Queridos hermanos:
- Una nueva injusticia
Hay una ausencia entre los sacerdotes que yo quiero interpretar con una palabra de denuncia por una nueva injusticia que se acaba de cometer. Venía de Medellín, Colombia, el Padre Astor Ruiz y no lo han dejado entrar al país sino que lo deportaron para Guatemala. Pero tuvo tiempo de dejar esta carta que él traía de Medellín, firmada por todos los sacerdotes, religiosas y laicos que participaron en un curso de estudio del documento de Puebla. No andaba haciendo nada malo, sino estudiando la documentación oficial de la Iglesia para entenderla bien y saberla aplicar como debe aplicarse. Y al llegar al aeropuerto, pudo dejar esta carta.
"Estimado Monseñor:
Ante este nuevo acontecimiento en la historia de la Iglesia de este hermano país, el asesinato del Padre Rafael Palacios, el día 20 de junio, queremos, desde este punto de nuestra América, donde estamos reunidos de diversos puntos tratando de estudiar la realidad latinoamericana, hacer llegar nuestra voz de rechazo a la actitud de quienes quieren eliminar a los agentes de la evangelización y nuestra voz de nuestra solidaridad con usted y con su clero.
Esté seguro, Monseñor, que seguiremos paso a paso lo que va pasando y estaremos en actitud de oración y estudio, de la forma de encontrar la liberación definitiva, ya que es problema común de todos nuestros países. Sus hermanos de América Latina".
Firman todos los sacerdotes
- La familia se reúne para orar por su difunto
Ahora bien, la motivación de esa carta es la misma que nos congrega aquí en Catedral. La muerte violenta de que fue víctima el Padre Rafael Palacios nos hace pensar, en primer lugar, en una oración en el trigésimo día de su muerte. Y esto es lo que está haciendo la Catedral. Hace hoy -cabalmente, 20 de julio- treinta días de aquel asesinato que dejó al Padre Palacios bañado en su propia sangre, en una calle de Santa Tecla. Y es natural -como cualquier familia tiene derecho- que la familia Iglesia, siguiendo una tradición cristiana, invite y se reúna para celebrar el trigésimo día para orar por el difunto en primer lugar. Nada malo estamos haciendo para que se nos vigile en forma tan aparatosa. Me sorprendió al llegar a la Catedral, los piquetes de policía y de guardia en las tres puertas de entrada. No es nada malo lo que venimos a hacer, a orar por nuestro difunto. Cualquier familia tiene derecho a rezar por su muerto y nuestra Iglesia es una familia y nos han matado un miembro y tenemos la intención de pedir por su eterno descanso.
¡Claro!, es tan solemne este momento que la oración por su eterno descanso trasciende la vida. Para Rafael Palacios no existe trigésimo día. Somos nosotros los que seguimos peregrinando en la historia, los que seguimos contando los días que el Señor quiso dividir con las noches. Pero para la eternidad, donde todos nos encaminamos a esa trascendencia, la eternidad es el eterno día iluminado por la luz del Cordero. Y quienes, gracias a Dios, creemos en Él, sentimos que esa luz la necesitamos; y, entonces, la oración por nuestros muertos pensando en esa eternidad a la que ya llegaron ellos, se convierte en un mensaje de luz para nosotros que seguimos contando días y noches y seguimos peregrinando entre las dificultades de la persecución y los consuelos de Dios.
En este mensaje de nosotros vivientes, frente a la muerte del Padre Palacios, yo encuentro en primer lugar el mensaje de la oración y de la reflexión. Yo he apoyado y felicito a las vicarías que promovieron no una simple celebración de una misa, sino una larga vigilia de oración y de reflexión aquí en la Catedral. Desde esta mañana y hoy, si las circunstancias no se oponen, continuaremos esta plegaria, esta larga vigilia de oración hasta mañana. ¿Qué queremos significar con esto? Es el mensaje de nuestro muerto. La oración y la reflexión son las fuerzas de la Iglesia en su mensaje inmortal.
a) La oración es fuerza
Indica dónde está el origen de nuestras convicciones, dónde está la meta de nuestra peregrinación, de dónde deriva la alegría, la esperanza en el dolor y en el sufrimiento. La oración es la respiración de la Iglesia, es su gran necesidad. Y cuando se organiza una jornada de oración no estamos haciendo otra cosa que manifestando la salud de esa Iglesia que puede respirar; que respira, que ora, que sabe que no es en la tierra donde está su fuerza, sino que trasciende a ese Dios. Pero es una oración que no debe de ser opio, una oración que no adormezca; una oración que no sea conformista es la oración que se une a Dios.
El hombre hecho a su imagen y semejanza, colaborador con Él en la construcción del mundo y de la historia. Orar y esperarlo todo de Dios y no hacer nada no es orar. Eso es pereza, eso es alienación, eso es pasivismo, conformismo. Ya no es tiempo, queridos hermanos, de decir: es la voluntad de Dios. Muchas cosas que suceden no son la voluntad de Dios.
