Diario de Monseñor Óscar A. Romero

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DIARIO del 6 de diciembre de 1978 al 8 de enero de 1979

MIÉRCOLES, 6 de diciembre de 1978

Hoy se celebra la fiesta patronal de Tonacatepeque, en honor de San Nicolás obispo, y allá tuve la dicha de presidir una misa muy solemne y luego dialogar con varios sacerdotes de la vicaría de Cuscatlán que habían llegado a esta celebración.

Por la tarde, interesante reunión promovida por el Partido Demócrata Cristiano con representantes de ANEP, o sea, de la empresa privada. Dialogamos los tres sectores, el Partido Demócrata Cristiano, los empresarios y la Iglesia. Por la Iglesia asistió monseñor Urioste, el padre Jesús Delgado y yo. Se muestra voluntad de dialogar, pero se nota también mucho apego a sus propias ventajas. Sin embargo, la tarde fue muy útil, hubo bastante cambio de impresiones y se continuarán estos diálogos. Pedimos al Señor que resulten en algo positivo para el bien y la paz del país.

Por la noche presidí la Eucaristía en Plan del Pino, para rezar por el eterno descanso de uno de los obreros que murieron con el padre Neto Barrera, ya que este obrero era de allá y trabaja en aquella pastoral. Las hermanas carmelitas españolas que presiden aquella comunidad dan testimonio del cariño que aquel pueblo le tenía al padre Barrera y ellas mismas reconocen que se trataba de un sacerdote muy servicial, muy entregado al servicio de la pastoral.

JUEVES, 7 de diciembre de 1978

En la finca de las hermanas pasionistas de Planes de Renderos otra reunión con los asesores para estudiar el documento de trabajo de Puebla. Se avanza esta consulta y va resultando muy fecunda para mi participación en la reunión de Puebla.

Por la noche, visita de un grupo de jóvenes de San Antonio Abad que exponen sus preocupaciones políticas y pastorales, y tuve oportunidad de aclarar varias situaciones, según esta mentalidad.

VIERNES, 8 de diciembre de 1978

Fiesta de la Inmaculada Concepción. La celebran muchas parroquias e institutos religiosos. No se puede asistir a todo, a pesar de mi buena voluntad y del deseo también, de varias comunidades. Asistí a la parroquia de La Libertad que la tiene por patrona y donde se siente la participación eucarística de una comunidad muy viva y después de la misa tuvimos reunión de diálogo con los agentes de pastoral. Quedó constituido también el Consejo Pastoral parroquial de La Libertad. Allí animan la pastoral unos sacerdotes norteamericanos de la diócesis de Cleveland y unas religiosas, también norteamericanas, que trabajan con mucha entrega a nuestro pueblo.

Por la tarde, una convivencia ecuménica con hermanos separados de la iglesia bautista Emmanuel y la asistencia del señor Asper, representante del Consejo Mundial de las Iglesias y también de los Derechos Humanos. Nos trajo saludos para nuestra Iglesia arquidiocesana del Consejo Mundial de las Iglesias y del Seminario o Simposio de Derechos Humanos que se celebró en Santiago de Chile. Manifestó admiración y cariño por nuestra labor pastoral y tuvimos diálogos muy interesantes en el que participaron los protestantes y los católicos. También platicamos con los hermanos separados cómo celebrar este año próximo la Semana de Unidad.

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DIARIO del 9 de enero al 28 de enero de 1979

Por la noche, en la Catedral, celebramos la Misa por la Paz, Asistió monseñor Arturo Rivera Damas, obispo de Santiago de María, por ser también presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz. Esta comisión fue la que promovió esta noche, que resultó muy espléndida, con su misa celebrada con varios sacerdotes y la conferencia de monseñor Rivera, que fue muy aplaudida, sobre todo, al final, cuando, como conclusión, repitió los deseos de la carta pastoral que él y yo hemos publicado sobre las organizaciones políticas populares y sus relaciones con la Iglesia. Las conclusiones se referían a apoyar las peticiones que estos días se están haciendo de amnistía para los reos políticos, de libertad para que ingresen al país los que están fuera del país, de aprobación de la Ley de Orden Público y también para que se deje en libertad a los secuestrados. La Catedral estaba repleta de gente y, al salir, tuvimos momentos muy cordiales con ese pueblo que está sintiendo mucha confianza en nuestra Iglesia.

SÁBADO, 13 de enero de 1979

Hay una convivencia del catecumenado en la iglesia de los franciscanos de Planes de Renderos. Yo no he podido asistir y me he dedicado a reflexiones y trabajos personales; ya que durante la semana no he tenido lugar.

Al mediodía almorcé con el padre Moreno y con el bachiller Roberto Cuéllar, para preparar el informe que todos los domingos damos en la homilía.

DOMINGO, 14 de enero de 1979

La misa de la Catedral estuvo muy concurrida y hubo representaciones de prensa extranjera. Después de la misa una entrevista con algunos de estos periodistas y salí para San Antonio Abad donde celebré la Santa Misa, como participación de la novena que aquella comunidad está dedicando en preparación a su fiesta patronal. Les hablé de un esfuerzo de unidad y de superar cualquier dificultad de las que, lamentablemente, han sufrido anteriormente.

Por la tarde, en forma espontánea, fui a visitar al Santo Cristo de Esquipulas de la parroquia de San Bartolomé Perulapía. Sorprendí al padre Luis Montesinos, quien se sintió muy halagado con mi visita y me presentó desde los micrófonos a la romería, y tuve que dirigir alguna palabra, hablando de la religiosidad popular y aprovechar estos centros y devociones populares para crecer en nuestra fe.

Por la noche visité otro santuario de nuestra Diócesis en honor del Cristo de Esquipulas. Se trata de la parroquia de Colón, donde el padre Nicolás Menjívas me había invitado para celebrar una Misa de la Juventud, en honor del Santo Cristo. Después de la misa, en la que dirigí un mensaje a la numerosa concurrencia que llenaba la iglesia visitando al Santo Cristo, pasamos a compartir con los agentes de pastoral una convivencia muy agradable.

El lunes 15, día del Señor de Esquipulas, en la parroquia de Aguilares se celebra al Santo Crucifijo bajo el título de «El Señor de las Misericordias», como fiesta patronal. Invitado por el padre Octavio Cruz y las religiosas del Sagrado Corazón, presidí la Eucaristía a la que asistieron casi todos los sacerdotes de la vicaría y numerosa gente, ya que allí le tienen mucha devoción al Santo Cristo. Aproveché para explicar un pasaje de la epístola a los Hebreos, que nos habla del sacrificio de Cristo y de su ingreso como redentor y salvador de la humanidad al santuario perfecto que es el cielo.

Entre la concurrencia hay muchas personas que pertenecen a organizaciones políticas populares y traté de darles una orientación a fin de que el esfuerzo reivindicador de sus organizaciones no se aparte del sentido cristiano, sino que lo englobe en la redención universal y profunda de Jesucristo, es decir, a partir de la liberación del pecado.

JUEVES, 18 de enero de 1979

Tuvimos un desayuno de diálogo con los asesores de costumbre, en que enfocamos, a petición mía, unos perfiles en mi participación de la Conferencia Episcopal de Puebla. También analizamos un poco la realidad y la situación del país. Son reuniones sumamente útiles y que estoy descuidando un poco, pero al regresar de Puebla, haré más normal estas reuniones.

Comenzó la semana ecuménica. Los bautistas, principalmente, y los católicos, con todo entusiasmo, organizamos la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. Esta noche tuvo lugar la ceremonia de inauguración en la Primera Iglesia Bautista. Se me dio participación en la bienvenida como un saludo a la concurrencia que era muy numerosa. El tema estuvo a cargo de un pastor bautista, sobre lo que el Espíritu Santo es como fuerza de unidad y que confiemos mucho en él, pidiéndole sus luces y su fuerza para los objetivos del movimiento ecuménico.

VIERNES, 19 de enero de 1979

Por la tarde tuvimos una interesante reunión acerca del problema del Seminario donde hay seis muchachos que han sido señalados por el equipo formador y que, según ellos, mejor no vuelvan al Seminario; pero sacerdotes parroquiales y comunidades de base, que conocen la labor de estos muchachos, se oponen a este juicio del equipo formador y han pedido que intercedamos para que no se pierdan estas vocaciones. El diálogo fue muy interesante y estamos dispuestos a salvar la vocación de estos seminaristas, mientras no nos conste lo contrario.

SÁBADO, 20 de enero de 1979

Día sumamente trágico. Amaneció con la noticia de que había habido un operativo militar en el local de El Despertar, de la parroquia de San Antonio Abad. En esta casa se llevan a cabo, frecuentemente, convivencias para profundizar en la fe cristiana. El padre Octavio Ortiz, junto con la hermana Chepita, como le llaman a la religiosa belga que allí trabaja, dirigían un encuentro de iniciación cristiana. Eran como cuarenta jóvenes. Pero al amanecer hoy, la Guardia Nacional, con una fuerza de violencia, estalló una bomba para romper la puerta y luego violentaron la entrada con tanquetas y disparando. El padre Octavio, al darse cuenta, se levantó, pero no encontró más que la muerte, lo mismo que otros cuatro jóvenes. Los demás del grupo, incluyendo a las dos religiosas, fueron llevadas al cuartel de la Guardia Nacional. El asesinato del padre Octavio y de los otros cuatro jóvenes no lo conocimos sino hasta en la tarde cuando ya el cadáver del padre y de los otros jóvenes habían sido llevados a la morgue del cementerio. El rostro del padre Octavio estaba sumamente desfigurado; parecía aplastado por algún enorme peso que debió pasar encima. Lo llevaron a la funeraria La Auxiliadora, lo mismo que los otros tres jóvenes, ya que uno de ellos había sido recogido por su familia, pero de estos tres todavía no se habían identificado sus familiares. Por nuestra parte, los llevamos a la funeraria para que los arreglaran y luego, los llevaríamos a la Catedral para la velación, donde serían reconocidos por sus familiares y se harían cargo de ellos. Por la noche fue llevado este cortejo trágico, fúnebre, a la Catedral. Allí había mucha gente. La Catedral estaba casi llena, orando mucho por los difuntos y dirigiendo mensajes evangélicos a la muchedumbre. Yo llegué como a las once de la noche. La muchedumbre me recibió con un aplauso. Yo dirigí un responso en sufragio del padre Octavio y de los otros jóvenes, y dirigí también la palabra para orientar cómo íbamos a proceder al día siguiente. Les invité a todos para la misa de ocho en la Catedral a la que asistirán todos los sacerdotes, quienes dejarán sus horarios ordinarios de domingo para concurrir a esta concelebración por un hermano sacerdote.

DOMINGO, 21 de enero de 1979

La mañana la llena la hermosa concelebración de la Catedral. Más de cien sacerdotes alrededor del féretro de su hermano difunto, el padre Octavio. Allí estaban también los ataúdes de los otros tres jóvenes que fueron recogidos por la Iglesia de la morgue del cementerio. No pudo celebrarse la misa dentro de la Catedral, sino que se organizó en la calle y en el parque. A la hora de comenzar la misa estaba sumamente repleto, una concentración que emocionó a todos, sobre todo, por la participación piadosa con que todos seguían esta plegaria por los difuntos. Estuvo a mi lado un representante del obispo de Cleveland, lo mismo que otros sacerdotes norteamericanos. Al predicar la homilía, hice un análisis del crimen del padre Octavio y de sus cuatro compañeros de sacrificio. Hice un llamamiento a usar la racionalidad antes que la violencia y la fuerza. Protesté por este atropello a la dignidad de nuestra Iglesia. Recordé la pena de excomunión en que han caído los autores intelectuales y materiales de este crimen sobre el sacerdote. Entre la muchedumbre había gente de todas las parroquias de la Arquidiócesis y también representantes de muchas comunidades de otras diócesis. El féretro del Padre, lo mismo que de los otros jóvenes, se introdujeron nuevamente a la Catedral después de la misa, para seguir recibiendo ese cariño de oración y de contemplación con que desfilaban ante ellos nuestros fieles.

La comunidad de San Francisco, Mejicanos, pidió el cadáver del Padre para sepultarlo en su iglesia. Y después de dialogar sobre esta situación, procurando que evitaran cualquier provocación a una manifestación de violencia, lo llevarían privadamente. Ese cuerpo les pertenece a ellos, ya que allí fue ordenado el sacerdote y allí trabajó los cinco años de su ministerio. Yo fui quien ordené al padre Octavio en 1974, por encargo de monseñor Luis Chávez y González. Fue el 3 de marzo. Por la tarde, ya había sido trasladado el cadáver del padre Octavio a su parroquia de San Francisco en Mejicanos y fui a presidir la concelebración. Había unos cuarenta sacerdotes y la muchedumbre era inmensa. Era incapaz la calle frente a la iglesia de contener el numeroso acceso de gente que llegaba de todas partes. Por eso, se concelebró al aire libre y después de la misa se volvió a continuar la visita de los fieles al padre Octavio, en unas filas que llegaban hasta la estación terminal de los autobuses de Mejicanos. ¡Una verdadera manifestación espléndida de solidaridad, de sufrimiento, de amor, de entrega a la causa de Jesucristo! La muchedumbre estuvo sumamente cariñosa con los sacerdotes y con su obispo, al que saludaba con aplausos, con beso de manos, etc. Yo terminé esta ceremonia con mucha satisfacción en el Espíritu. ¡Qué bien responden los pueblos cuando se les sabe amar! El padre Octavio quedó en capilla ardiente hasta que terminara el desfile de fieles que todavía era muy numeroso.

LUNES, 22 de enero de 1979

A las ocho y veinte de la mañana en un avión de la Pan American me traslado a México para asistir a la reunión de Puebla. En el aeropuerto de Guatemala, donde hicimos escala, saludamos a algunos sacerdotes que nos esperaban y tuvimos una breve entrevista con un periodista, el cual se interesó de manera especial sobre las declaraciones que acaba de hacer el presidente de la República en México, diciendo que no hay persecución en la Iglesia de El Salvador y también quería detalles sobre el atropello a la casa de convivencia de jóvenes donde murió trágicamente el padre Octavio. También en el aeropuerto de México, al darse cuenta que llegaba el arzobispo de San Salvador, nos hicieron rueda de periodistas, agentes de la televisión y de la prensa de México, que también se interesaron sobre el asunto de la Iglesia en El Salvador y sus relaciones con el Gobierno, y donde hubo que aclarar varios aspectos inexactos de las declaraciones del señor Presidente en México. Confidencialmente, uno de los periodistas me dijo que la presencia del presidente Romero y, sobre todo, su despedida hacia El Salvador habían sido muy frías, «de hielo», me dijo el periodista.

Fuimos recibidos cordialmente por las religiosas carmelitas de Santa Teresa, que ya habían sido prevenidas de mi llegada por las hermanas de la misma congregación del hospital de la Divina Providencia en San Salvador. Nos esperaban en el aeropuerto y nos llevaron a su casa de noviciado en la Colonia Santa María de la Rivera. Me acompañan el padre Jesús Delgado y el padre Astor Ruiz; también venía conmigo el padre Rafael Moreno, pero él se fue con sus hermanos jesuitas. Nos hemos estado comunicando porque él lleva el encargo de la información de Puebla y de todos los incidentes de este viaje a la Secretaría de Información del Arzobispado de San Salvador.

Después de descansar un poco en la casa de las hermanas, salí con los otros dos sacerdotes hacia la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, ofreciéndole así las primicias de este viaje. Eran las seis de la tarde. Llegaba una peregrinación de gente del mercado y supliqué al capellán de la basílica me permitiera concelebrar junto con mis otros dos sacerdotes, y fue muy amable el sacerdote de darme participación en la celebración que ya estaba preparada para recibir a los peregrinos.

Por la noche, platicamos con el padre Moreno, el cual vino a mi posada, a contarme de las relaciones que está logrando con obispos y con otros sacerdotes. También tuve llamada telefónica del señor obispo de Cuernavaca, monseñor Sergio Méndez Arceo, el cual me informó que había una reunión de revistas a la cual iba a asistir y en la cual podríamos conversar. Yo le manifesté que con mucho gusto, que era mi deseo también conversar con él. Quedó de confirmarme en primeras horas del día siguiente.

Por la televisión de las diez de la noche, vi un pedazo de entrevista que me hicieron en el aeropuerto. También me di cuenta que ya había llegado, y fue entrevistado, el cardenal Pironio. También el padre Moreno me dice que llegan esa noche los obispos de Chile y otros obispos, que seguirá informando.

MARTES, 23 de enero de 1979

Después de una noche tranquila de gran descanso, gracias a Dios, celebré la Santa Misa en el santuario pequeñito de las hermanas novicias, donde compartimos también unas pequeñas reflexiones sobre la Palabra de Dios, aplicándolas a este momento trascendental de América Latina. Y pidiéndoles que fuéramos una fuerza viva en oración, para que la reunión de Puebla y la venida del Papa al continente significaran un verdadero pentecostés para nuestros pueblos que tanto esperan de la Iglesia. Saludé al padre provincial de los dominicos, acompañado con el padre José Luis que está hospedado con ellos y que ha venido para ayudarme en reportajes para nuestros medios de comunicación social, a fin de llevar a nuestra gente noticias auténticas de la venida del Papa y, sobre todo, de la reunión de Puebla. Con ellos fuimos a conseguir las credenciales que los acreditarán como periodistas; esto se está despachando en la oficina que se ha levantado a propósito del servicio de comunicaciones del Arzobispado y del CELAM. A las once y media fui a buscar a monseñor Méndez Arceo, que me invitó para esta hora en la casa donde están reunidos los directores de revistas. Lamentablemente no estaba, pero ya al terminar mi tiempo de que disponía lo saludé brevemente. Se notó alegría al encontrarme y apoyo mutuo en nuestra posición como pastores en la Iglesia que quiere ser fiel a ese Evangelio de servicio al pobre.

Me contó sus aventuras como pastor, su encuentro con el papa Juan Pablo II y su alegría de poder estar sirviendo así al pueblo de Dios.

Por la noche fui invitado a la Casa Generalicia de las hermanas carmelitas, a cenar, y después de cenar vimos en la televisión algunas escenas de los preparativos para la venida del Papa.

También por la noche, tuve la visita de dos periodistas con quienes platiqué más a fondo sobre mis ideales como servidor de la Iglesia y de los problemas que esto suscita.

MIÉRCOLES, 24 de enero de 1979

Fui a ver la catedral de México y la inmensa plaza del Zócalo, donde tendrá un encuentro el Santo Padre con nuestros pueblos latinoamericanos. La Catedral la preparaban con escalinatas con asientos agregados en el coro y en el cuerpo de la iglesia para la muchedumbre que asistirá a la misa celebrada por el Papa en la Catedral. En esos momentos se cantaba, ensayando, un hermoso coro acompañado de orquestas y de órgano.

Por la noche, entrevista de prensa. Alan Riding había preparado un grupo de periodistas, mejor dicho, de corresponsales de agencias de publicidad. No esperábamos tanta gente, pero me alegré de tener enfrente unos cincuenta periodistas con sus cámaras de televisión, con sus fotografías y, sobre todo, con una serie de preguntas muy interesantes, pero que yo notaba como una simpatía especial para la Iglesia, y hasta en las preguntas había respeto y también sinceridad. Comencé agradeciendo esta oportunidad de ampliar mi voz en favor de los que no tienen voz y de hacer conocer en la amplitud de sus mensajes, al pensamiento de una Iglesia que quiere ser fiel al Evangelio. Les describí brevemente la situación económica, social y política de mi país y cómo en ese ambiente tan difícil es donde la Iglesia trata de realizar una misión profética, que va a despertar la conciencia de los salvadoreños, para que no sean masa, sino que sean hijos de Dios, formando comunidades donde reine el verdadero amor. Y, por eso, la Iglesia denuncia todo aquello que destruye la dignidad del individuo y, sobre todo, destruye la capacidad de construir un pueblo sobre bases de amor, de justicia y de paz.

Después de la conferencia de prensa, tuve la satisfacción de oír comentarios muy elogiosos y como la situación de El Salvador muchos no la conocían, gracias a esta entrevista, se ha dado a conocer lo que la Iglesia está realizando en este ambiente tan difícil.

