 años. Sería descubrir cómo el evangelio fue vivido en otras épocas y cómo dio respuesta a los desafíos de otros tiempos.
Es verdad que no es fácil descubrir documentos de la vida vivida por la gente común en los quehaceres de cada día. Es más fácil descubrir documentos de las expresiones exteriores de la religión. Pero estas no revelan la vida evangélica. Revelan justamente lo que no es cristiano, lo que fue introducido a partir de las religiones anteriores. Lo cristiano se revela en el comportamiento de la vida diaria en las relaciones con los demás.
Existen historia de la espiritualidad, historia de la liturgia, historia de la vida monástica o religiosa, historia del clero o de cada una de las instituciones eclesiásticas. Solo falta la historia de lo más importante. Por supuesto una historia del evangelio vivido supone una concepción de la vida según el evangelio. Por eso una historia del evangelio es parte de la lectura de la Biblia o de la teología como se decía en otros tiempos. La historia de las instituciones puede ser hecha por una persona que no tiene ningún compromiso con la Iglesia y la estudia en lo que muestra exteriormente. Pero esa historia no tiene mucho interés para la persona que quiere descubrir que es el ser cristiano. Nuestra tarea consiste en descubrir la verdadera Tradición. La teología tradicional reserva el concepto de Tradición a la historia de las doctrinas y prácticas cultuales. Busca en ella una fuente de la revelación que sirve para enunciar nuevos dogmas. Esta tradición es poco relevante, porque no nos muestra el camino de Jesús. Además ella se limita habitualmente a los enunciados de los teólogos del pasado. No sitúa la vida cristiana vivida en el pueblo cristiano. Esta está reducida a la categoría de “sensus fidelium” Ese sentido de los fieles es destacado más veces en las prácticas populares de masa, y representa mas bien expresiones religiosas muy superficiales que la vida de Cristo realmente vivida.
8. Fe – esperanza - caridad
La Iglesia de Medellín no necesita profundizar los dogmas tradicionales Estos dogmas no son tan infalibles como se dijo en la tradición teológica y como lo dijo el magisterio. Pero son un problema para toda la Iglesia y no específicamente para América latina. Se trata de los 4 primeros Concilios y de la teoría del sacrificio. Será un problema eclesial del siglo XXI, pero no es propio de América latina.
Lo que nos interesa es el actuar. Por eso, más que los Concilios, lo importante son los evangelios. Los símbolos antiguos y aún el símbolo de los Apóstoles enuncian la fe en el nacimiento de Jesús y en su pasión y muerte. Todo lo que pasó entre el nacimiento y la muerte no interesó. Ahora bien eso es justamente lo que más nos interesa aquí.
El vivir cristiano cabe en esas tres palabras. ¿Cuál es su significado? Claro está que esas tres palabras tienen en el español actual un sentido diferente del sentido que tenían en la Biblia. El diccionario no nos ayudará. Podemos incluso sospechar que muchas teologías tampoco nos ayudarán mucho.
Según el catecismo, la fe consiste en creer todo lo que enseña el magisterio de la Iglesia, los dogmas, las verdades próximas a los dogmas y las doctrinas católicas. Pero uno puede creer en todo eso por motivos no evangélicos. Por ejemplo cree porque aprendió así, porque es la creencia común de la comunidad en la que vive, porque no tiene ningún motivo para dudar, porque no ha encontrado nunca la contradicción, porque se somete a una autoridad religiosa, porque supone que los clérigos saben lo que significa y se contenta con dar su adhesión. Todo eso no solo es posible, sino que existe en toda la historia. Pero no es la fe.
En nuestra época muchos dicen que perdieron la fe. En realidad no la perdieron porque nunca la tuvieron. Cuando aprendieron los dogmas, todos los aceptaban y nadie tenía motivo para negarlos. Además todos respetaban la autoridad del clero, del obispo y del Papa. No había posibilidad de no creer.. Es verdad que siempre había algunos que interiormente negaban porque no estaban interesados, porque habían tenido una pelea con el párroco, o porque eran rebeldes por naturaleza que siempre pensaban lo contrario de lo que todos pensaban. No negaban el evangelio, que no conocían, negaban lo que decían los demás.