Cuando el hombre puede poner de su parte algo por mejorar las circunstancias y le pide a Dios el valor para realizarlo, entonces hay oración. Cuando el hombre pone de sí todo lo que tiene y espera de Dios todo lo demás, cuando sabe conjugar su capacidad de acción, de pensamiento, de organización con la espera de lo divino, de Dios, esa es la oración que estamos tratando de promover en nuestra Iglesia y de la cual es símbolo esta larga jornada de oración. Una oración que existe en el corazón del cristiano, sus capacidades para ser él en la vida, gloria de Dios. El hombre es la gloria de Dios. Dice el Concilio: "Ya no es tiempo de esperar muchas cosas que antes esperaban sólo de la oración, hoy cuando la técnica de los hombres, la capacidad del hombre, la reflexión, la concientización hace sacar de él fuerzas, tal vez, desconocidas. Y para eso servirá la oración, para inspirar al hombre en que él haga lo que tienen que hacer y no esperarlo de Dios".
b) Reflexión
En el programa de esta larga jornada hay temas de reflexión, hay palabras de Dios en la Biblia, hay compartimiento de las expresiones mutuas. Todo se inspirará en la palabra del Señor. Pero sólo quiero recordar que el Concilio le da gracias a Dios de que el pueblo de Dios actualmente tenga tanta capacidad de reflexión. Porque dice que la tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo, cuando los hombres tratan de comprender, de contemplar, de estudiar el mensaje de Dios. Entonces, cuando se trata de ahondar en los misterios de la revelación divina no sólo se enriquece el que reflexiona y medita sino que es todo el pueblo de Dios, toda la comunidad, la que se enriquece en esa reflexión.
Por eso yo creo, y agradezco mucho, que en esta jornada de reflexión y oración no sólo se beneficien las comunidades que han promovido esta vigilia, sino que nos están haciendo un inmenso bien a todas las comunidades de la Arquidiócesis, más aún, a toda la Iglesia Universal. Porque una comunidad por más pequeña que sea, un cristiano por más humilde que sea, si él se santifica, se enriquece en la reflexión, colabora al engrandecimiento, al enriquecimiento de la Iglesia Universal. ¡Cuánto bien hacen a toda la Iglesia los fieles que se reúnen como en este día a la profunda reflexión y a la oración!.
Esto es cabalmente lo que nos provoca el acontecimiento del trigésimo día del Padre Rafael y en este modo, Rafael Palacios nos está ayudando a enriquecer nuestras comunidades.
Nuestra reflexión cabalmente nos lleva a esta pregunta que no debe de quedar superficial. Yo quisiera que ahondara en el corazón de todos los que formamos el presbiterio y la comunidad de la Arquidiócesis.
- ¿Por qué lo han matado?
Sacerdotes, religiosas, fieles debemos de preguntarnos, pero muy adentro del alma: ¿Por qué lo han matado?. ¿Por qué matan catequistas?. ¿Por qué persiguen a la Iglesia?. Para quienes de veras están convencidos de ese acontecimiento de nuestra Iglesia: la persecución. Y no es un fantasma, es una realidad que la misma Organización de Estados Americanos, la OEA, en su informe después de vivir aquí en El Salvador ha dicho claramente que existe una persecución sistemática a la Iglesia y recomienda que se suavice esa acción contra nuestro trabajo de evangelización.
- Existe una institución de pecado
Pero dirán: ¿Por qué a unos los persiguen y a otros no?. ¿Por qué mataron a Rafael Palacios?. Es bien difícil de decir, pero en el fondo hay algo que yo quisiera que fuera una reflexión de nuestra pastoral. Existe sin duda una institución de pecado, de injusticia que el Papa mismo la ha denunciado al venir a América Latina y Puebla también la denuncia sin ningún inconveniente: "es un pecado que clama al cielo". Y cuando la Iglesia den Puebla dice: "opción preferencial por los pobres", lo hace en un gesto de solidaridad con esa inmensa mayoría que va careciendo cada vez más de lo que otros sobreabundan.
- Camino de conversión: opción preferencial por los pobres
No es una parcialización demagógica, es cabalmente para indicar que el camino de la conversión que en América se señala es la conversión hacia el pobre, la denuncia de la injusticia, del atropello. Es participar con el que está privado de participar, con aquellos que son marginados.
- Riesgos de esta opción
¡Colocarse en esa situación es bien peligroso!, ¡es mortal!. En un ambiente donde los privilegiados no quisieran que se tocaran esas cosas, entonces se calumnia a la Iglesia de comunista, de política, de subversiva y se sospecha de sus reuniones. Es una realidad, y el católico que no la vea y no quiera unirse a la voz de la Iglesia que denuncia esa realidad y clama por un mundo más justo, no es verdadero miembro de la Iglesia auténtica que el señor quiere en nuestro tiempo. Pero meterse en ese compromiso es exponerse a los riesgos de los cuales estamos haciendo mención aquí. Por eso matan a los que predican la verdadera justicia en la Iglesia del Señor, a los que claman desde la Iglesia, que debe ser la voz de Dios; lo que a Dios no le gusta es la sociedad.
