EL BAUTISMO, VOCACIÓN Y PARTICIPACIÓN EN LA VIDA DIVINA PROVOCA UNA CRISIS

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA


5 de marzo de 1978

Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a
Efesios 5, 8-14
Juan 9, 1-41

 

Queridos hermanos:

La Cuaresma sigue su peregrinación y encuentra un signo durante 40 días en una vida sumamente austera; y también, otro signo muy propio de nuestros pueblos, el Nazareno del Via-Crucis: Cristo con su cruz a cuestas. Vamos en pos de Él sabiendo que ese Cristo, ayunando en el desierto o perseguido con su cruz para el Calvario, no es un ser distinto, separado de nosotros, sino que su amor de Dios y su omnipotencia le inspiró hacer con nosotros una sola vida. La Iglesia es prolongación de la vida de Cristo, y el pueblo cristiano en todas partes siente que en la Cuaresma camina como Cristo con su cruz a cuestas. Así encontramos, entonces, que nuestra historia, nuestro ambiente El Salvador, nuestra manera histórica de vivir, no es separada de Cristo. También el pueblo se siente en Cuaresma, se siente camino de un vía-crucis y, por eso, no podemos prescindir, al explicar la palabra de Dios, de la realidad histórica por donde va pasando este vía-crucis de nuestro pueblo.
 

CELEBRACION DE ANIVERSARIOS MUY TRANSCENDENTES

Aquí tenemos que en esta semana estamos llegando a aniversarios muy trascendentes. El martes se celebró en la Iglesia de El Rosario el aniversario del desalojo de la Plaza Libertad, con una misa por los difuntos. Hoy como a las 10.30 a.m. vamos a anticipar el aniversario del asesinato del P. Rutilio Grande y dos campesinos que murieron con él el año pasado. El próximo sábado 11, aquí en la Catedral a las 12, se celebrará una concelebración para sufragio también del Padre Grande y de los que cumplen años de haber muerto. La misa de hoy será en la tumba del Padre allá en El Paisnal, como a las 10.30 a.m.

Ante estas celebraciones es necesaria una aclaración, porque los momentos de este pueblo se prestan a muchas confusiones y hay quienes se interesan en aprovechar la confusión para calumniar, para distorsionar la verdadera misión de la Iglesia. Tres cosas quiero decir a propósito de estos aniversarios: Primero, la intención de la Iglesia; segundo, el deber del Gobierno; y tercero, el deber de los cristianos.
 

a) LA INTENCION DE LA IGLESIA

La intención de la Iglesia al convocar al pueblo para celebrar los aniversarios de sus muertos, en primer lugar es orar por los difuntos. Nuestros difuntos necesitan mucha oración y la Iglesia tiene organizada su plegaria y uno de los días privilegiados para orar por sus muertos es el aniversario. Por eso, la primera intención nítida de la Iglesia es orar por sus muertos. Pero también otra intención tiene la Iglesia: consolar a los que lloran la separación de esos muertos. Esa es otra finalidad pura de la mente religiosa y evangélica de la Iglesia: consolar a los que lloran a sus muertos. Y tercero, también reflexionar y llamar a la conversión a los que han sido causa de atropellos, de muertes que han dejado en la orfandad y en el dolor a las personas que los lloran.

Y en esta reflexión no debemos de olvidar que unas de las finalidades de la Iglesia es ésta en el campo político. La Iglesia no pretende poder político ni basa su acción pastoral sobre el poder político ni entra en el juego de los diferentes partidos políticos ni se identifica con ningún partido político. Pero la Iglesia tiene que decir su palabra autorizada aún en problemas que guardan conexión con el orden público cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas. Todo esto es del Concilio. La Iglesia, pues, defiende los derechos humanos de todos los ciudadanos, debe sostener con preferencia a los más pobres, débiles y marginados; promover el desarrollo de la persona humana, ser la conciencia crítica de la sociedad. La Iglesia tiene que ser la conciencia crítica de la sociedad. Formar también la conciencia cristiana de los creyentes y trabajar por la causa de la justicia y de la paz.