En la modernidad muchos dijeron que habían perdido la fe porque dado el desarrollo científico no podían aceptar ni la teología medieval, ni el catecismo que ofrece una visión del mundo incompatible con la concepción científica de la realidad. Dijeron que habían perdido la fe por causa de Galileo, o de Darwin, o de Marx.. Pero nada de eso se opone al evangelio de Jesucristo. Confundían la fe con teologías anticuadas, y lo mismo hacían los defensores de la fe en la Inquisición y en el control constante de la mente de los fieles.
La fe es reconocer y aceptar que yo estoy implicado en el proyecto de Dios, lo que antes se llamaba la historia de la salvación Es reconocer en ese proyecto el sentido de mi vida, el camino seguro que me llevará a la mejor realización de mi mismo. Es a la vez el descubrimiento de la palabra que me dice la Biblia y el descubrimiento del sentido de mi vida en esta tierra. Es siempre algo más profundo que todo lo que puedo decir para expresarla. No hay expresión verbal que pueda decir adecuadamente lo que está pasando en mí. Todo lo que puedo decir, lo digo en palabras que sirven para expresar experiencias comunes. Pero la fe es diferente de todas esas experiencias y no hay palabra para decirla. Sin embargo ella es viva y hace vivir. Si quiero explicarla a otros hay que avisarles que es algo bien diferente de las palabras que uso.
La esperanza es reconocer que nuestra vida sigue un rumbo, que no todo es igual. Dios está orientando nuestra humanidad hacia un destino que no podemos imaginar La muerte no es la última realidad. Hay algo más aunque no tengamos ni palabras ni argumentos para justificarlo porque esperamos. La esperanza va más allá de toda la experiencia de finitud y limitación que tenemos. Más allá de lo que toda la experiencia muestra, es decir, que todo tiene un fin y desaparece.
La esperanza no sabe decir, ni tiene conciencia de lo que espera. Es una entrega al Dios que nos llamó a este mundo. Todo lo que se ha dicho más allá de eso, era producto de la imaginación humana, todo era simbólico y todo estaba inspirado por el deseo de colocar después de la muerte todos nuestros deseos, buenos o incluso malos.
Si hay esperanza hay camino, y, si hay camino, hay esperanza. Medellín mostró un camino y despertó un fuerte movimiento de esperanza.
La esperanza ya tiene expresiones en la acción temporal. Nuestra vida es una construcción permanente. El camino lleva a etapas sucesivas, efímeras pero reales que nos conducen hasta la esperanza final. En cada fase de la historia los pueblos fueron animados por sueños, utopías, proyectos sociales o personales. La esperanza final se alimenta de esas etapas por insuficientes que sean, por aleatorias que sean, y a pesar de tantas desilusiones. Queremos crear en esta historia una figura terrestre del objeto indescriptible de la esperanza final.
Jesucristo vino a promover una imagen del reino definitivo aquí en esta tierra y convoca a sus discípulos a que se dediquen a construir un mundo mejor aquí en la tierra.
Medellín tenía un sueño, un proyecto: el proyecto de la liberación de los pueblos latinoamericanos marginados, explotados, destruidos durante 500 años: exterminio de los indígenas, esclavitud de los negros y sus descendientes. El sueño incluye la concientización de los pueblos oprimidos para que su protesta y su exigencia obligue a los dominadores a ceder y a aceptar una sociedad de iguales. Era como el proyecto de Populorum progressio aplicado a América Latina. Los mismos obispos se comprometían a dedicar todas sus energías a anunciar esa buena nueva a sus pueblos y a despertar su conciencia. El despertar de esa esperanza era parte del anuncio del evangelio, aunque no agotara todo su contenido.
El sueño no ha sido en vano. Algo ha cambiado y mejorado en la condición de los indígenas y de los negros y de la masa de mestizos que no lograban subir. Pero la situación actual no responde a la intensidad de los sueños de entonces. En aquel tiempo pensaban que el cambio seria mucho más fácil.
