LA IGLESIA, COMUNIDAD DE AMOR

VIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


17 de septiembre de 1978

Eclesiástico 27, 33 - 28, 9
Romanos 14, 7-9
Mateo 18, 21-35


Queridos hermanos, estimados radioyentes:

Han escuchado tres pasajes de la Sagrada Escritura: Uno, escrito por un gran experto del conocimiento de la sabiduría de los israelitas, es él libro del Eclesiástico. Otro, brotado de los mismos labios de Cristo, la hermosa parábola del perdón y el comentario de San Pablo para la comunidad cristiana.

Estamos en el pasaje evangélico en que Cristo nos está ofreciendo los perfiles de la comunidad cristiana -estamos todavía en el capítulo 18 de San Mateo- y es allí donde uno de los perfiles que caracterizará a los que se congregan como seguidores de Cristo en la Iglesia, es precisamente el perdón. Pero el perdón no es una debilidad, es fuerte. San Pablo nos presenta otro conflicto en la comunidad, el que él llama entre los fuertes y los débiles, y que en los tiempos modernos se traduce entre progresistas y conservadores. Sobre estos dos conflictos: el perdón y la violencia del odio; el progreso y la tradición, debe reinar una cosa dice la Biblia hoy: el amor. Titulemos pues, nuestro pensamiento esta mañana como el domingo pasado: "La Iglesia comunidad de amor'. Y los tres pensamientos serán:

1) El problema de la violencia y del perdón;

2) El conflicto entre los tradicionalistas y los progresistas y

3) La clave de solución: la trascendencia del amor.

Para comprender mejor, o mejor dicho, para enmarcar este pensamiento tan actual, para que nosotros que somos la comunidad cristiana de 1978, la misma comunidad que Cristo creó hace 20 siglos y que va pasando por la historia entre conflictos y realidades de este mundo, yo quisiera hermanos, como de costumbre, y no por una manía de salirme del evangelio, sino para encuadrarlo en la realidad, que tuviéramos en cuenta dos notas de nuestra semana actual: la Iglesia misma, hechos vivenciales de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades en la Arquidiócesis o en la Iglesia universal; y esta Iglesia que se construye en la modestia, en el amor, en la sinceridad de estos hechos concretos, miradla en el marco profano -digamos- los hechos que nos circundan, así ha sido siempre la Iglesia. Ella es fermento en la masa, su preocupación tiene que ser mantenerse como fermento y fermentar la masa. Ella ha sido puesta por Cristo como luz para iluminar las tinieblas del mundo. Por eso sus dos grandes cuidados deben ser esos: mantenerse como luz brillante y luego irradiar hacia las tinieblas. Una Iglesia no puede consistir únicamente en cuidarse a sí misma, como aquellos que viven preocupados únicamente de su salud y nunca tienen tiempo para hacer nada, porque están cuidando su salud. La Iglesia cuida su salud, pero no con egoísmo, sino para estar fuerte, sana y servir. La Iglesia tiene por objeto servir, "como mi Padre me envió al mundo, así yo os envío al mundo. Id por todos los pueblos a servirlo en sus problemas; a iluminarlo en sus dificultades; a fortalecerle en sus debilidades; ayudarle a resolver con la luz del evangelio sus problemas". Y así tenemos hermanos, que nuestra Iglesia en esta semana, construyéndose a sí misma " no digo que éstos son los únicos rasgos, yo no hago más que sacar de la rica espiritualidad de nuestra Iglesia, unas cuantas demostraciones sencillas que nos dan una idea de que esta Iglesia no es un cadáver, no es un museo; sino que es vida, que está caminando por el mundo.

Así puedo informarles que esta semana se reunieron en Costa Rica los obispos presidentes de Conferencias Episcopales de todo Centro América, todavía no tengo noticias del resultado de esa reunión, pero sin duda que se preocuparon con el Arzobispo de Managua, del grave problema de Nicaragua, para enfocarlo desde la competencia jerárquica. Ellos no van a tratar asuntos políticos ni diplomáticos, van a tratar la iluminación pastoral de la fe, sobre ese acontecimiento, porque ahí tiene que ser la Iglesia fermento y luz de Nicaragua.

