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Artículo terminado y enviado a Chile el 12 de Enero 2009


Artículo para ser publicado en la revista Testimonio de la Conferre de Chile

Director P.Carlos del Valle SVD


Este artículo esta inspirado en el art. ¿Iglesia sobre roca o sobre arena?. Retomo la última parte de este artículo sobre los Hechos de los Apóstoles.




La misión: “Camino del Espíritu Santo”

en los Hechos de los Apóstoles


1: Testamento de Jesús resucitado:

Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo,

y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría,

hasta los confines de la tierra” (1, 8).


Jerusalén es el punto de partida, el punto de llegada es donde termina la tierra. No hay un volver atrás. El Espíritu Santo rompe los límites geográficos, culturales y religiosos hasta el fin de la tierra. Lucas nos narra este camino de Jerusalén a Roma, pero hubo también otros caminos no narrados de Jerusalén a Siria, de Jerusalén al norte de Africa y posiblemente de Jerusalén hasta la india (tradición de Tomás).


2: Pentecostés:

Todos les oímos hablar en nuestra propia lengua” (2, 1-41)


“Había en Jerusalén hombres y mujeres piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo”. Los Apóstoles son galileos y hablan arameo. El prodigio de Pentecostés es que todos los pueblos y culturas ahí presentes oyen a los Apóstoles en su propia lengua y cultura. El Espíritu Santo rompe el muro entre la lengua aramea y las 12 o más lenguas diferentes ahí representadas.


3: Testimonio de los 12 Apóstoles en Jerusalén (2, 42 – 5, 42)

No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”


Lucas nos da una visión global de las comunidades en Jerusalén: todos perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles (didaché), en la comunión (koinonía: un solo espíritu, todo en común, no había pobres entre ellos), en la fracción del pan (eucharistía) y realizaban prodigios y señales (martyría). Esto lo tenemos en los sumarios: 2, 42-43, ampliado en: 2, 44-47/ 4, 32-35/ 5,12-16. Los Apóstoles dan un Testimonio valiente de la Resurr“No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (4, 20). ección ante las autoridades religiosas y políticas de Jerusalén: El espacio de la comunidad cristiana es todavía el templo y la casa: “acudían al templo todos los días…y partían el pan por las casas”. Todo lo anterior corresponde a la primera parte del Testamento de Jesús: “Serán mis testigos en Jerusalén” (1, 8). No se inicia todavía la segunda parte del Testamento de Jesús: “serán mis testigos en la región de Judea, Samaría y hasta el fin de la tierra”. Serán otros los que llevarán el Evangelio fuera de Jerusalén. Termina esta sección (capítulos 1 al 5) con el consejo de Gamaliel en el Sanedrín: “Les digo, pues, ahora: desentiéndanse de estos hombres y déjenlos tranquilos. Porque si esta idea o esta obra es humana, se destruirá; pero si es de Dios, no conseguirán destruirla. No sea que ustedes se encuentren luchando contra Dios. Y aceptaron su parecer” ( 5, 34-39). Los apóstoles quedan tranquilos en Jerusalén. Esto se confirma más adelante: “se desató una persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos, excepto de los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría” (8, 1). Todavía el Espíritu y la Misión no han roto las murallas de la ciudad. Serán esos “otros”, los perseguidos, lo que sacarán la misión fuera de Jerusalén, hacia Judea y Samaría.


4: Los hechos de los Helenistas: (capítulos 6 al 12)

Busquen 7 hombres de buena fama,

llenos del Espíritu Santo y de Sabiduría”


El grito de las viudas helenistas (6, 1-7)

