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DOCUMENTO FINAL DEL 9º ENCUENTRO INTERNACIONAL DE LA MARCHA MUNDIAL DE LAS MUJERES
El sábado 31 de agosto culminó el 9oEncuentro Internacional de la Marcha
Mundial de las Mujeres, que se desarrolló desde el lunes 25 en São Paulo, Brasil.
Compartimos el documento final surgido de este espacio que reunió a más de
1600 mujeres de los cinco continentes.
Documento final del 9o Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las
Mujeres -São Paulo- 25 a 31 de agosto de 2013
Feminismo en Marcha para Cambiar el Mundo
Nosotras, mujeres brasileñas presentes en el 9o Encuentro Internacional de la
Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), realizado en São Paulo, entre los días 25
y 31 de agosto de 2013, reafirmamos la resistencia, el enfrentamiento y la
construcción de alternativas al modelo patriarcal, capitalista, racista, lesbofóbico y
colonial.
La MMM construye desde lo cotidiano, y a partir de la realidad de las mujeres, una
acción local conectada a la articulación mundial en que la solidaridad es un eje
estructurante. Esta experiencia se consolidó como una fuerza mundial,
actualizando el feminismo como un proyecto para garantizar la igualdad entre
todas las mujeres, en los marcos de la construcción de una sociedad de mujeres y
hombres libres e iguales, sin discriminación de raza/etnia y con el libre ejercicio de
su sexualidad.
Reconocemos que es fundamental ennegrecer el feminismo y
profundizar la reflexión entre patriarcado, colonialismo y opresión étnico-racial,
para rescatar nuestras ancestralidades y fortalecer la presencia de las mujeres
indígenas entre nosotras.
El capitalismo pasa por un importante proceso de restructuración para mantener el
orden actual de explotación y opresión, reforzado con la actual crisis mundial,
evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insustentable. Frente a todas las
crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que significan más mercado y más
concentración de renta, impuestos por medio de un proceso violento de los
Estados.
La expropiación de la naturaleza, los ataques a los derechos y la soberanía de los
pueblos, el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, el aumento de la
militarización, la criminalización y la violencia son mecanismos que sustentan la
acumulación por expoliación.
A una economía de mercado corresponde una sociedad de mercado, con
destaque para la expansión de la mercantilización en todas las dimensiones de la
vida humana. Eso se da especialmente con la explotación del cuerpo de las
mujeres, desde la industria de la belleza, hasta el tráfico y la prostitución. Nuestro
cuerpo es constantemente controlado y regulado, a partir de patrones morales de
sexualidad –heteronormativa, fálica, lesbofóbica y enfocada en el placer
masculino– y en la maternidad.
Reafirmamos que la prostitución es estructurante del sistema capitalista y
patriarcal. Nuestra visión no es ni liberal, ni moralista, pero reconoce el derecho de
las mujeres a vivir su sexualidad libremente. Repudiamos la cooptación del
discurso feminista ―mi cuerpo me pertenece‖ para el de ―mi cuerpo es mi negocio‖.
Por eso, estamos contra el proyecto del Dip. Jean Wylis, que, en lugar de
contribuir para la mejora de las condiciones de vida de las prostitutas, legaliza la
sexualidad como un servicio mercantil, refuerza el proxenetismo y profundiza la
explotación de las mujeres. Denunciamos la imposición de la maternidad como
destino obligatorio de las mujeres y reafirmamos la autonomía de decisión sobre
nuestros cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y público. Reafirmamos
nuestra visión de que la sexualidad es construida socialmente, y defendemos el
derecho al lesbianismo como fundamental para el libre ejercicio de la sexualidad
sin coerción, sin estereotipos y sin relaciones de poder.
La violencia patriarcal está presente en lo cotidiano de la vida de todas las
mujeres. Ella es, muchas veces, naturalizada y legitimada, y se fortalece también
con las desigualdades de clase y raza, revelando el no reconocimiento de las
mujeres como sujetos autónomos. Los datos deberían asustar, principalmente
mediante el hecho de que aún hay mucho para ser denunciado, como los estupros
colectivos y correctivos, el abuso sexual contra niñas y niños y la impunidad en
relación a un gran número de asesinatos de mujeres.
Exigimos la condena de los violadores integrantes de la Banda New Hit, que
bárbaramente violaran dos adolescentes en Bahia, y de los violadores asesinos de
Queimadas, en Paraíba. Exigimos la aplicación plena de la Ley Maria da Penha.
