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Niñito huelepega: Si no me lleva, me muero
Por Arnaldo Zenteno

Hoy tuve una experiencia muy sencilla y muy honda. Salí de una reunión con el Cepa, y enfrente vi a Alvaro, un joven inhalante. A él lo conocí cuando era un chiquillo, y limpiaba parabrisas en los semáforos, como lo sigue haciendo 10 años después. En el 2000 comenzó con la pega -el cemento de pegar suelas de zapato. Rápidamente se fue deteriorando. El no se iba del semáforo para llevar dinero a su familia. Su hermanita, estuvo a punto de ir a Casa Hogar, pero la mamá no quiso, y entonces a sus 14 años se juntó con un muchacho que trabaja en una vulcanizadora de llantas. Ya tiene 3 niños,y hace dos meses, se fueron ella y su esposo a trabajar en Costa Rica.

En el 2001 Alvaro aceptó -apoyado por su mamá- ir a Casa Alianza. Estuvo allí varios meses y se recuperó bastante. Pero luego recayó en la pega.

Cada día lo veía yo más desgastado, acabado allí en el semáforo, medio limpiando parabrisas. Un día me dijo quisiera ser boxeador, pero mientras buscábamos donde lo podrían recibir para entrenar, recayó más fuertemente la pega. Los últimos meses era como un giñapo humano.

Hoy lo vi cabizbajo, sentado en la acera. En una mano tenía el botecito de pega, y en la otra una botella de tiner. Me acerqué a saludarlo, y le dije, ya sabes que cuando tú quieras te llevo a Remar, un Centro de Rehabilitación. Me respondió: "Deme 5 pesitos para tener algo de comer", y siguió inhalando. Ya me iba yo, cuando me llamó y me dijo: "Lléveme de una vez, si no me voy a morir". Dudé un segundo, pensé si en ese estado podria llevarlo en la camioneta, si así lo recibirían en Remar. Pero la duda se me me fue rápido al sentir en el corazón su palabra, si no me lleva hoy me voy a morir.

Caminé un poco, fui por la camioneta y lo invité a subir. Quería subir en la Tina, pero pensé que alli se podía caer, y le dije se metiera dentro de la camioneta en el asiento trasero. Así se fue tranquilo mientras atravesábamos Managua de un extremo al otro. En el camino, yo sentía mucha ternura por él y me daba alegría su decisión de ir a la casa de rehabilitación. Pero al mismo tiempo físicamente me iba sintiendo mal por el olor tan penetrante del tiner y de la pega. Abrí todas las ventanas y a medio camino le dije: "Cierra la tapita de la botella (del tiner) -la pega no tenía tapa". Fui sufriendo por él, y por mi lucha con el olor de la pega, hasta pensé detenerme el el camino en casa de alguna amiga y pedirle me ayudara. Pero pensé en el riesgo de cómo reaccionara Alvarito.

Y como iba pensando en todo esto, me pasé de donde debía dar vuelta, y así el camino era más largo y por el espejo retrovisor iba yo viendo a Alvarito medio inquieto, medio tranquilo. Pero ya relativamente cerca de Remar vi la camioneta que maneja el Colocho -muy buen amigo y compañero de las CEB-, y me apresuré para alcanzarl. Lo alcancé en un semáforo, y como ya se iba, le dije a una vendedora de agua, que le hiciera señas que me esperara. Nos vimos pasando el semáforo, iba el Colocho junto con Leonel a llevar cosas a la Chureca -tiradero de basura de Managua. Le pedí me acompañara, pues no sabia yo si Alvaro se podría bajar de la camioneta. Me acompañaron y llegamos a Remar.