En 40 años el movimiento dominante no ha sido la liberación de los oprimidos, sino más bien la organización del sistema capitalista mundial y la incorporación bastante fuerte de América latina en ese proyecto de globalización.
La globalización capitalista tiene también sus sueños. Está anunciando una civilización de la abundancia en progreso ilimitado dentro de una sociedad en la que todos podrían encontrar la satisfacción de sus deseos. Este sueño tiene elementos positivos, pero está lejos de concordar con la esperanza terrestre de Jesús.
La jerarquía no reacciona mucho. O bien ella cree por lo menos en parte en el sueño capitalista, o bien cree que esa esperanza terrestre no es parte del evangelio, o bien cree que este problema es tarea de los seglares y que ella misma no tiene por qué meterse en eso porque su misión es preparar para el cielo.
Nuestra opinión es que tenemos que volver a los sueños de Medellín, aunque más instruidos por la experiencia y más conscientes de la magnitud de los obstáculos creados por el desarrollo del capitalismo. La esperanza cristiana se vive en medio y por medio de las esperanzas terrestres, fuentes de acción en este mundo.
Amor / caridad
Si no tenemos palabras adecuadas para expresar la fe o la esperanza, mucho menos para la tercera parte. La traducción más frecuente en la actualidad es “amor”. Sin embargo la palabra amor se usa con tanta frecuencia y en sentidos tan diferentes, que no parece adecuada para expresar lo que queremos decir y no logramos. El amor en el sentido actual significa sobre todo el contenido del “eros” griego. Es verdad que el “eros” ha sido rehabilitado por Benedicto XVI en su primera encíclica, sobre la caridad como reacción a teólogos luteranos como A. Nygren. Pero “eros” no corresponde al mensaje de Jesús y no expresa lo que Juan quería decir cuando decía que Dios es amor. Por eso los traductores de la Biblia han evitado la palabra “eros” y adoptado la palabra “ágape” Reaparece el problema, ¿ qué significa “ágape” ?
Si Dios es “ágape” podemos pensar que “ágape” significa dar vida creando unión, dar la oportunidad de vivir unidos, de compartir como iguales. No tenemos experiencia de eso, pero podemos encontrar imágenes simbólicas y reales. Podemos ver una imagen en la relación sexual permanente entre hombre y mujer, o en la relación padre/madre-hijo/hija. Hay también otras imágenes, pero menos frecuentes. Aún así en lo concreto de la vida esas relaciones nunca son perfectas, nunca son puro amor. Esto no impide que ese amor sea lo que podemos hacer en nuestra vida.
Si Dios es amor, Dios solo puede producir amor en nosotros. Es lo que vale de nuestra vida y la hace realidad de valor. Como dice Pablo es lo único que quedará de nosotros. Puesto que la vida humana es una gran diversidad, el amor asume innumerables formas diferentes : todo lo que es vida, todo lo que hace nuestra vida humana. Todo puede ser fruto de amor. Y todo puede también permanecer vacío, sin contenido real de vida.
En nuestra civilización de individualismo triunfante en la que toda la educación consiste en desarrollar el individualismo, el amor, que es gratuidad, libertad, mirada hacia otros, la evangelización se hace difícil. La tentación de las religiones y también de las Iglesias cristianas consiste en entrar en el juego del individualismo. Se trata de ofrecer objetos religiosos que respondan a los deseos o las necesidades de las personas. Se trata de entrar en un mercado religioso. El que compra mercadería religiosa no sale del individualismo.
Esa tentación era casi inexistente hace 40 años. Es un nuevo desafío que tendremos que enfrentar sin caer en la tentación.
9. Pobreza y opción por los pobres
Podemos decir que la opción por los pobres está en todas las páginas del documento de Medellín. Era el tema que estaba constantemente presente en la mente de los obispos. Podemos decir que el tema de Medellín fue la pobreza. Es algo extraordinario, único en la historia de la Iglesia. Jamás una asamblea de obispos había colocado en el centro de sus preocupaciones el problema de la pobreza como desafío para la Iglesia y para ellos mismos.