Por la noche nuevamente fuimos a cenar con las superioras de la congregación de carmelitas y allí vimos, también en televisión, las últimas horas del Papa en Roma de su viaje. La televisión invitaba a continuar viendo ya que, a la una de la mañana, hora de México, estarían transmitiendo la salida del Papa hacia América, directamente a Santo Domingo.

JUEVES, 25 de enero de 1979

En la breve homilía de mi misa celebrada en el noviciado de las carmelitas, recordé los acontecimientos de estos días: la venida del Papa a América, la reunión de obispos en Puebla, que precisamente comienza este día, y la oración por la unidad de los cristianos que se ha estado teniendo estos ocho días y que, precisamente hoy, fiesta de la conversión de San Pablo, se clausura con especiales oraciones que en San Salvador se tendrían en la Catedral. Oramos, pues, mucho por estas intenciones y, sobre todo, les encomendé oraciones por la reunión de Puebla.

Es el día señalado para reunirnos en Puebla. Una religiosa carmelita bondadosamente nos condujo de México a Puebla. A mediodía llegamos, a la hora de almuerzo, a la casa de un salvadoreño muy acogedor, el arquitecto Gonzalo Yánez, que con su esposa, María Teresa, y su hija, nos brindaron una acogida cordial y nos ofrecieron una comida muy sabrosa.

Después, ya eran casi las cinco de la tarde, me llevaron al Seminario Palafoxiano, sede de la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Me inscribí; me dieron el material de estudio y me instalaron en el cuarto 325. Hay ya muchos cardenales, arzobispos, expertos, sacerdotes, laicos; hay diáconos, hay religiosas. Hay toda una buena representación de nuestra Iglesia para deliberar sobre la evangelización en el presente y en el futuro de América. Terminada mi inscripción, salí con el padre Jesús y con el padre Moreno a dar una vuelta por el centro de la ciudad, que es muy simpático. Visitamos la Catedral y luego tomamos un café en el portal.

De regreso al Seminario me encontré con varios obispos conocidos: el cardenal Primatesta, que fue compañero mío de colegio; el canciller de la diócesis de Puebla, padre Miguel Navotrato, que me acogió con un fraternal abrazo muy efusivo; el señor obispo de León, monseñor Salazar; el señor arzobispo de Panamá, monseñor McGrath; algunos obispos de Chile, varios otros obispos, que noté sentían simpatía por mi persona y por mi Arquidiócesis. Restan todavía muchos obispos con quienes tomar contacto, pero ya esta noche, en la cena, tuve oportunidad de seguir saludando, así ligeramente, a otros que todavía no me son conocidos.

VIERNES, 26 enero de 1979

Esta mañana tuvimos la primera celebración. El lugar que servirá para la Asambleas Plenarias es el que va a servir también de capilla: un amplio salón que hace paralelo con el comedor del Seminario Palafoxiano de Puebla. El día entero transcurre en inscripción, en preparaciones, conocimientos del edificio y, naturalmente, ir tomando contacto con los diversos participantes. En el hospital San José de las hermanas josefinas está un sacerdote norteamericano de Maryknoll, que estuvo en Opico. Vino a saludarme con mucho cariño y le prometí ir a ver a un compañero suyo enfermo en el hospital. Lamentablemente, el tiempo y el desconocimiento de la ciudad no me facilitaron esta entrevista. El padre Jesús Delgado, que me acompaña como secretario, lo mismo que el padre Moreno, como asesor para datos de información y prensa, se han hospedado en la casa del arquitecto Gonzalo Yánez, donde su señora, María Teresa, ha sido muy fina en alojarlos y atenderlos.

SÁBADO, 27 de enero de 1979

El punto culminante ha sido la peregrinación que, en buses hicimos desde Puebla hasta la basílica de Guadalupe, en la ciudad de México, para concelebrar con el Santo Padre. La llegada a la basílica, después de un recorrido piadoso, rezando el rosario y cantando a la Virgen, fue una llegada muy difícil. En la amplia Avenida de Guadalupe la recorrimos con dificultad porque estaba llena de gente que esperaba el paso del Santo Padre. La gente nos saludaba con mucho cariño, ya que se dio cuenta que eran los buses de obispos que se reunían en Puebla. La multitud se compactaba más en la plaza y tuvimos muchas dificultades, incluso saltar una barda todos los obispos para poder entrar a la antigua basílica donde nos revestimos para la concelebración. Esta operación inesperada nos atrasó y cuando llegamos a la antigua basílica, el Santo Padre estaba ya frente a la misma antigua basílica porque él también se iba a revestir. Era llevado en el carro preparado expresamente sobre un microbús abierto adornado de rojo; su figura blanca se destacaba, saludando cariñosamente a la muchedumbre que no se cansaba de aplaudirlo. De la antigua basílica, el cortejo de sacerdotes y obispos parecía interminable en medio de la muchedumbre, que ya estaba más organizada para el paso de los concelebrantes hacia la nueva basílica. El aplauso y los cantos, la emoción iba como creciendo al paso de este cortejo que coronaba la figura del Santo Padre vestido de pontifical. En la basílica, un coro muy imponente dio el saludo de bienvenida a la procesión episcopal a la entrada del Santo Padre. Se fueron colocando en los sitiales o sillones de presidencia detrás del altar y llenando también las bancas del pueblo, ya que, sólo la asistencia de obispos del CELAM y de todo México y de otras partes, venidos para esta inauguración solemne de la reunión episcopal, llenaba gran parte de la basílica misma dedicada al pueblo. El Santo Padre pronunció una homilía en honor de la Virgen y recalcando el acto solemne de la inauguración de la Tercera Reunión de Puebla. El discurso está en el libro editado expresamente por el CELAM, con todos los discursos del Papa en su peregrinación por América Latina.

Regresando a Puebla, en el bus en que yo viajaba, los diversos obispos y sacerdotes de otros países dimos testimonio de la devoción a la Virgen, típica de nuestros países. Sentí mucho gusto de poder dar este testimonio en honor de Nuestra Señora de la Paz.

Al regresar a Puebla, salí todavía por la noche a llevar los boletos para que pudieran entrar a la misa del Papa, en el seminario de Puebla, los padres Moreno y Chus Delgado y la familia donde se han hospedado, y me di cuenta que ya había mucha gente venida de los pueblos vecinos para esperar la llegada del Santo Padre y dormían en las aceras, mientras que otros católicos venidos de más lejos o más acomodados, estacionaban sus carros en lugares próximos al Seminario donde iba a celebrase la misa de Su Santidad.

DOMINGO, 28 de enero de 1979

Toda la mañana la llena la expectativa del Papa en el seminario de Puebla, donde obispos, sacerdotes y participantes de la reunión estamos dispuestos ya para su llegada. Antes, habíamos celebrado nuestra oración de la mañana y nuestra concelebración eucarística, ya que la misa en el Seminario la celebrará sólo el Papa. El amplio campo de deporte del Seminario está completamente lleno. Se calculan, dicen los expertos, en unas ciento cincuenta mil personas. De Puebla y de los lugares circunvecinos han venido muchos católicos con el ansia natural de conocer al Papa. Muchos, que no pudieron entrar, tuvieron la oportunidad de conocerlo y saludarlo a lo largo de toda la carretera desde México a Puebla, que estaba reservada únicamente para el paso del Santo Padre y su comitiva. El Papa vino en el microbús abierto para poder saludar a toda la gente que acudieron a la carretera. Naturalmente, esta muchedumbre crecía en los poblados y de manera extraordinaria a la llegada de Puebla, y en todo el recorrido de la ciudad hasta el Seminario. En la Catedral se le esperaba con ansia, se encendieron las luces, pero el Papa venía con una hora de retraso y sintió mucho no poder complacer a la gente, ya que es una de sus características para comprender y tratar de complacer los deseos del pueblo. Una hora más tarde de lo esperado, o sea, a la una, llegaba el Santo Padre al Seminario y después de revestirse de pontifical, salió en medio de una gran aclamación de los obispos, que llenábamos un pasillo que va hasta el estrado preparado para la celebración, y el pueblo que estaba al otro lado frente al altar. Las porras, el entusiasmo típico de esta ciudad de Puebla se desbordó maravilloso hasta las lágrimas. El Papa, sumamente emocionado, saludaba y comenzó la Santa Misa. El señor arzobispo de Puebla, monseñor Huesta, le dio la bienvenida y el Papa comenzó el sacrificio eucarístico. En la homilía, el Papa trató el tema de la familia con enfoques sociales muy interesantes. A la hora de la ofrenda fue muy emocionante ver acercarse al Santo Padre representaciones de indígenas y costumbres autóctonas, llevándole el producto de estas tierras tan fértiles y flores y frutas tan típicas. El Papa lo recibió emocionado y ofreció estas ofrendas al Señor, en el signo del pan y el vino. Fue lástima que no se haya previsto una manera práctica de distribuir la comunión, y así que solamente pudo comulgar un grupo de seminaristas de manos del Santo Padre.

En el comedor del Seminario tuvimos el honor de almorzar con el Santo Padre; él que se notaba bastante fatigado del recorrido de México a Puebla y de la celebración, se retiró muy pronto a su cámara, que había sido preparada, para que descansara un poco y a las cuatro o cinco de la tarde, en el salón de Asamblea Plenaria, tuvimos el honor de escuchar el mensaje del Papa a los obispos reunidos en la Tercera Conferencia. Fue el discurso principal de todo el recorrido del Papa por América, Ya que a esto venía propiamente y a esto se lo había invitado de manera especial. El mensaje del Papa también está en el libro de los discursos de su peregrinación por América y es un discurso sumamente orientador para los trabajos de la reunión en Puebla. Después, el Papa se despidió de los obispos y emprendió su regreso privadamente hacia México. Acompañando al Papa venía el delegado apostólico, monseñor Prigione, que fue nuncio en El Salvador y a quien tuve el gusto de saludar. Las vísperas las presidió monseñor Héctor Santos, presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras y arzobispo de Tegucigalpa. Se anunciaron ya los modos de trabajar, pero se anunció que, de manera especial, al día siguiente, se dedicaría a conocer el sistema de...

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DIARIO del 29 de enero al 16 de febrero de 1979

LUNES, 29 de enero de 1979

En Puebla, en la Tercera Reunión Episcopal de Latinoamérica. A las ocho de la mañana celebramos los laudes y la Eucaristía y, a continuación, tuvimos la primera sesión plenaria de iniciación de trabajos. El cardenal Luis Lordscheider, presidente del CELAM y, en esta reunión, presidente también, junto con el cardenal Baggio y el arzobispo de México, monseñor Corripio. El cardenal Lordscheider hizo la presentación de la reunión, los objetivos, presentación del documento de trabajo. El secretario general, monseñor Alfonso López Trujillo, hizo una presentación de las preparaciones que habían dado por resultado este documento de trabajo. La consulta a todas las conferencias episcopales, el libro de consulta, el libro de trabajo, las reuniones, etc. Así llegábamos, pues, a este momento, en que los obispos reunidos van a evaluar el trabajo pastoral bajo el tema de: «Evangelización en América Latina en el presente y en el futuro».

El secretario adjunto, padre Héctor Urrea, dio lectura a la lista de los participantes en la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. En la presidencia, el cardenal Baggio, el cardenal Lordscheider; el arzobispo de México, el secretario general; vicepresidentes: el cardenal Landázuri, de Lima y monseñor Luis Manresa, obispo de Quezaltenango. Como presidente de los diversos departamentos del CELAM: monseñor Luciano Cabral Duarte, arzobispo de Aracajú, Brasil, presidente del departamento de Acción Social del CELAM; monseñor Francisco de Borja Valenzuela, de Chile, presidente de la Conferencia Episcopal y presidente del departamento de Catequesis; monseñor Darío Castrillón, de Colombia, del departamento de Comunicación Social; monseñor Carlos Quinteros Arce, mexicano presidente del departamento de Educación; monseñor Antonio Quarracino, argentino, presidente del departamento de Laicos; monseñor Romeu Alberti, brasileño, presidente del departamento de Liturgia; monseñor Roger Aubrie, boliviano, presidente del departamento de Misiones; monseñor José Cotardi, uruguayo, presidente del departamento para religiosos y monseñor Román Arriete Villalobos, costarricense, presidente del departamento de Vocaciones y Ministerios. Además de los departamentos, el CELAM tiene también secciones y son los encargados: monseñor Samuel Carter, de las Antillas, responsable de la sección de Ecumenismo; monseñor Ovidio Pérez Morales, venezolano, responsable de la sección de no-creyentes y monseñor Willer Ellis, de las Antillas Holandesas, responsable de la sección de Juventud.

También el Comité Ecuménico, bajo la presidencia del cardenal Luis Aponte Martínez, de Puerto Rico. Hasta aquí 19 cardenales y obispos que representan la presidencia de esta reunión, o la presidencia o responsabilidad de los diversos sectores del CELAM.

Siguen desde el número 20 hasta el número 187 los obispos presidentes de conferencias episcopales o elegidos por las conferencias como representantes de los diversos países de América Latina; algunos designados directamente por el Santo Padre. Sigue la lista desde el número 188 hasta el número 211, sacerdotes también representantes de sus países o nombrados directamente por el Santo Padre. Siguen cuatro diáconos permanentes y en la lista siguen los religiosos, desde el número 216 hasta el número 235. Se trata de religiosos representantes de las diversas regiones del continente o designados por la Santa Sede. Desde el número 236 hasta el número 266, lista de seglares, hombres y mujeres representando también las diversas regiones o aprobados por las Santa Sede. Desde el número 267 hasta el número 271 son los religiosos de la Confederación Latinoamericana de Religiosos, CLAR. Siguen luego, los invitados desde el número 272, primero los componentes de la comisión para América Latina; luego otros dignatarios de la Santa Sede o representantes pontificios superiores generales, indicados por la Santa Sede; representantes de las Conferencias Episcopales de Estados Unidos y Canadá, de Europa, África y Madagascar y Asia; representantes de organismos episcopales nacionales de ayuda a las Iglesias de América Latina, hasta el número 329. Y, finalmente, están los observadores cristianos que no son católicos, pero que asisten con calidad de observadores. Está la Iglesia ortodoxa, la Iglesia anglicana, la Iglesia luterana, la Iglesia metodista y el judaísmo, son 5 observadores. Y, finalmente, los peritos, propuestos por las conferencias episcopales, y así llegamos hasta el número de 350, que son los participantes. Si alguien quiere conocer detalladamente los nombres o las procedencias y otros datos, puede encontrarlo, todo esto, en el archivo correspondiente a esta reunión. Tal como se guarda en el archivo de nuestra Arquidiócesis.

El cardenal Lordscheider al presentarnos el documento de trabajo, nos presentó también una síntesis que favorecerá el trabajo que se nos pide. Es un pliego grande que familiarmente comenzaron a llamar la sábana; donde están resumiendo los diversos temas y aspectos del documento de trabajo, presentado en núcleos, en temas, a fin de que unas comisiones provisionales alfabéticas traten de confrontar con el documento de trabajo y ver si están de acuerdo con los temas propuestos o se quitan o se proponen otros; a fin de abrir ya unos temas en torno de los cuales se organizarán las comisiones definitivas.

En mi grupo están, naturalmente, los apellidos que comienzan con «R», entre ellos, monseñor Romero de Lima, Maximino, secretario de la Congregación para el Clero; el cardenal Rossi, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; monseñor Ladislao Rubín, secretario general del Sínodo de los Obispos; monseñor Andrés Rubio, un obispo de América del Sur que conocí en alguna reunión anterior. Una comisión, llamada de empalme, recoge el fruto del trabajo de este día, para organizar definitivamente el esquema del documento que hemos de redactar luego, en las diversas comisiones que se organizarán, de acuerdo con el número de núcleos y temas que hayan resultado del trabajo de este día. Las vísperas las presidió monseñor Francisco Borja Valenzuela, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.

MARTES, 30 de enero de 1979

En la reunión de Puebla. Este día fue dedicado al ministerio jerárquico, así como el día anterior fue dedicado a la unidad de la Iglesia. Presidió la celebración de laudes y la Eucaristía el cardenal Angelo Rossi, prefecto de la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos. La recitación de los salmos y la celebración de la Eucaristía resultan muy piadosos, muy sublimes con la participación del coro del Seminario y del coro de religiosas, resulta verdaderamente una celebración que llena el espíritu y hace sentir la presencia de Dios en esta reunión.

El cardenal Rossi, en su homilía, habló del ministerio jerárquico y orientó también hacia el deber misionero de la Iglesia. En la Asamblea Plenaria se explicó el método de trabajo, que estará a cargo de dos expertos muy conocidos: el padre jesuita, Manuel Vela, colombiano y el padre José Marins, brasileño. Ellos van a organizar las comisiones de estudio, de acuerdo con los temas que se señalaron en el trabajo de ayer, y los participantes podrán escoger la comisión según el tema que más les guste. Pero por si acaso haya necesidad de algún cambio, por razón de número, se dieron otras dos papeletas para que señalaran, en caso de no poder quedar en la comisión de su preferencia, cuál quisiera en segundo y en tercer lugar.

Por la tarde, organizadas las comisiones de acuerdo con las preferencias de cada uno, se señalaron los lugares y temas donde se van a trabajar. Así se inició ya el trabajo de la redacción del documento final, el cual será sometido largamente a cuatro redacciones. Por ahora, se trata de buscar, en el tema, los diversos aspectos que se deben tocar, teniendo en cuenta el documento de trabajo y las sugerencias o iniciativas que vayan surgiendo en la comisión. En este trabajo, que terminará señalando como el esquema de cada tema, se nos va toda esta tarde; que termina con la celebración de vísperas presidida por el señor Román Arrieta, costarricense, quien nos habló también sobre el ministerio, pero de manera especial sobre el trabajo de las vocaciones.

MIÉRCOLES, 31 de enero de 1979

Este día se consagrará a la vida religiosa. Por eso la Eucaristía la preside el cardenal Eduardo Pironio, prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos e Instituciones Seculares, que anteriormente fue presidente general del CELAM, un prelado sumamente estimado en la reunión de Puebla. Su homilía, con la unción que le caracteriza, animó a una gran espiritualidad del Cuerpo Místico de Cristo, en el cual se destaca la vida religiosa por su seguimiento del Señor. El trabajo de las comisiones de estudio durará todo el día y tendrá como resultado la primera redacción, llamada así porque no es propiamente una redacción, sino un esquema que habrá que desarrollar en la redacción. Se entregará por los diversos coordinadores a la comisión de empalme; la cual hará sus observaciones para que vuelva a las comisiones a perfeccionar una segunda redacción. Las comisiones que están trabajando en esta primera redacción son veintiuna y abarcan los diversos temas: la primera, visión pastoral de la realidad; la segunda comisión, Cristo centro de la historia; la tercera, la Iglesia; la cuarta, la dignidad del hombre; quinta, evangelización destino universal y criterios; sexta, en la cual me incorporé yo, esta evangelización y promoción humana, quiero observar que en esta sexta comisión he tenido el gusto de encontrarme entre los 17 obispos y sacerdotes que la formamos, con monseñor Helder Cámara y con los conocidos amigos Gerardo Flores de Guatemala, Domingo Roa, Constantino Maradei de Venezuela y Manuel Talamás de México.

El tema de nuestra sesión es de mucha importancia ya que en él se estudiará la Teología de la Liberación.

El séptimo tema es evangelización, cultura y religiosidad popular; el octavo tema es sobre evangelización, ideologías y políticas; el noveno, sobre familia; el décimo, comunidades eclesiales de base, parroquia, Iglesia particular, comunión de la Iglesia universal; la undécima comisión estudiará el ministerio jerárquico; la duodécima, vida consagrada; la decimotercera, laicos; decimocuarta, pastoral vocacional; la decimoquinta, oración, sacramentos, liturgia, piedad popular; la decimosexta, catequesis, testimonio, educación, medios de comunicación; la decimoséptima, diálogo para la comunión y participación; la decimoctava, opción preferencial por los pobres; la decimonovena, por los jóvenes; la vigésima, acción en los constructores de la sociedad pluralista; y la comisión vigésimo primera, que es la última, estudia el tema de acción con la sociedad nacional e internacional. En estas veintiuna comisiones estamos divididos todos los participantes en la reunión de Puebla, estudiando, como se ve, en repartición de trabajo, los diversos temas que formarán el conjunto del documento final.