Una Iglesia que no cumpla estas finalidades con claridad, no es la verdadera Iglesia del Evangelio. Y cumplir estas finalidades no es meterse en política sino, simplemente, cumplir su misión evangélica: de iluminar los deberes morales de la sociedad y de los hombres. De allí, queridos hermanos, que es, creo yo, muy providencial que la Iglesia disfrute de plena libertad en el cumplimiento de esta misión aun para el Gobierno y para el pueblo; encontrar esta libertad donde los hombres puedan respirar, donde los hombres puedan cantar con alegría el himno nacional, donde puedan escuchar en la voz de sus pastores sus legítimas aspiraciones. Y esto es, gracias a Dios, lo que está haciendo nuestra Iglesia. Por eso es peligroso tocar esta libertad de la Iglesia, porque es como cerrar otra válvula de escape y hacer más intenso y fuerte el ambiente de represión donde los pueblos no pueden tolerar mucho tiempo.

Por eso quiero yo agradecerle y felicitar al P. Alejandro Peinador que representó este papel de la Iglesia al celebrar la misa en la Iglesia del Rosario y también defendió la incolumidad de las puertas abiertas de la Iglesia. También queremos en este momento pedir justicia para aquellos que han sido presos en estas circunstancias. Desde luego, que no se les torture y que se les someta a un juicio justo si es necesario.

Entonces, el papel de la Iglesia, pues, en estos aniversarios, en estas celebraciones -que quede bien claro- es la voz de los derechos humanos, es la voz de la conciencia del pueblo, es la oración que trasciende hacia Dios y que defiende en consuelo para las familias que ponen en ella su esperanza; y, por eso, la libertad de creer, de amar a Dios, de invocarlo como uno quiere, es uno de los derechos más sagrados de la persona humana.
 

b) EL DEBER DEL GOBIERNO

En segundo lugar, ante estas circunstancias es un deber de los gobiernos respetar y canalizar el derecho de igualdad y de participación. Las palabras que ahora voy a leer y no son mías sino del Papa Pablo VI en su Carta "Octagésima Adveniens" que fue escrita al cumplirse 80 años de la Encíclica "Rerum Novarum", poniendo al día aquella doctrina social de León XIII. Y entre otras cosas, dice esta bella observación, en el número 22: "Se manifiesta en estos conceptos nuevos sociales y económicos y políticos, una doble aspiración más viva a medida que se desarrolla su información y su educación. Aspiración a la igualdad, aspiración a la participación, dos formas de dignidad del hombre y de su libertad. No pertenece al estado ni tampoco a los partidos políticos que se cerrarían sobre sí mismos al tratar de imponer una ideología por medios que desembocaran en la dictadura de los espíritus, la peor de todas. La verdad no se impone mas que por la fuerza de la verdad misma que penetra el espíritu con tanta dulzura como potencia". Hasta aquí la cita del Papa Pablo VI.

Como ven, pues, hay dos como signos de los tiempos y son: la aspiración a la igualdad y la aspiración a la participación de todos los ciudadanos en el bien común. "El derecho y el deber del gobierno es encauzar esas justas aspiraciones no tratando de imponer ideologías que desembocarían -dice el Papa- en una dictadura de los espíritus". De ahí la urgencia de quitar la verdadera raíz de las violencias, de los terrorismos. Mientras no encuentre el pueblo cauces legítimos para vivir estas legítimas aspiraciones, a participar en el bien común, siempre habrá malestares

La represión no es el camino sino el encauzar por caminos ilegítimos estas aspiraciones que no se pueden contener en el pueblo y en el hombre.
 

c) EL DEBER DE LOS CRISTIANOS

Y por eso, hermanos, una tercera observación: el deber de los cristianos. Los Documentos del Concilio, sobre todo Gaudium et Spes, número 73 y el Derecho sobre la actividad de los Seglares, de ustedes, los que están en el mundo, nº 14, señala "el compromiso político de todos los cristianos como un verdadero campo de apostolado". De tal manera que ningún cristiano debe decir: "yo no me meto, yo no me comprometo porque esto sería ser mal cristiano siendo también mal ciudadano". Por eso, todo cristiano tiene que participar, tiene que sentir como un campo de su apostolado cristiano el colaborar con su voto, con su capacidad política en el bien común. Esto exige lo que dijimos antes: que se canalicen las diversas opciones políticas de los hombres. No se debe de crear un sólo canal para que todos vayan por allí, sino que respetar el pluralismo que es una exigencia de los tiempos nuevos.

