La vigencia del Testimonio de San Romero de América

en A.L. y el Caribe.



Ponencia para el taller teológico de la Habana.
En el 29 aniversario del martirio de Mons. Romero, 24-3-2009

Desde nuestra visión de habitantes del cono sur, y de un angosto país llamado Chile, ante todo quisiéramos destacar la indudable vigencia de Mons. Romero, de su pensamiento, pero sobre todo de su testimonio; ya que el “hablar de Dios con la Vida” fue una de sus enseñanzas fundamentales.

En el contexto socio-económico y religioso de los años 80, nuestro “Profeta y Mártir” tuvo el coraje de asumir, al estilo del maestro Jesús, y asumiendo la misión de un buen pastor se jugó por sus ovejas opción en la que junto con tantos otros de sus hermanos presbíteros, religiosos-as, laicas y laicos, se unió en la oblación plena del martirio.

Ese testimonio conmovedor, de ejercicio pastoral coherente con el Evangelio, haciendo presente la utopía de las Bienaventuranzas; no es novedad decir que hoy en día, en Chile como en otros lugares de nuestro Continente, la visión de la jerarquía eclesial, salvo hermosas excepciones, es muy diferente al ejercicio episcopal de Mons. Romero.

En nuestro país, se afirma que vivimos en democracia, que existe parlamento y gobiernos elegidos; incluso departamentos de derechos humanos,… por lo tanto, se asume, aunque no se diga, que la Iglesia vuelve a lo “suyo”, entendido como un “adoctrinamiento”, a menudo, insulso, donde los énfasisse ponen en combatir el secularismo, defender la familia tradicional, con una moral trasnochada y hasta no evangélica, preocupada por temas como la reducción de casamientos y bautismos, peleando cuotas de poder como la enseñanza religiosa, mas bien católica,todo lo cual que lejos de atraer para la causa del Maestro de Nazareth, produce rechazo. Ya que anuncian el evangelio mediante “generalidades” las que, como decía Mons. Romero, “a nadie molestan” y nunca habrá persecución de los poderosos; cuando nos desentendemos de la denuncia profética con nombre y apellido, de los atropellos a los derechos de todos-as, especialmente de los y las empobrecidos-as , Por cierto nos alegra la presencia de pastores y también grupos cristianos que denuncian tales abusos y que son silenciados perseguidos y denostados permanentemente.

Siguiendo esa lógica de ubicarnos en lo central del mensaje cristiano, nos ilumina mucho, la interpelación de nuestro gran teólogo Gustavo Gutiérrez cuando grita “¿dónde dormirán los pobres hoy?”, en una realidad mundial de aumento de la miseria, desde antes del inicio de esta Crisis que es hoy una autentica bomba atómica lanzada a fuego lento por los criminales especuladores, con la complicidad de las castas profesionales de la política, es evidente que la frase de Romero a cada uno-a “les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión” está más vigente que nunca y es signo de la más autentica y profunda espiritualidad evangélica a que nos convoca en Monseñor.

Es además palabra culmen de un pastor como Mons. Romero, que pasó de ser un incondicional de la curia a un defensor de los derechos de los perseguidos, un pastor con los pies en la tierra que dice “ en Santiago de María ..me vuelvo a topar con la miseria: .. niños que se morían nomás por el agua que bebían, …campesinos maltratados...” proceso que se inicia individualmente, desde su bondad y relación intima con Dios, pero apertura a escuchar la dura realidad le lleva a vivirlo acompañando y acompañado por las comunidades cristianas pobres y por hermanos como Rutilio Grande, cuyo asesinato le toca tan fuerte.

Todo lo anterior le llevaría a decir luego de un largo y difícil proceso “con este pueblo no cuesta ser pastor”, muy consciente de que su meta también será la cruz, como su maestro Jesús y tantos y tantas hermanas, por ello surge natural en una de sus ultimas homilías, la profecía. “un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás. ... “Mons. ve claro que la cruz, no es lo ultimo, que el pueblo nunca perderá la esperanza en la Resurrección.

Es ahí entonces, en ese lugar sacramental, entre dolores y alegrías del pueblo, donde descubre que la única forma de asumir el pastoreo es haciéndose uno más en la lucha contra la represión, animandoy construyendo organización, formando líderes liberadores y profetas populares, construyendo un pueblo nuevo; todo lo cual le llevó a una nueva convicción teológica que le iluminó toda la inteligencia y vitalidad noaprendida en los dogmas, ni en la patrística, ni el derecho,ni en lasteologías clásicas, sino en elencuentro "Epifanio" con el Dios de laVida que le llevó a insistir con la mayor valentía, responsabilidad y esperanza "SI ME MATAN RESUCITARE EN MEDIO DEL PUEBLO SALVADOREÑO",con lo cual anunció, al igual que Jesús, la victoria histórica y política de losjustos yde los que luchan siempre.