Las vísperas de la tarde las presidió monseñor Claudius Angénor, obispo de Haití; es un obispo de color. De acuerdo con el día consagrado a las religiosas y religiosos, habló del Cuerpo Místico y de los diversos carismas en ese cuerpo.

JUEVES, 1 de febrero de 1979

     El día ha sido consagrado a los laicos y ministerios laicales. La oración de la mañana y la Eucaristía, fue presidida por el cardenal Juan Landázuri, presidente de la Conferencia Episcopal del Perú. En la capilla había numerosas representaciones del laicado de Puebla y monseñor Landázuri, en su homilía, habló de las inmensas posibilidades que la Iglesia tiene en el laicado de América Latina. El trabajo continuó por los grupos o comisiones organizadas ayer, para continuar estudiando el documento repartido en veintiuna comisiones, que son los temas en que está proyectado dicho documento.

Por la tarde, se nos dejó libres y así pudimos dedicar a nuestras cosas personales. Yo fui a buscar a los padres que están con el arquitecto Yánez y fue una tarde de descanso. Fui también por la Catedral, donde sorpresivamente me encontré con el padre Ramón Vega, quien me manifestó su deseo de volver a trabajar a Nicaragua, su diócesis de León. El señor obispo de León, monseñor Salazar, que está en la conferencia ha sufrido una recaída en su diabetes y ha sido hospitalizado, parece que se complica y hasta hay peligro de que le amputen el pie.

VIERNES, 2 de febrero de 1979

Se le llamó el día de la reconciliación y de la paz. Un día en que se celebró la festividad de la Virgen de Candelaria, según la costumbre de nuestros pueblos. Desde el pórtico del Seminario hasta la capilla se hizo la procesión con los cirios y presidió la Eucaristía el cardenal Avelar Brandau Vilela, que es presidente del Consejo General de la Comisión para América Latina. Fue un día muy intenso de trabajo. Las diversas comisiones avanzaron en sus redacciones que se van a presentar mañana, definitivamente, en su segunda redacción.

SÁBADO, 3 de febrero de 1979

Es el día consagrado a la familia. Era impresionante ver en la capilla muchas familias; esposos con sus niños que acudían a orar por los obispos y a recibir un mensaje del Episcopado Latinoamericano y a orar por todas las familias del continente. Presidió la Eucaristía el cardenal Luis Aponte Martínez, de Puerto Rico, y habló muy bonito sobre la misión de la familia y la esperanza que la Iglesia tiene en ella para la evangelización del continente. El día ha sido muy intenso de trabajo para redactar y presentar esta misma noche, la segunda redacción, ya terminada. Las vísperas las celebró por la tarde, monseñor Angelico Meloto, de Guatemala. Olvidaba decir que todos estos días de la semana he tenido varias citas con periodistas que han querido interrogarme sobre la situación de la Iglesia y El Salvador. Algunos han sido por televisión en el Canal 13, donde se pasa todas las noches el programa «Siete Días» y otros han sido periódicos, no sólo de América sino de Europa y Estados Unidos. Ha sido muy satisfactorio poder dar testimonio de la vida de mi Iglesia a nivel de todo el mundo. Lamentablemente, este día salió también publicada una declaración de monseñor Aparicio, en la cual echa la culpa de la violencia en El Salvador a los jesuitas y denuncia que hayan venido a Puebla a defender la posición del Arzobispo que, según la declaración, es indefendible, ya que, en sus actuaciones ha llegado hasta las ofensas personales del Gobierno; lo cual es falso y los jesuitas, cuyo superior general, el padre Arrupe, está entre nosotros, han manifestado sus resentimientos por unas publicaciones tan peligrosas, máxime cuando en El Salvador hay tanta represión y tanta predisposición para la obra de la Iglesia. Con el padre Arrupe platicamos de esta situación y él lo va a consultar con sus jesuitas y tomaremos algún acuerdo; no tanto para defendernos en lo personal sino por el bien de la Iglesia y para evitar peligros que con esta declaración puedan desatarse contra la Compañía de Jesús.

DOMINGO, 4 de febrero de 1979

Es el día consagrado al Ministerio de la palabra y han tenido en Puebla la feliz ocurrencia de llevar a los obispos a las diversas parroquias de las diócesis. Era muy bonito ver las camionetas que venían de cada parroquia con grupos de fieles, muchos de ellos jóvenes para acompañar a los pastores a visitar y a compartir la mañana, la Eucaristía, el almuerzo, con las parroquias a las cuales iba cada obispo.

LUNES, 5 de febrero de 1979

El día se titula: «Día de las Bienaventuranzas». Presidió las preces de la mañana y la Eucaristía el señor arzobispo de México, monseñor Ernesto Corripio y Ahumada. Luego se nos explicó el trabajo que había que hacer hoy y es el que llaman de rejas, o sea, que las diversas comisiones se van a distribuir por delegaciones a otras comisiones, y así, enriquecer los documentos redactados la semana pasada. Tenemos en nuestras manos un folder muy grueso de las veintiuna comisiones que han redactado sus veintiún temas y de los cuales tenemos que dar cuenta en las diversas comisiones de reja. Al mediodía visité el grupo de teólogos que en la calle Washington 14 están a la disposición de los obispos, dándonos una valiosa colaboración, asesoramiento de teología.

La otra noche fui a cenar con ellos y estuvo también monseñor Helder Cámara y otros obispos, que manifestaron su complacencia por esta obra tan abnegada de estos sacerdotes y religiosos.

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DIARIO del 17 de febrero al 14 de marzo de 1979

LUNES, 5 de marzo de 1979

Desde hoy hasta el viernes 9 de marzo, he ido a hacer los ejercicios espirituales a la casa «María Eugenia» de las hermanas de La Asunción, juntamente con otros veinte sacerdotes. Los predicó el padre Fermín Aranguren, redentorista, a quien ayudó dos días el padre Fabián Amaya. Ambos nos dieron orientaciones muy certeras, muy oportunas, muy profundamente espirituales, muy actuales. El grupo se compactó en una unidad encantadora y hubo mucha profundidad de reflexión. ¡Unos ejercicios espirituales verdaderamente sacerdotales, de gran provecho para nuestro ministerio! ¡Gracias a Dios!

Durante los ejercicios salimos a la reunión del clero que fue el martes en Domus Mariae, donde se presentó el documento de Puebla y se dieron algunos avisos prácticos para la vida de la Diócesis, principalmente en Cuaresma y Semana Santa. Esa misma noche del martes, presidí la inauguración del curso de Formación en la Fe que ha organizado, por segundo año ya, en la vicaría de La Asunción, Flor Blanca, en la casa parroquial de la parroquia del Corazón de María. Este año funcionarán dos cursos ya que harán su segundo curso, los que el año pasado iniciaron esta idea tan oportuna de los sacerdotes de esa vicaría, unidos para una pastoral más de acuerdo con nuestro tiempo. Al final, el agregado cultural de la Embajada de Estados Unidos, me ofreció su colaboración para la grabación más perfecta de las homilías de Catedral, lo cual acepté y agradecí.

VIERNES, 9 de marzo de 1979

Después de los ejercicios espirituales, por la tarde, tuve que ocuparme en colaborar a la solución de la huelga de La Constancia y La Tropical, que ya lleva varios días sin poder solucionar el problema laboral.

SÁBADO, 10 de marzo de 1979

Invitado por la Conferencia Episcopal asistí a la entrega del documento de Puebla a la Virgen de la Paz, según la iniciativa dada en Puebla de llevar este documento a las patronas de todos los países de América. Había invitado al clero, religiosas y fieles, y en gran número estuvimos reunidos en la iglesia del Rosario y de allí nos dirigimos a la Catedral, para tomar parte en la solemne celebración. El número de sacerdotes de la Diócesis era el más grande, eran ochenta. La ceremonia había sido organizada por los directivos de la Conferencia Episcopal. Se notó claramente la exclusión de mi persona en la participación de la ceremonia. El pueblo me tributó una aclamación inesperada a la salida, lo cual les he agradecido profundamente.

Monseñor Aparicio, al llegar la procesión de entrada, explicó el objetivo de la fiesta. Monseñor Revelo fue el encargado en exponer el resumen del documento, después del Evangelio. Y el señor Nuncio, que presidió la ceremonia, dijo al final unas palabras relacionando la devoción a la Virgen y la evangelización en América Latina.

En el convento de El Calvario, monseñor Pablo Castillo y el padre Villacorta habían preparado, por invitación mía, una refacción que resultó un verdadero almuerzo para todos los sacerdotes de la Arquidiócesis.

Al regresar, me tenían la noticia de que habían llamado varias veces del conflicto de La Tropical y La Constancia. Y junto con el padre Rafael Moreno hemos tratado de ayudar, hasta donde nos ha sido posible, toda esta tarde invitando a dialogar a la parte patronal y a la parte de obreros. Así hemos trabajado hasta muy entrada la noche. El padre Moreno todavía hasta en las horas de la madrugada. Pero no se llegó más que a una sugerencia, de que no se cerrara la posibilidad de dialogar, sino que, por lo menos, se juntaran la parte patronal y la parte obrera para dilucidar cómo podía hacerse el diálogo. Lo cual ya es una esperanza dado el ambiente tan difícil, ya que hasta la misma fábrica, donde están los huelguistas, ha sido rodeada por un fuerte cordón militar con toda clase de armas y nos preocupa la resolución trágica que pueden tener estas cosas.

DOMINGO, 11 de marzo de 1979

Desde muy temprano, el padre Moreno y yo hemos tratado de continuar nuestra colaboración. La Comisión de Derechos Humanos, por su parte, está influenciando para lograr este arreglo. En la homilía del domingo, después del punto doctrinal de la Cuaresma, como renovación del pueblo de Dios, me he referido a los varios casos de nuestra situación, dándole prioridad a la huelga de La Constancia y La Tropical.

El padre Moreno quedó pendiente de cualquier llamada, ya que yo tenía que ir a San Pedro Perulapán, lo cual tampoco me fue posible dada la situación de tráfico, por motivo de la huelga. Y así tuve que autorizar al vicario del departamento de Cuscatlán, padre Montesinos, y al párroco de San Pedro Perulapán, padre Solórzano, para que ellos administraran la confirmación a los jóvenes y niños que habían sido preparados.

En la capital, nuestra mediación, junto con otras actividades, han logrado que se restablezca el diálogo, el cual se está realizando desde esta tarde y creo que toda la noche del domingo.

LUNES, 12 de marzo de 1979

Celebré la misa en el colegio Cristóbal Colón, que inicia hoy una semana josefina. Fue un espectáculo muy bello de juventud. Hablé de San José como el hombre justo, o sea, el hombre que ha comprendido su vocación en la vida y ha tratado de colocarse en el puesto que Dios le designó para el conjunto de la historia, y que esta es la vocación de todo joven: descubrir el proyecto de Dios y el puesto de cada hombre en ese proyecto.

Al mediodía fui a almorzar con los seminaristas menores de Chalatenango, donde compartimos una Eucaristía y un diálogo muy constructivo para su vocación. Las hermanas de La Asunción y las hermanas betlemitas estuvieron presentes, ya que ellas trabajan en aquel departamento.

Por la tarde, asistí a la convivencia en San Antonio Abad con los jefes de comunidades de aquellos diversos sectores. Dialogamos ampliamente a la luz de la Palabra de Dios, y creo que ha habido nuevo ánimo para continuar, a pesar de las situaciones tan difíciles que quedaron después del asesinato del padre Octavio y de los acontecimientos de Despertar.

Por la noche, continuaban los diálogos acerca de la huelga de La Constancia y La Tropical. Llevé personalmente a un obrero que pertenece a la Comisión Negociadora. Lo llevé a la Cruz Roja donde están las dos partes dialogando, ya que este joven pertenecía a la comisión, pero no tenía confianza de irse solo.

MARTES, 13 de marzo de 1979

Este día ha sido muy intenso. En la mañana continuaron las expectativas de la negociación para entenderse la parte patronal y obrera de La Constancia y La Tropical. La negociación se prolongó todo el día, hasta como a la seis de la tarde. Mientras tanto, al mediodía, hice mi grabación para el programa del miércoles y fui a almorzar, invitado por un grupo de señoras de la Colonia San Benito, donde hubo oportunidad de confrontar criterios y me dio satisfacción de la inquietud espiritual que ha despertado la predicación de la Iglesia actual. Creo que es una oportunidad magnífica para evangelizar a este sector tan difícil de la Diócesis. Y a través de un grupo de señoras evangelizadas y de buena voluntad, como las que hoy estaban en el almuerzo, siento que puede llevarse la Palabra de Dios a muchos otros hogares.

Por la tarde hubo una reunión con los obreros de la imprenta, los cuales expusieron sus inquietudes de agruparse y de promoverse cristianamente; al mismo tiempo que me denunciaron algunas anomalías del taller. También llegaron dos jóvenes que estaban con audiencia para tratar inquietudes de sus ideologías de violencia, de las cuales no quieren ceder, a pesar del esfuerzo que he hecho por presentarles la fuerza del amor cristiano. Creen que sólo la violencia puede resolver las actuales injusticias de nuestro país.

Por invitación del señor Nuncio fui a la Nunciatura, donde me ofreció su colaboración para el asunto de la huelga. Me valí de esta buena voluntad para agradecerle y decirle que había una amenaza de que, a medianoche, si no desocupan el local de La Constancia y de La Tropical iban a proceder militarmente, lo cual podría traer mucha desgracia. Y ya que estaban terminando las negociaciones, que él podría suplicar al señor presidente de la República para que los cuerpos de seguridad evitaran cualquier acto de violencia y tuvieran un poco de paciencia para que las negociaciones terminaran en paz.

Esta noche cené en la casa del ingeniero Girón y de su señora María Elena, donde no hubo tema especial, ya que tuvieron la buena voluntad de hacerme un ambiente completamente de descanso.

Pero, al regresar a la casa a las ocho y treinta de la noche, todavía hubo que dialogar con representantes laicos de una vicaría que está promoviendo mucho las comunidades de base y compartimos largo rato sobre esta evangelización a base de pequeñas comunidades, rogándoles su colaboración, aun frente a los párrocos para provocarles su buena voluntad y su colaboración.

Tuve noticia de que había arreglado todo en la situación conflictiva de la huelga de La Constancia y di gracias a Dios, a través de la radio, nuestra radio YSAX, y también mediante una entrevista que pidió Radio Sonora. En ambas radios hice mi comentario agradeciendo la buena voluntad de ambas partes, felicitándolos por su capacidad de diálogo y señalando, al mismo tiempo, que era necesario poner un esfuerzo para quitar las raíces de esta situación que podrá provocar nuevos conflictos mientras no se arreglen de raíz las situaciones.

MIÉRCOLES, 14 de marzo de 1979

Me informaron que la evacuación de los huelguistas y otros que habían acompañado a los obreros en La Constancia y La Tropical se hizo con bastante dilación. Pues apenas en la madrugada pudieron ser recibidos en el salón de San José de la Montaña, adonde pidieron ir los obreros por tener más confianza en la Iglesia. Lamento que a los sacerdotes pedidos por los obreros para su protección no se les dio la debida atención de parte de los cuerpos de seguridad. Ya que el padre Cortés y el párroco coadjutor de El Calvario, que iban a cumplir este cometido, no se les dejó entrar al local ni bajar del bus de la Cruz Roja, ni siquiera abrir las ventanillas de vidrio para respirar aire puro. Y tuvieron que esperar allí las largas horas de la noche, hasta casi el amanecer, en que se llevaron al salón de San José de la Montaña.

Por la tarde visité y celebré la misa en el noviciado de las oblatas del Sagrado Corazón en la Colonia Costa Rica.

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DIARIO del 15 de marzo al 10 de abril de 1979

JUEVES, 15 de marzo de 1979

Desayuné con los párrocos de la capital, con quienes tengo que arreglar alguna coordinación para la próxima Semana Santa, a fin de unificar algunos actos y ponernos de acuerdo en una celebración conjunta. Acordamos, sobre todo, unificar el Domingo de Ramos entre El Calvario y la Catedral; darle a la procesión del Silencio de Concepción más atención pastoral; ya que es una inmensa masa que nadie controla. Para esto tendré una alocución al principio y se seguirá transmitiendo desde la YSAX una animación, invitando a otros párrocos a que celebren actos a esta hora, ya sea procesión del silencio también en las otras parroquias, o algún otro acto que congregue a la gente, a fin de descongestionar esa muchedumbre y aprovecharla para la reflexión de la Semana Santa. Igualmente, la procesión del Santo Entierro, la animaremos desde la radio para todas las parroquias que quieran aprovecharse de esa animación radiofónica.

Insistí en que le diéramos toda la importancia a la Vigilia Pascual y que se llevaran, sobre todo, comunidades y jóvenes porque la vamos a hacer temprano, a las siete de la noche en la Catedral.

Como este día me sentía un poco indispuesto de salud, suspendí un almuerzo con don Pepe Simán y el viaje a Monte San Juan donde debía ir a dar posesión al nuevo párroco, padre Benjamín Rodríguez. Siento que estas supresiones no me dejan satisfecho, quisiera cumplir lo que he prometido, pero la salud a veces no responde y a esto se junta, tal vez, un poco de negligencia de mi parte.

Por la noche, sin embargo, tuve una reunión muy animada y muy simpática con los jóvenes del Seminario Menor de la Arquidiócesis, en San José de la Montaña, que se prolongó por unas dos horas, en la que los muchachos expresaron inquietudes muy interesantes, propias de su edad y de su vocación.

VIERNES, 16 de marzo de 1979

Por el mismo motivo, suspendí la visita que debía hacer al pueblo del Paraíso de Chalatenango, donde las hermanas betlemitas me esperaban con tanto cariño. Le han preparado al pueblo un agasajo para mi persona, pero oportunamente les mandé decir que no podría ir y que en mi lugar iba el Vicario General. Era una reunión de agentes de pastoral de toda la vicaría y sé que se desarrolló bien, a pesar de no haber ido personalmente.

Por la tarde, junto con los otros sacerdotes que me acompañaron a Puebla, informamos a los seminaristas mayores de la Arquidiócesis sobre este acontecimiento y dimos lugar al diálogo que resultó muy interesante.

Más tarde fuimos a una segunda reunión con otros empresarios jóvenes. Manifestaron su esperanza en la Iglesia y expresaron también sus inquietudes en el difícil momento por el que atraviesa el país.

Por la noche visité la Colonia Atlacatl en cuya parroquia se está cultivando un grupo catecumenal. Les hablé de la necesidad de esta promoción bíblica, pero que, al mismo tiempo, trataran de adaptarse a la pastoral de la Iglesia local. Para mostrar así, la autenticidad de sus intenciones católicas.

SÁBADO, 17 de marzo de 1979

Por la mañana me visitó la televisión inglesa con la que sostuve un pequeño diálogo y, que al mismo tiempo fui fotografiado para aquella televisión, sobre la situación del país y sobre nuestra Iglesia.

Esta mañana también preparamos con el padre Jesús Delgado y el padre Octavio Cruz, la mesa redonda que vamos a presidir en la Universidad Nacional sobre el tema de «El papel de la Iglesia en la América Latina».

Por la noche, celebré en la misa del Hospital, un bautismo de un nieto del doctor Semsch.

DOMINGO, 18 de marzo de 1979

Éste ha sido un domingo bastante cargado. Después de la misa habitual de la Catedral, que como siempre resulta un acontecimiento muy consolador para la vida pastoral de la Diócesis, fui a San José Villanueva, anticipando la fiesta del patrón San José, celebré allá una fiesta muy bonita preparada por las hermanas pasionistas, que tienen a su cuidado aquella población y el párroco, padre Benito Alfaro.

A media tarde fuimos a la comunidad del Cantón San José Cortés, de Ciudad Delgado. También una comunidad muy numerosa y entusiasta donde celebré la misa, y después dialogué con los agentes de pastoral. Hay muchos catequistas, hay un buen número que da esperanzas pastorales muy grandes en aquel sector.