Cierto día surge en Jerusalén un problema en la diakonía diaria (servicio cotidiano): los Helenistas se quejan, porque sus viudas son desatendidas. En el grito de las viudas, que es el grito de los más pobres, se hace evidente la discriminación de todo el grupo Helenista. Hay un muro en la comunidad de Jerusalén entre cristianos hebreos y cristianos helenistas. Los Doce convocan la asamblea y eligen 7 hombres llenos de Espíritu y Sabiduría para la “diakonia de las mesas”, así los Doce podrían dedicarse a la “diakonía de la Palabra” entre los judíos cristianos de Jerusalén. Los Doce representan aquí al grupo judeo-cristiano Hebreo y los Siete al grupo judeo-cristiano Helenista. El grito de las viudas ya nos revela una división de la comunidad de Jerusalén. Estos 7 helenistas no son “diákonos” (en el sentido actual en la Iglesia), sino un nuevo grupo de “apóstoles”. Es su opción por los pobres (el servicio cotidiano a las viudas y otros pobres), lo que provoca la persecución que los llevará fuera de Jerusalén.


Los Hechos de los Helenistas: Esteban, Felipe y los demás:

misión a los gentiles y fundación de la Iglesia de Antioquía (6, 8 – 11, 30)


La diakonía de las mesas, que era un servicio a los pobres, llevó a los 7 helenistas a un testimonio mayor en medio del pueblo: “Esteban lleno de gracia y de poder realizaba entre el pueblo grandes prodigios y señales”. Los dispersados son el grupo de los Helenistas, que ahora responden al Testamento de Jesús de ir más allá de Jerusalén y del templo “a los regiones de Judea y Samaría” (8, 1).

En 8, 4-40 tenemos los Hechos de Felipe (el segundo de los Helenistas), que evangeliza a los samaritanos y luego al eunuco etíope. Felipe rompe aquí el muro, ya muy consolidado, entre judíos y samaritanos, también el muro entre los judíos y el etíope, que no es judío, sino un “gentil piadoso”. Nacen también comunidades cristianas entre samaritanos y gentiles y posiblemente una comunidad cristiana en Etiopía, fundada por el eunuco etíope. El movimiento de Jesús tiene ahora dos centros: Jerusalén con mayoría de cristianos judíos, con lengua, cultura y teología Hebrea, y Antioquía con mayoría de discípulos gentiles, con lengua, cultura y teología Helenista. “En Antioquía fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos” (11, 26) La Iglesia de Antioquía tendrá problemas serios con la de Jerusalén, pero esta contradicción se superará en el Concilio de Jerusalén. Otra acción “misionera” del Espíritu Santo que rompe el muro entre Jerusalén y Antioquía, entre judeo cristianos y gentiles cristianos (Cap.15).




Los Hechos de Pedro (10, 1 – 11, 18): un nuevo paradigma de Misión

Lucas introduce estos de Hechos de Pedro, para poder legitimar el movimiento del Espíritu en la Misión a los samaritanos y gentiles ya iniciada por los Helenistas. Lo nuevo ahora es que el Espíritu no sólo convierte a Cornelio, sino también a Pedro y a la Iglesia de Jerusalén. Cornelio es un centurión romano residente en Cesarea, jefe de las fuerzas de ocupación romana en Palestina. El y su familia eran “temerosos de Dios”, es decir, gentiles que buscan a Dios en la tradición judía, pero no aceptan la circuncisión. En toda la narrativa de estos Hechos de Pedro el personaje principal es el Espíritu Santo, que actúa simultáneamente en Pedro y en Cornelio. Pedro aparece inicialmente como un judío fiel observante de la ley: él no come nada profano e impuro (10, 14), y lo primero que dice al entrar en casa de Cornelio es que a él como judío “no le está permitido juntarse con un extranjero ni entrar en su casa” (10, 28). La misma mentalidad tiene la Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén, la cual reprocha a Pedro: “has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos” (11, 3). El Espíritu Santo, en la misión de Pedro a casa de Cornelio, rompe el muro entre judíos cristianos y gentiles, lo que hace posible la conversión de Cornelio y la conversión de la Iglesia judeo cristiana de Jerusalén. El Espíritu Santo, en toda la historia de la Misión, no sólo actúa en los misioneros y en la Iglesia, sino también en los pueblos que buscan a Dios aun antes de ser evangelizados. Es la conversión de los pueblos no-cristianos lo que exige una conversión de la Iglesia. En este camino del Espíritu Santo no hay marcha atrás. Lo primero es la acción del Espíritu Santo, lo segundo la conversión de los pueblos gentiles, tercero la conversión de Pedro y de la Iglesia.