Esa opción era también central en la Biblia y el hecho de que Jesús era pobre. y siempre permaneció pobre, aún en su muerte. Los obispos de Medellín querían poner en realidad lo que estaba en el evangelio, no como formula de piedad o como puro símbolo como en la liturgia del lava-pies del Jueves Santo. En Medellín querían vivir en forma evangélica en la realidad y no en los símbolos o en el lenguaje. Varios de ellos estaban ya viviendo así. Lo que el Concilio Vaticano II no quiso o no pudo hacer, lo hicieron.
Al hacer esa opción se acordaban de la terrible omisión del clero durante los años de la conquista, o sea, durante 400 años. Hubo la generación de los primeros franciscanos y dominicos españoles durante unos 40 años. Después durante 400 años el clero fue como en la cristiandad europea la clase más privilegiada, la primera clase social en la sociedad. Podía tenerle compasión a los pobres, pero algo secundario en su acción de clase privilegiada.
Los obispos de Medellín no hablaban de la pobreza en general, sino de la pobreza actualmente vivida por millones de habitantes como consecuencia de la estructura social establecida en la colonia. Querían abandonar el papel histórico de los obispos y orientar su actividad hacia los que sus antecesores habían abandonado.
En la historia de la Iglesia, algunos de los Santos Padres habían hecho una opción semejante como s. Juan Crisóstomo que fue duramente castigado por eso. Pero nunca una asamblea de obispos. En la edad media hubo movimientos de pobreza siempre lanzados y vividos por seglares. En la mayoría de los casos fueron condenados por la jerarquía. Francisco de Asís se salvó de la condenación por un milagro, pues fue contemporáneo de algunos Papas como Inocencio III que tuvieron la lucidez suficiente para tolerarlo. Pero la Orden franciscana lo rechazó. Tuvo continuadores en los llamados “Espirituales” franciscanos hasta que estos fueron condenados en el Concilio de Vienne y por el Papa Juan XXII que declaró que Jesús no era pobre y por consiguiente no había que defender la pobreza.
El espíritu de Francisco de Asís resucitó en algunos grupos de franciscanos y dominicos al principio del siglo XVI. Fueron los primeros misioneros que vinieron a América y asumieron la defensa de los indígenas exterminados. Después de Juan XXII no se habló más de la opción por los pobres en la Iglesia hasta que viniera Juan XXIII. Fueron 600 años lejos de los pobres y cerca de los monarcas., salvo algunas figuras aisladas como s. Vicente de Paul. Los 600 años fueron siglos de esterilidad teológica. La teología no tenía nada para decir puesto que estaba lejos de los pobres, y, por lo tanto, lejos de Jesucristo tan venerado en las palabras y en los escritos.
El hecho era tan excepcional que los obispos del Vaticano II no prestaron atención al llamado de Juan XXIII expresado por el cardenal Lercaro dentro del recinto. Pero hubo el Pacto de las Catacumbas y de allí Medellín. Milagrosamente la Conferencia de Puebla prolongó y reafirmó con fuerza la opción de Medellín aunque esta hubiera encontrado mucha oposición. Después de Puebla, el espíritu de Medellín empezó a disiparse.
Una generación de sacerdotes, religiosos y religiosas entró en la opción de Medellín y se fue a vivir con los pobres. Los obispos de Medellín dejaron huellas profundas pero el milagro no podía continuar indefinidamente. Después de Puebla una nueva generación volvió a “lo de siempre” o sea la asociación con todos los poderes sociales.
Los pobres fueron progresivamente abandonados. El clero volvió a la parroquia, pero los pobres no van a la parroquia. Los seglares fueron invitados a trabajar en la parroquia, o sea lejos del mundo de los pobres. A veces algunos todavía mantienen un cierto discurso, pero un discurso sin contenido real.
Los que evangelizan a los pobres son los pastores evangélicos y los miembros de sus comunidades. Estos se han multiplicado. Los pastores lo hicieron con éxito porque son ellos mismos del mundo popular, saben hablar, no se han alejado del modo de vivir de los pobres, como lo hacen los católicos que se preparan para la vida sacerdotal o religiosa.