Y por la noche, en la parroquia San Francisco de Mejicanos estuve para dar posesión al nuevo párroco, padre Rafael Palacios, que va a llenar el vacío que dejó el padre Octavio Ortiz, que, como ya saben, fue asesinado en El Despertar, de San Antonio Abad.

Del LUNES 19 de marzo al VIERNES 23 de marzo de 1979

He ido a la República Dominicana, porque en Santo Domingo se celebraba un seminario sobre el culto al Sacratísimo Corazón de Jesús, propiciado por un instituto internacional que organiza estos eventos en diversas partes del mundo. De El Salvador fue también el padre Santiago Garrido, que es el director del Apostolado de la Oración. Fue un seminario muy útil en conocimientos teológicos, bíblicos y pastorales; sobre todo, en diálogo con los otros participantes de diversos países de Centroamérica y del continente. Estudiamos cómo hacer atractivo al público de hoy, este culto que, sin duda, sigue siendo de actualidad, pero que, tal vez por no haberlo modernizado suficientemente es considerado por algunos como anticuado. Sin embargo, hemos comprendido, a la luz de estas reflexiones, lo necesario que es volverlo a poner en su debido honor. Para esto, por parte de los asistentes centroamericanos, organizamos un pequeño comité que, unido con el Centro Internacional, buscará los medios para realizar estos ideales de renovación del culto al Sagrado Corazón en nuestros países. Tuve el honor de que me nombraran presidente de ese pequeño grupo centroamericano. Con gusto he aceptado porque siempre ha sido mi devoción predilecta y porque sé que este culto al Sagrado Corazón traerá muchos frutos para la pastoral de nuestras diócesis.

El seminario se desarrolló en la casa Loyola, de los padres jesuitas, un pintoresco local junto al mar. Y además tuve oportunidad de dar a conocer la situación de la Arquidiócesis por la cual se mostraban allá muy interesados los seminaristas, los religiosos y algún que otro medio de comunicación social, como la televisión para su información diaria un día y el padre Arango, jesuita, que sostiene un programa dominical, lo dedicó, su programa, a un diálogo con este servidor.

SÁBADO, 24 de marzo de 1979

Hoy tuvimos con el padre Moreno, el padre Fabián Amaya, el padre Walter Guerra, y la señorita Doris Osegueda una reunión que tendremos en adelante todos los sábados, para ir orientado la ideología de los medios de comunicación social. Resulta muy interesante también para mi gobierno esta reunión en la cual analizamos los diversos aspectos de la semana las impresiones que va causando nuestra radio y Orientación.

Por la tarde, en Suchitoto, celebramos con bastantes sacerdotes asistentes la ordenación sacerdotal del diácono Ezequiel de Jesús Gámez. La misa fue al aire libre en el atrio de la iglesia y resultó muy imponente y simpático. Entre las comunidades asistentes, que fueron muy numerosas, se destacaba la comunidad de Chalatenango, ya que el padre Gámez, a pesar de ser de Suchitoto, se ha incorporado a aquella comunidad y con ella ha celebrado una especie de alianza, para seguir cultivando su vocación sacerdotal.

DOMINGO, 25 de marzo de 1979

Después de la misa de la Catedral fui a participar en el 25 aniversario del seminario menor de Santa Ana, llamado seminario Juan XXIII. Invitado por el señor obispo Barrera y con la asistencia también del señor Nuncio y muchos sacerdotes de la Diócesis. La misa tuvo lugar a las doce del día. Entre la muchedumbre que asistía se escucharon algunos «Monseñor Romero», lo cual no dejó de inquietarme y por lo cual también apenas terminó la misa, procuré evadirme para evitar cualquier problema. Además, en la ciudad sede tenía mis temores que atender, ya que se estaban resolviendo aquí problemas graves, laborales, en los cuales suelen acudir con frecuencia al Arzobispado. El problema principal se daba en la fábrica Delicia donde entre los rehenes estaba un profesional cuya mamá había muerto y no lo dejaban salir. Intercedí por él, pero lamentablemente no se pudo hacer lo que se deseaba.

LUNES, 26 de marzo de 1979

Nuevamente nos reunimos en desayuno con los sacerdotes con quienes planificamos la próxima Semana Santa. El padre Gutiérrez ha tomado muy en serio la organización de la Semana Santa y, gracias a Dios, ha presentado ya algunas realizaciones y concretamos ya dicha celebración.

Al mediodía, almorzamos con todo el personal de la Curia arquidiocesana, sacerdotes y seglares, para entrar en una mayor relación humana. El diálogo que sostuvimos antes y durante el almuerzo fue de verdadero calor humano y me alegro para poder entablar relaciones más humanas y cristianas en un trabajo tan importante para toda la Arquidiócesis.

Por la tarde diálogo con dos elementos de la guerrilla, con los cuales traté de mantener la idea cristiana de la no violencia, pero esta gente está muy convencida de que no es la fuerza del amor la que arreglará la situación, sino la fuerza violenta, ya que no se quiere atender a razones y mucho menos al amor cristiano. He sentido profundamente la diferencia de pensar entre numeroso sector de nuestra patria, representado en estos interlocutores, y el sentir cristiano.

Pido al Señor que ilumine los caminos de su Iglesia para que sean comprendidos, aun por aquellos que buscan el bien de la patria, pero por caminos muy distintos de los que Cristo señaló.

MARTES, 27 de marzo de 1979

Sorpresivamente, me visita antes del desayuno, el doctor Nelson Segovia, que ha sido nombrado juez ejecutor de los rehenes que se encuentran en la huelga de la fábrica Delicia. Me cuenta su problema que es verdaderamente grave y trato de ayudarle, según mis luces, dándole también la colaboración de monseñor Urioste, con quien se fue a platicar luego. Más tarde hablé con él y creo que las cosas van por buen camino.

Toda la mañana la llenó la reunión con el Senado Presbiteral en la casa de las hermanas somascas, donde nos dieron también el almuerzo. Resultó sumamente interesante el tratar de hacer una evaluación de la Arquidiócesis. Se vio tan interesante que se dijo que, de vez en cuando, debía hacerse, y si fuere posible, no sólo en una mañana, sino dedicarle un tiempo suficiente y profundo, para tomar el pulso a la marcha de la Diócesis y orientar cada vez mejor nuestra pastoral. Se habló del cambio de senadores, ya que según los primitivos estatutos, su período es por dos años, los cuales ya terminan. Pero se dejó al padre José Luis Bourguet el estudio de los estatutos para decidir este punto en una próxima reunión.

A las cinco de la tarde fue la mesa redonda en la Universidad Nacional, en la Facultad de Humanidades y Letras. El tema señalado era «El papel de la Iglesia en América Latina». Participaron el padre Jesús Delgado, bajo el aspecto teológico, presentando la teología de la liberación; el padre Octavio Cruz, párroco de Aguilares, licenciado en Ciencias Sociales, que presentó el marco socio-económico-político del país y de América Latina. Y finalmente yo, hablé propiamente del papel de la Iglesia en América Latina, teniendo en cuenta los documentos recientes de Puebla. La acogida que nuestra Universidad dio a esta representación de la Iglesia fue muy conmovedora. El auditórium de Derecho, que es el más grande de la Universidad, y donde tuvo lugar la mesa redonda, fue incapaz de contener la muchedumbre, la cual también se desbordó por los pasillos y por las terrazas que asoman al salón. Hubo mucho respeto, mucho silencio en las exposiciones, y después a la hora de las preguntas, las preguntas también demostraron el profundo interés que el mensaje de la Iglesia representa para este ambiente universitario de profesores y jóvenes bachilleres, algunos ya profesionales. Yo expresé mi agradecimiento y ofrecí la colaboración de la Iglesia en este esfuerzo de la cultura nacional. El decano de la Facultad de Humanidades, junto con el Rector, nos ofrecieron al final una pequeña recepción donde compartimos comentarios sobre el acontecimiento. Desde luego, positivo, por parte de todos ellos. Los comentarios que luego hemos oído también son muy positivos.

Por la noche asistí a una cena con los cursillistas de cristiandad que con frecuencia me dan esta oportunidad de compartir con ellos en una forma familiar.

MIÉRCOLES, 28 de marzo de 1979

Entre las audiencias de esta mañana, la principal ha sido la de unos militares progresistas, ya retirados, con quienes conversamos ampliamente. Me acompañó monseñor Urioste, para representar mejor la presencia de la Iglesia. Ellos expusieron bastante historia del Gobierno de El Salvador y proponían algunas soluciones para salir de esta situación. Por parte de la Iglesia nosotros admiramos su buena voluntad. Agradecimos el enriquecimiento que nos habían dado con sus informes y nos ofrecimos a colaborar. La Iglesia siempre está dispuesta a colaborar cuando se ve de parte del Gobierno un sincero de servir al pueblo, al que la Iglesia también sirve. El diálogo se tornó muy interesante y creo que todos salimos con un poco de esperanza más en el corazón. Prometimos volvernos a reunir y platicar sobre este tema. Ellos llevaron un mensaje a aquellas personas con quienes conversan, entre ellos el presidente de la República, el pensamiento de la Iglesia en esta situación.

Suspendí un almuerzo privado que tenía con los padres redentoristas y una reunión con los obreros de la tipografía, como también mi presencia en el grupo catecumenal de María Auxiliadora. Lamento porque estas retractaciones, a veces involuntarias, no me dejan contento, pero a veces la salud no responde a la buena voluntad.

JUEVES, 29 de marzo de 1979

Esta mañana, tuvimos una reunión con el Consejo de Pastoral de la Arquidiócesis. Está todavía muy incipiente, pero la reunión fue muy positiva. Cabalmente, la pregunta que lancé antes de cualquier otro punto de agenda es que expresaran si veían la importancia de esta comisión pastoral y que dieran sugerencias para un funcionamiento verdaderamente eficiente. En esta respuesta se fue casi toda la reunión, pero dejó como saldo muy útil la creación efectiva de un pequeño Consejo en el cual sólo estuviera un representante de los sacerdotes, otro de las religiosas y otro de los laicos para estudiar todas las sugerencias que habían hecho y darle una funcionalidad más efectiva a este organismo que el Concilio recomienda y que, sin duda, hará mucho bien en la pastoral de la Diócesis.

Por la tarde, la hermana Nelly Rodríguez, del colegio Sagrado Corazón, junto con otras madres de familia, me visitaron para expresar sus inquietudes acerca de las corrientes peligrosas en que se encuentra la juventud, sus propios hijos, sobre todo, ciertas ideologías orientales, gnósticas, que van unidas a veces a otro tipo de alienaciones. Hablamos ampliamente de la juventud y propusimos algunos medios que los colegios católicos pueden emprender. Sobre todo, como una de ellas dijo, fue una reunión de terapia, porque también se tocaron puntos espirituales que a ellas personalmente les interesaban mucho.

Por la noche fue invitado a una cena con la CONFRES para felicitar a la madre Vanegas que ha sido elegida vicepresidenta de la CLAR, y también como una expresión de solidaridad al Arzobispado. Por mi parte, les agradecí y expresé mi satisfacción de la vida que lleva la CONFRES, estimulándolos a promover cada vez más el espíritu de la vida religiosa en la línea actual de la Iglesia.

VIERNES, 30 de marzo de 1979

Vino a desayunar conmigo el doctor Roberto Silva, a quien he suplicado que siempre que quiera decirme algo me lo diga con toda confianza. Y su palabra de hoy era para que aclarara, ante la gente que me escucha, que él mismo dijo, «es mucha, y no sólo es su gente, sino también aquellos que lo atacan y lo escuchan mucho», que aclara que no había que confundir con izquierda el terrorismo, juntamente con las reivindicaciones justas, que esto era necesario porque la acusación que se hace siempre es de que se acusa al terrorismo de que se defienden del comunismo. Y que era necesario señalar que hay muchas justas reivindicaciones en lo que llaman la izquierda. Así como también hay mucho condenable en esa izquierda cuando se convierte en terrorismo, en violencia fanática. Yo completé el concepto diciendo que, igualmente, me gustaría distinguir en la derecha también algo bueno que hay de lo malo, que también hay. Le agradecí su colaboración y le pedí que siempre que hubiera alguna sugerencia la conversáramos.

Fui a almorzar con los padres de Opus Dei en una nueva residencia que tienen y les dejé el retrato autografiado, «al Opus Dei de la Arquidiócesis, con mi bendición de pastor y amigo».

Por la noche tuve otra entrevista con un periodista finlandés, quien además del reportaje de El Salvador, dijo que tomaba datos para un libro que él está preparando.

SÁBADO, 31 de marzo de 1979

Celebramos por segunda vez el desayuno de reflexión sobre la información. Asistieron monseñor Urioste, el padre Rafael Moreno, Fabián Amaya, Walter Guerra y la señorita Doris Osegueda. Analizamos una carta que llega de varias comunidades que se quejan de que los comentarios de la YSAX y la presentación de Orientación no sigue la línea pastoral del Arzobispado, sino que presenta opciones políticas parciales y que no se da lugar a la vida de las comunidades eclesiales de base. El análisis que hicimos fue bastante bueno y se concluyó de tener una reunión con estas comunidades para aclarar algunas situaciones que ellos ignoran y tener en cuenta también sus ideales.

Por la tarde fui a San Antonio Abad con el equipo coordinador de aquella comunidad. Tratamos algunos aspectos de la problemática de esa parroquia donde está enclavado El Despertar, que fue escenario del asesinato del padre Octavio y de los cuatro jóvenes. Acordamos celebrar una Eucaristía el lunes santo por la noche, para instalar allí en esa casa al padre Rogelio, quien se encargará provisionalmente de la parroquia mientras se ordena sacerdote el padre Coto, a quien esta comunidad espera con cariño.

Esta noche también tuve la visita de un periodista finlandés, el cual me prometió también, además del reportaje que tomó, acompañarme a la misa de la Catedral al día siguiente y al oratorio salesiano, donde compartirá mi experiencia con aquellos niños y catequistas.

DOMINGO, 1 de abril de 1979

La misa de la Catedral tuvo una nota muy especial, muy animadora, muy ejemplar. Fue la presencia de la comunidad de padres somascos, que quisieron concelebrar conmigo y, al mismo tiempo, llevar sus instituciones, su seminario y otras obras somascas. Eran seis sacerdotes, a los cuales saludé desde el principio de la misa, presentándolos a la comunidad como un gesto de comunión muy digno de imitarse. Y a la hora del Evangelio, uno de los sacerdotes, antes de mi homilía, expresó la intención con que habían venido, sus carismas de fundación, precisamente, para los huérfanos y desamparados. Y cómo esa línea con los pobres es, cabalmente, la línea auténtica del Evangelio de los santos de todos los tiempos y que quiere ser la línea de ellos, así como la solidaridad con el pastor de la Diócesis.

Después de la misa fui a celebrar otra Eucaristía al oratorio del Instituto Ricaldone, a donde había sido invitado y donde compartí las alegrías salesianas de aquellos catequistas y niños que se benefician por más de un millar en aquellos amplios campos. Allí administré la confirmación a algunos jóvenes y les expresé lo que significaba el ser bautizado y el recibir ese robustecimiento del Espíritu Santo que es la confirmación.

Por la tarde celebramos la Hora Santa que resultó muy concurrida y fervorosa en la capilla del hospital de la Divina Providencia, donde también administré el bautismo al primogénito de Roberto Cuéllar, gran colaborador de la Arquidiócesis desde su servicio a la oficina de Socorro Jurídico.

Y por la noche celebramos 50 años de vida religiosa de la madre Juanita, una ancianita oblata al Divino Amor, que desde hace muchos años trabaja en el colegio de la Sagrada Familia. Compartimos con aquella comunidad impresiones de mucha sintonía con la pastoral de la Arquidiócesis.

LUNES, 2 de abril de 1979

Había pensado tomar este día de descanso, pero ha habido bastante ocupación en la oficina del Arzobispado. Pero de acuerdo con monseñor Urioste, vicario general, me ausentaré hasta donde sea posible de estas ocupaciones esta tarde y los dos días siguientes.

MARTES, 3 de abril de 1979

A pesar de que hoy hay reunión del clero, que se dedicará al retiro espiritual de cuaresma, monseñor Urioste tuvo la bondad de representarme y aconsejarme que tomara día de descanso, lo cual me ha caído bien.

MIÉRCOLES, 4 de abril de 1979

Estoy cumpliendo 37 años de vida sacerdotal. Me ordené en la Pascua de 1942. Este día era entonces Sábado Santo, el 4 de abril. En la misa del Hospital, las hermanas ya lo sabían y ofrecieron por mí su comunión y me felicitaron. De acuerdo con mi proyecto de tomar estos tres días de reposo, no he asistido a la Curia, sólo he firmado algunas cartas que me han preparado. Yo agradezco esta colaboración.

JUEVES, 5 de abril de 1979

Hoy se tuvo por primera vez la reunión del Consejo Ejecutivo o Secretariado del Consejo de Pastoral que fue creado con un representante de vicarías, el padre Carlos Mejía, vicario de La Asunción, Flor Blanca; una representante de las religiosas, fue una religiosa oblata al Sagrado Corazón, que trabaja en Aguilares y un representante del laicado. También fue un laico de la parroquia de Miramonte. Este núcleo, con el Secretario del Consejo de Pastoral, es el que tendrá la realización de todas aquellas cosas que se acuerden en el Consejo de Pastoral. Así como llevará a ese Consejo las sugerencias, críticas y demás cosas que haya que estudiarse pastoralmente. Esta reunión coincidió con una entrevista que habían pedido los representantes de Encuentros Conyugales. Es un movimiento parecido a Cursillos de Cristiandad y al Movimiento Familiar Cristiano, que nació de un grupo de Cursillos de Cristiandad y ha crecido mucho porque han sido ya muchos encuentros los que han hecho. Ellos propusieron sus problemas, sobre todo, en relación con otros movimientos familiares, y se trató de oírlos y de dar algunas pistas de solución, sobre todo, ofrecerles los servicios de este Secretariado del Consejo de Pastoral.

Por la mañana también, tuve la visita de una periodista norteamericana que traía un nuevo paquete de firmas de Francia en solidaridad con nuestra Arquidiócesis. Hubo otras visitas en esta mañana densa de trabajo.

Fui a almorzar con el periodista Jorge Pinto, a donde me llevó el padre Benito Tovar. Compartimos las inquietudes del momento con un profesor universitario, que participó en este almuerzo.

Esta tarde asistí en la casa de ejercicios espirituales «María Eugenia» a una convivencia centroamericana de pastores bautistas. Unos cuarenta pastores deseaban verme y conversar conmigo sobre problemas cristianos, evangélicos de nuestra área centroamericana. Les contesté saludándolos y admirándoles su sentido de amplitud cristiana, y ofreciéndome a la amistad y a un trabajo ecuménico. El diálogo que surgió con ellos fue muy interesante, se tocaron varios temas de la realidad centroamericana y del compromiso que los cristianos que creemos en el Evangelio, debemos asumir en estas situaciones y realidades.

No pude asistir a la reunión que había concertado, pero fueron monseñor Urioste y el padre Ernesto Abrego, donde cenaron y platicaron con estos empresarios jóvenes de la situación del país. Mi ausencia parece que atrasó una iniciativa que quieren tratar en una próxima reunión conmigo.

VIERNES, 6 de abril de 1979

A las ocho y media de la mañana, en el colegio de la Sagrada Familia, dio inicio un día de retiro espiritual con maestros de diversos colegios católicos. Con el padre Isidro, secretario de la CONFRES, presentamos el tema de la Semana Santa y la realidad actual del país. Y abrimos un diálogo con los maestros que también resultó muy interesante y se ve el interés que estos profesores, colaboradores de los colegios católicos, tienen acerca de la Iglesia y de Jesucristo.

Me visitó un periodista inglés, que tuvo necesidad de traductor y conversamos sobre la situación de los dos ingleses que están secuestrados.