5: La Iglesia de Antioquía (13 – 15))

Había en Antioquía, en la Iglesia ahí establecida, profetas y maestros”

La Iglesia de Jerusalén (capítulos 1 al 5) estaba conducida por doce Apóstoles, el movimiento de los Helenistas fue impulsado por siete hombres llenos de Espíritu y Sabiduría, ahora la Iglesia de Antioquía esta presidida por cinco Profetas y Maestros: Bernabé: levita judío originario de Chipre que habitaba en Jerusalén (Hch 4, 36-37); Simeón llamado Niger: un nombre arameo, con un sobrenombre latino, que lo identifica como étnicamente negro. Lucio: nombre latino, de la Cirenaica, en el norte de Africa. Manahén: con un nombre hebreo, escrito a la manera griega, hermano de leche del tetraca Herodes y Saulo, un fariseo de la diáspora, perseguidor de la Iglesia y posteriormente discípulo. (13, 1). En la elección tan diversificada de estos profetas y maestros, el Espíritu Santo rompe todos los muros originarios en la organización de la Iglesia de Antioquía.


Primera misión de la Iglesia de Antioquía: rechazo de los judíos y apertura a los gentiles (13, 2 – 14, 27)

La iniciativa para esta misión la toma directamente el Espíritu Santo: “dijo el Espíritu Santo: sepárenme ya a Bernabé y Saulo para lo obra a la que los he llamado….ellos enviados por el Espíritu bajaron a Seleucia…” (13, 2-4). Sin la acción del Espíritu Santo los misioneros no habrían salido de Antioquia.


El rechazo de los judíos, unidos al poder, abre una puerta a los gentiles

El punto culminante de la misión es Antioquía de Pisidia (diferente de Antioquía mencionada anteriormente). La misión comienza en la sinagoga. Ahí están los judíos y “los temerosos de Dios”. La misión tiene inicialmente éxito: “al sábado siguiente se congregó toda la ciudad para escuchar la Palabra de Dios”. El éxito suscita la envidia de los dirigentes judíos, que contradicen con blasfemias lo que Pablo dice. Pablo entonces toma una decisión solemne:

Era necesario anunciarles a ustedes en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazan nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo ordenó el Señor: te he puesto como luz de los gentiles para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra”.

Los gentiles se alegran, glorifican la Palabra del Señor y ésta se difunde por toda la región. Los judíos que rechazan a los misioneros cristianos se alían con los poderosos de la ciudad y echan a los misioneros. Estos finalmente regresan a la Iglesia de Antioquía y narran a la comunidad “cómo Dios había abierto a los gentiles la puerta de la fe” (14, 26-28).

Pablo todavía esta convencido que la misión comienza primero con los judíos. Es el rechazo de estos al Evangelio, lo que lleva la misión al mundo gentil. Lucas considera que esta prioridad de la misión a los judíos es contraria a la prioridad pastoral del Espíritu Santo. Solo al final, cuando Pablo está preso en Roma, descubre que el Espíritu Santo tenía razón: la misión prioritaria es a los gentiles (este punto lo profundizamos al final).



El Concilio de Jerusalén (15, 1-35):

“Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros…”


Algunos hermanos de Judea llegan a Antioquía y exigen a los gentiles de la comunidad cristiana: “que si no se circuncidan conforme a la costumbre mosaica, no pueden salvarse”. Igualmente en Jerusalén algunos fariseos que había abrazado la fe afirman: “que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la ley de Moisés”. Esta exigencia significaba la integración religiosa, cultural y social de los gentiles al mundo judío. La puerta que Pablo había abierto para que los gentiles entraran en la Iglesia ahora las autoridades de Jerusalén buscan cerrarlas . Gracias a la intervención directa del Espíritu Santo el acuerdo final de la asamblea fue no exigir la circuncisión a los cristianos gentiles, lo que hizo posible una Iglesia donde cristianos judíos y cristianos gentiles podían vivir juntos en una sola Iglesia, libres de la ley judía que los separaba.