En esta semana también, hemos celebrado en Santiago de María, y la próxima lo celebrarán en San Esteban Catarina, el 25 aniversario sacerdotal de Monseñor Arturo Rivera Damas, Obispo de Santiago de María. Ayer tuve la dicha de compartir con aquella comunidad diocesana el cariño, la oración, la gratitud para con su Pastor. Al proclamar la palabra, di el mensaje sacerdotal diciendo que si la Iglesia vive y predica hoy en el mundo la misma doctrina de Cristo, y se puede decir fiel seguidora de Cristo, es gracias al sacerdocio. Que el sacerdocio inventado por Cristo es como el enlace entre la persona de Cristo resucitado y viviente en la Iglesia, y la Iglesia concreta que predica sobre las necesidades de los pueblos. Y que gracias al sacerdocio esa doctrina eterna, se hace luz concreta en cada circunstancia, y el sacerdote es como la credencial de que Cristo está presente en la comunidad Iglesia.

He tenido también, la oportunidad y felicidad de visitar varias comunidades religiosas en esta semana. Con motivo del 14 de septiembre que es la fiesta litúrgico de la exaltación de la Santa Cruz, visité las hermanas Pasionistas que dirigen el Colegio de la Divina Providencia, y desde allí agradecí el trabajo eclesial que esa congregación de la Pasión está llevando en el Colegio Santa Gema de Santiago de María y la casa de Pastoral de San José Villanueva, exhortándoles a seguir fieles a ese carisma de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo; porque la Cruz es dolor, pero es secreto de éxito, de pascua, de resurrección.

Ese mismo día, celebraban también nuevas consagraciones vocacionales, las religiosas de la Santa Cruz -es una rama de la Congregación del Buen Pastor- y que es una fuerza de oración y de sacrificio y de penitencia que está dándole vida a nuestra Iglesia local. Les agradecí en nombre de todos ustedes y les exhorté a que siguieran siendo fuerza de nuestra vida eclesial, y una cosa... sentí que se destacaba en esa visita y quiero transmitírselas como un testimonio de lo que es la verdadera penitencia y el verdadero amor a Dios: no es triste. En pocos lugares he encontrado tanta alegría, pero así efusiva, como entre las hermanitas de la Santa Cruz. Sé que me están escuchando y les digo de nuevo: las felicito, porque esa alegría es señal del verdadero Dios, ustedes también me dijeron una palabra de mucho aliento, y es que notan en mi serenidad la marca de Dios. Gracias a Dios que esa alegría, esa serenidad, esa paz, va con la conciencia cuando uno sabe que está cumpliendo su deber. Yo les deseo a todos, la alegría de las Religiosas de la Santa Cruz.

También visité, en esta semana, comunidades parroquiales como Panchimalco, que ese mismo día 14 de septiembre celebraba la fiesta de la Santa Cruz, que allá llaman la Santa Cruz de Roma. Y les dije que me sentía muy feliz de celebrar la vigilia de nuestra fiesta patria, en aquella iglesita colonial donde parece que convergen las tres grandes líneas de nuestra idiosincrasia nacional: el indígena y, en la iglesia colonial, España con su fe que nos trajo el cristianismo y el 15 de septiembre que nos recuerda nuestra vida nacional, no llamaríamos independencia, pero si que marca en la historia un punto de partida hacia una verdadera independencia. Cantamos al terminar el Himno Nacional y les diré también, que pocas veces se siente tan profundo el espíritu de la verdadera Patria, como cuando aquella gente que llenaba la Iglesia, en un ambiente tan histórico, canta: "Saludemos la Patria , orgullosos de hijos suyos podernos llamar..." y le pedí al Señor de veras, el santo orgullo de ser salvadoreños, el día en que tengamos de verdad una Patria que sea alegría y felicidad de todos los que en ella hemos tenido la dicha de nacer.

También en la Colonia Dolores, que celebra como patrona la Virgen de Dolores, su fiesta es el 15 de septiembre, celebramos allí junto a la Virgen y a la Cruz, la oración por nuestra nación y por aquella parroquia fervorosa de Dolores. Dolores también es el nombre de otra parroquia que va a tener hoy su celebración en Apulo. También para allá nuestro saludo y dentro de poco también nuestra participación en el fervor de aquella piedad popular.