Ellos mostraron su preocupación y su inconformidad con la actitud del Gobierno inglés, que no ha querido hacer nada para librar sus subalternos. Conversamos ampliamente sobre la situación del país y de la Iglesia. Se trata de uno de los periódicos más populares que tienen una divulgación de más de un millón, en Inglaterra. Por lo cual tuve mucho interés en la entrevista con este periodista. Ofrecí los servicios que ha estado prestando la Iglesia y que seguirá prestando en favor de los ingleses secuestrados.

Fui a almorzar con los padres jesuitas de la UCA, y conversamos, sobre todo, del proyecto que tengo de escribir una carta pastoral para el 6 de agosto próximo; que quiero dedicar a problemas actuales de nuestra Arquidiócesis, como son la relación con el Gobierno, con un régimen de seguridad nacional. Y sobre todo, la presentación de una Iglesia que quiere ser auténtica y que no quiere compromisos con ninguna organización política a la cual trata de comprender y apoyar en lo justo, pero sin identificarse con ellas. Y pedir a todos los cristianos que construyamos, en nuestras comunidades eclesiales de base, la verdadera Iglesia sin contornos ambiguos, sino que se defina verdaderamente la Iglesia que Cristo quiere construir. Los padres jesuitas comprendieron mi inquietud, dialogamos bastante sobre el tema, y me ayudarán a hacer un esbozo para construir esta carta pastoral, que Dios mediante, saldrá el 6 de agosto próximo.

En la noche, me visita el doctor González, de la Comisión salvadoreña de Derechos Humanos, y conversamos sobre la situación tan difícil del país y la colaboración que está prestando la Comisión de Derechos Humanos, la Iglesia, y cómo podemos hacer para atraer más elementos vivos en la construcción de la paz del país.

Enseguida vino una comisión de obreros a informarse que había estallado una lucha en la fábrica ADOC, donde se han encerrado unos mil obreros en huelga, pero que están siendo atacados por un operativo militar a esta hora. Traté de comunicarme con el párroco de Soyapango, padre Villarán, el cual fue a informarse al lugar de los hechos y me dijo que, efectivamente había un sitio en aquel lugar y que no había podido acercarse más porque no permitía el cerco militar que se ha puesto a la fábrica. También hablé con el padre Moreno, a Santa Tecla avisándole de que estuviera alerta porque lo llamaría, si fuera necesario, para colaborar en le pacificación de esta nueva situación.

Este día he visto al médico, y gracias a Dios, ha encontrado buena mi salud.

SÁBADO, 7 de abril de 1979

Con la Comisión de Medios de Comunicación Social, tuvimos el desayuno de reflexión, fue en la casa de las hermanas somascas, y discutimos aspectos de las relaciones Iglesia-Gobierno, situaciones nuevas que parecen aflorar como esperanzas en diversos sectores. Trataremos de animar las buenas intenciones que ojalá cuajen en realidades. También estudiamos la preocupación de que se resuelvan las ideologías y praxis políticas con la fe y la praxis de nuestra religión durante la Semana Santa. También se hizo la sugerencia de aclarar esto y suplicar el mayor respeto al sentimiento religioso del pueblo. Luego estudiamos el resumen de la semana que servirá para la homilía de mañana. Y no hubo tiempo para estudiar la idea o política a seguir en el uso de los medios de comunicación social de la Arquidiócesis. Esto lo haremos en una reunión dentro de quince días.

Por la mañana recibí en audiencia al señor embajador ante la Santa Sede, doctor Lencho Llach, quien se despide para ir a Roma a pasar la Semana Santa, participando en los actos pontificios. Le comuniqué que yo también iría a Roma a la beatificación del padre Coll, fundador de las dominicas de la Anunciata y le supliqué intervenir para conseguir mi audiencia privada con tiempo.

Por la tarde, visita al cantón El Pepeto de la parroquia de Soyapango, donde las hermanas del colegio de la Sagrada Familia tienen una bonita catequesis. Compartí la alegría de aquel sector. Llegué a una casita donde me dieron pupusas y chocolate.

El conflicto en la fábrica ADOC parece que ha dejado un saldo trágico del cual informaré después.

DOMINGO, 8 de abril de 1979

Domingo de Ramos. De acuerdo con el párroco de El Calvario, padre Francisco Sanggiano, tuvimos la bendición de palmas en la fachada de El Calvario. Había una muchedumbre muy impresionante de gente con palmas. Después de bendecirlas, salimos en procesión hacia la Catedral. En la Catedral se celebró la misa, en el atrio de la Catedral, ya que la gente era tan numerosa que no hubiera cabido dentro de la Catedral. Prediqué la homilía presentando a Cristo como el mediador de la alianza nueva que llega. Una alianza cuyo mediador se identifica con el pueblo hasta presentarse como Siervo de Dios, humillado hasta la muerte. Pero la alianza nueva que Dios hace con los hombres es para hacerlos participantes de la glorificación que Cristo consigue con esa humillación. Lamentablemente, es ya el segundo domingo en que hay interferencias en la transmisión por radio. Es muy probable que se trate de interferencias hechas en la misma central de ANTEL. Se trata de estorbar las transmisiones de mis homilías. La parte coral estuvo a cargo del seminario de los padres salesianos y la parte ritual a cargo del seminario de San José de la Montaña. La ceremonia en todo su conjunto resulto esplendorosa. ¡Gracias a Dios!

Al mediodía di lugar a una expansión familiar junto con mis hermanos, almorzamos en la casa de uno de ellos.

Por la tarde fui a bendecir la torre nueva de la iglesia de Concepción de Santa Tecla. Su párroco, el padre Andrés Alvarenga, el señor alcalde y muchas personalidades y pueblo llenaban el amplio atrio de la iglesia de Santa Tecla. Tomé la palabra junto con otros seglares, que se dirigieron a aquella muchedumbre en nombre de la parroquia. Celebré la Santa Misa en ese mismo lugar y después saludé cordialmente a la gente.

Después pasé a visitar un grupo de renovación en el Espíritu que hace una convivencia en el Colegio Parroquial, les exhorté a sentir con la Iglesia y a no quedarse solamente en emociones, sino a profundizar en una auténtica renovación en el Espíritu. Advertí un sentido de solidaridad con el Obispo; un propósito de ser fiel a la Iglesia jerárquica y a no desobedecer en nada a sus pastores.

LUNES, 9 de abril de 1979

Mi principal preocupación de esta mañana fue platicar con los encargados de la radio y de los medios de comunicación del Arzobispado para ver qué se hace y qué significó ayer la interrupción de la transmisión de la ceremonia de la Catedral. El padre Pedraz ya ha comenzado las investigaciones. Y cree, en gran parte de probabilidades, que se trata de una interferencia voluntaria contra la radio católico. Le agradecí y le supliqué que siguiera poniendo las cosas en claro y que hiciera todo lo que estaba a su alcance para normalizar esta situación. Durante el día ha habido nuevas interferencias, precisamente, en los programas en que la radio transmite opiniones críticas de la situación del país. Un agregado técnico de la Embajada norteamericana, hablando en privado con el padre Pedraz, le manifestó su repugnancia a esta medida contra nuestra radio. Él es un buen católico y está muy solidario con la posición de nuestra Arquidiócesis. Y ha prometido toda su colaboración.

Hoy preparé con el ingeniero Oliva la grabación para el próximo miércoles, que es la entrevista a través de la radio.

Por la noche fui a San Antonio Abad, en El Despertar se celebró una bonita misa para dar posesión al padre Rogelio, que habitará en aquel lugar y se encargará interinamente de la parroquia de San Antonio Abad. Fue una reunión comunitaria de mucho espíritu familiar.

MARTES SANTO, 10 de abril de 1979

He mandado a reimprimir la carta que el papa, Juan Pablo II, quiere que llegue a todos los sacerdotes con motivo de este Jueves Santo. Ya que nuestra imprenta ha adquirido un sistema moderno de Offset se ha tornado muy fácil esta reproducción de quinientos ejemplares de la carta que he enviado a los otros señores obispos para sus sacerdotes. Y se repartirá a todos los sacerdotes de la Arquidiócesis.

Han continuado este día las gestiones para asegurar una buena transmisión de la radio YSAX. Se ha confirmado que se trata de interferencias.

Este día han continuado las gestiones acerca de las interferencias de la Radio YSAX, y se ha confirmado que se trata de interferencias voluntarias para impedir, sobre todo, los programas que se refieren a la situación del país. La YSKL, que aparecía en el Canal de la YSAX, ha declarado públicamente que no es culpa de ella; que sus principios le impiden hacer una acción tan innoble. Esto deja al descubierto que se trata de manipulaciones de mala voluntad y, en concreto, los comentarios de la radio este día se referían a dejar culpable, o por lo menos, de complicidad al Gobierno si no se evitan estas interferencias. En este sentido, también se ha mandado una nota atenta, pero firme, a ANTEL, suplicándole un servicio mejor que evite estas interferencias.

Al mediodía, el padre Pedraz, una señorita norteamericana y el doctor Ítalo Vallecillos, de la UCA, me visitaron para confirmar el aviso que telefónicamente me había dado el padre Chencho Alas acerca de la visita de un senador de Estados Unidos, que vendrá el próximo Jueves Santo. Planeamos las personas con quienes íbamos a promover esta reunión y se tendrá en el colegio Belén, de Santa Tecla, donde nos prepararán el almuerzo, para el próximo Jueves Santo.

Por la tarde, fui a visitar al padre Crespín que ha estado hospitalizado, pero en su parroquia de Santiago, de Ciudad Delgado, no lo encontré; solamente pude dejarle saludos ya que él andaba por un cantón de su parroquia, a pesar de su mala salud.

Visité también la otra parroquia de Ciudad Delgado, la de San Sebastián, donde está el padre Gutiérrez, pero tampoco lo encontré. Los fieles arreglaban al Nazareno en la Oración tradicional del Huerto.

Visité finalmente a la comunidad de la Madona, donde están las madres betlemitas para comunicarles mi próximo viaje a Costa Rica y ofrecerme para su servicio, si quisieran mandar algo a su provincial, que reside precisamente en Costa Rica.

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DIARIO del 11 de abril al 27 de abril de 1979

MIÉRCOLES, 11 de abril de 1979

Con el padre Brito planeamos el reparto de la Carta del Papa a todos los sacerdotes, para que puedan recibirla todos los de la Arquidiócesis el Jueves Santo. También le supliqué ayudarme a conseguir el sacerdote que, en la próxima reunión con el diputado de Estados Unidos, estudie estos dos puntos; la influencia de las transnacionales en la injusticia social de nuestro país y la situación de nuestros paisanos indocumentados en Estados Unidos. A fin de pedir a este parlamentario su colaboración en ambos problemas.

En la Secretaría de Información platicamos ampliamente sobre el problema de las interferencias en la radio, pero al mediodía en el programa comentarios, nuevamente hubo graves interferencias que no permitieron oír dicho programa ni el espacio de la Secretaría de Información en el cual yo tenía mi habitual entrevista de los miércoles; pero, gracias a Dios, se pudo escuchar en la hora de la noche.

Por la tarde, visité en el colegio de Fátima de Santa Tecla, la congregación de las hermanas dominicas, que se preparan para la beatificación de su fundador el padre Coll, a la cual yo tendré la dicha de asistir en Roma, por invitación de la misma congregación. Platicamos mucho sobre la labor que esta congregación desarrolla en nuestro país, sobre todo, en el colegio de Fátima y en el colegio de Suchitoto y en otros campos de promoción humana aquí y en Centroamérica. Estimulé su buen espíritu de adaptabilidad a los sentimientos de nuestra Arquidiócesis. Me dio la impresión de una congregación que verdaderamente es fiel a sus carismas y los sabe poner al servicio de la Iglesia local.

JUEVES SANTO, 12 de abril de 1979

A las nueve y media comenzó en la Catedral la misa crismal; asistieron bastantes sacerdotes, tal vez unos 60, lo cual significa mucho, dado que el Jueves Santo todos están muy ocupados. El tema de la homilía fue «Espíritu Santo, alma de la Nueva Alianza». Desde la misa bajamos con todos los sacerdotes a la cripta y tuvimos una pequeña recepción, fomentando así el sentido fraternal de este día de nuestro sacerdocio.

En las vicarías, sobre todo en la de Chalatenango, se promovió una reunión con los sacerdotes que no pudieron asistir a la Catedral, y se les entregó ahí los Santos Óleos, recién consagrados.

Para las once y media estaba la reunión con un congresista norteamericano el señor Tom Harkin, que junto con otros que le acompañaban y, de parte nuestra, también el rector de la UCA, don Pepe Simán, algunos de la Comisión de Derechos Humanos, Beto Cuéllar, del Socorro Jurídico, la señorita Doris Osegueda como encargada de los Medios de Comunicación Social. El objeto era informarse de la situación de la Iglesia y del país. Comenzamos por analizar lo que él mismo había vivido y es la interferencia a nuestra radio católica en los programas del Arzobispado. El padre Ellacuría le presentó un cuadro de la situación del país, y Beto Cuéllar presentó casos concretos de abuso contra los Derechos Humanos. Allí almorzamos, en el colegio Belén, y al retirarse, me dio la impresión, que iban satisfechos de su entrevista. El congresista, que es católico, me dijo que a pesar de la distancia tan enorme que nos separa, él se sentiría un feligrés de este Arzobispo. El congresista Harkin es quien ha promovido el apoyo del Congreso de Estados Unidos a la candidatura del Premio Nobel, recaído en mi persona. Yo le agradecí, lo mismo que el interés que se ha tomado en esta visita y mostramos nuestra esperanza de que este diálogo redunde en un apoyo moral para nuestra Iglesia.

Por la tarde, este representante norteamericano asistió a los oficios de la Catedral, la cual estaba bella y muy fervorosa, repleta de fieles. Celebramos la Eucaristía y el tema de la predicación fue «El amor, ley de la Nueva Alianza». Aproveché para repetir el mensaje de Puebla, a los hombres de América Latina llamándolos a construir la civilización del amor.

Por la noche, un grupo de seminaristas y locutores animaron desde el estudio de la YSAX, la procesión del silencio que se realiza en San Salvador y en varias poblaciones y cantones.

VIERNES SANTO, 13 de abril de 1979

Gracias a Dios, se pudieron transmitir los tres actos programados: el Vía Crucis, la liturgia de la tarde, y el Santo Entierro. Con la colaboración de Aníbal Romero y de varios seminaristas, creo que se dejó un buen mensaje de este día tan trascendental en la vida de nuestra Iglesia. Y que a través de la radio fueron muchos los que pudieron escucharlo.

Una nota desagradable fue la presencia de la Banda de la Guardia Nacional en la procesión del Santo Entierro. Lo más grave es que algunos de los cofrades del Santo Entierro se oponían a la transmisión en las bocinas de las andas del Santo Entierro, dándoles preferencia a la Banda y rechazando así el mensaje que de parte del Arzobispo se transmitía por radio a toda la Arquidiócesis. De lo cual tomó nota el párroco, padre Sanggiano, a quien pienso también encarecerle que es mejor que no asista este cuerpo de la Banda, ya que pertenece a un cuerpo de seguridad que ha ofendido mucho a la Iglesia y a los cristianos. También que se examine la fe y la solidaridad con el Arzobispo de todos los que pertenecen a asociaciones parroquiales. Porque creo que en otras parroquias también ha habido estos brotes de rebeldía contra la autoridad de la Iglesia al organizar por su parte procesiones o actos de Semana Santa al margen de la autoridad de los párrocos. Haremos una evaluación de la Semana Santa, con la Comisión de Pastoral para mejorar estas situaciones de nuestras celebraciones, que deben ser netamente de la Iglesia.

SÁBADO SANTO, 14 de abril de 1979

Por la noche, celebramos la solemne Vigilia Pascual. La gente respondió maravillosamente, pues, la Catedral era incapaz de contener el gentío; se abrió la puerta para subir al coro y aun así tuvo que quedarse mucha gente afuera de la Catedral. La participación de los jóvenes fue muy significativa, también las lecturas, que se hicieron todas, fueron hechas por miembros de diversas comunidades cristianas, aún separadas. La parte de la liturgia de la Palabra resultó así una verdadera celebración ecuménica. La alegría cordial se notaba, sobre todo, a la hora de la salida cuando desde la puerta despedí a la gente hasta que una lluvia nos cerró el paso a la salida y tuve que regresar en medio del gentío, que todavía esperaba salida, recibiendo cariñosos saludos y deseando a todos felices pascuas.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN, 15 de abril de 1979

El acto principal de este día fue la solemne misa de la Catedral, a la hora de costumbre, a las ocho, pero con un ritual y una presencia multitudinaria del pueblo. La homilía tuvo como título «La Resurrección, sello y clave de la Nueva Alianza». Al final de la misa impartí la bendición papal y expliqué el sentido de la indulgencia, y la condición indispensable del arrepentimiento y de la fidelidad a Nuestro Señor.

LUNES, 16 de abril de 1979

Mi primera preocupación ha sido la situación de la Radio YSAX, ya que han continuado las interferencias puestas intencionalmente contra mensajes del Arzobispado. Quedamos de acuerdo con el padre Pedraz, monseñor Urioste, de acudir oficialmente a ANTEL y hacerles sentir su responsabilidad en este caso. También se promoverán las congregaciones religiosas y los laicos para que, por su parte, hagan valer este derecho de libertad de expresión de la Iglesia ante el Gobierno, urgiéndole que investigue y evite interferencias contra nuestra radio.

Por la tarde, salí para Costa Rica a la reunión del SEDAC, Secretariado Episcopal de América Central y Panamá, donde me encontraré toda esta semana. En el avión, llevé como compañía un pastor protestante que me había hecho una visita por la mañana en el Hospital, manifestando su solidaridad con la línea de nuestra Iglesia y preocupado también del ecumenismo a nivel latinoamericano en las nuevas orientaciones del CELAM. Por mi parte, le dije que al mismo Papa había impulsado el ecumenismo en su nueva encíclica y que cada obispo en su diócesis era el responsable de los movimientos de la Iglesia. Que, por tanto, el CELAM y cualquier orientación que hubiera en contra o al margen, no eran definitivos. Creo que le di bastante orientación y ánimo para seguir trabajando en esta línea querida por la Iglesia.

Al llegar a Costa Rica me encontré con varios obispos amigos, de Centroamérica, que iban llegando. Con monseñor Manresa, especialmente, y con monseñor Luna nos hospedamos en la casa de las hermanas betlemitas. Al aeropuerto también llegaron muy amablemente, las hermanas carmelitas que ya tenían noticias de mi arribo a San José.

Durante la cena, en la casa de las betlemitas, recibí dos llamadas telefónicas: una del padre Plácido, que se encuentra en San José realizando un curso de eclesiología, y otra del padre Higinio Alas que está en Heredia y ambos me ofrecieron tener entrevista con gente que se interesa por la situación de El Salvador. Por mi parte, les dije que primero quería ver el ambiente de la reunión de obispos y el horario respectivo para ver las posibilidades y la prudencia acerca de estas entrevistas. El padre Plácido junto con otro compañero, Agustino, llegaron poco después a visitarme personalmente y me sacaron a dar un bonito paseo nocturno por la ciudad de San José.

MARTES, 17 de abril de 1979

A las nueve de la mañana me trasladé al local de la reunión del SEDAC, casa de ejercicios de los padres claretianos, pero la reunión comenzará por la tarde, por lo cual, aproveché esa mañana y tarde libre para visitar a las hermanas carmelitas en Alajuela y al regresar encontré ya bastantes obispos, aunque todavía faltan algunos.

A las cinco de la tarde se celebró la misa de inauguración, presidida por el señor obispo de Alajuela, monseñor Bolaños, que es también administrador apostólico de San José. Dio la bienvenida y expresó sus esperanzas en esta reunión.

Después de cenar tuvimos una reunión inicial para elaborar la agenda y la mecánica de trabajo. Prevaleció la idea de presentar brevemente las líneas del documento de Puebla y los otros puntos doctrinales que se habían señalado como conferencias, presentarlos como breves puntos de reflexión. Y luego, nos reuniremos por países, para enfocar estas orientaciones de Puebla y con ellas analizar nuestras propias realidades nacionales. De ahí, nos reuniremos para sacar las constantes y los grupos se organizarán en este orden de las constantes que aparezcan de los diversos informes por países. Después, en plenario, estudiaremos conclusiones y la función y los proyectos del SEDAC para el presente y el futuro en nuestra labor evangelizadora.

