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E L R E T O R N O D E L A U N I D A D P O P U L A R . -
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“El Mercurio”, como portavoz de los dueños de Chile, no ha omitido elogios a la “flexibilidad y audacia” del gobierno de Bachelet al haber llegado a acuerdos con el mundo empresarial para que el proyecto de reforma tributaria no afectara sus intereses. La derecha ha enfatizado que el gobierno recaudará US$8.200 millones para llevar adelante la reforma educacional. La eliminación del FUT será recompensada con otras granjerías que no se han explicitado y que, sin duda, serán enviadas a los paraísos fiscales.
Hermann von Mühlenbrock, presidente del gremio empresarial (SOFOFA), había amenazado: “Si los proyectos que evalúan las empresas se vuelven poco rentables en Chile, por razones de aumentos impositivos, sin duda que se llevarán adelante, pero en otro país”.
En su visita a Washington, Bachelet también fue advertida por Obama respecto de la necesidad de no continuar con eventuales “reformas estructurales”. Ya semanas antes, el embajador de USA en Chile, Michael Hammer, había indicado que “la nueva administración de Bachelet está considerando cambios de diversa índole”. (…). “Cuando hay cambios es importante consultar a todos los stakeholder (partes interesadas), y a su vez tomar decisiones en un tiempo razonable que las empresas puedan clarificar y adaptarse adecuadamente”.
El conocido estilo de los empresarios nacionales, de los gobiernos de USA y de sus embajadores y, tras los buenos oficios del senador Zaldívar, de Ricardo Lagos y otros servidores del poder económico, “facilitaron” a la comisión de Hacienda del Senado el sello de un acuerdo que pasó por encima de la Cámara de Diputados y de los partidos “de cuarta división” que integran la Nueva Mayoría.
Ha sido ésta una retractación del gobierno respecto de los cambios anunciados y que era previsible, puesto que los principales grupos económicos favorecieron a la candidata Bachelet.
Por otra parte, el programa de gobierno de Bachelet elude transformaciones profundas como el tratamiento a las inversiones extranjeras que explícitamente reciben garantías. Se suma el silencio sobre el cobre en manos de transnacionales. No alude al gasto militar ni a la democratización de las FFAA, así como tampoco se refiere a la Asamblea Constituyente ni a la reforma laboral.
Pero lo más lamentable del gobierno de Bachelet se encuentra en la definición favorable a la Alianza de Pacífico con Perú, Colombia, México y USA. Ello significa un eje estratégico de la política norteamericana para América Latina. A ello se suma el entendimiento con el acuerdo transpacífico de cooperación económica que, además de pretender aislar a China y a Rusia de parte de USA y sus satélites, significa un golpe para el ALBA, MERCOSUR, Unasur, Celac y Banco del Sur. Aún más: se busca la regulación de las inversiones y se persigue que las grandes empresas transnacionales puedan demandar directamente a los Estados; se encuentra también el tema de los flujos financieros, que busca limitar las medidas que los países podrían adoptar para impedir la fuga masiva de capitales hacia el exterior; se limita la creación y facultades de empresas del Estado, así como también la propiedad intelectual, que afecta la libertad de expresión, el acceso a la información y al conocimiento. En otros términos, se busca entregar el control de internet , desconectando a quienes descarguen contenidos protegidos por derechos de autor otorgados por esta red.
Por consiguiente, es falso el discurso de los cambios estructurales en Chile, porque no es posible realizarlos dentro del modelo vigente. El modelo neoliberal es depredador en lo medioambiental y en lo económico, por lo que se profundizará la dependencia que sólo podría atenuarse a través de la integración de los países de América Latina. No obstante, Chile se ha esmerado en separarse y dividir al continente.
Es fácil entender el titubeo de Bachelet cuando en su visita a Sudáfrica le preguntaron por su similitud con Salvador Allende. Es, sin duda, enorme la distancia entre Bachelet con la claridad política y la autoridad moral de Allende, quien (a modo de ejemplo de la citada distancia con la actual Presidenta), afirmara el 7 de febrero de 1971, en relación al proyecto de nacionalización del cobre: “Cuando planteamos en la campaña presidencial que Chile debería recuperar las riquezas fundamentales que están manos del capital foráneo, señalamos muy claramente que los países dependientes o en vías de desarrollo no podrían jamás elevar sus condiciones materiales de existencia para sus pueblos y abrir horizontes más amplios, desde el punto de vista intelectual y espiritual, si acaso Chile no recuperaba esas riquezas, si nosotros no aprovechábamos el excedente que produce nuestra economía, sin no planificábamos el desarrollo económico y utilizábamos los recursos que hoy día se van de nuestra patria, más allá de la frontera; van a fortalecer grandes empresas, fabulosas empresas que vuelcan sus capitales en los países poco desarrollados porque les rinden más intereses”.
Ni siquiera la ambigüedad y el discurso vacío de Bachelet podrían negar la vigencia de las palabras de Allende.
Hervi Lara
Santiago de Chile, 21 de agosto de 2014.
Para EL CIUDADANO.
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