En Cuscatancingo, donde el P. Julio Orellana prepara una comunidad fervorosa, también el domingo pasado participamos la alegría de aquella vida comunitaria. En el Calvario de Santa Tecla, ha habido cambio de párroco/ desde el jueves el Párroco es el P. Francisco Javier Aguilar, jesuita, que va a sustituir al P. Eduardo Orellana.

En este marco de comunidades parroquiales, yo quiero denunciar el abuso que se ha cometido en el Cantón San José Primavera Primera, de la Parroquia de San Martín, donde miembros de ORDEN que se han metido en la mayordomía de la ermita, se han posesionado de ella y han celebrado una fiesta a espaldas de la autoridad de la Iglesia, con un sacerdote disidente. Quiero recordar a todas las comunidades cristianas que la Iglesia es jerárquica y que solamente las celebraciones autorizadas y presididas por sacerdotes legítimos son verdadero culto de Dios. Otro culto, así, clandestino, como el que celebraron allí, puede valer para la piedad de los que no se dan cuenta del manipuleo, pero ciertamente quienes manipulan una circunstancia, haciendo de la religión una política, pecan gravemente ante Dios y orientan mal a la comunidad. No fue pues, verdadera celebración.

Esta semana también los laicos han celebrado dos acontecimientos muy importantes: Allá en Ayagualo, el Club Serra, una convención Centroamericana. Caballeros y Señoras de diversos países de Centro América, para estudiar el problema que ellos toman como tema de su trabajo: las vocaciones, el sacerdocio. Yo les agradezco y les felicito. También una comunidad de jóvenes: Unión Latinoamericana de Juventud Ecuménica, se ha reunido en Planes de Renderos, para hacer reflexiones también, muy propias de la juventud. En ambas reuniones tuve la dicha de participar y de llevarles el mensaje de la Iglesia y las esperanzas que tenemos en ustedes los seglares.

Quiero avisar también a los jóvenes, que el próximo viernes 22, en el Seminario San José de la Montaña, va a tener lugar un encuentro que durará tres días para jóvenes que sientan inquietudes por la vocación sacerdotal. Entérense pues, en el Seminario San José de la Montaña, los jóvenes que quieran tener conocimientos de esta materia tan importante como es la vocación sacerdotal y allí se les atenderá con todo gusto.

Esto es parte, hermanos, de la Iglesia que peregrina aquí en la Arquidiócesis de San Salvador. El marco en que nos movemos, puede señalar muchos hechos dolorosos, esperanzadores, tristes o alegres; cada uno de ustedes, tiene mucho que contar en esta semana. Por mi parte yo quisiera destacar en esta semana en que hemos celebrado el 15 de septiembre, que la alegría superficial con que lo sabemos celebrar, no nos ha dado idea de la tragedia horripilante de nuestros pueblos que se llaman independientes.

Fijémonos principalmente en Nicaragua, nuestra hermana nación, Nicaragua. Escuchamos el llamamiento del Señor Arzobispo, Monseñor Obando. Se trata ya de una verdadera guerra civil, se combate en Diriamba, Masaya, Jinotepe, Peñas Blancas, Chinandega, Estelí, Granada, Rivas, etc. El Presidente decreta Ley Marcial para toda la República, la Guardia ametralla y bombardea indiscriminadamente aun a pobladores pacíficos que huyen; se ataca con aviones y tanques; se ataca también hasta a miembros de la Cruz Roja, respetados internacionalmente; se habla de que unos 15 años, por lo menos, serían necesarios para recuperar lo que se está perdiendo. La voluntad del pueblo es clara: no quieren al actual Presidente. Pero este ratifica su capricho de permanecer y es necesario, entonces, escuchar ese clamor del pueblo. Hemos dicho antes que como Obispos, no somos los técnicos de la política; pero como pastores, sentimos el dolor y la sangre de tantos hermanos de un lado y de otro. Y pedimos al Señor, y a ustedes les pido de manera especial en esta Misa y en sus oraciones de estos días, pedir para que se resuelva este conflicto y que en vez de más sangre, vaya volviendo la paz.