Después del Concilio, sin embargo, surge otro problema grave en Antioquía. El problema comenzó en la mesa, donde judíos cristianos y gentiles cristianos comían juntos y celebraban juntos la Eucaristía.. En la Iglesia de Antioquía no había problema que comieran juntos, porque en el concilio de Jerusalén ya había caído el muro que los separaba. Esta situación entra en una crisis radical. Los que antes comían juntos, ahora debían separarse y cada grupo comer y celebrar la Eucaristía por separado. Pablo reacciona con violencia contra este situación. Nos dice Pablo: “cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos” (Gálatas (2, 11-14). Pedro y Bernabé “simulaban” que todos, judíos y gentiles cristianos no comían juntos. Y lo peor, esta simulación era por temor a la Iglesia judía de Jerusalén, presidida por Santiago. Para Pablo esta simulación era una mentira y contradecía “la verdad del Evangelio”.


6: Los viajes misioneros de Pablo (15, 36 – 19, 20)


El Espíritu Santo hace violencia a Pablo

(Pablo y Bernabé) atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia. Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús. Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Tróada. Por la noche Pablo tuvo una visión: un macedonio estaba de pie suplicándole: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.» (Hch 16, 6-9). Pablo se ve así obligado por el Espíritu ir a Filipos, Tesalónica y Berea, y luego a Atenas, Corintio y Efeso. El Espíritu Santo fuerza a Pablo a romper el muro entre Asia Menor y Grecia. En Asia había muchas sinagogas, lo que hacía más fácil el trabajo de Pablo. Al otro lado del mar, en Grecia, el trabajo era más difícil, pues era tierra de gentiles.


Pablo en Atenas: discurso a los filósofos griegos (17, 16 – 34)

En Macedonia Pablo se ha movido en un ambiente fundamentalmente no-judío, si bien no pierde el contacto con las sinagogas. Ahora en Atenas está definitivamente en una ciudad gentil, centro de la cultura y de la filosofía griega dominante, ciudad de Sócrates, Platón y Aristóteles. Pablo estaba interiormente indignado al ver a la ciudad llena de ídolos y discute diariamente en la plaza pública (ágora), especialmente con los epicúreos y estoicos. Finalmente Pablo es llevado al Areópago, colina sur donde está el consejo supremo de la ciudad, para pronunciar allí su discurso. Pablo es rechazado, pero no fracasa, pues nace en Atenas una pequeña comunidad cristiana: Dionisio, Damaris y algunos otros (17, 32-34). Pablo inicia la ruptura del muro entre el cristianismo y los filósofos paganos. Nace una comunidad entre los que había escuchado a Pablo en el Areópago. “De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente” (19, 20).


Fundación de la Iglesia en Corintio y Efeso ( 18, 1 - 19, 20)

No tengas miedo)

En Corintio Pablo “todos los sábados discutía en la sinagoga, y se esforzaba por convencer a judíos y griegos” (18, 4). Cuando los judíos lo rechazan, Pablo ya no enseña en la sinagoga, sino en la casa de un tal Justo, un gentil que adoraba a Dios. “El Señor dijo a Pablo en una visión: deja de tener miedo, sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte mal porque tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad” (18, 9-11). Pablo empieza a orientar la misión a los gentiles, pero tiene miedo, la ciudad es grande y casi toda gentil, ni judía ni cristiana. Pablo deja de tener miedo, lo que le permite una misión a los gentiles de un año y seis meses.

En Efeso Pablo entra en una sinagoga y durante tres meses predica con valentía (parresía) acerca del Reino de Dios (con la misma frase termina el libro de los Hechos 28, 31). Ya no tiene miedo, pero ante el rechazo de los judíos rompe con ellos y enseña en la escuela de Tirano. En esta escuela, donde hay estudio y maestros, Pablo logra desarrollar un trabajo más “exegético” sobre la Palabra del Señor, durante dos años, de modo que todos los habitantes de Asia, judíos y griegos, oyen la Palabra. Estando en Efeso escribe la primera carta a los Corintios y la carta a los Gálatas.