MIÉRCOLES, 18 de abril de 1979

La Eucaristía fue presidida por monseñor Miguel Obando Bravo, arzobispo de Managua, en su calidad de presidente del SEDAC. Tuvo una homilía para ofrecer a Dios el trabajo, dar la bienvenida a todos los obispos, que ya eran como 30, agradecer al episcopado de Costa Rica que nos ha dado tan cordial acogida e invitarnos a un trabajo pastoral, que sea verdaderamente útil para nuestra región centroamericana y Panamá.

El trabajo de la mañana ha sido bastante pesado porque hemos oído los trabajos que se habían preparado y han resultado bastante monótonos, aunque han sido buenos enfoques, sobre todo, el de monseñor McGrath, del documento de Puebla. No se terminaron por la mañana y hubo que ocupar parte de la tarde para seguir oyendo los seis trabajos que se habían preparado. Después sí, nos organizamos en comisiones por conferencias episcopales para estudiar, a la luz del documento de Puebla, las oportunidades y las dificultades que presentan nuestros países a la realización de los ideales propuestos por Puebla, como evangelización en el presente y en el futuro.

En una de las plenarias, al mediodía, se leyó el telegrama que vamos a escribir al Santo Padre, el cual me fue encargado junto con monseñor García Aráuz de Guatemala; lo redactamos en nombre de todo el episcopado de Centroamérica y fue aprobado en su primera lectura.

El trabajo de conferencias episcopales resultó muy interesante. Nuestro grupo de El Salvador iba estudiando diversos aspectos presentados en trabajos. De mi parte, propuse que debíamos presentar con toda franqueza nuestra realidad eclesial y nacional; comenzando por la división de los obispos y por los diversos problemas de relaciones con el Gobierno, y de los que han sufrido verdaderos martirios por la Iglesia y otros aspectos que son materia conflictiva de nuestras relaciones episcopales. El tema resultó muy fecundo, pues, como dijo monseñor Luis Chávez y González que también está entre nosotros; «fue duro el bombardeo», me dijo, refiriéndose a que se me había acusado en muchas intervenciones como si yo fuera el culpable de divisiones y de malestares, hasta de la politización del clero.

Por la noche, recibí en visita a dos universitarios que me ofrecieron traerme la copia del informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, que lo han reproducido para difundirlo en Costa Rica. También tuve una entrevista con el Canal 6 de televisión y el cual debió pasar esta misma noche.

El plenario de la noche fue para informar sobre nuestras reuniones de conferencias episcopales, y las seis conferencias dieron informes muy realistas, muy valientes, muy francos; de donde dedujimos, al final, las constantes; resultaron 12 temas muy importantes, y se van a reunir en grupos para estudiarlos más detenidamente mañana.

JUEVES, 19 de abril de 1979

Presidió la Eucaristía, monseñor Arrieta, obispo de Tilarán y presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica. En su homilía nos habló de la unidad episcopal; del sentido de servicio de nuestro ministerio y de una comprensión fraternal para todos nuestros sacerdotes.

Después del desayuno preparé un informe que me pidieron para el ex seminarista Mauricio Oliva. Lamentablemente tuvo que ser un informe negativo.

La Asamblea Plenaria de esta mañana se dedicó a dar una explicación sobre el CELAM y su última reunión tenida en Teques, Caracas, Venezuela, explicaron monseñor Arrieta, que es vicepresidente por Centroamérica, y monseñor Manresa, que fue el vicepresidente anterior.

La actividad dentro de la reunión continúa en pequeños grupos y en plenarios. Se va perfilando una conclusión, que se manifestará en un boletín de prensa muy claro en objetivos, de acuerdo con la iluminación que hemos estado recibiendo de Puebla, del documento de Puebla, que será sin duda Carta Magna de nuestra pastoral durante mucho tiempo.

Este día fui a almorzar con un grupo de cristianos ecuménicos. Vienen de diversas partes de América Latina y se dedican a la pastoral, principalmente entre campesinos e indígenas. Tuvieron mucho interés en conocer la experiencia de El Salvador. Conmigo participaron, como salvadoreños, el padre Plácido, el padre Higinio Alas y dos seminaristas que estudian en San José.

(Hay aquí un defecto en la grabación, ruego perdonar, y esperar pequeño silencio para que continúe el relato en los actos de la tarde).

Las reuniones por la tarde fueron una plenaria para recoger las conclusiones de la mañana. Y la de grupos por conferencias episcopales, para sacar conclusiones propias para nuestros países y llevar sugerencias al SEDAC, que tendrá lugar en la reunión plenaria de la noche. No pude participar grandemente en las de la tarde por atender a varias visitas.

La primera, del coronel Claramount, desterrado, candidato del Partido UNO. Me expresó su optimismo y su esperanza de volver pronto al país y seguir trabajando por la patria. Yo traté de animar esas esperanzas. La segunda visita fue por la noche; periodistas universitarios, para tener una entrevista para su periódico universitario. Tratamos el tema de relaciones Iglesia y Estado y la situación de la Iglesia, especialmente en el país. Me preguntó también sobre mi criterio al ser postulado al Premio Nobel. En este mismo sentido fue la tercera visita de la tarde de un grupo que se llama «Comité Pro Premio Nobel, pro derechos humanos de El Salvador». Ahí trabaja, orientado, el padre Higinio Alas; estuvo nuevamente el padre Plácido, asistió el doctor Castillo, el hermano del licenciado Baires y otras personas salvadoreñas y costarricenses a quienes agradecí este noble gesto, aceptándolo no en mi carácter personal, sino en la pastoral que trato de llevar en la Arquidiócesis y la cual corresponde a inquietudes de pastores y comunidades de diversos puntos del continente. La última visita, ya a las ocho y media, fue del cónsul de El Salvador, el doctor Granillo, a quien conocí desde niño en San Miguel. Perdón, la última visita fue de un grupo del Demócrata Cristiano que se encuentra desterrado, entre ellos el ingeniero Napoleón Duarte y el doctor Antonio Morales Erlich, quienes querían recabar datos de la Iglesia, en sus últimos momentos en El Salvador; así como también manifestarme su deseo colaborar y servir y de pedirme también la colaboración dentro de la línea pastoral. Hablamos ampliamente y les expresé mi sentido de servicio y mi esperanza en los hombres políticos que tengan verdadero amor a la Iglesia. Y, sobre todo, si tienen inspiración cristiana. Ya eran las doce de la noche y tenía que madrugar para ir al Seminario donde les prometí celebrar la misa a la seis y media de la mañana. Ha sido un día que me ha llenado de muchas satisfacciones; así como también he tenido momentos de desilusión, al pensar en la división de nuestro episcopado salvadoreño.

VIERNES, 20 de abril de 1979

Atendiendo una invitación del Seminario Mayor, fui a celebrarles la Eucaristía a la seis y media de la mañana. En la homilía elogié las características de la juventud y cómo en un Seminario, la juventud Dios la quiere aprovechar para rejuvenecer la vocación sacerdotal, de tal manera que aun los que ya somos sacerdotes y vamos avanzados en la vida, encontramos en la juventud del Seminario la imagen de esa resurrección de Cristo, siempre joven, siempre alegre, nunca aburrida, o sea, la vida de la Iglesia, a la que nosotros como sacerdotes tenemos que servir. En este sentido también les elogié, con las palabras del Papa en su carta a los sacerdotes, la razón de ser del celibato, como un servicio de testimonio de una vida distinta de la vida mundanal, al pueblo de Dios. El padre Montesinos, que me había llevado y concelebró conmigo, me regresó pasando nuevamente por la casa de ejercicios para recoger algunos documentos, ya que no podía quedarme hasta terminar la reunión de los obispos que, según me contaron después, resultó muy edificante y se vio la conveniencia de seguir sustentando este organismo del Episcopado Centroamericano, el SEDAC.

Las religiosas carmelitas, que están en Alajuela, me esperaban para llevarme luego al aeropuerto, pero antes, ya que había tiempo, fuimos a visitar al hermoso balneario Ojos de Agua, que está vecino a Alajuela. En el aeropuerto me junté para el viaje con monseñor Ham, auxiliar de Guatemala, y monseñor Gerardo Flores, de Alta Verapaz, también de Guatemala, con quienes viajé un viaje muy agradable, una conversación muy interesante, muy pastoral de San José a San Salvador. En San Salvador, me esperaba la familia Barraza y mi hermana, quienes me condujeron a mi residencia, en el hospital de la Divina Providencia. Fraternizando con esta comunidad que me ha dado tan cariñoso alojamiento, les conté mis impresiones y me contaron también las novedades de la semana. Y finalmente, por la noche, vimos en preciosas diapositivas proporcionadas por la congregación de dominicas de la Anunciata, las diversas actividades que esta congregación tiene en El Salvador, en Guatemala, en Costa Rica y en Nicaragua. Es una revista muy oportuna ya que será beatificado el fundador de esta congregación, padre Francisco Coll, catalán. Será beatificado en la primera ceremonia de este estilo, que celebrará el papa Juan Pablo II en Roma, el domingo 29 de abril, a donde por invitación y generosidad de las religiosas, tendré la dicha de asistir, si Dios quiere.

SÁBADO, 21 de abril de 1979

Tuvimos, como todos los sábados, nuestro desayuno de consulta con los medios de comunicación social. Estudiamos ciertas solicitudes que hacen organizaciones de obreros, de campesinos para tener campos pagados en la emisora católica. Así también, la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador pide un espacio en nuestra radio. Se admitió, pero exigiendo también la censura de todo lo que se publique. Se planificó para el 1.º de Mayo, programaciones especiales en que se dé a conocer la doctrina de la Iglesia, sobre el obrero, sobre el trabajo. Se citarán textos, que son muy numerosos, del papa Juan Pablo hablando principalmente a los obreros. En esta reunión también consulté la actuación que debe tenerse en Roma con motivo de mi próximo viaje y de la entrevista que, primero Dios, tendré con el Santo Padre.

Se hicieron revelaciones muy graves acerca de la connivencia de ciertos actos violentos y asesinatos, connivencia con el Gobierno. Este caso era el intento de asesinato del doctor Méndez, miembro de la Comisión de Derechos Humanos, que actualmente se encuentra herido de una pierna, donde le alcanzó un balazo cuando tirándole a matarlo. Para mañana, si Dios quiere, por la noche, haré una visita a este colaborador que ha enfrentado el riesgo próximo de un asesinato en su propia vida.

Se habló también de otros trabajos de los medios de comunicación social. Hacia las once y media tuve una entrevista de prensa con el señor Lewis Wilton, miembro de la Prensa Asociada, en nombre de la cual me hizo la entrevista, sobre la situación de la Iglesia en este país y sobre algunos puntos doctrinales de nuestra pastoral.

Invitado por el padre Modesto Villarán, fui a Candelaria, Cuscatlán a celebrar la misa del papá y mamá del padre Villarán, quienes cumplen 50 años de casados. La fiesta se hizo más interesante porque un hermano del padre Villarán con su señora se arrodillaron al lado de los festejados, porque también ellos eran festejados al cumplirse precisamente en este día, veinticinco años de vida matrimonial.

DOMINGO, 22 de abril de 1979

Anuncié en la homilía de la Catedral el programa de predicación durante la Pascua. Iremos viendo los diversos bienes pascuales, es decir, todas aquellas riquezas de la redención que las lecturas bíblicas nos van proponiendo. Para este domingo señalé «El don del Espíritu Santo», dado por Cristo el mismo día de la resurrección. Segundo, «El don de la fe», en el episodio de Tomás y en la segunda lectura donde Juan nos habla que esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. Y el tercer don «El amor sobrenatural que crea la verdadera comunidad cristiana». Lamentablemente, también hoy hubo interferencias de la radio católica, que no permitieron una trasmisión limpia de nuestra homilía, pero la emisora se ha inventado la manera de trasmitirlo después de la misa en la planta de la antena.

Después fuí a San Pedro Perulapán donde varias veces he fallado por dificultades imprevistas. Hoy fui a renovar con aquella comunidad parroquial los compromisos bautismales y de la confirmación. Les expliqué el sentido de la Pascua y de la comunidad cristiana que vive de ese misterio. Sentí mucho no quedarme al almuerzo con el padre, a pesar de las insistencias de él, pero siguiendo recomendaciones muy sabias, no quise ir a comer a un comedor público donde estaba preparado el almuerzo.

Noté, además, en el cuartel de la Guardia Nacional, ciertas vigilancias que me parecieron inconvenientes seguir fomentando con mi presencia en el pueblo.

Por la noche, celebré la Santa Misa en la parroquia de la Resurrección, Colonia Miramonte, donde los padres agustinos, siguiendo tradiciones de los párrocos anteriores, celebraron como fiesta patronal y después de la misa ofrecieron un ágape fraternal a toda la comunidad. El tema de la predicación fue «La comunidad parroquial continúa, bajo el soplo de Cristo resucitado, la misión de la Iglesia que Cristo le confió». Misión que supone cruz y martirio, como lo testimoniaba el sepulcro del padre Navarro, párroco asesinado en su misma parroquia, pero que es dolor que luego es asumido en la transformación en la victoria de Cristo resucitado, como él asumió su cruz y sus humillaciones en el mérito glorioso de su resurrección.

Después de misa fui con el padre Moreno y el señor Cuéllar a visitar al doctor Méndez, que fue en esta semana víctima de un atentado contra su vida. Gracias a Dios, el doctor solo sacó un balazo en la pierna y está recuperándose con bastantes probabilidades de que pronto estará muy bien. Sé que este atentado fue inspirado por maniobras del mismo Gobierno, lo cual el mismo doctor no lo sabe.

LUNES, 23 de abril de 1979

Una breve conversación con el padre Rafael Palacios, párroco de San Francisco, en Mejicanos, y con la religiosa belga, María. Pudimos constatar que en el trabajo pastoral de aquella parroquia se encuentra bastante infiltración política y que el padre está dispuesto a limpiar toda esa interferencia, para aparecer una parroquia verdaderamente pastoral.

Fui a Chalatenango para conversar con los seminaristas menores y almorzar con ellos. Fue un diálogo muy cordial y muy interesante en el cual, al final, participaron también las religiosas de La Asunción que forman comunidad en aquella parroquia.

Al regresar tuvimos una reunión con monseñor Urioste, el padre Pedraz, encargado de la radio, y el padre Moreno, del Secretariado de Comunicación Social. El punto principal fue tratar sobre las interferencias de la YSAX. Se acordó que el padre Pedraz, como encargado de la radio, junto con monseñor Urioste, irán a ANTEL llevando una nota para pedir una solución eficaz a este problema.

Mañana tendremos, después de esto, una reunión para ver qué se hace, teniendo en cuenta la conversación tenida con el presidente de ANTEL, que será visitado mañana.

Por la noche, una interesante reunión en la parroquia de San Sebastián, de Ciudad Delgado. El párroco, padre Juan Antonio Gutiérrez, me invitó tener una reunión con los dirigentes de aquella pastoral, pero al llegar me encontré la iglesia completamente llena de fieles, con los cuales tuvimos que hacer la reunión, invitándoles a comprender cuál es la verdadera misión y figura de la Iglesia y, a partir de esa verdad, discutir la división que hay entre los fieles de dicha parroquia. Se expresaron en unas participaciones muy francas los sectores tradicionales y los elementos de renovación que, bajo el título de «Familia de Dios», trabajan en la pastoral tal como la Arquidiócesis la ha pedido. Fueron muy útiles todas las intervenciones. De mi parte, recomendé varias veces la unidad, el sentido trascendente del trabajo de la Iglesia y, sobre todo, estudiar cada vez más qué es la Iglesia, para concretar nuestro trabajo pastoral a construir la verdadera Iglesia de Jesucristo.

MARTES, 24 de abril de 1979

Fui a Santa Tecla por la mañana a confesarme y a visitar al padre Isidro, que sufrió un accidente cuando viajaba para Santa Ana; gracias a Dios, no ha sido muy grave y ya está en vías de recuperación. Después de pasar brevemente por las oficinas del Arzobispado, me fui a Domus Mariae a participar en la reunión de la Cooperativa Sacerdotal. Había una asistencia de sacerdotes muy numerosa y los directivos de la Cooperativa informaron ampliamente sobre el florecimiento económico de nuestra Cooperativa Sacerdotal, «ARS».

Por la tarde, preparé con monseñor Urioste la entrevista que se transmite por radio todos los miércoles a la una de la tarde. Entre los temas sobre los que dialogamos se encuentra mi viaje a Roma, impresiones sobre la reunión de obispos en Costa Rica; también se habló sobre las interferencias de la radio y un diálogo que este día ha tenido monseñor Urioste y el padre Pedraz, encargado de la radio, con el señor presidente de ANTEL.

MIÉRCOLES, 25 de abril de 1979

Toda la mañana la dedicamos a la reunión del Consejo de Pastoral. Vinieron los diez vicarios y las representaciones de religiosas y de laicos que trabajan en la pastoral. Se va perfilando cada vez más este organismo en el cual tengo muchas esperanzas para la coordinación y la animación de la pastoral en todas las diócesis.

Las religiosas del colegio de la Sagrada Familia tuvieron la bondad de darnos un refrigerio y así pudimos llegar con nuestra reunión hasta la una y media de la tarde.

Monseñor Urioste, vicario general, y el padre Pedraz, como encargado de la radio, fueron recibidos en audiencia con el ministro de Interior; el asunto de la audiencia es las interferencias que se están haciendo a nuestra radio católica. Hoy por la mañana, en el desayuno, nos reunimos con el padre Pedraz, el padre Moreno, monseñor Urioste y el bachiller Cuéllar para tratar el mismo asunto de las interferencias, después de haber asistido el padre Pedraz y monseñor Urioste a una entrevista con el presidente de ANTEL. La atención del señor presidente de ANTEL fue muy exquisita y prometió hacer todo lo posible por evitar estas interferencias. Nos informaron de un diálogo muy interesante, en el cual también monseñor Urioste hizo ver al señor ministro la popularidad de nuestra radio y la ofensa a los derechos de expresión que supone todo atropello a nuestra emisora.

JUEVES, 26 de abril de 1979

Ha sido un día de preparación para mi viaje a Roma. Sobre todo, llevo una recopilación de documentos y de testimonios de solidaridad con la Arquidiócesis, por si es necesario en Roma tocar este punto. Pero voy, más bien, a escuchar, ya que se han dado bastantes informes de nuestra situación.

Han habido muchas visitas de despedida y hay bastante cariño en la gente. En la tarde estuve con los seminaristas mayores y menores. Después de expresarles mi admiración por la vocación que el Señor nos ha dado, pedía ser fieles y leales con esa vocación recibida de Dios. Continuó una serie de preguntas, principalmente, cuando se trató de la pastoral de nuestra Semana Santa. Es consolador ver cómo nuestros muchachos en el Seminario, compartiendo la vida pastoral con las comunidades de base, se identifican, pero llevándoles el pensamiento del Evangelio y de su Iglesia. Celebré la Eucaristía también con los padres del Seminario y con el pleno de los muchachos en la capilla. En la predicación resalté la juventud como signo de renovación, de inquietud, de exaltación a las cosas audaces. Les invitaba a orientar con criterio evangélico y cristiano y especial todos esos ímpetus juveniles, para que su juventud sea una continua pascua. ¡Un Cristo que resucita para no morir más!

He llegado hasta muy noche preparando la valija para mañana.

VIERNES, 27 de abril de 1979

Después de celebrar la Santa Misa en el hospital de la Divina Providencia, en un carro de las madres dominicas de la Anunciata, fui llevado al campo de aviación; donde tomé la TACA que me condujo a Guatemala, donde me esperaba la provincial de la congregación, que me ha obsequiado este viaje hacia Roma y en el avión IBERIA nos dirigimos, hacia el mediodía hacia España. Hicimos escala en Managua, luego en Santo Domingo, donde tuvimos que esperar tres horas porque había algún desperfecto en el avión, pero no era sustancial. Pudimos recorrer la amplia tienda libre de aquel aeropuerto. Y ya muy tarde, casi anocheciendo salimos para España. Vuelo sin novedad, sobre el mar toda la noche. Se distrae la atención de los viajeros con películas, con comidas y, por el retardo, llegamos a Madrid hacia el mediodía, después de una noche sumamente breve ya que vamos al encuentro del día en este vuelo hacia Europa.