Eso sí, aquellas personas: sacerdotes, religiosos, religiosas y también laicos que tienen alguna dirigencia en el campo pastoral, no deben de tomar funciones de militancia y de liderazgo. Tienen derecho a expresar sus simpatías políticas pero no a tomar bandera y ser líderes y militar en una forma de liderazgo; porque tienen que ser ante todo, signo de unidad y dé libertad evangélica. Esto es para aquellos cristianos que tienen funciones de dirigencia, que están desde el lado jerárquico orientando al pueblo. Comisión de Laicos, sacerdotes, religiosos, etc.: tenemos que ser en el mundo signos de unidad; no parcializamos en forma de líderes para ningún lado, para conservar también nuestra libertad evangélica y cumplir así lo que decíamos antes sobre el papel de la Iglesia: de ser conciencia crítica y ser severos con las faltas, vengan de donde vinieren.

También hermanos, aquí tengan en cuenta la fidelidad a la doctrina de la Iglesia aunque no sea con papel de militancia, de dirigencia, de liderazgo. Pero un cristiano tiene que tener en cuenta su fe cuando se meta a alguna agrupación; ¡no debe traicionar lo que le exige su cristianismo! Vuelvo a leer al Papa Pablo VI. En el mismo documento Octogésima Adveniens en el número 26, dice así: "El cristiano que quiere vivir su fe en una acción política concebida como servicio -eso es la política, un servicio, no una ganga, "la política concebida como servicio"- tampoco puede adherirse sin contradicción a sistemas ideológicos que se oponen radicalmente, o en los puntos sustanciales, a su fe y a su concepción del hombre". Y luego concreta en dos casos. Es el Papa que sigue hablando: "ni a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia, y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva". Aquí está un resumen de la ideología marxista que no puede ser opción de un cristiano, porque un cristiano no puede aceptar el materialismo ateo, la dialéctica de la violencia ni concebir una libertad individual dentro de una colectividad como el marxismo la concibe ni negar la trascendencia del hombre y de la historia personal y colectiva.

"Pero por otro lado -fíjense bien-, un cristiano tampoco puede optar por una ideología liberal que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como un fin y un criterio más elevado del valor de la organización social". Aquí quedan, pues, excluidas de la opción política de un cristiano, tanto del marxismo ateo como el liberalismo capitalista y egoísta que solamente tuviera una finalidad de enriquecerse y de poseer el poder para sus propios intereses.

Y otra cosa, finalmente hermanos, no tratar de identificar a la Iglesia con sus ideologías. La Iglesia cumple su deber de orientar, como lo estoy haciendo ahora, pero ninguno de los que se sientan orientados por la Iglesia tiene el derecho de decir: soy aquí la Iglesia, mi agrupación y la Iglesia son una sola cosa. Eso es falso. La Iglesia mantiene su autonomía, su independencia sobre todo partido, sobre toda ideología, aunque señala las materias en las cuales no se puede comulgar siendo cristiano y al mismo tiempo respetando las opciones que son legítimas para un cristiano.

Creo que es necesario -y en este campo en que ahora está de tanta actualidad-, aclaremos siempre las ideas, hermanos; sobre todo aquellos que tienen inquietudes sociales, sepan orientarlas a la luz del evangelio.
 

NOTICIAS ECLESIALES

Ahora comprenden por qué en este marco de la homilía tratamos de ser concretos a las situaciones del país, de la Arquidiócesis. Es allí donde se mueve esta Iglesia de la cual tengo también para ustedes, noticias de familia.

En primer lugar, que mañana tendremos la reunión de sacerdotes, especialmente para prepararnos a dar la opinión de la Arquidiócesis en la reunión de Obispos que va a tener lugar en Puebla, en octubre: la Reunión General de los obispos de América Latina.

También mañana, aprovechando la reunión del clero, hará su presentación nuestro querido hermano, Obispo Auxiliar, Mons. Marco René Revelo, a quien esperamos con verdadero cariño fraternal.

Por las comunidades, quiero alegrarme también e invitarles a ustedes a una alegría cristiana con la comunidad de Zacamil que celebró una convivencia precisamente inspirada en un tema muy espiritual: "Contemplación y Acción". Y hemos visto la conveniencia de que haya mucha oración en nuestras comunidades para que nuestra actividad no sea activismo estéril, sino que sea verdadera acción de Iglesia.