7: Pablo decide ir a Jerusalén y de ahí ir a Roma y España

(Hch 19, 21 – 28, 30 y carta a los romanos 15, 14 -33 )

Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén…y añadió: después de haber estado allí tengo que visitar también Roma” (Hch 19, 21).


Camino a Jerusalén Pablo llega nuevamente a Efeso (Hch 20, 17-38) y ahí se despide de los ancianos y de los que el Espíritu Santo ha puesto como vigilantes. Pablo va encadenado en el espíritu y es el Espíritu Santo el que en cada ciudad testifica que a Pablo le aguardan prisiones y tribulaciones en Jerusalén. En la ciudad de Tiro los discípulos, movidos también por el Espíritu, decían a Pablo que no subiese a Jerusalén. Un profeta llamado Agabo profetiza, como Palabra del Espíritu Santo, algo semejante y también los discípulos que van con él. Esta claro, desde un punto de vista histórico, que el autor del relato de Hechos (Lucas), no está de acuerdo que Pablo vaya a Jerusalén, por el contrario piensa que Pablo debería ir directo a Roma y de Roma a España, como era el plan que Pablo mismo expresa en la carta a los romanos. Aquí otra vez tenemos una lucha de Pablo con el Espíritu Santo, tal como apareció ya en 16, 6-10, cuando el Espíritu Santo lucha con Pablo que quiere llevarlo de Asia a Grecia.


Pablo en su carta a los romanos: “he recibido la gracia de Dios de ser ministro de Cristo Jesús ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios entre las naciones gentiles, para hacer de esas naciones una ofrenda agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo” (Rom 15, 15-16). Pablo considera que desde Jerusalén hasta el Ilírico, por todas partes, ha esparcido, con el poder del Espíritu Santo, la Buena Nueva de Cristo (Rom 15, 17-21). El Ilírico era el punto más occidental de Macedonia, donde terminaba el oriente. El pensamiento de Pablo es que desde Jerusalén hasta el Ilírico, es decir, todo el oriente donde Pablo fue misionero, esta ya evangelizado y que él ya no tiene trabajo en esta zona (“he dado ya cumplimiento al Evangelio de Cristo”). Ahora el plan de Pablo es Evangelizar de Roma hasta España (Rom 15, 22-33). En la mentalidad de la época España era, hacia el oeste, el fin de la tierra. Más allá estaba el mar grande, sus monstruos y el abismo. Con este viaje Pablo estaría cumpliendo el testamento de Jesús de ser testigos “hasta los confines de la tierra” (Hch 1, 6).



Juicio, Pasión y Conversión de Pablo en Jerusalén, Cesaréa y Roma (21, 17 hasta 28, 16)


El grupo misionero de Pablo llega a Jerusalén y se reúne en la casa de Santiago, junto con todos los presbíteros de la Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén. Hay un profundo des-encuentro entre ellos:

Pablo “les fue exponiendo una a una todas la cosas que Dios había obrado entre los gentiles por su ministerio” (21, 19)

Santiago y los presbíteros de Jerusalén responden: “Ya ves, hermano, cuantos miles y miles de judíos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley. Y han oído decir de ti que enseñas a todos los judíos que viven entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones” (21, 21).

La Iglesia de Jerusalén rechaza a Pablo por haber roto el muro entre judíos cristianos y gentiles, ruptura del muro que hizo posible la misión a los gentiles.