No pudimos empalmar...

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DIARIO del 28 de abril al 9 de mayo de 1979

SÁBADO, 28 de abril de 1979

(Continúa.) La noche en que uno vuela de América a Europa es una noche sumamente breve. Y ya amanecimos el sábado 28 de abril en Madrid; por el retardo que tuvimos en Santo Domingo, es ya el mediodía de este sábado. Y por haber perdido la combinación de avión que nos llevaría a Roma, por el retraso sufrido en Santo Domingo, se nos da un vuelo en ALITALIA, pero con el descuido de no habernos embarcado nuestras dos valijas. Al darnos cuenta en Roma, a donde llegamos como a las 3 de la tarde, reclamamos en ALITALIA, la cual únicamente nos prometió hacer el reclamo a Madrid. Pero no contentos con esperar el resultado de un reclamo, pensamos que en los vuelos subsiguientes podía llegar esa misma tarde nuestro equipaje y así pasamos esperando hasta la diez de la noche en que llegó el último vuelo sin traer nuestro equipaje. Entonces sí encarecimos al señor encargado de ALITALIA que hiciera el reclamo y que nos urgían nuestras valijas. Nos prometió enviarlas a nuestro hospedaje cuando llegaran.

En un taxi de un señor ya bastante de edad, pero muy amable, nos condujo a la casa de las madres dominicas de la Anunciata que tienen en Monte Mario para huéspedes. Todavía encontramos algunos obispos españoles que estaban cenando, pues habían llegado tarde como nosotros y así pudimos compartir la cena que no habíamos tomado.

Así transcurre otro día verdaderamente dichoso, porque encontrarme en Roma, para mí, siempre es una bendición del Señor.

DOMINGO, 29 de abril de 1979

¡Este amanecer en Roma evoca tantos recuerdos! Estos paisajes que yo conocí cuando estudiaba mi Teología, cuando me ordené sacerdote y viví mis primeros meses sacerdotales, es una renovación para mi espíritu. Ahora, con nuevas responsabilidades, siento que Roma es una bendición del Señor que confirma mi misión, mi trabajo, que Dios comparte dándome esa dicha de poder colaborar humildemente en la implantación de su Reino en el mundo.

Es el día de la beatificación del padre Francisco Coll, fundador de las religiosas dominicas de la Anunciata. Pero hasta hoy me doy cuenta que no solamente él será beatificado, sino el padre Labal, un francés que trabajó en la evangelización de los negros liberados de la esclavitud. Las dos figuras, dos grandes misioneros, dos grandes evangelizadores. El Papa destacó en su homilía esta característica que coincide con sus principales preocupaciones de la catequesis, para lo cual prepara un próximo documento tomado del Sínodo de 1977, que fue precisamente sobre la catequesis.

Como no tenía ropa, pues mi valija no ha llegado, un obispo, el señor obispo de Tarragona, me prestó una sotana y una faja que me quedaron exactamente a mi medida. Una providencia también del Señor porque así pude entrar con los obispos a un puesto muy distinguido en la ceremonia de la beatificación.

He visto de cerca al Santo Padre, he gozado con aquel coro, con aquella participación del pueblo. No hay duda que la renovación litúrgica ha cambiado notablemente el triunfalismo de otros tiempos en una verdadera asamblea de oración, de reflexión.

El Papa, con su sencillez característica, sin silla gestatoria, caminando con todos los concelebrantes, es objeto de un entusiasmo cada vez mayor.

A la hora de la beatificación se descubre, como siempre, en la gloria de Bernini, las dos imágenes de los dos nuevos beatos y son saludados con un caluroso aplauso y con el Te Deum, mejor dicho con el canto del Gloria a Dios en el Cielo. Luego siguen las lecturas. Se leyó la primera lectura en español en honor al padre Coll; la segunda, en francés, en honor al beato Labal y el Evangelio en latín.

El Papa pronunció una preciosa homilía en que unió las glorias de los dos beatos y las orientó hacia la preocupación actual de la Iglesia, que la verdadera evangelización y la catequesis de los hombres.

Cuando salíamos era ya casi el mediodía. El Papa, a pesar del cansancio de la ceremonia, tuvo una audiencia para las dominicas y para todos aquellos que se han interesado y participan en esta beatificación. Y a las doce, un poco pasadas, se asomó como de costumbre al balcón de su habitación desde donde dirigió nuevas palabras en torno al concepto de la catequesis y de los dos ejemplos de evangelizadores que eran los dos nuevos beatos. Dijo que para él era un día sumamente importante porque, por primera vez, hacía este servicio de pontífice a la Iglesia, de darle dos nuevos ejemplares de santidad y esperaba que fueran sus grandes protectores en el cielo. El discurso fue interrumpido varias veces por el aplauso de aquella plaza que estaba completamente llena. Al final evocó cosas concretas de la semana, felicitó, se unió en oración a muchas intenciones de Roma y del mundo. Mencionó los conflictos de Uganda y de otras partes del mundo pidiendo oraciones por la paz. Y así rezamos con esta motivación el Regina Celi, que es la oración del mediodía a la Virgen, en el tiempo pascual.

Al regresar a la casa de las hermanas dominicas encontré varias personas conocidas entre las religiosas, obispos y sacerdotes, ya que las hermanas habían convidado para una recepción y un almuerzo que resultó sumamente fraternal y animado.

La tarde la dediqué al descanso y por la noche, después de cenar, salí para conocer la ruta que me conecta con la plaza Risorgimento, que ocuparé para mis diligencias en Roma. Es un camino sumamente breve desde el hospital de la Universidad Gemeli, donde tiene su terminal la ruta 50, hasta Piaza Risorgimento que está muy cerca del Vaticano donde también tiene su terminal. Me parece, pues, un servicio muy útil para mi situación. Después de dar una vuelta por la plaza de San Pedro, ya no se ve iluminada la ventana de la habitación del Papa; parece que está en reparación y él vive en otro lado. Regresé con la satisfacción de haber vivido un día tan lleno y feliz en esta Roma inmortal.

Lunes, 30 de abril de 1979

La provincial de Centroamérica de las hermanas dominicas, la madre Nieves, me da la grata noticia de que ya contestaron de ALITALIA, que ya me encontraron las valijas y que ella irá a recogerlas al aeropuerto. Yo salí hacia el Vaticano para ver el resultado de mi solicitud de audiencia con el Santo Padre.

Una lluvia torrencial me impidió caminar más rápido y luego me encontré, sorpresivamente, con la casa donde fabrican sotanas y se venden todos estos asuntos eclesiásticos y perdí gran parte de la mañana en este negocio que, por otra parte, fue muy oportuno para dar tiempo de que me hagan dos nuevas sotanas.

Compré un traje clergyman y fui al Vaticano, donde lamentablemente no encontré al prefecto de la Casa Pontificia, quien tendría la razón que darme acerca de la audiencia. Solamente me dijeron que preguntara al día siguiente.

Esta tarde, en un teatro dominico, se representó en una forma muy artística, aspectos de la vida del nuevo beato dominico, el padre Francisco Coll. Los números eran representados por jóvenes de Barcelona, la mayoría.

Y de ahí nos dirigimos a la iglesia de los dominicos, en la plaza Minerva, donde concelebramos, presididos por el cardenal de Barcelona, unos sesenta entre obispos y sacerdotes, y la iglesia completamente llena de religiosas y de peregrinos que habían venido a la peregrinación, a la beatificación del padre Coll. Fue impresionante esta concelebración y un nuevo motivo de santificación para la congregación fundada por este ilustre dominico. Por mi parte, sentí la alegría de esta vida de la Iglesia que siempre es fecunda en santidad.

Por la noche nos mostraron, en la cena, más de ciento cincuenta retratos tomados en la ceremonia de la beatificación para que señaláramos los que quisiéramos comprar; pero como son sumamente caros, más de tres dólares cada uno, había que limitarse en las peticiones.

MARTES, 1 de mayo de 1979

En Roma, el Primero de Mayo, día del trabajo, se suspende toda actividad comercial y también dejan de circular los buses por donde uno puede conducirse a diversas partes. Para aprovechar este día, sin embargo, tuve que ocupar taxis bastante caros, pero así pude ir a preguntar nuevamente a la Casa Pontificia por mi audiencia con el Papa; pero también la Casa Pontificia, la prefectura de la Casa Pontificia, estaba cerrada. Y a pesar de que un guardia suizo me dejó tocar la puerta, me di cuenta que era de más esperar.

Me dirigí luego a la Casa Generalicia de los padres jesuitas, donde un asistente del Padre General, de América del Sur, me recibió muy amablemente, indicándome que los de Centroamérica estarían hasta por la tarde. Y me dio esperanzas también de una audiencia con el padre Arrupe. Una vez que conoció mi nombre, el Padre se mostró mucho más atento y agradecido por lo que se ha hecho en nuestra Arquidiócesis por la Compañía de Jesús.

Luego me dirigí a la Casa Generalicia de las oblatas al Divino Amor, donde sorprendí muy gratamente a la madre general, la madre Gloria. Ahí también saludé a la madre Valle y a todas las religiosas del Consejo Superior. Me invitaron a almorzar con ellas y departí momentos muy cordiales. Tuvieron la bondad, la Madre General y la madre Juana, que es amiga ya de la visita anterior, de conducirme en carro hasta mi posada, donde las madres dominicas, en Monte Mario.

La tarde se ocupó en la concelebración, a la seis de la tarde, en la hermosa basílica del Corazón de María, donde los padres claretianos, para significar una antigua amistad con el nuevo beato padre Coll, invitaron a los dominicos. El padre general de los dominicos y el padre general de los claretianos asistieron al celebrante principal que fue el cardenal Tarancón, a quien saludé y también muy amablemente me ofreció su casa en Madrid cuando pasara por allá.

La concelebración estuvo espléndida, lo mismo que ayer; unos 60 entre obispos y sacerdotes, y el amplio templo completamente lleno de religiosas y de peregrinos. Predicó el padre general de los claretianos sobre las similitudes entre estos dos santos, San Antonio María Claret y el padre Francisco Coll.

Al regresar a la casa me dieron razón que el padre Arrupe tenía mucho interés en platicar conmigo y que hablara para concertar la visita, lo cual haré mañana, si Dios quiere.

MIÉRCOLES, 2 de mayo de 1979

Hoy participé en la audiencia general del Papa. Tuvo lugar en la plaza de San Pedro ya que la cantidad de peregrinos ascendía a unas ciento treinta mil personas; entre ellas estaba el numeroso grupo de religiosas dominicas y de peregrinos que habían venido a la beatificación del padre Coll, así como también los religiosos y peregrinos de la beatificación del padre Labal, y muchos peregrinos más que llenaban completamente la plaza.

El Papa sale por la puerta de las campanas y recorre en jeep, en diversas direcciones la plaza, saludando cariñosamente a todos. La muchedumbre, naturalmente, aplaude cuando el Papa pasa junto a ellos. Al bajarse del jeep y dirigirse a la sede, todavía se entretiene varios minutos más platicando y dando la mano a los que están en el trayecto. Y desde la Cátedra invoca el nombre de la Santísima Trinidad y da comienzo la alocución después de señalar, el secretario, los diversos grupos de habla italiana. El tema que abordó el Papa fue el de la Santísima Virgen María ya que nos encontramos comenzando el mes de la Virgen, que coincide con el tiempo pascual.

Los conceptos profundos y agradables van saliendo de la boca y del corazón del Papa, el cual culmina con un sentido de nostalgia, al mencionar a la patrona de su pueblo, Nuestra Señora de Czestochowa, a la cual él visitaba al principio de mayo cuando se celebran allá las fiestas patronales, y hoy no podrá asistir, pero que a principios de junio asistirá con todos los obispos y demás peregrinos, que saldrán al encuentro del Papa en su visita a su país.

El Papa dirigió también el saludo y el mensaje abreviado en lengua francesa, alemana, española, catalana, portuguesa. Al terminar sus palabras llamó junto a su trono a todos los obispos, que éramos unos cuarenta, y junto con el Papa dimos la bendición. Después fue saludando uno por uno, allí en el mismo trono. Al estrecharle la mano y pedirle una bendición para la Arquidiócesis de San Salvador, él me dijo que tendríamos que platicar en privado, lo cual -le dije- que era mi mayor deseo y que había solicitado la audiencia. Espero que el Papa me concederá esta audiencia privada y por eso no le entregué los papeles que llevaba preparados como memorándum, por si no era posible tener la audiencia, para que quedaran en sus manos varios asuntos que deben completar el informe del Visitador Apostólico. En el memorándum le pregunto al Santo Padre sus orientaciones, después de las informaciones que, sin duda, habrá traído muy abundantes el Visitador Apostólico, así como le dejé fotocopia de la carta mandada en noviembre con la diversidad de problemas que, como metropolitano, informaba a su Santidad acerca de la situación de la Iglesia y del Estado en nuestro país.

Ahí mismo, al bajar de la sede del Papa, platiqué con monseñor Martín y monseñor Monduzzi, encargados de organizar las audiencias, para rogarles encarecidamente la audiencia que solicité desde antes de Semana Santa. Me dieron esperanza, pero para la semana próxima.

Insistiré, porque es mi mayor deseo y mi mayor necesidad conversar con el Papa en esta visita a Roma.

Por la tarde, fui a la Curia Generalicia de los jesuitas, donde saludé al padre Juan Bosco y con el cual concertamos la conferencia telefónica del miércoles para transmitirla por nuestra emisora YSAX. En Salvador hablaba para este diálogo monseñor Urioste y el diálogo se refirió a las diversas formas en que he encontrado a Roma, y principalmente, la ceremonia de la beatificación del domingo, la audiencia de este día y también el rezo del Regina Celi en la plaza de San Pedro.

Informé que el Papa, en esta temporada breve que he estado yo en Roma, ha ejercitado un magisterio muy abundante de doctrina principalmente acerca de la Santísima Virgen María, acerca de la catequesis, de la cual eran modelo los dos beatificados, acerca de la vida religiosa que se ha visto con motivo de estas beatificaciones de dos religiosos, muy representada en Roma. Y referí también cómo el Papa felicitaba y agradecía a todas las personas que se dedican a la catequesis, recomendándoles que fueran como los dos bienaventurados, testigos vivientes, que viven de verdad la resurrección de Jesucristo, como el Señor dijo en el Evangelio del domingo recién pasado: «Me conoce el que guarda los mandamientos».

Me convidaron los jesuitas para almorzar mañana con el padre Arrupe, así como también con otros jesuitas que tienen interés en dialogar conmigo acerca de la situación de El Salvador y de otras circunstancias que también a mí me servirán de mucho. También recibí invitación de los padres claretianos para ir a cenar mañana a la iglesia del Corazón de María con el padre general de los claretianos. Lo haré con sentimientos de gratitud para las comunidades claretianas que trabajan en nuestra Arquidiócesis.

JUEVES, 3 mayo de 1979

Obispos y sacerdotes españoles que han venido a la beatificación del padre Coll y estaban en la residencia de las hermanas dominicas, han regresado a sus residencias durante todo el día. Me he quedado bastante solo, pero he ocupado el día en arreglar algunos asuntos. En primer lugar, fui a la prefectura de la Casa Apostólica para concertar mi audiencia con el Papa que posiblemente tendré el miércoles o jueves de la próxima semana, porque me explican que hay muchos obispos en visita Ad Limina y ellos tienen la preferencia en estos días. Expliqué, por mi parte, la urgencia de ver al Papa dada la situación de mi Diócesis y mi situación de estar tan lejos y querer aprovechar el tiempo en otros asuntos también. Sin embargo, caigo en la cuenta, y he de tener paciencia para esperar mi turno.

Fui luego a pedir las audiencias con el cardenal prefecto de la Congregación para los Obispos, Baggio, y el cardenal Pironio, prefecto de la Congregación para los Religiosos. A este último, más bien, en carácter amistoso.

Fui a almorzar a la Curia Generalicia de los padres jesuitas. Y me hicieron el honor de ponerme en la mesa del padre Arrupe con quien conversé antes de almuerzo sobre la situación eclesial de mi país. Y él también me contó varios proyectos de la Compañía en América Latina. El padre Juan Bosco Estrada, muy buen amigo de la Curia Generalicia, me cedió después del almuerzo su cuarto para hacer un rato de siesta. Conversé también con varios jesuitas que se interesaron por la situación del país, la cual es muy importante dado el trabajo mundial que aquí se lleva.

Visité luego, bajo una tarde primaveral, la iglesia de los Doce Apóstoles, bajo cuyo altar de la confesión se encuentra la tumba de los apóstoles San Felipe y Santiago el Menor, cuya fiesta se celebra litúrgicamente este día 3 de mayo.

Olvidaba decir que por la mañana hice también una nueva visita a la basílica de San Pedro y junto a los altares, muy queridos de San Pedro y de sus sucesores actuales en este siglo, pedí mucho por la fidelidad, por mi fe cristiana y el valor, si fuera necesario, de morir como murieron todos estos mártires, o de vivir consagrando mi vida como la consagraron estos modernos sucesores de Pedro. Me ha impresionado más que todas las tumbas, la sencillez de la tumba del Papa Pablo VI.

Visité hoy la Universidad Gregoriana. Me asomé al aula principal y a todos aquellos claustros que me recuerdan los años de mi juventud estudiantil. ¡Recordé tantas cosas!

Luego visité al padre López Gall, con quien sostuve una conversación muy interesante que me hizo conocer el criterio que se tiene de mi actuación en varios sectores de la Curia romana. Y él me dijo que era todo muy positivo y que siguiera adelante. Me dijo también con sencillez de amigo, el juicio negativo que se tiene en algunos sectores para con los escritos teológicos del padre Jon Sobrino.

Finalmente, fui a cenar a la Casa Generalicia de los padres claretianos, habiendo compartido la mesa principal con el Padre General, que mañana saldrá rumbo a Alemania para festejar a su antecesor, que ya cumple más de ochenta años de vida. Recordé con ellos los días de mi seminario menor y también mi primera misa, que celebré precisamente en el templo anexo a este centro de autoridad claretiana, el templo del Corazón de María. Y al pedírseme un autógrafo para su libro de visitas, escribí así: «Hoy he vuelto a mis orígenes... Al cenar con ustedes, he recordado el seminario menor que hice con los queridos padres claretianos. Y en este lugar celebré mi primera misa en 1945. Gracias y bendición».

VIERNES, 4 de mayo de 1979

Preocupado por el asunto principal de mi visita a Roma, después de asistir a la beatificación del padre Coll, fui nuevamente a la prefectura de la Casa Pontificia a apresurar la concesión de la audiencia con el Santo Padre. No encontré a monseñor Martín, pero dejé la dirección más clara donde podía remitirse la respuesta, esperando hablarle telefónicamente cuando esté en su oficina. No ha dejado de preocuparme mucho esta actitud para con un pastor de una diócesis, cuando he pedido con tiempo la audiencia y se va dejando al tiempo la respuesta; hasta temo que no se me vaya a conceder porque hay muchos obispos en visita Ad Limina y hay también otros criterios para dar preferencia a otras solicitudes. Lo he dejado todo en las manos de Dios diciéndole que, de mi parte, he hecho todo lo posible que, a pesar de todo, creo y amo a la Santa Iglesia y seré siempre fiel, con su gracia, a la Santa Sede, al magisterio del Papa y que comprendo la parte humana, limitada, defectuosa de su Santa Iglesia que siempre es el instrumento de salvación de la humanidad y a la cual quiero servir sin ninguna reserva.

En estos criterios sobrenaturales y muy eclesiales me alimentó la visita con monseñor De Nicoló, un viejo amigo de la Sagrada Congregación para la Educación de la Fe, donde conversé con todo cariño y confianza fraternal acerca de mi situación de la relación con los obispos, con el Gobierno, con el Nuncio. Y comprendió que, dado mi temperamento y mi formación, él estaba seguro de que se trataba de exageraciones cuando llegan a Roma informaciones negativas acerca de mi actuación arzobispal. Su palabra ha sido muy luminosa y muy animadora. Le doy gracias al Señor.