Tengamos en cuenta una cosa, hay quienes quieren agrupar, de un lado, la legitimidad de un gobierno, y de otro lado, una insurrección que la titulan comunista. Yo quiero decir que ese es precisamente uno de los argumentos mentirosos de la Seguridad Nacional. No todo es comunismo. Sabemos que en aquel pueblo hay muchas personas decentes, imparciales en sus juicios, que están apoyando a ese pueblo y que forman parte también de esta hora de insurrección. De manera especial yo quiero mencionar, por ser familia de una persona que colabora mucho con nuestra Iglesia, la muerte de don Gustavo Adolfo Argüello, por quien les pido hoy también una oración. Nadie puede decir que se trata de un comunista y que derrocando al actual Gobierno no va a haber quien gobierne más que comunistas. Nicaragua tiene capacidades y lo que la Iglesia ha reclamado siempre: abrir los cauces democráticos para que todos los que tienen capacidades de buscar el bien común de un pueblo, encuentren por donde caminar.

Hermanos, no seamos indiferentes, porque mañana puede ser de otro modo el paisaje. Y la Iglesia tiene que mantener siempre su justicia, el orden con que reclama en nombre de la justicia de Dios. Oremos para que todos los gobiernos de Centro América, comprendan la lección y sepan a tiempo que estas situaciones son el producto de las represiones, de las violencias institucionalizadas y de todo aquello que la Iglesia viene denunciando hace tiempo, aun cuando la llamen a ella también comunista. Está señalando la llaga, y está diciendo a quienes todavía tienen tiempo: no vayamos a sufrir y los que ya están sufriendo, todavía también pueden salir de esas situaciones, aun dejando tantas huellas horribles de sangre.

También ha marcado esta semana de la Independencia, el domingo pasado en Santa Ana, la represión de una manifestación que deja muertos, heridos y capturados; lo mismo en Zacatecoluca.

También la Asamblea y la concentración estudiantil en la Universidad Nacional, por la protesta de exámenes parciales. Hay También horas de violencia.

Hemos lamentado también, hoy, muchos hechos que no vienen a la memoria, pero ciertamente ayer nos estremecían las noticias con el asesinato del Dr. Rubén Alfonso Rodríguez; el ametrallamiento de la Embajada Norteamericana; el asesinato en Soyapango de los jóvenes Miguel Angel Flamenco Solís, Rubén Orlando Platero; las noticias bastante ambiguas, nuestra oficina de Información emitirá un boletín esta semana. para decir la versión desde nuestras investigaciones, en honor a la justicia y a la verdad.

Se recibe una carta de una mujer afligida, de Portillo del Norte, donde Adrián Serrano desaparece desde agosto y la nota triste del campesino que dice: "Desde el 2 de agosto fue capturado por la Guardia Nacional, a las 11 de mañana en el Caserío Las Cañas, dándole con rumbo a Chalatenango y que días no se sabe de su paradero. Ya lo hemos buscado en muchas partes. Los cuerpos de seguridad de Chalatenango, de San Salvador, nos dicen que no saben nada de él". Qué angustias la de los desaparecidos. Por eso, un Comité Pro-Libertad de Presos Políticos que quiere interpretar este dolor se presenta a la Asamblea esta semana para pedir la amnistía de 65 reos juzgados por la Ley del Orden Público, y también para pedir noticias del paradero de 101 personas desaparecidas a las que se van agregado otras y otras.

De Nicaragua también, refiriéndose al caso del P. Salesiano, nos llega de su autoridad, del P. Pacheco, una aclaración de los acontecimientos., que son muy distintos de como los presenta la noticia pública. Declaramos, dice al final, que después de tantos cateos y de la clara conducta del P. Pacheco y demás salesianos en la actuación exclusiva de su misión salesiana, debía haber resultado evidente para la Guardia Nacional y demás autoridades gubernamentales la no injerencia en política de los mismos, en ninguna forma y en ningún momento. Que la presencia del P. Pacheco en la Magdalena fue de asistencia supletorio para proveer a las necesidades religiosas de los fieles. Que no consta del encuentro de tales armas y literatura subversiva en la mencionada parroquia. Termina el manifiesto protestando por estas tergiversaciones de la verdad.

Tengo muchas otras cosas, queridos hermanos, pero no quiero cansarlos. Ustedes pueden leer en la página de Solidaridad de ORIENTACION, muchos hechos. Y ustedes saben también muchas cosas. Pero por eso precisamente, invocando el conocimiento de ustedes, sugiriendo nada más cuántas injusticias; así como también cuántos dolores, como las enfermedades que se anuncian y el sufrimiento de muchas personas, nos deben de dar la inspiración, el impulso para tratar de hacer de nuestra comunidad-Iglesia una reunión de cristianos que sienten y que tratan de compartir todas estas cosas.