También quiero saludar y agradecer a la comunidad del Cantón Tecoluco de San Pedro Perulapán, donde celebramos al patrón San Antonio con mucha alegría de aquella gente.

Quiero felicitar a Chalatenango por su curso para catequistas que está ya llegando a su fin.

También saludar y felicitar al equipo de pastoral de la parroquia de Lourdes y Colón que ha inaugurado este domingo su trabajo pastoral y su catequesis.

Como ven, pues, se está trabajando con verdadero sentido de Evangelio y de pastoral.
 

NOTICIA DE ULTIMA HORA

Llega, en este momento, una triste noticia: que se incendió la manzana ubicada sobre la Avenida Cuscatlán y 8ª Calle Oriente. Ya dijimos nuestra queja, nuestra solidaridad con los que sufren, y el reclamo de la moral de la Iglesia: todo aquel que sea culpable de daños graves, como son los incendios, peca gravemente y no encontrará el perdón mientras no restituya el mal que ocasiona con estos actos criminales.
 

LA CUARESMA ES UN CAMINAR HACIA LA PASCUA

Ahora, hermanos, habiendo muchas otras cosas, sin embargo, creo que lo dicho es suficiente para que comprendamos el bello mensaje que la Cuaresma nos da en su cuarto domingo. Saben que la Cuaresma es la preparación del pueblo cristiano para celebrar la muerte y la resurrección de Cristo que se llama el misterio Pascual. La Cuaresma, un caminar hacia la Pascua. Por eso, la Pascua no termina el Viernes Santo. Quiero recalcar mucho esto, porque tenemos que derribar una tradición muy negativa entre nosotros. Para muchos católicos toda la Semana Santa es el Viernes Santo, enterrar a Cristo en el Santo entierro. Eso sería tener una religión de fracasados, sería creer en un muerto. Pero Cristo murió por amor, pero resucitó como Dios. Y esto es lo grande, que la muerte de Cristo fue rubricada por la Resurrección y la Resurrección es la garantía de nuestra redención.

Por eso, un verdadero cristiano no se contenta a asistir al Santo Entierro sino que debe de llegar hasta el Sábado Santo en la noche, cuando cantamos el triunfo definitivo de nuestra redención. Hacia allá camina la Cuaresma y la Semana Santa, hacia la noche santa del Sábado de la Resurrección.

Acompañemos, seamos Iglesia hasta esa noche que trataremos de hacer aquí una noche verdaderamente de victoria, la victoria de la esperanza y de la fe. Para este pueblo, marcado por la cruz y el camino del calvario no le conviene terminar con un Cristo muerto. Por eso, quizás, para muchos la religión es pesimismo, es conformismo, es pérdida de valor. Pero aquel que celebre la Semana Santa aflorando en la Pascua, llena su corazón de esperanza y aunque ahora camine con su cruz a cuestas y sea torturado y martirizado e incomprendido, atropellado como Cristo el Viernes Santo, sabe que la historia no termina allí, que después de tres días, no sabemos cuándo, pero vendrá también para el pueblo salvadoreño la esperanza hecha realidad: la Pascua.

Por eso, hermanos salvadoreños, para darle a nuestro esfuerzo por la liberación, para hacer de nuestro pueblo redimido un pueblo de esperanzas cristianas, yo les invito a que celebremos la Semana Santa como debe ser: hasta la Pascua. Desde ahora les anuncio una noche de Sábado Santo verdaderamente victoriosa. Ya hay una juventud que está preparando esta liturgia del Sábado Santo. Y todos los jóvenes que quieren inscribirse en este canto de esperanza de la Iglesia, son llamados a participar lo mismo que todos los adultos y todos los niños; para que vean lo que la Iglesia siembra en Semana Santa: no un dolor que termina en un Santo Entierro. Eso sí, para cantar gratitud al amor que tanto sufrió pero también una esperanza para cantar aleluyas a aquel que vendió y que nos promete a nosotros también vencer en esta lucha por la liberación genuina del pueblo.

Así, entonces, las lecturas de hoy nos orientan hacia la Pascua. Es una bella catequesis la que nos ofrecen las tres lecturas de hoy, precisamente para hacemos tomar conciencia del Bautismo, el Bautismo que antiguamente lo recibían el Sábado Santo en la noche, porque Cristo resucitado está viviendo hoy en sus bautizados, en su pueblo sacerdotal, participante de la redención por el Bautismo. Entonces, las lecturas de Cuaresma eran verdaderas catequesis para instruir a los que se iban a bautizar o para recordar la conciencia de los ya bautizados, la grandeza, la esperanza, la alegría de ser cristiano.