Fui enseguida a visitar a la comunidad de las hermanas de Betania. Son cuatro religiosas salvadoreñas y guatemaltecas que atienden una casa de estudiantes universitarios en Via Aurelia 172. Allí me ofrecieron almuerzo y los jóvenes, que ya son profesionales algunos, se mostraron muy interesados en conocer la situación de mi país y me dieron cita con otros periodistas para la noche, antes de la cena. Yo accedí con gusto, dada la sinceridad y el ambiente católico en que se mueve la prensa que ellos atienden.

Fui enseguida a visitar a las hermanas pasionistas que atienden la casa de los padres pasionistas, la Curia Generalicia de los padres pasionistas y la casa de ejercicios espirituales, anexo a la famosa iglesia de San Juan y San Pablo, donde está sepultado el fundador de las congregaciones pasionistas, San Pablo de la Cruz.

La mayoría de estas religiosas, que son diez, son mexicanas y conocen El Salvador. Estuvieron sumamente felices de mi visita y me citaron para almorzar con ellas al día siguiente y celebrarles una Hora Santa. Yo accedí, dado el cariño y la oración que aquí se ofrece a Dios por la situación de nuestra Iglesia salvadoreña. Tuvieron la bondad de llevarme en su carro a la comunidad de hermanas de Betania, donde era ya hora de cenar y de tener la entrevista de prensa a la que aludí antes.

SÁBADO, 5 de mayo de 1979

Hoy volví a insistir sobre mi deseo de tener la audiencia con el Papa. Monseñor Martín fue a ver a su colaborador y luego salió diciéndome contento: «Le traigo buenas noticias, será recibido el lunes. Mañana domingo por la tarde llegará el billete que acostumbramos enviar anunciando la hora de la audiencia». Le agradecí cordialmente y le he dado gracia a Dios, naturalmente.

Después fui a la plaza Minerva para buscar entre los artistas de arte sagrado el báculo que siempre he deseado, parecido al que usó Pablo VI y sigue usando Juan Pablo II. En arte sagrado encontré quien me lo va a hacer y la madre Gloria se comprometió a conseguir quien lo costearía, para que no fuera un gasto que pudiera parecer un antitestimonio de mi parte. Será pues un obsequio del pueblo y representará el Santo Cristo en forma de báculo.

Fui a almorzar con las hermanas pasionistas del convento de San Juan y San Pablo. Y allí descansé y celebré la Santa Misa, predicándoles sobre el tema de la vocación y de la colaboración que hemos de dar a Dios todos los que hemos sido llamados para colaborar con el trabajo y el espíritu del Buen Pastor en medio de todos los hombres. Las hermanas pasionistas me llevaron a mi posada, donde cené con las hermanas dominicas y compartí con ellas el recreo de la noche.

DOMINGO, 6 de mayo de 1979

Después de celebrar en privado, en la capilla de las hermanas dominicas, me fui a la plaza de San Pedro para asistir con el pueblo al rezo del Regina Celi que el Papa acostumbra todos los domingos al mediodía. Allí me esperaba la madre Gloria y la hermana Juana, con quienes salimos luego a almorzar en Castelgandolfo. Un paseo precioso, lástima que estaba muy nublado y llovía a veces. Y en el comedor, pintoresco, frente al lago, había mucha humedad y el ambiente, el paisaje no tenía visibilidad. Pero me he dado cuenta de lo pintoresco del lugar donde el Santo Padre pasa sus días de descanso en vacaciones. Un ambiente pobre; tal vez se destaca demasiado, en medio de ese ambiente, la inmensa propiedad de Castelgandolfo, lugar de verano del Papa.

LUNES, 7 de mayo de 1979

Amanecí, terminando la preparación de los documentos que pienso entregar en la audiencia del Santo Padre. Se trata de cuatro informes de comisiones extranjeras que han llegado a El Salvador a estudiar la situación del país. Se trata de documentos de solidaridad, de denuncia, también de mi postulación al Premio Nobel y otros que han surgido después de la visita apostólica de monseñor Quarracino para completar dicha visita. Le llevo también la carta escrita en noviembre y que dudé si se la entregaron.

A las doce y veinte minutos fui recibido en audiencia privada por el Santo Padre. Sentado en su mesa de escritorio, me ofreció también una silla. Me dijo que me pusiera el solideo que yo me había quitado y llevaba en la mano. Comenzó a preguntarme por la situación del país. Le invité atentamente a que siguiéramos el memorándum que llevaba escrito, a lo cual él accedió gustoso. Comenzamos a leer y yo le iba sacando los documentos. Cuando saqué el folder de las informaciones extranjeras sobre la situación del país se sonrió viendo que era un volumen muy grueso y que no habría tiempo de ver. Yo le pedí disculpas y le dije que era para que ordenara un estudio y que le dieran un resumen, pero que a mí me interesaba que tuviera una idea de cómo criterios imparciales bosquejan la situación de injusticia y de atropello que hay en nuestro país. Le di también folder con el retrato del padre Octavio, muerto, y con mucha información sobre ese asesinato.

Después de entregarle, con una breve explicación cada uno de los folders, el Papa comenzó a comentar, de acuerdo con el último punto del memorándum, que se refería a un diálogo en búsqueda sincera del pensamiento del Papa y de un mejor servicio a nuestro pueblo. Confesó que es muy difícil una labor pastoral en el ambiente político en que me toca actuar. Recomendó mucho equilibrio y prudencia, sobre todo, al hacer las denuncias concretas, que era mejor mantenerse en los principios, porque era riesgoso caer en errores o equivocaciones al hacer las denuncias concretas.

Yo le aclaré y él me dio la razón de que hay circunstancias, le cité, por ejemplo, el caso del padre Octavio, en que se tiene que ser muy concreto porque la injusticia, el atropello ha sido muy concreto. Me recordó si situación en Polonia, donde tuvo que hacer frente a un Gobierno no católico y con el cual había que desarrollar la Iglesia a pesar de las dificultades. Le dio mucha importancia a la unión del episcopado. Volviendo a recordar su tiempo pastoral en Polonia, dijo que éste era el problema principal, mantener la unidad episcopal. Le aclaré también que yo era lo que más deseaba, pero que tenía en cuenta que una unión no tiene que ser fingida, sino sobre el Evangelio y la verdad.

Se refirió al informe de la visita apostólica de monseñor Quarracino, el cual reconoce una situación sumamente delicada y quien recomendó como solución a las deficiencias pastorales y a la falta de unidad entre los obispos, un administrador apostólico, sede plena.

Al terminar la visita, en que me dio oportunidad de exponer mi pensamiento y él también expuso sus criterios, me invitó a tomarnos una fotografía y me entregó algunos obsequios piadosos. Él apartó los folders para continuar la serie de audiencias que aún faltaban y yo salí complacido por este encuentro, pero preocupado por advertir que influía una información negativa acerca de mi pastoral, aunque en el fondo recordé que había recomendado «audacia y valor, pero al mimo tiempo, mesurada por una prudencia y un equilibrio necesario». Aunque mi impresión no fue del todo satisfactoria, a primera vista, creo que ha sido una visita y una entrevista sumamente útil ya que ha sido muy franco y yo he aprendido a que no se debe esperar siempre una aprobación rotunda, sino que es más útil recibir advertencias que pueden mejorar nuestro trabajo.

Después de la audiencia, me estaba esperando el padre Toral, quien me llevó a su comunidad de padres y hermanos josefinos en la Villa Santa..., donde almorcé. Y allí llegó la madre María Castro Llerena; para saludarme hizo un viaje desde el pueblo donde ella se encuentra a una hora y minutos de Roma. Recordamos a su primo hermano, monseñor Castro Peña, y otros recuerdos de la querida patria. Ella es salvadoreña.

Por la tarde, la madre Gloria y la hermana Juana me acompañaron en su camioneta a visitar al artista del báculo, donde la madre logró una notable rebaja y un perfeccionamiento del proyecto de la obra. Luego fuimos a recoger ropa que he mandado hacer en la sastrería del clero y volví a cenar con las oblatas al Divino Amor, para regresar después a mi posada con las hermanas dominicas.

MARTES, 8 de mayo de 1979

En Roma el tiempo se lo puede tragar a uno. Yo había proyectado algo para antes de la audiencia que tengo con el cardenal Baggio, a las once de la mañana. Sin embargo, sólo pude hacer unos pequeños arreglos con el sastre, el cual todavía no ha terminado mis trabajos. Y me dirigí a la plaza de San Pedro para encomendarme a los grandes pontífices, que reposan en las criptas del Vaticano y que han dado tanta inspiración y orientación a mi vida, y sostener este momento de recogimiento para luego ir a hablar cosas muy importantes a la Congregación para los Obispos, que preside el Cardenal Baggio.

En la plaza de San Pedro me encontré con monseñor Eduardo Cassuli, que fue secretario de la Nunciatura, creo que estando monseñor Torpigliani en El Salvador. Fue muy cariñoso, hizo muchos recuerdos y comprendió mi difícil situación. Dijo que estaba siempre recordándome y orando para que fuera un pastor digno de estas circunstancias.

La conversación con el cardenal Baggio fue muy cordial, a pesar de que yo esperaba un poco de severidad como la vez anterior, el año pasado. Él era muy deseoso de encontrarse conmigo y me dijo que le hubiera sorprendido si habiendo venido a Roma no hubiera ido. Yo le expliqué que desde el primer día que llegué a Roma busqué esta audiencia que por sus ocupaciones no se me había podido conceder. Él expresó sus preocupaciones, sobre todo en la división de los obispos, en la situación del Obispo auxiliar. Y fue muy franco en reconocer el error del auxiliar al firmar el permiso de cambio de estatutos de Cáritas que tocaba firmar al propio Arzobispo. Él, como vicario general, debió estar de acuerdo y si sabía que no estaba de acuerdo el Arzobispo, hizo mal en hacerlo. Pero dijo que yo también había sido muy severo en tomar la medida de su destitución y dejarlo como en el aire.

Traté de explicar toda esta situación porque, además, advertí que, entre las causales que había puesto monseñor Revelo para este acto, estaba el que Cáritas se politizaba y caía en manos de guerrilleros. También el pretexto de que yo estaba en la clínica, enfermo. Lo cual expliqué al Cardenal que ni una ni otra cosa eran suficiente razón para aquel acto. Se refirió a la visita apostólica y a la sugerencia que ya el Papa había insinuado en su conversación de ayer, o sea que, arreglar la situación con el nombramiento de un administrador apostólico, sede plena; pero el cardenal Baggio analizaba como una sugerencia poco práctica, ya que no veía entre los obispos actuales quién pudiera ser ese administrador apostólico que se entendiera conmigo. Y llevarlo de afuera del país también le parecía absurdo, dada la situación de nuestro país. Por lo cual, esto todavía queda en estudio y, de mi parte, le manifesté mi mejor voluntad de arreglar las cosas en lo que mi capacidad permita.

Me referí a los informes llevados al Papa que son imparciales y que expresan una situación de verdadera persecución contra la Iglesia. Me refería especialmente al informe de la OEA y a su insistencia de recomendar al Gobierno prevenir la persecución sistemática a la Iglesia católica en su misión de evangelizar. El Cardenal fue muy cordial cuando me dijo: «no estamos tratando entre enemigos, sino entre trabajadores de la misma causa y estamos, desde luego, en un noventa por ciento de acuerdo. Y es así que el ciento por ciento es la verdad y es el Evangelio». Le dije que me daba mucho ánimo esa palabra y que la depresión que había sacado de mi audiencia con el Santo Padre, encontraba aquí, en la plática con él, esperanza de que mi situación y la de mi Diócesis tienen solución si la seguimos buscando con la buena voluntad y amor a la Iglesia.

Parecía bastante satisfecho, hablamos de otras cosas y el tiempo había terminado. Me obsequió dos libros y me expresó su mejor voluntad de ayudar en todo a mi servicio a la Iglesia.

Salí satisfecho y a la salida me encontré providencialmente con monseñor De Nicoló, gran amigo, con quien le dije que quería comentar, en forma confidencial y como dirección espiritual, mi situación de ánimo de ayer y de hoy. Me dio luces muy claras inspiradas en un gran amor a la Iglesia y cómo la virtud, sobre todo la humildad, en estos casos es una llave muy segura para encontrar solución. Que estuviera seguro -me dijo- de la buena voluntad que reina en la Curia romana, que ha cambiado enormemente, que él como viviéndola, me lo puede decir, que hay muy buena voluntad de ayudar en todo a los servidores de la Iglesia en todas partes. Que la influencia del actual pontífice era muy beneficiosa para la Curia romana y para toda la Iglesia. Me dio algunas normas prácticas para dirigirme a la Secretaría del Estado, refiriéndome a la sugerencia anterior, de que lo tomara todo como una voz de Dios que está buscándole, aun a mi misma situación, una solución de mucho beneficio a la Iglesia. Que tuviera mucho cuidado en hacer una reacción que fuera más espectacular, porque más bien, al sugerirme esta idea del administrador apostólico podía haber en la mente del Santo Padre y del cardenal Baggio, una búsqueda de mi reacción y mi reacción, si fuera negativa, podía echarlo a perder todo. Que tuviera humildad y paciencia, y escribiera al Secretario de Estado dándole mis impresiones y mi sugerencia, por ejemplo, de que un eventual Nuncio que se entendiera bien con el Arzobispo, podía solucionar ese papel que se sugiere para un posible, pero difícil, administrador apostólico. Creo haber comprendido bien la idea y trataré de realizarla con esa buena voluntad para la Iglesia que, gracias a Dios, siempre he tratado de conservar y acrecentar.

Acudí luego a Radio Vaticana, donde tenía una invitación del padre Suárez, encargado de la transmisión para América Latina y donde grabé una entrevista con él acerca de la situación de la Iglesia en El Salvador, de mi trabajo y de mis impresiones de la visita al Santo Padre. En resumen, describí nuestra situación y mi trabajo, según mis intenciones, y sobre todo, dije que había salido muy optimista de la visita al Santo Padre, porque me había dado cuenta de que él sabe escuchar y se nota que está buscando el conocimiento de la realidad de nuestro mundo latinoamericano, y que por eso creo que es muy grande la responsabilidad de todos los que tenemos el honor y la dicha de platicar directamente con el Papa, de informarle, no según nuestra manera de ver, sino hasta donde sea posible, la realidad sincera de la Iglesia en nuestros países.

Con el padre Suárez y el encargado de los programas para España, me fui a la casa de los jesuitas, donde residen todos los escritores y trabajadores de radio, son como unas treinta personas, para almorzar con ellos y compartir luego, la sobremesa que es muy fraternal. El padre Juan Bosco me cedió, como el otro día, su cuarto para descansar una siesta muy agradable. Y después el mismo padre Juan Bosco me acompañó a arreglar mi boleto de regreso, pasando por Barcelona y Madrid para visitar la cuna de esta congregación dominica, que ha tenido la bondad de proporcionarme mi viaje a Europa con motivo de la beatificación del padre Coll.

Recogí luego mis trabajos en la sastrería del amigo Mangenelli, que ha sido muy amable en todo su trato conmigo. También compré unas estampas para que se puedan poner en todas las casas parroquiales de Su Santidad Juan Pablo II, pero la famosa venta Soprani parecía una colmena de compradores y me fue muy difícil comprar otras cosas. Terminé el día cenando con las madres oblatas, quienes me proporcionaron su vehículo, tanto para ir a su casa como para regresar a mi posada de las hermanas dominicas, donde esta noche he arreglado mis valijas para mi viaje de mañana.

MIÉRCOLES, 9 de mayo de 1979

Después de agradecer a las hermanas dominicas, representadas por su Superiora General y por la Provincial de Centroamérica, el generoso obsequio de un viaje a Roma, felicitándolas por toda la realización de las ceremonias y festejos del fundador beato padre Francisco Coll, me despedí de ellas, ya que esta misma noche voy a tomar el avión de regreso pasando por Barcelona, Madrid y El Salvador.

Me dirigí luego a visitar a monseñor Pironio con quien había concertado una audiencia para las once y media de la mañana. El tráfico, en las cercanías del Vaticano, se hacía imposible. La audiencia general atrae a muchedumbre de gente y los vehículos, autobuses grandes de turistas y peregrinos, invaden todas las calles adyacentes a la plaza de San Pedro.

Pero, con unos minutos de retraso, llegué y todavía tuve que esperar un poco al cardenal Pironio, quien me acogió en una forma tan fraternal y cordial que, este solo encuentro, bastaba para colmarme de consuelo y de ánimo. Le expuse confidencialmente mi situación en mi Diócesis y ante la Santa Sede. Me abrió su corazón diciéndome lo que él también tiene que sufrir, cómo siente profundamente los problemas de América Latina y que no sean del todo comprendidos por el Ministerio Supremo de la Iglesia y, sin embargo, hay que seguir trabajando, informando lo más que se pueda, la verdad de nuestra realidad. Y me dijo: «lo peor que puedes hacer es desanimarte. ¡Ánimo Romero!», me dijo muchas veces. Y agradeciéndole otras consultas, una conversación larga y fraternal, me fui, dejándome en el corazón una nueva fortaleza de mi viaje a Roma.

Cuando bajaba de la Sagrada Congregación para Religiosos, donde cardenal Pironio es perfecto, me detuve en la plaza de San Pedro, donde el Papa todavía predicaba sus mensajes en diversos idiomas y la gente acogía con fervor y aplausos. Pero en la periferia, donde yo me encontraba había mucha distracción. Muchachos y turistas que más bien se distraían y no atendían a la voz del pastor. Lo cual me da la dimensión de nuestros auditorios, sin embargo, siempre hay que sembrar. Y el Papa lo estaba haciendo incansablemente y actuando como un pastor que da abundante pasto de doctrina al pueblo, del cual depende si quiere o no acogerlo.

Luego me dirigí a la Curia Generalicia de los jesuitas, donde el buen padre Juan Bosco me llevó a conocer el jardín y luego a almorzar y me prestó su cuarto para dormir la siesta. Después, juntos concelebramos la Eucaristía. Después me hizo el favor de llamar por teléfono a El Salvador, con monseñor Urioste, con quien entablamos el diálogo que se grabó para transmitir en YSAX.

Me contó la situación difícil de la violencia en el país. Lo más grave, el enfrentamiento entre el Bloque Popular Revolucionario y los Cuerpos de Seguridad junto a la Catedral. Y en la Catedral de San Salvador, me dijo que estaban tendidos nueve cadáveres asesinados en esa circunstancia y se cree que son más los muertos.

Me valí de esta circunstancia para enviar un mensaje de paz y transmitirles el pensamiento del Papa. En la audiencia recordó el asesinato de Aldo Moro hace un año.

Después de la transmisión por teléfono a El Salvador con informaciones que me dio monseñor Urioste y comunicaciones que yo le di de parte, sobre todo, de la audiencia privada con el Santo Padre, aplicando todo a la situación trágica de este día en la catedral de San Salvador, fui a hacer mi última visita a la basílica de San Pedro, junto a la tumba de San Pío X, oré intensamente, teniendo en cuenta todos los intercesores que significan para mí, sobre todo, los sepulcros de San Pedro y de los últimos papas. Fui a comprar, luego, unos recordatorios a la venta junto a la plaza de San Pedro, donde se distribuye el Observatore Romano y con las madres oblatas al Divino Amor, me dirigí al aeropuerto.

El viaje de Roma a Barcelona fue muy tranquilo. Y en Barcelona a las once de la noche, me esperaba la madre Grau y otra religiosa dominicana, quienes me condujeron con un taxi, llevado por un motorista muy simpático, muy platicador, por todas las calles principales de Barcelona, principalmente, junto a la iglesia de la Sagrada Familia y nos dirigimos luego a Vich, donde me instalaron en una casita que las religiosas dominicas han dedicado para hospitalidad de los sacerdotes. Hicimos el plan para el día de mañana, ir a conocer el lugar del nacimiento del padre Francisco Coll y también para mí significa mucho esta población de Vich, ya que aquí están los orígenes del padre Claret, cuyos misioneros inspiraron mis primeros año de seminario.

 

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