Por eso, el pensamiento bíblico de esta mañana lo he querido catalogar así: como un conflicto entre la violencia y el odio, por una parte; y el perdón, el amor por otra parte. La primera lectura, nos recoge toda la sabiduría de la Biblia, para decir que la ira, el rencor, no son buenos; que del vengativo, se vengará el Señor. Y yo quiero aprovechar este mensaje de la Sagrada Escritura, para decirles nuevamente que estudien y reflexionen nuestra Carta Pastoral sobre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares. La tercera parte trata precisamente, el juicio de la Iglesia sobre la violencia; y las páginas sagradas de la Biblia Hoy, nos están diciendo que cuando la Biblia aconseja el perdón, la benevolencia, -la paz, está señalando el ideal de los cristianos; pero que no es una cobardía, no es una evasión de los valientes, que quisieran huir, para refugiarse en una cobardía. En mi Carta Pastoral, yo digo: "todo hombre tiene un potencial de sana agresividad con que la naturaleza lo ha dotado para superar los obstáculos de la vida. El valor, la audacia, el no tener miedo a los riesgos, son virtudes y valores notables de nuestro pueblo que han de ser incorporados a la vida de la sociedad, no para segar vidas, si no para construir derecho y justicia para todos, pero especialmente, para quienes hoy parecen marginados de esos bienes". Yo recuerdo también, como los documentos de la Iglesia dicen, que el cristiano ama la paz, pero no porque no pueda combatir, sino porque la paz es mejor. El cristiano es pacífico, dice el documento de paz de Medellín, es pacífico y no se ruboriza de ello; no es simplemente pacifista, porque es capaz de combatir, pero prefiere la paz a la guerra. Sabe que los cambios bruscos y violentos de las estructuras, serían falaces, ineficaces en sí mismos y no conforme ciertamente a la dignidad del pueblo. Pero también, así como defendemos ese valor humano de la agresividad, del valor, le decimos que como toda pasión, tiene que ser educado. La agresividad que todo hombre lleva, puede hacer de él un criminal o un santo, y los santos, no era que no tenían agresividad. El verdadero cristiano no es un cobarde, y cuando es necesario sabe combatir; pero sabe orientar por los principios de la paz, del amor, del perdón gran fuerza de esa agresividad, y por eso hay una violencia que se llama, la violencia de la no violencia. Es la que enseñó Cristo cuando dice: "cuando te golpean una mejilla, vuelve la otra". No es cobardía. Creo que por experiencia, cualquiera puede hacerlo, de que al golpear a otro, al agredir a otro, lo que espera es una respuesta de agresión violenta. Y sí en cambio recibe una sonrisa, un perdón, una comprensión; es más fuerte quien ha sido golpeado, que quien ha golpeado. Por eso decían que los mártires, no era que les faltara también el valor cuando se dejaban matar; sino que desde su situación de víctimas eran más fuertes y ganaban la victoria de los perseguidores.

¿Dónde están las manos manchadas de tantos crímenes? Son miedosas. No se conoce gente más miedosa que aquellos que son criminales. Es que no está allí el desarrollo de la personalidad humana. Por eso el Señor en la Biblia nos enseña esa fuerza de la no agresividad, del perdón. Pero, hermanos, yo quiero decirles también en honor a la verdad y a esa potencia que el hombre lleva, que también la agresividad, hay momentos en que es justicia y virtud saberla usar. En nuestra Carta Pastoral, ponemos dos casos: El caso de la defensa ante una injusta agresión. Uno que es agredido injustamente, tiene derecho a defenderse: es la violencia de la justa defensa. Pero tiene sus condiciones: Que la defensa no exceda el grado de agresión injusta; por ejemplo: si basta defendernos con las manos, no es lícito, disparar un balazo al agresor. Otra condición, que se acuda a la violencia proporcionada, sólo después de haber agotado los medios pacíficos posibles. Cuando un agresor, no atiende a las razones que el agredido trata de darle, y sigue la violencia injusta, entonces el agredido, cuando ha agotado todos los medios pacíficos, tiene derecho a la violencia en legítima defensa. Dicen que la guerra es la última razón.

