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Comunicado del Obispo de Apatzingán

Autor | Autores: 
Miguel Patiño Velázquez

Al Pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Apatzingán,y personas de buena voluntad:

*“¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a
gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme?*” (Hab 1,2). Tal
pareciera que el Profeta estuviera denunciado la situación que se está
viviendo en el país, en el Estado de Michoacán y concretamente en nuestro
querido Valle de Apatzingán.

Los filósofos nos dicen que para que haya un Estado de Derecho se necesita
que éste sea regido por la ley que nos lleve a la práctica de la justicia y
de esta manera dar seguridad y bienestar al pueblo. La justicia conduce a
la paz donde se viven valores tan fundamentales como la alegría, la
fraternidad, el amor, el respeto a la vida, la libertad y el trabajo. Todo
esto tiene como resultado el desarrollo, la prosperidad y el bienestar para
toda la comunidad social.

Su contra parte es el Estado Fallido, donde hay ausencia de la ley y la
justicia provocando inseguridad, miedo, tristeza, ira, desconfianza,
rivalidades, indiferencia, muerte y opresión. Cuando no hay justicia
tampoco hay paz, ni desarrollo, ni prosperidad, ni bienestar en la
sociedad.

El Estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado
Fallido. Los grupos criminales: Familia Michoacana, Zetas, Nueva Generación
y Caballeros Templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un
botín. La Costa: para la entrada de la droga y los insumos para la
producción de las drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona
aguacatera: para el cultivo de mariguana y amapola, el establecimiento de
laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los
grupos criminales. Las ciudades más importantes y todo el Estado: para el
trasiego y comercio de la droga, “venta de seguridad” (cuotas), secuestros,
robos y toda clase de extorsión.

Nuestro pueblo de Michoacán tiene años sufriendo las injusticias del crimen
organizado que se han recrudecido en los últimos meses. Han aumentado los
levantones, los secuestros, los asesinatos, el cobro de cuotas se ha
generalizado y familias enteras han tenido que emigrar por el miedo y la
inseguridad que se está viviendo. En los últimos días se está obligando a
líderes sociales y a las personas en general para que firmen y pidan que el
ejército y los federales se vayan de Michoacán y a los comisariados
ejidales se les ha amenazado para que vayan ante el Congreso de la Unión a
hacer la misma petición.

Los gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los
criminales y cada vez más crece el rumor que el gobierno estatal también
está al servicio del crimen organizado lo que provoca desesperanza y
desilusión en la sociedad.

Son ya 6 municipios que, al ver sus gobiernos municipales vendidos con el
crimen organizado y la incapacidad del gobierno federal para restablecer el
Estado de Derecho, han tomado la determinación de organizarse para
autodefenderse. En estos municipios se expulsaron a los miembros del crimen
organizado con lo que se acabaron las cuotas, extorsiones, levantones,
secuestros, asesinatos y violaciones. Pero ahora son agredidos
constantemente por los Caballeros Templarios que intentan recuperar las
plazas perdidas y ahogarlos, dificultándoles la comercialización de sus
productos o impidiendo que las pipas de gasolina surtan las gasolineras que
se encuentran en esos municipios.

Desde mayo tenemos la presencia de las fuerzas federales (Policía Federal,
Ejército y Marina) con una estrategia para devolver la paz a Michoacán. Su
presencia se constata por todas partes, pero hasta la fecha no hemos visto
la efectividad de su estrategia porque no se ha capturado a ninguno de los
capos principales del crimen organizado, aun sabiendo dónde se encuentran;
prácticamente en su presencia se extorsiona, se cobran cuotas, se secuestra
y se levanta a personas. Nos llama la atención cómo no han sido capaces de
descubrir las casas de seguridad del crimen organizado y hasta la fecha no
hayan liberado a nadie cuando se cuentan por decenas las personas
levantadas. No obstante les damos el voto de confianza y esperamos tengan
el firme propósito de solucionar el problema.

La Iglesia Católica que peregrina en esta diócesis de Apatzingán:  su
obispo, sacerdotes, religiosas y laicos, hemos hecho un firme compromiso
con la paz y nos hemos trazado como meta pastoral la construcción de la
cultura de la paz desde la catequesis infantil, los movimientos de niños,
adolescentes, jóvenes y adultos; las agrupaciones y comunidades. También
estamos promoviendo la pastoral del consuelo para la atención a las
víctimas de la violencia y ayudarles en su proceso de sanación para evitar
que con el tiempo ellos se conviertan en victimarios.

Invitamos a las autoridades competentes a sumarse en este esfuerzo por
hacer de Michoacán un Estado de Derecho y que su apoyo sea efectivo en
inversiones en nuestro Estado para que los jóvenes tengan alternativas de
trabajo.

Queremos invitar a nuestro pueblo a unirse, a formar comunidad y ser
solidarios unos con otros porque sólo así podemos solucionar la
problemática que enfrentamos. No perdamos la esperanza porque, como dice el
himno: *“El Señor es mi fuerza, mi roca y Salvación. Tú me guías por sendas
de justicia, me enseñas la verdad… Aunque pase por valle de tinieblas, yo
nunca temeré.”*

Mi agradecimiento y bendición para todos.

Apatzingán, Mich., 15 de Octubre del Año de la Fe, 2013.

 

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