Así tenemos, hermanos, en las tres lecturas de hoy, estas tres ideas:

1. El Bautismo es una vocación.

2. El Bautismo es una participación en la vida divina

3. El Bautismo provoca una crisis entre el bautizado y la sociedad en que vive.
 

1. EL BAUTISMO ES UNA VOCACIÓN


DIOS SE REVELA Y LLAMA AL HOMBRE

¡Qué bella lección! ¡Qué actualidad tiene esto para nosotros bautizados! En primer lugar es una vocación. Dios se revela y llama al hombre. El hombre va creciendo en su fe hasta descubrir en Cristo a Dios que lo llama y se le entrega. Este es el sentido de la primera lectura, precisamente, cuando Dios rechaza al rey Saúl y le dice a su profeta Samuel "que ha escogido otro rey según su corazón"; que vaya a Belén a la casa de Jesé y que Dios le va a inspirar cuál de los hijos de Jesé ha sido escogido para ser el rey futuro de Israel.

Samuel tiene miedo porque la represión de Saúl es terrible: "Me va a matar ese rey si sabe que yo ando buscando otro rey". Y Dios le aconseja cómo tiene que hacer. Y así va simulando que va a celebrar un sacrificio. Le dice a Jesé: "Muéstrame a tus hijos". Y van pasando; y cuando mira al mayor de estatura muy elegante, fuerte, Samuel piensa que aquel es el futuro rey. Y Dios le dice: "No es ése, son las apariencias, pero yo miro el corazón. Ya te lo indicaré". Y fueron pasando los ocho hijos de Jesé y cuando acabaron de pasar y Samuel no encuentra la inspiración de Dios en ninguno de ellos, le dice a Jesé: "¿Ya no hay más muchachos?" "Sí -le dice Jesé- falta el más chiquito, está cuidando el rebaño". "Llámalo, -le dice el profeta- que no comeremos hasta que venga". Y cuando viene David, jovencito, ¡quién iba a pensar! Dios le dice a Samuel: ¡"Ese es el que yo he escogido para rey, según mi corazón!".
 

LA UNCION

Y entonces Samuel, delante de su padre y de sus hermanos, unge a David. Descubre su cuerno de aceite -era el signo de la unción- y lo baña en aceite: ungirlo. Y dice la Biblia: "En aquel momento el espíritu de Yahvé descendió sobre David". Ya es rey. Sólo esperan las circunstancias propicias para tomar posesión de su reino.

¿Qué otra cosa es el Bautismo? Una elección de Dios, un Dios que por medio de un sacramento se acerca y me llama y me unge. Vamos ungidos, hermanos. Recuerden cuando el sacerdote -también con aceite en la coronilla de la cabeza del niño- lo unge como sacerdote, profeta y rey.

Todos ustedes y yo, somos ungidos, somos como David: nos ha llamado, tenemos una vocación. Por eso San Pablo insistía tanto: ¡Sed fieles a vuestra vocación!

Hermanos cristianos, ustedes y yo somos grandes por el Bautismo. Somos ungidos, somos un pueblo de reyes, nos ha llamado el Señor. El hombre descubre a ese Dios poco a poco y eso es el trabajo de nosotros bautizados: ir descubriendo en nuestra fe -que va madurando cada día más- a Dios.
 

UN CAMINAR PROGRESIVO EN CRISTO

Y aquí voy a traer el ejemplo precioso del Evangelio: aquel ciego que está consciente de lo que le va a suceder. Pero Jesús, que es Dios, pasa por allí y ante aquel ciego se detiene y hace los gestos que ustedes acaban de escuchar. Cuando le preguntan al ciego ¿quién lo ha curado? la primera respuesta del ciego en el versículo 11 de la lectura de hoy dice: "Ese hombre que se llama Jesús". Todavía es muy vago su conocimiento de Jesús. Después, cuando le pregunta si él cree que ese hombre es un pecador porque lo ha curado en sábado, él dice: "¡No, para mí es un profeta!", versículo 17. Ya avanza la confesión del hombre.