Y otra condición, tercera, que la defensa violenta no traiga como consecuencia un mal mayor que el que se defiende. Por ejemplo, si por defenderme de un injusto agresor, voy a hacer una violencia mayor, o voy a originar una injusticia mayor, entonces, prevalece el bien mayor. Y el otro caso que es parecido también, pertenece a, la doctrina tradicional de la Iglesia, aquí no hay nada nuevo en lo que van a escuchar ahora, y no tienen por qué escandalizarse. Unicamente los documentos modernos de la Iglesia, lo han puesto al recuerdo de las situaciones actuales de los hombres de hoy. En la Carta Pastoral, lo recuerdo, este principio así: El documento de Medellín sobre la Paz, citando un texto de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI –hay dos grandes respaldos pues, el Papa y los Obispos de América Latina- mencionan la legitimidad de una insurrección en el caso muy excepcional de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país, ya provenga de una persona, ya de estructuras evidentemente injustas, este es el principio. Pero inmediatamente, tengamos en cuenta las condiciones. Advierte también la Iglesia el peligro de engendrar con ello, nuevas violencias, nuevas injusticias, nuevas ruinas, lo cual haría también condenable el derecho de insurrección. Me van a decir ustedes pues, dice y no dice. Dice claramente, pero pone las condiciones de la verdadera moral. Y eso es lo difícil. El caso de Nicaragua por ejemplo, el mal será grande, ¿cuál será más grande? Allí es el criterio, la conciencia del hombre y del pueblo la que tiene que juzgar a la luz de estos principios de la moral cristiana.

Hermanos, así como hay estas violencias permitidas, la violencia por lo general, no puede ser un instrumento para la conquista de la justicia. Por eso en la Carta Pastoral también se reprueban con la Iglesia, las violencias institucionalizadas que en una manera ya organizada, están violentando la situación del pueblo. Y al lado de esa violencia, también la represiva del Estado, que está provocando también en el pueblo la violencia qué después se quiere detener. La violencia por la violencia, no puede ser el instrumento y tiene que ser medida en su gravedad. Por eso, también quiero recordar que el ideal de la Iglesia y del cristiano, es lo que hoy nos ha recordado la palabra de Dios, pero no como un recurso a la debilidad, porque también en las lecturas de hoy hemos encontrado que Dios también usará la violencia de su ira y de su justicia, ante aquellos que no merecieron el perdón. El perdón supone en el otro, arrepentimiento. El perdón, supone en el otro, una conversión, un cambio de conducta, y cuando el hombre ha cambiado y busca arrepentido al Señor; el Señor usa entonces, la violencia de la no violencia: la misericordia, el perdón, el abrazo de paz. Es hermoso, también, encontrar dos enemigos que se han reconciliado, pero esa reconciliación supone en el corazón un dominio más fuerte, como es dominar la ira, la agresividad, el rencor. Por eso, el ideal del perdón que hoy nos predica la Sagrada Escritura, tiene que ser como la estrella que guíe en este ambiente de violencia; pero no para justificar lo que no se puede justificar, sino para reclamar la conversión de quienes tienen que convertirse para que haya paz y perdón.

Al terminar la Carta Pastoral, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas vivas del país: a los que tienen la potencia del dinero; a los que tienen la potencia del poder, para que no lo usen en la violencia institucionalizada o represiva; a los que tienen la potencia de la intelectualidad y de la capacidad de organizar, para que dialoguen y sepan usar esa fuerza que han conquistado, al servicio de esa concordia y de ese perdón y de esa paz. Llamamos también a los que no tienen o a los que tienen poco, para que no hagan consistir sus reivindicaciones, en las violencias sangrientas, sino en la presión justa que debe de hacer también la justicia, ante la injusticia.