Yo conocia el sitio, pues hace meses, por encargo de Chepe, un amigo sacerdote, había llevado a un muchacho, pero este muchacho cuando fuimos a Remar, no iba drogado. En la recepción, el encargado nos recibió medio dormido y nos preguntó si el Colocho o yo, éramos los que íbamos a ingresar al Centro. Después quería exigir que Alvaro tuviera su cédula de identidad. Menos mal que como le dijimos: "Alvaro hoy quiere entrar al Centro, hay que aprovechar esta oportunidad". Entonces pensó y llamó a su jefe responsable. Este dijo que sí, y empezó la entrevista con Alvaro: ¿sabes escribir? Alvaro frunció la cara. En qué año naciste: No sé pero tengo 21 años. El entrevistador estuvo haciendo sumas para apuntar el año. Le preguntaron donde vivía: en la calle. Y luego dijo muy bien el nombre y apellido de su mamá. A mi papá no lo conozco en mis 21 años. Qué droga consumes: alcohol, pega y mariguana. Y consumes crak? Eso nunca, y luego nos dijo: yo no soy vago, yo trabajo en el semáforo, nunca he robado.La última vez que estuve preso fue hace 3 meses (por líos que arma cuando está muy drogado).

Te quieres quedar aquí. Si, sin dudar. Aqui no puedes fumar. -No podré fumar,no podré fumar¡, y de su pantalón sacó una cajetilla con 1 cigarrito. Luego sacó, sin que se la pidieran, la botella de pega -no supe en qué momento dejó la del tiner en el camino o en la camioneta. El entrevistador: "Tiren la botella pega en la calle". Pero luego la pidió para arreglar sus zapatos.

Después le entregamos nuestras identificacione el Colocho y yo , y tardó muchismo viéndola, anotando y volviendo a anotar y subrayando con una regla, y a mi me daba temor de que Alvarito se deseperara y quisiera irse. Por fin en una minihoja, anotaron su nombre y sellaron el papel para que pudiéramos ir al Centro -alli cercano-, a dejar a Alvarito. Llegamos. Sin dudar, pero trastabilando, Alvarito entró con nosotros al Centro. Lo recibieron un poco secamente, -así será la vida allí- y le preguntó el Colocho: "Te quieres quedar?". "Claro que sí".

Nos despedimos, simplemente le di la mano, una palmadita y le dije: "Alvaro me da una inmensa alegria que hayas querido venir al Centro para rehabilitarte". El sonrió, y ya antes en la oficina, me habia dicho con emoción: "Se acueda cuando en el 2001, con mi mamá, me llevó a la Casa Alianza"?". "Claro que si me acuerdo -le respondí, sintiendo lo importante y positivo que para él era ese recuerdo".

Salimos de alli con esa mezcla indescriptible de dolor y de alegría. El Colocho va a tratar de dar con la casa de la mamá en Ciudad Sandino para avisarle -aunque el primer mes no tienen visitas. Yo me senti acuerpado por el Colocho y Leonel, y qué bueno que me distraje en el camino y di un rodeo, pues así pude encontrarlos.

Estoy recordando cómo comenzó Alvarito, Alvaro, con la pega: era un Adolescente, vivía con su mamá -que pedía reales(dinero) en el semáforo donde el trabajaba y siguió trabajando. Un muchacho mayor, le encargaba que le fuera al mercado a comprar la pega con los zapateros -5 pesos valía el pomito de Gerber con la pega. El muchacho mayor era inhalante, pero medio controlado y luego dejó la pega. Y Alvaro, que iba por la pega, se quedó con ella. Y pensé con rabia en los mayores que inducen a los Niños, en los que les regalan la pega para mandarlos a robar, y pensé en ese crimen tan tremendo del Narcotráfico que ahora ha invadido a Nicaragua como Ruta rumbo a México o a Estados Unidos, y esa ruta de la cual en los últimos meses se han capturado furgones, aviones ligados al narcotráfico y, claro, no con inhalantes, sino con cocaina y otras drogas fuertes.

Me alegro por Alvarito, por Alvaro, y le pido a Dios que aguante la fuerte terapia del Centro y salga adelante.

Arnaldo Zenteno
Comunidades Eclesiales de Base(CEB)
Managua, Nicaragua. Junio 2007

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