En el versículo 33, cuando los enemigos de Cristo ven en Cristo un pecador, el ciego dice: "Si éste no viniera de Dios, no hubiera tenido poder para curarme a mí, ciego de nacimiento". Ya declara una relación entre Cristo y Dios. ¿Ven cómo va progresando la fe de aquel hombre? Y finalmente en el versículo 38, cuando se encuentra con Cristo que le pregunta si quiere creer en el Hijo del Hombre, el pobrecito ciego le dice: "¿Quién es?" ¡Qué hermosa la revelación de Cristo!, como la de la Samaritana el domingo pasado: " ¡Yo soy, el que estoy hablando contigo! "Entonces, cuando el ciego que no solamente ha recobrado los ojos de la cara sino que se ha iluminado la fe de su alma y descubre en aquel hombre al Dios que ha venido a salvar, poderoso para dar vista a los ciegos y para todo lo que él quiera para redimir al mundo, cae de rodillas aclamándole: "¡Señor!". Ha llegado a su cumbre la fe.

Queridos hermanos, esto es nuestro Bautismo: un caminar progresando en el conocimiento de Cristo. Ojalá ya todos los que estamos haciendo esta reflexión, pertenezcamos a este grado más alto; y de rodillas adoramos a Cristo porque en Él vimos no a un simple hombre, sino a un Dios que se hizo hombre.

Cuando les hablaba de la liberación, no la confundamos con las liberaciones de la tierra. Por eso la Iglesia rechaza una liberación de características materialistas, ateas, de luchas y violencias. No es la de Dios. Así como tampoco una liberación que se apoya en el dinero, en el poder, en el egoísmo, no es tampoco la paz de Dios. Es la paz de Dios ésta del ciego que encuentra a Cristo y le dice: "Señor yo creo, no sé por dónde llevas la historia pero sé que tú eres el dueño de la historia, tú llenas mi corazón de esperanza". Es el cristiano que en Semana Santa, en la noche santa de la Resurrección, celebra al Cristo resucitado y le dice: "Tú, el poderoso, tú, el dueño de la eternidad y de la vida, tú sabes por dónde vas a sacar de este callejón sin salida a nuestra querida Patria y a nuestra Iglesia."
 

2. EL BAUTISMO ES UNA PARTICIPACIÓN EN LA VIDA DIVINA


ELEMENTOS DE UN RITO BAUTISMAL

Por eso, hermanos, mi segundo pensamiento: El Bautismo es una participación en la vida divina. Aquí en los gestos del Evangelio de hoy, según los comentaristas, San Juan está reflejando los ritos bautismales. Ustedes saben que el Evangelio se escribió muchos años después de la existencia de Cristo, cuando las comunidades cristianas reflexionaban aquella vida de Cristo a la luz de su liturgia, de su predicación, de sus reflexiones. Y sin duda, en los ritos del Bautismo encontró Juan la manera de describir -bajo el símbolo de un ciego que recibe la luz- la belleza de un bautizado. Un bautizado, porque aquí hay la saliva, la unción, el baño en la piscina de Siloé: elementos de un ritual bautismal.
 

EL SACRAMENTO

¿Qué es un sacramento? Hermanos, un sacramento es un signo visible de una realidad invisible. No se olviden esta definición teológica. En todo sacramento hay un elemento invisible, pero hay también una realidad significada, que no se ve. En el Bautismo, los gestos de Cristo, la mano de Cristo que hace el lodo y que unge los ojos del ciego, el agua de Siloé con que se baña los ojos, son cosas sensibles como el agua de nuestras pilas bautismales y la mano del sacerdote echando el agua sobre la cabeza del niño; signos sensibles como la hostia de trigo que allá en el altar está lista para que en mis manos de sacerdote sea signo de una presencia invisible. Cristo, que se hará presenté aquí en la hora de la consagración, es el que le da gracia también a las aguas bautismales, el que puso potencia curativa a un ciego de nacimiento en el lodo de la tierra y en el agua de Siloé. Cristo es el gran sacramento del Padre, él es visible: "el hombre que me puso lodo en los ojos y me mandó lavar". Para el hombre que no tiene más profundidad, eso es Cristo. Pero cuando aquel hombre tenia fe, cayó de rodillas: "tú no eres un simple hombre, en tu visibilidad de hombre se esconde la potencia de un Dios". También en cada sacramento.
 