Este es el ideal hermanos, para que vean pues, que la predicación de paz que la Iglesia hace en un inundo de violencias, no es cobardía, ni evasión; sino que sabe enfrentarse con la realidad y la situación para decirle a los hombres tentados a la violencia en nuestro ambiente. ¿Quién no es tentado a la violencia en este ambiente de violencia? ¿Qué familia que le secuestran a un padre de familia, a un hermano, a una esposa, no siente el odio, el rencor, la violencia, contra los que han cometido esa injusticia? Así también el pobre, oprimido durante tanto tiempo, un pueblo incomprendido con los cauces de su derecho de participación en el bien común, cerrados y oprimidos, siente la tentación de la violencia. No es malo el sentir la pasión y la tentación, lo malo es no educar esos sentimiento. Y en la. Pastoral, también condenamos a aquellos que han hecho ya de la violencia, una mística, una religión y piensan que las cosas no se pueden arreglar más que por la violencia, les decimos que no es el camino de la racionalidad y que todas esas manifestaciones de violencias irracionales, no pueden ser aprobadas- Por Dios.

Queridos hermanos, creo que se entiende- bien pues, el pensamiento de la Iglesia y que nos invita en la luz de la palabra de Dios, a meditar los grandes valores Positivos de la agresividad humana que, todos llevamos, pero que nunca es tan bella que cuando la usamos para perdonar o para pedir perdón; para reconciliarnos; para arreglar las cosas por las buenas; para que ya no se derrame sangre; para que desaparezca esa figura fea de nuestra patria, que no la hacemos, sino que es.

Por eso, el segundo pensamiento es otro conflicto que surgió también, en las comunidades primera del cristianismo. Se trata entre los que San Pablo llama débiles y fuertes. Posiblemente, se refiere la Carta a los Romanos, de aquellos que se convirtieron al cristianismo viniendo de tradiciones judías o gentiles religiosas. Y decían que cierta carne no se podía comer y por eso se alimentaban con verduras. En cambio otros, que ya habían superado y habían comprendido con San Pablo que la salvación viene por la fe en Cristo y no depende de esas obras de religiosidad, despreciaban a los tradicionalistas; y los tradicionalistas se escandalizaban de esos progresistas, tal como hoy. Lo malo es radicalizarse, ponerse a los extremos y pensar: sólo lo mío es bueno, y el otro dice, sólo lo mío es bueno; y así existen hoy, movimientos en la vida religiosa que quieren como asumirse, endueñarse del monopolio de Cristo, del Espíritu Santo. Y San Pablo es cuando habla en nombre del Espíritu Santo para darles la solución que viene ya en mi tercer pensamiento, tomando de las tres lecturas y enfrentando estos dos conflictos: conflicto violencia perdón; conflicto progresistas y conservadores. Para darles un nombre nada más, la solución, la clave de solución nos dice la palabra de hoy, está hoy, en el perdón y en las razones de ese perdón. ¿Cuáles son esas razones? Recojámoslas como fruto de esta reflexión.

La primera lectura nos presenta la dependencia que tenemos de Dios. Tú que dependes de Dios en tu salud, ¿cómo le pides salud a Dios si no perdonas a tu hermano? Es una lógica, porque Dios dice que amemos al prójimo y si no lo, amamos, ¿cómo le pedimos a Dios a quien tenemos enojado por el rencor? Otra razón: todos necesitamos de la comprensión misericordioso de Dios. ¿Cómo la vas a tener, dice el apóstol, si tú no la tienes para con los demás cuando no perdonas, cuando vas por venganza a matar a otro a golpear a otro? Otra razón que bien nos serviría esto, la fragilidad de nuestra vida- eres carne, quiere decir, eres cosa transitoria y así viendo tu fragilidad y la del otro, ¿piensas hacer un absoluto de la ofensa que el otro te hace y un absoluto de tu venganza? Si eres frágil, lo lógico es, trata tu breve vida con el amor con que Dios quiere que vivas, sabes perdonar. Otra razón muy valedera de la primera lectura: piensa en tu fin, en la muerte, en la corrupción. Cuando un hombre por más agresivo y violento que sea muere, ¿qué es un cadáver encerrado en cuatro tablas? Toda la potencia de un hombre que conquistó reinos, o que mató gentes, ahí está: es nada, es polvo, es ceniza. Piensa eso, dice la Biblia, y dominarás tu rencor.