La multiplicación de las comunidades evangélicas habitualmente de orientación pentecostal o neopentecostal empieza a preocupar a la jerarquía, que durante mucho tiempo no le dio atención. Pero, no solamente los evangélicos se multiplican numéricamente, sino que también van conquistando posiciones sociales más importantes, en la política, en la economía y en la cultura, posiciones que la Iglesia católica creía que podía dominar.
Ahora vino la Conferencia de Aparecida. Esta afirmó que quería renovar la herencia de Medellín, y renovar la opción preferencial por los pobres. Debemos acoger con mucha alegría esas declaraciones de intenciones.
Sin embargo, algunas circunstancias despiertan una cierta sospecha.
El Sínodo romano para América de 1997, definió dos prioridades : los medios de comunicación y la enseñanza universitaria. Se olvidó de mencionar a los pobres como decía irónicamente el cardenal Lorscheider. Desde entonces de hecho la Iglesia entró en ese camino. Los “nuevos” movimientos fueron el instrumento elegido para realizar la nueva evangelización. Todo indica que la nueva evangelización se hace por medio de esas dos prioridades.
Ahora Aparecida anuncia una gran misión y quiere que toda la Iglesia se haga misionera. ¿Esta misión seria diferente de la nueva evangelización de Juan Pablo II? No parece. La presión de la Curia romana empuja en ese sentido y el Papa actual sigue en la línea de Juan Pablo II : él también cree en los nuevos movimientos, con algunos acentos un poco diferentes, pero realmente.
Ellos creen que los pobres serán reconquistados por los medios de comunicación y las facultades católicas. Como en la cristiandad, creen que los ricos van a evangelizar a los pobres. Hemos oído ese discurso durante 1500 años. Los obispos de Medellín habían visto con sus ojos el resultado.
En realidad desde el año pasado no hay señales de una migración de los agentes de pastoral para el mundo de los pobres. Parece que todo sigue en la orientación definida en Roma en 1997.
En 1968 la TV no era lo que es ahora. Los periódicos no eran lo que son ahora. Ahora son portadores de la ideología de la globalización. Los católicos que viven en la parroquia miran la TV y leen los periódicos. Cada día reciben su dosis de ideología de la globalización. Aprenden que la pobreza está desapareciendo gracias al nuevo sistema económico. Aprenden que ahora todos tienen acceso a las bellezas del consumismo. Aprenden que la globalización va a producir la abundancia para todos y, por lo tanto, esta cuestión de los pobres ya es problema del pasado. Estamos caminando para una sociedad de iguales en forma independiente de la Iglesia. La Iglesia no tiene por qué preocuparse con eso.
De hecho la condición de los pobres ha mejorado un poco. Pero la desigualdad social aumentó, o sea, la dominación de una minoría de ricos continúa más profunda que antes. El número de favelas aumenta. Pero para los que viven en la parroquia todo eso no existe. Hay que verlo con sus propios ojos. En la parroquia no se ve porque los pobres no van a la parroquia. Se está produciendo una desinformación sistemática gracias al progreso material de los medios de información. Esto también influye. En la cultura actual lo que no aparece en la TV no existe.
Para la midia el mundo de los pobres es el mundo de las drogas, de la violencia, de la prostitución, de los crímenes, de las peleas, y de las catástrofes naturales. Es el mundo de los vicios que hay que evitar cuidadosamente. En una palabra es un problema de policía y la Iglesia tiene que hacer que la policía cumpla con su papel. Como en Río de Janeiro la policía puede en 2007 matar 1240 personas. Los teleespectadores lo encuentran muy justo y querían que mataran más. Los parroquianos sienten un momento de vergüenza, pero al final reconocen que no hay otro camino.
Es muy bueno que la Conferencia de Aparecida haya renovado el compromiso de Medellín, porque así se mantiene el recuerdo de una tradición y puede aparecer una nueva generación que se hace sensible a la opción de Medellín.
(N.T.) Editor: Enrique A. Orellana F.
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