PREPARACION PARA RECIBIR LOS SACRAMENTOS

Por eso, hermanos, insistimos en que hay que recibir los sacramentos con más conciencia. De nada sirve venir a recibir la hostia consagrada si mi conciencia no ha descubierto que allí en el sabor de trigo se esconde la presencia infinita de Dios Nuestro Señor. ¿De qué sirve llevar un niño al baptisterio -sólo por conveniencia social- si no se tiene en cuenta que aquel niño, hijo de la carne, está ante el signo sensible del agua y de la unción? ¿Qué ha pasado en el alma de aquel niño? ¿Qué ha pasado en nosotros cuando nos han bautizado? Se nos perdona el pecado original, se nos incorpora como miembros vivos de Cristo. Se nos hace miembros del cuerpo vivo que es la Iglesia. Esta es la gracia bautismal.

Hermanos, no hemos llegado a comprender todavía -hasta que estemos en el cielo- la grandeza de esta dignidad de ser bautizados. De que en el signo del agua y en las ceremonias del Bautismo, Cristo mismo me ungió como por medio de Samuel a David, para darle su espíritu y ser rey de Israel; al ciego de nacimiento, para darle luz a sus ojos y hacerlo, sobre todo, con una vista muy clara en su alma para descubrir los valores de la fe. Ojalá que esta Cuaresma sirva para irnos purificando y haciendo sentir cada vez en nosotros la vida de Dios de la que participamos por ser cristianos. Y si por desgracia hemos perdido esa vida de Dios por el pecado -porque así se pierde la vida de Dios, cada vez que pecamos- corremos al Espíritu Santo y entronizamos al demonio en nosotros. Dicen que no hay posesos, ¿cómo no va a haber posesos si cada pecador con pecado mortal es un poseído del demonio? Porque ya no es Dios que lo posee, sino el diablo, por el pecado.

La Cuaresma es un llamamiento a penitencia para que si un bautizado que tuvo el honor de ser hijo de Dios perdió esa dignidad por preferir el pecado, se arrepienta, se convierta a Dios, y en esta Pascua de 1978 recupere el perdón y la vida que le dieron en el Bautismo. Por eso hemos de ver, hermanos, en los sacramentos, gestos de Cristo.
 

CONFESION DE UN PASTOR PROTESTANTE

En el diario íntimo de un pastor protestante se encuentra esta bella confesión: "Yo creía como buen protestante, que la Iglesia era una pantalla que me estorbaba en mis relaciones con Cristo, y por eso rechazaba a la Iglesia con su institución del Romano Pontífice, de sacramentos. Todo eso me parecía algo falso. Pero ahora, que soy católico y he comprendido que la institución Iglesia, los sacramentos de la Iglesia son precisamente los instrumentos de Cristo para darme su verdad y su gracia, comprendo la necesidad de la Iglesia y por eso me he hecho católico para poder contar con esos sacramentos de la Iglesia y saber que en cada sacramento de la Iglesia es la mano de Cristo". Es la mano de Cristo, la del confesor que en el confesionario me dice, haciendo una cruz: "Yo te absuelvo de tus pecados"; la mano del obispo, que imponiéndose sobre el joven hace descender en la confirmación, la fuerza del Espíritu Santo; la mano del sacerdote que unge al moribundo, es la mano de Cristo que está ungiendo para el viaje eterno a aquel peregrino de la eternidad que ya sale de esta historia. ¿Qué es cada sacramento?: una acción de Cristo sobre mi propia vida, participándome vida de Dios. Estimemos los sacramentos, hermanos, y estimemos, sobre todo, el gran sacramento que fue nuestro Bautismo.
 