También la primera lectura nos dice: recuerda los mandamientos. Recordemos que hay con Dios también, una obligación y entre los principales preceptos que lo resumen todo, están los dos del amor: "Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo". Y el odio es la destrucción de ese mandamiento. Y hay otra razón que pasa casi desapercibida pero que es de un gran valor. Recuerda la alianza, ¿qué es? Es el pacto que Dios hizo con el pueblo. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Esto lleva a que todos los que forman el pueblo, se amen. No se destruyan en el odio, en la violencia. Recordemos este pacto que yo les voy a recordar dentro de poco con el cáliz consagrado en mis manos. Esta es la sangre de la alianza, del pacto, entre Dios con los hombres. Ustedes pueblo de Dios que le vienen a ofrecer a Dios ratificando su alianza de fe, prometan también que se van a amar, que se van a perdonar. Y la gran medida que nos da el evangelio, en la parábola del Señor que perdonó a un gran deudor y ese deudor que no supo perdonar a su pequeño deudor. Frente a Dios, somos deudores imposibles de salir en la deuda. Quien ha ofendido a Dios, no merece más que el castigo eterno. Y si Dios me perdona esa deuda eterna, infinita, ¿por qué yo no voy a perdonar a quien no me ha cometido una ofensa eterna, por más grave que sea?

El Padre Nuestro es un reclamo continuo de este gran pensamiento: "Perdónanos como nosotros perdonamos". ¿Cuántas veces tal vez no podemos rezar el Padre Nuestro, si somos sinceros, porque no sabemos perdonar?

Y por último, la razón que da San Pablo y que es como la síntesis de todo mi pensamiento, donde San Pablo nos dice hoy: "si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, moramos para el Señor; en la vida y en la muerte, somos del Señor; para esto murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos. San Pablo está recordando aquí, que aquellos que dejan de comer carne en ciertos días por respeto a su religión -que todavía les quedan unos resabios- lo hacen por Dios, que lo respetemos y que el fuerte que ya superó y que cree de verdad que se salva en Cristo, lo hace por Cristo y por Cristo también él, come carne. Entonces dice: no se desprecien unos a otros, los dos lo hacen por el Señor. Así también, dos que pelean por un conflicto, unos defienden una cosa y otros otra, lo malo está en olvidarse de ese tercero, cuando solamente se pelea por el egoísmo, por lo mío, por mi capricho, entonces sí, no puede valer la razón siempre. Pero si los dos en conflicto lo hacen por Dios -y aquí hay una gran lección hermanos- las diferencias que existen en nuestra Iglesia, que bien se resolverán con este principio: tú, en tu movimiento carismático; tú, en tu movimiento de cursillos de cristiandad; tú, en tu comunidad catecumenal; tú, con tus pensamientos tradicionalistas; tú, con tus pensamientos progresistas, ¿por qué lo haces? ¿Defiendes eso por tu comodidad? Entonces vas mal, esa no es la razón. ¿Lo haces por servir a tu Dios con sinceridad? Pues, hazlo y trata de comprender a los otros que lo hacen por Dios. Este es el pluralismo de veras, de la Iglesia. En la Iglesia no todos podemos pensar igual. Pero lo que sí debemos de hacerlo igual, por Dios, por Cristo, para El vivimos y para El moramos. El que vivió y murió y sigue siendo por nosotros, por todos.

En Cristo Jesús, se realiza la paz de los hombres. Ojalá tanta sangre, tanto odio, tanta violencia, tantas diferencias, tantas divisiones entre los hombres las resolviéramos mirando todos hacia aquél que en la Cruz crucificó las diferencias y los odios y las violencias de todos los hombres. Y permitió que en su cuerpo descargaran como relámpagos, todas las iras y todas las violencias de los hombres, para que mirándolo a El, los hombres supieran usar su agresividad traduciéndola en bondad, en perdón, en alabanza a Dios Nuestro Señor.

Celebremos la Eucaristía hoy queridos hermanos, con esta gran petición: Señor, mira nuestros pueblos, mira nuestra hermana Nicaragua desangrándose, mira las divisiones dentro de nuestra misma Iglesia, mira Señor cuánto crimen, cuánta violencia a nuestro alrededor. Queremos ser la Iglesia comunidad de amor. Que nada apague este fuego, Señor, que tú quisiste encender y que se encenderá cada día que te miremos a Ti clavado en la cruz y en tu comprensión de brazos abiertos, sepamos perdonar, sepamos amar, sepamos abrazar a todos los hombres. Así sea. (Aplausos).

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