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La Resurrección de Jesús y de su Causa. La Resurrección de Mns Romero y de sus compañeras y compañeros Mártires.
Cuando muere Jesús, o mejor dicho cuando lo matan, la sensación que queda y con satisfacción de los poderes políticos y religiosos de su país y de su tiempo, es que con Jesús murió también su causa, su sueño y su proyecto. Triunfa a los ojos de ellos, el proyecto de muerte sobre todo contra los más pobres y excluidos por lo que Jesús arriesgó su vida y los enfrentó. Y también en los discípulos queda una sensación de muerte, de tristeza, como dicen los Discípulos de Emaús: Nosotros creíamos, nosotros esperábamos. Estos discípulos huyen y se van. Otros discípulos y los apóstoles están encerrados en su miedo y en su desconcierto.
Cuando Jesús es Resucitado por nuestro buen Padre Dios, no sólo resucita Él personalmente, sino que el Padre convalida su vida, su entrega, su proyecto, y así también resucita y vuelve a la Vida su sueño de una Vida digna, sobre todo para los más pobres y excluidos, su proyecto del Reino de Dios. Y Jesús llama a los discípulos a Galilea y los envía a seguir su misión. No les da determinaciones muy concretas, sino simplemente los envía bajo el impulso del Espíritu para continuar su misión en las circunstancias concretas que le toque vivir y ciertamente en medio de la persecución y aún de la muerte, y les asegura que siempre estará con ellos, y con nosotros.
Jesús Resucitado, les promete el Espíritu Santo que los acompañará, iluminará y fortalecerá. Es el Espíritu de Verdad como lo llama San Juan contrapuesto al proyecto de muerte. Es el Espíritu de Vida porque Jesús vino para que tuviéramos vida y vida en abundancia. El Espíritu que reciben los discípulos en Pentecostés y en los varios Pentecostés, es un espíritu que les da fuerza y valentía (Parresía en Griego). Esta palabra que refleja una realidad totalmente nueva que trasforma a los discípulos de miedosos y encerrados en valiente y misioneros, es de las palabras que más se repiten en los Hechos de los Apóstoles, en el caminar de la Iglesia trasformada por Jesús Resucitado y su Espíritu.
Esto que venimos diciendo de Jesús, a lo largo del a historia se da de diversas maneras en la Iglesia (y en cierto sentido en la humanidad entera) y pensando en nuestro tiempo, podemos verlo como una realidad y como un símbolo en Mns. Romero. A Él lo matan los política y económicamente poderosos de su tiempo. A él lo aíslan los grupos religiosos y aún obispos de extrema derecha. Cuando lo matan para intimidar al pueblo y callar su voz, parece también que triunfa la muerte, el proyecto de muerte. Pero como bien decía Mons Romero: “No creo en la muerte sin resurrección. Si me matan, resucitaré en el Pueblo”.
A él lo mataron, pero siguió vivo en la vida, esperanza y lucha de su Pueblo. Y esto en medio de la represión y de la tan cruel guerra civil. Siempre estuvo vivo y presente su testimonio y su palabra profética como señal de esperanza desde el Evangelio y el Proyecto liberador de Jesús.
Un modo de continuar su muerte a nivel eclesiástico fue detener su Beatificación, y las balas que siguieron arrojando contra él son los cientos de cartas y argumentos que contra él siguieron enviando fuerzas políticas y religiosas opresoras. Hay Santos como el fundador del Opus Dei y el mismo Juan Pablo II que han sido beatificados y canonizados Fast track o sea por el camino más rápido como hacen también Obama y otros políticos para los que les interesa. Pero Mns. Romero a nivel eclesiástico, tuvo que esperar 35 años para ser Beatificado. Sin embargo desde el comienzo, en el sentir de los fieles que tienen un valor teológico, fue considerado San Romero. Y con toda razón la voz profética de dom Pedro Casaldáliga lo proclamó en su bello y trepidante poema, San Romero de América.
Gracias al impulso renovador y a la voluntad decidida del Papa Francisco, se desbloqueó la causa de Beatificación de Mns Romero y se acaba de Beatificar. Con toda razón para gran parte del pueblo cristiano, y aún para muchos no creyentes, él era ya y es un Santo, un modelo de humanidad plena. Pero el Beatificarlo tiene un doble sentido importante: A) A nivel Iglesia universal, y a nivel especialmente del Vaticano, es reconocer su vida y testimonio martirial como plenamente cristiano, fiel al Evangelio y especialmente fiel al seguimiento de Jesús en su compromiso por los más pobres y excluidos y la liberación de nuestros pueblos.
B) Lo que decíamos de Jesús, se aplica a sus seguidores, en particular a Mns. Romero. No sólo resucita Mns. Romero como persona a nivel iglesia, sino también resucita su proyecto de vida, la causa por la que dio la vida, el Proyecto del Reino de Dios en nuestros tiempos. Pero no sólo resucita Mns. Romero y su proyecto, sino que al beatificarlo, también se reconoce el Martirio de todos los que como él han entregado la vida estos años al servicio del Pueblo, al servicio de la Justicia en el compromiso con los más pobres. En ese sentido su Beatificación no sólo es de él como persona, sino también de las y los compañeros mártires por la justicia que han entregado su vida empezando por Rutilio Grande. Esto lo expresa gráficamente el poster de El Salvador en que Mns. Romero está acompañado por muchos mártires Salvadoreños y también por otros mártires como Martin Luther King, Salvador Allende, y por qué no también el Che Guevara. Y hablando de Nicaragua, en ese cuadro también le acompañan Arlen Siu, el P. Guadalupe Carney, la Hna Maura Clark, y falta ahí porque no lo conocen, el matrimonio de Felipe y Mery Barreda que dieron su vida ofreciéndola por el Pueblo y en el seno de las CEB.
Esto mismo lo podemos ver a la luz del Evangelio cuando en el Juicio Final (Mt 25) declara Jesús Bendito de su Padre no sólo a los que lo conocieron y siguieron expresamente, sino también a aquellos que aún si conocerlo, le dieron pan cuando tuvo hambre en los más pequeños, y lo acogieron cuando era forastero- emigrante, etc.
Y pensando en estos Mártires por la Justicia, conviene tener presente lo que dijo Mns. Romero y que se aplica a él y a todos estos Mártires: “No pensemos hermanos que nuestros muertos se han apartado de nosotros, su cielo, su recompensa eterna los perfecciona en el amor, siguen amando las mismas causas por las que murieron. Lo cual quiere decir que en el Salvador esta fuerza liberadora no sólo cuenta con los que van quedando vivos, sino que cuenta con todos aquellos que han querido matar y que están más presentes que antes en este proceso del Pueblo (2 marzo 1980- pocos días antes de su martirio)
Que ojalá vivamos nosotros nuestra vida, nuestro compromiso, nuestra entrega como Mujeres y Hombres nuevos Resucitados siguiendo fielmente a Jesús e impulsados con la fuerza del Espíritu Santo como Mns. Romero y como las y los Mártires que le acompañan.
Arnaldo Zenteno S.J.
Equipo Animador CEB Nicaragua. 4 de Junio del 2015
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