3. EL BAUTISMO PROVOCA UNA CRISIS ENTRE EL BAUTIZADO Y LA SOCIEDAD EN QUE VIVE. LA CRISIS QUE PROVOCA TODO BAUTIZADO

Y finalmente, hermanos, este otro pensamiento que lleva la mayoría del Evangelio de hoy: todo bautizado provoca una crisis, como al ciego de nacimiento ya hecho vidente; comienza la reacción entre los que lo conocen: "¡No es él, es otro!" Hasta que él tiene que decirles: "¡Soy yo!". Luego sus padres, por temor a la sinagoga, a las autoridades judías que ya decretaron que todo aquel que proclame que Cristo es Mesías, lo van a expulsar, tienen miedo de confesar a Cristo y dicen: "Si, sabemos que es nuestro hijo, pero cómo ha recuperado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él que ya tiene edad". Luego viene la crisis sobre todo con los enemigos de Cristo: los fariseos , los que van a ser jueces para juzgar a Cristo porque ha dado vista a un ciego en sábado: "No puede ser de Dios, ese es un pecador". "Si es pecador, yo no lo sé -dice el ciego- lo que yo sé es que me ha dado la vista y sé que Dios no oye a los pecadores".

La diatriba entre los fariseos y el cieguito curado es muy interesante. Reflexiónenla mucho, porque allí encontrarán lo que tiene que ser un bautizado frente al mundo: dar testimonio de su Bautismo, no avergonzarse de su gran bienhechor, reconocer que sin él no tuviera vista. Dar fe de que es hijo de Dios, sobre todo; cuando ya lo confiesa no puede negar esa gran verdad, tiene que ser testigo. Eso es todo bautizado: un testigo fiducial, ocular: "Ya lo he visto, yo soy protagonista de eso que tengo que proclamar." Es la audacia del bautizado: no le importa comprometerse.
 

POLEMICA CONTRA CRISTO COMO REO AUSENTE

Y finalmente, la diatriba que se ha hecho a Cristo como un reo ausente. Miren, hermanos, en cada bautizado lo que se persigue es Cristo. En el ciego de nacimiento lo que interesaba no era el ciego sino Cristo. Así también cada uno de nosotros lleva una responsabilidad de la cual él no es dueño, uno ya es un representante de Cristo y tiene que dar fe. Un bautizado cobarde que se niega a confesar a Cristo en horas difíciles de la Iglesia, que se vende a una vida más cómoda, que traiciona su catolicismo, no se traiciona a sí solo, traiciona no sólo a la Iglesia de Cristo, traiciona al mismo Cristo.
 

DE REO AUSENTE A JUEZ

Por eso, el desenlace de este juicio de reo ausente termina cuando el reo se hace presente; y el reo presente, al final del evangelio de hoy se convierte en juez que les dice a sus enemigos: "He venido trayendo un juicio para que todo aquel que no vea y sinceramente busca la vista, la encuentre; pero también aquellos que autosuficientes creen que ven mejor que los demás y rechazan el humilde gesto del cieguito curado, esos se quedarán ciegos." Aludidos los fariseos le preguntan a Cristo: "¿Entonces quieres decir que nosotros somos ciegos?". Y Cristo sigue con su tremenda dialéctica: "Yo no digo que son ciegos ustedes, al contrario, si fueran ciegos no tuvieran culpa; pero como dicen que ven, que están satisfechos de su ciencia vana, juzgan con sus criterios humanos, son culpables, son ciegos voluntarios porque no hay peor ciego que el que no quiere ver."

Esta es la reacción, hermanos, ante el Cristo de nuestro Bautismo, ser humildes y reconocer que la vista la tenemos de Cristo, y tratar de ver siempre, a la luz de sus criterios, la historia del mundo; nuestras relaciones sociales, políticas, económicas, no con autosuficiencia de fariseos, sino con humildad de quien no tenía luz pero que gracias a la fe, Dios le está prestando su luz. Somos pobres, los que tenemos fe somos los más pobres, pero en la medida en que confesemos nuestra pobreza, Dios nos dará luz. Así como el autosuficiente, el orgulloso, el que desprecia a los demás y los considera como ciegos y se siente capaz de juzgar a todos porque él tiene la suprema verdad, ese ya es un ciego. He venido a traer un juicio -dice Cristo- un juicio que no necesito aplicarlo, ustedes mismos se lo están aplicando. El que crea en mi, ya ve y recibe un juicio absolutorio. El que rechaza mi doctrina, el que me rechaza a mí, el que rechaza mi Iglesia, el que rechaza mi predicación, ya se juzga a sí mismo, está ciego.

Queridos hermanos, queremos tener vista con Cristo y nuestra fe tiene que ser nuestro mayor orgullo. Preparémonos pues para celebrar una Semana Santa digna. Vamos a confesar ahora, como el cieguito, nuestra fe en Dios. Creemos en un solo Dios. ..
 

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