La muerte del Padre Palacios a los treinta días sigue siendo la misma. Un llamamiento a la comunidad a la que él perteneció, para que no nos desanimemos, para que sepamos que lo que se ha dicho en el evangelio de hoy es pura verdad que se realiza también en nuestro tiempo. "Si a mí me persiguieron precisamente por la justicia, por predicar la verdad, a vosotros, si os dedicáis a predicar la verdad y la justicia, también os perseguirán". Esta es la señal evidente de la verdad de nuestra Iglesia.
a) Serenidad frente a la amenaza y la persecución
Queridos hermanos, yo quiero que recojamos, en el trigésimo día de su muerte, el carisma de aquel difunto. Durante el mes en diversas comunidades se ha reflexionado mucho sobre la figura y el mensaje del Padre Palacios. Para muchos sigue el señalamiento injusto que puede constituir una complicidad, como si lo hubieran matado por su culpa, por haberse metido donde no debía meterse. ¡Esto es injusto!. Se metió donde debía meterse un sacerdote: en la predicación del mensaje del Señor. Y supo ser sereno frente a la amenaza y la persecución. Este es un carisma que habíamos de recoger en esta hora en que necesitamos tanta serenidad, valentía, no imprudencia. Serenidad, audacia, como me decía Juan Pablo II también a mí: "audacia y prudencia". Esto es necesario, la serenidad con que Rafael llevó los difíciles momentos de su vida y la persecución que arreció hasta llevarlo a la muerte.
b) Su amor a la verdad
Amor a la verdad que naturalmente tenía que chocar con todas aquellas cosas tortuosas de la vida. Cuando alguien quiere ser recto en la verdad, choca con las tortuosidades, con la hipocresía, con la falsedad. Y esto también es otro llamamiento para nuestro tiempo: "La verdad os hará libres". La rectitud y esa verdad manifestada con franqueza porque se ha buscado en el estudio. Rafael estudiaba mucho y ese estudio que lo tenía al día con los Documentos de la Iglesia, sabe que la Iglesia de hoy tiene avances bien peligrosos y que los pide, sobre todo, en las circunstancias difíciles donde la Iglesia quiere desarrollar su auténtica misión. ¿Quién no siente enardecer su espíritu cuando escucha las predicaciones de Juan Pablo II, o cuándo lee la reflexión de los obispos en Puebla y en Medellín?. Momentos del Espíritu Santo en que la documentación de la Iglesia pone al día al cristiano de nuestro tiempo. Y el que no conoce, el que no estudia, naturalmente le parecerá cosa rara y hasta subversiva y mala, esos avances legítimos de la doctrina social, sobre todo, y política, también de la Iglesia.
El estudio, el amor a la verdad, es otro mensaje que nos deja el querido Padre Rafael. Y por esto, queridos hermanos, prosigamos con serenidad, con búsqueda de la verdad, con amor a la fuerza de donde nos viene toda fuerza que es Dios, a la trascendencia divina de nuestro trabajar.
c) Pastoral de las comunidades
También uniremos este otro carisma que nos es tan necesario en la pastoral de la Arquidiócesis: la pastoral de comunidades. Decía el Padre Palacios: ¡un sacerdote no se entiende sin una comunidad! El sacerdote está hecho para convocar a la humanidad, a la comunidad creyente en el reino de Dios que se realiza ya en inicio en la comunidad eclesial. Por eso el sacerdote está en su verdadero papel cuando realiza ese ideal de hacer comunidades.
Por eso, creo que esta vigilia encuentra una sintonía con el espíritu del padre Rafael y sin duda que beneficiará mucho a nuestra pastoral. Aquí en la Catedral continuarán orando y reflexionando representaciones de las diversas comunidades. Y las comunidades que a través de la radio están siguiendo esta vigilia, sepan orientar cada vez con paso más firme y claro lo que la Iglesia quiere para manifestarse en medio de un mundo tan complicado con su auténtica identidad de Iglesia. Que cada comunidad sea verdaderamente una expresión de Iglesia, de una Iglesia que absorbe de la trascendencia divina todo su espíritu, toda su fuerza, todo su mensaje, pero que luego sabe vivir también la inmanencia en la historia. Se preocupa de las realidades de la tierra y sabe hablar también el lenguaje de los hombres.
Queridos hermanos, esto es lo significa nuestra reunión en esta mañana y por eso les invito a que este momento, el más trascendental de este día, la concelebración con nuestros queridos sacerdotes, le demos verdaderamente este sentido profundamente de oración. Y en el fondo de todo, nuestra amistad cristiana le suplica al Señor por el padre Rafael: "Concédele, Señor, el descanso eterno, brille para él la luz perpetua y que la luz que él disfruta, se convierta también en un mensaje para que los que peregrinamos, sepamos caminar en pos de las grandes verdades de nuestra Iglesia". Así sea...
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