Pablo, después de sufrir un verdadero martirio en Jerusalén y Cesaréa, llega finalmente a Roma (28,15-28)

Se le permite a Pablo permanecer en casa particular con un soldado que le custodiara. “(Los judíos) vinieron adonde se hospedaba. El les iba exponiendo el Reino de Dios, dando testimonio e intentando persuadirles acerca de Jesús, basándose en la Ley de Moisés y en los Profetas, desde la mañana hasta la tarde. Unos creían por sus palabras y otros en cambio permanecían incrédulos. Cuando en desacuerdo entre sí mismos ya se marchaban, Pablo dijo esta sola cosa:

Con razón habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías: “Ve a encontrar a este pueblo y dile: Escucharán bien, pero no entenderán, mirarán bien, pero no verán. Sepan, pues, que esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles; ellos sí que la oirán” (Hch 18, 25-29).


Pablo finalmente entiende que el Espíritu Santo tenía razón: la misión prioritaria no es a los judíos, sino a los gentiles. Esta exclusión del pueblo judío como opción prioritaria de la evangelización no es definitiva, es una exclusión pastoral pasajera para que la Iglesia pueda romper el muro de su etnocentrismo judío y abrirse a todos los gentiles, pueblos, culturas y religiones, hasta los confines de la tierra.


Lucas termina así su libro sobre el camino:

Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él; predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno.

(Pablo supera el miedo y el estorbo, que el mismo había creado).

Podemos decir que ahora se da la verdadera conversión de Pablo. En el camino a Damasco no hay propiamente una conversión, sino un llamado, una vocación.


Lucas no dice si Pablo fue liberado y viajó a España, o fue ajusticiado. Lucas no escribe una biografía de los misioneros, sino una biografía de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo, que rompiendo todos los muros, han hecho posible la misión masiva a los gentiles.




En síntesis: los Hechos de los Apóstoles nos relatan el “Camino del Espíritu Santo” como el camino de la misión de la Iglesia. Este camino exige muchas conversiones, como la de Pedro (10, 1 hasta 11, 18) y como la de Pablo (Hch capítulos 12 al 28). Cada conversión y misión ha significado una ruptura, fundamentalmente entre el judaísmo cristiano y el cristianismo gentil (no judío), que tiene como trasfondo la ruptura entre judíos y gentiles (entre judaísmo y paganismo). La misión del Espíritu Santo ha exigido rupturas para abrir nuevos espacios a la Palabra y a la Iglesia.



¿Qué nos exigiría Lucas si conociera la estructura misionera actual de la Iglesia? ¿Qué pasaría si la Iglesia actual se contemplara en el espejo del libro de los Hechos de los Apóstoles? ¿Es el libro de los Hechos de los Apóstoles el canon y criterio indispensable para pensar y construir la misión de la Iglesia en la actualidad?



Algunas referencias bibliográficas para profundizar:


Libros propios:


El Movimiento de Jesús antes de la Iglesia:

una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles.

San José, Costa Rica DEI 1998 (Colección Lectura popular de la Biblia)174 p.

Idem: España (Santander), Editorial Sal Térrea, Presencia teológica N° 105, año 2000


Memoria para una reforma de la Iglesia

El “Movimiento de Jesús” desde sus orígenes hasta la crisis del Imperio Romano Cristiano (años 30 a 400 d.C.)”. Próxima publicación en el DEI (marzo 2009). Tendrá alrededor unas 400 páginas


Artículos propios :

Crisis irreversible en la Iglesia Católica, pero otra manera de ser Iglesia es posible”

En: Pasos n°118, marzo-abril 2005

Aparecida. Una versión breve y crítica del Documento Conclusivo”

En: Pasos n° 133, septiembre-octubre 2007

La Iglesia en América Latina y el caribe: ¿está edificada sobre roca o sobre arena? “

En: Pasos nº. 138, diciembre de 2008.

Pedro Casaldáliga: definición de su teología en el camino de los Hechos de los Apóstoles”

En: Pedro Casaldàliga. Las causas que dan sentido a su vida. Retrato de una personalidad. Homenaje de Amigos, Madrid (Ed. Nueva Utopía) 2008


El Jesús histórico y los 4 Evangelios:

memoria, credo y canon para una reforma de la Iglesia

Lectio inauguralis en la facultad de Teología de la Universidad Javeriana, Agosto 2005. Bogotá.


fin