En todos los casos, denunciamos la culpabilización de las mujeres por la violencia
sufrida.
En este contexto, se intensifica la mercantilización de los bienes comunes y el
avance y control de los territorios para el agronegocio. El avance sobre los
territorios indígenas y quilombos provoca muerte y destrucción. El pueblo Guarani-
Kaiowá en Mato Grosso do Sul ha sido víctima de homicidios en número mayor a
países en guerra. En las áreas urbanas hay un aumento de la especulación
inmobiliaria, incentivada por grandes obras encomendadas por los megaeventos.
Las corporaciones mineras amplían las áreas de explotación, generando
degradación de la naturaleza y retirando las formas de sustento de las mujeres.
Eso está directamente relacionado con el refuerzo de la militarización y de la
explotación del cuerpo y trabajo de las mujeres.
Exigimos que los recursos públicos, en particular del BNDES, no sean destinados
a las grandes empresas para el financiamiento del agronegocio, de los
megaeventos y del capitalismo verde. Denunciamos la imposición de los
agrotóxicos y de las semillas transgénicas, que generan dependencia de las
agricultoras y agricultores. Somos protagonistas de la resistencia y de la defensa
de nuestros territorios, por ejemplo de las mujeres de Apodi, en lucha contra el
agro e hidronegocio, y de la afirmación de la agroecología como medio de
producción de alimentos saludables, fundamentales para la garantía de la
soberanía alimentaria.
En este modelo, el tiempo y el trabajo de las mujeres son utilizados como un factor
de ajuste. La economía de mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no
remunerado y de la desigualdad que vivenciamos en el trabajo remunerado.
Presenciamos un aumento del conservadurismo, con la valorización del papel de
las mujeres en la familia para justificar su sobrecarga de trabajo.
Construir una economía feminista y solidaria significa alterar los patrones de (re)
producción, distribución y consumo, además de reconocer y valorizar el trabajo
doméstico y de cuidados como fundamental para la sustentabilidad de la vida
humana.
El Estado capitalista y patriarcal, organizado a partir de una lógica androcéntrica
que refuerza la división sexual del trabajo y las formas de control sobre el cuerpo y
la sexualidad de las mujeres. El modelo de desarrollo hegemónico funciona al
servicio de las grandes empresas, expropiando los derechos de los trabajadores y
las trabajadoras, violentando a las mujeres y teniendo en la militarización uno de
sus pilares de sustentación.
Luchamos para alterar esa lógica, lo que sólo será posible si hay voluntad política
e incorporación de una perspectiva feminista, que hoy es traducida por la agenda
de despatriarcalización del Estado. Es preciso garantizar políticas emancipatorias
construidas con base en la soberanía y en la participación popular.
Somos solidarias con compañeras de varias partes del mundo que tienen sus
medios de vida afectados por las empresas extractivistas, por la Vale y por la
expansión del agronegocio como el proyecto Pró-Savana, en Mozambique.
Cuestionamos la presencia militar de Brasil en miñones militares en Haití y en la
República Democrática del Congo, así como la compra de armas y tecnología
militar a Israel. La Organización Mundial del Comercio retoma negociaciones que
refuerzan las asimetrías entre los países y la mercantilización de la vida. El Brasil,
al contrario debe promover otra integración, basada en la redistribución, en la
solidaridad y en la reciprocidad, en la que las mujeres del mundo ya estamos
construyendo a través de nuestros movimientos.
Nuestras formas de ocupación de los espacios públicos y políticos expresan la
irreverencia y la osadía colectiva de las mujeres. A partir de nuestros métodos,
ritmos y voces, construimos una cultura feminista contra-hegemónica, que
incorpora a la juventud en un proceso integrador de varias generaciones como
parte de un proyecto común de transformación de nuestras vidas.
Resistimos al monopolio de los medios de comunicación, la lógica de la propiedad
intelectual y al control de los flujos de información que violan nuestra privacidad y
privilegian corporaciones transnacionales, construyendo nuestras alternativas de
producción de contenidos, lenguajes y medios de comunicación vinculados a las
luchas emancipatorias y por soberanía popular.
Afirmamos que la auto-organización de las mujeres y nuestra estrategia de
fortalecimiento como sujeto político que construye una fuerza mundial, en alianza
con los movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista, y por una
sociedad basada en los valores de libertad, igualdad, justicia, paz y solidaridad.
Marcha Mundial de las Mujeres
São Paulo, 31 de agosto de 2013.
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