Este proceso de conversión espiritual de Mons. Romero, de pasar de una centralidad en lo eclesial, ritual y doctrinal, a una vivencia del Reino y lucha por el Reino en la vida cotidiana ("en la calle y de a pie") es omitido en el discurso oficial e incluso ha sido poco relevado por quienes le conocemos y seguimos y pasa a ser desafío nuevo para todas y todos, cada día.

Ante este hecho histórico de un obispo católico que se convierte al Reino, hoy vemos cómo se indicó al inicio, que día a día se multiplican los obispos y líderes religiosos que se dejan acallar y seducir por el poder del dinero, del mercado, del estatus y del atropello a los derechos humanos y elementales de miles de "feligreses".

Por eso insistimos, en que la "teología de la resurrección" de Mons. Romero es un legado aún poco y casi nada asumido; por ello tarea siempre nueva y urgente.

Volviendo a nuestra realidad sureña, La represión hoy no es con balas (en Chile al menos) a los niveles de aquellos atroces años 73 al 90, de dictadura, otra cosa es y por otras razones en países hermanos como Colombia, Guatemala, México y otros, la nuestra es una opresión a base de olvido,impunidad, corrupción, modelo económico neoliberal, de leyes represivas para el pueblo, y antiterroristas, cuando los empobrecidos se organizan y exigen sus derechos. El caso de los Mapuche en nuestro país es un ejemplo de cómo aún persiste una lógica de violencia de Estado que no se hace visible que no es noticia de “primera plana” y que oculta el dolor de un pueblo con el que existe una deuda histórica y ancestral, al que no se le permite “ser”, asimismo hay tantos otros casos en nuestro sur del cono sur en Argentina, Perú, Paraguay y para que decir en Bolivia.

En este contexto molestan los profetas y se les presiona cuando se atreven a levantar la voz o animan al pueblo a hacerlo se les condena al silencio y al olvido.

En el caso de Mons. Romero percibimos hoy que en la jerarquía o se le ignora o desconoce su dimensión conflictiva y por tanto profética y pasa a ser transformado en un pastor bondadoso, fiel a la iglesia, y en otros casos, se le acusa de haberse dejado utilizar por la izquierda (como tanto se afirma en El Salvador y en otras latitudes)

¿Qué nos queda a nosotros-as?El orgullo de dar testimonio de la fuerza testimonial de un hermano tan sencillo, humilde, consecuente. “No podemos callar lo que hemos visto y oído”,él hace 30 años nos decía “si nos hacen volar la radio, ustedes tienen que ser portadores y transmisores de la Buena Noticia” nos mataron al Pastor, pero quedó su semilla.

Mons. Romero, no es conocido por una inmensa mayoría de la población chilena ni del cono sur, porque los medios de comunicación de los poderosos y desde las homilías “prudentes”, no les interesa que se le escuche, pero que los creyentes en Jesucristo, no conozcan su testimonio,o no demos razón de él es grave. Y es a nuestro parecer, manifestación de un profundo temor al grito de la sangre de los mártires y de los latinoamericanos consecuentes y honestos, que las nuevas generaciones tienen derecho a conocer pues será con ellas que germinará.

La crisis actual, necesita luces como la de Mons. Romero en la sociedad y en las Comunidades que aun permanecen insertas y comprometidas con la causa de la justicia y de los pobres.

Nuestra espiritualidad de resistencia al desanimo, de Esperanza Cristiana, nos permite creer que con Romero entre nosotros, testimonio de la presencia del Resucitado, como el decía “No es mi pobre palabra la que siembra esperanza y fe; es que yo no soy más que el humilde resonar de Dios en este pueblo” con la fe en esta presencia de ese Dios cercano, en el pueblo, a pesar de todas las dificultades, lo que Romero nos muestra es que otra Iglesia y otro mundo es posible y una genuina conversión nuestra al Evangelio en ese marco, también.

En Chile uno de los países más adormecido por el canto de sirenas neoliberal, Mons. Romero no solo sigue presente, sino que poco a poco está siendo más conocido especialmente por grupos de jóvenes, ello nos anima enormemente.

Terminamos orando con el profeta, San Romero de América, nos dijiste que resucitarías en el pueblo Salvadoreño. Gracias porque en efecto te sentimos resucitando en tantas luchas de hermanas y hermanos de nuestros pueblos del mundo. A pesar de nuestras inconsecuencias y sectarismos, sigue acompañándonos, te necesitamos. Alienta nuestra fe, nuestra apertura a todas las confesiones religiosas, pensamientos utópicos y nuestra solidaridad con la maltratada madre tierra, su flora y fauna, sus etnias, sus hijos e hijas todos-as y hermanos tuyos y nuestros.

Y como te grita el pueblo salvadoreño en sus romerías decimos “San Romero Vive y la lucha sigue”. Así sea hasta que nos abracemos el Reinado definitivo de Dios.


Jose Frias
COR Chile
de Sicsal cono Sur