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Monseñor Romero, Padre de los pobres
Monseñor Romero, Padre de los pobres.
Probablemente a nadie de nosotros se nos ha ocurrido calificar a Monseñor como “Padre de los pobres”. Quien lo hizo y lo hizo en el texto oficial (carta apostólica) de la beatificación (leída en latín y en español) fue el Papa Francisco. No sé si a algún otro beato o santo lo han llamado así. Pero sí sé que desde el inicio del siglo XIII1 en la Iglesia Católica Romana llaman al Espíritu Santo “Padre de los Pobres”. Ese nombre aparece en la segunda estrofa de la secuencia de la misa del día de Pentecostés. Veni, Sancte Spritus - Veni, pater pauperum Ven, Espíritu Santo. Ven, Padre de los pobres. No se debe dudar si el Papa Francisco está al tanto o no de este nombre para el Espíritu Santo. Lo debe haber cantado muchas veces (en latín, en español y en italiano) en sus celebraciones de Pentecostés. Y ahora al hablarnos sobre quién era Monseñor Romero lo llama “Padre de los pobres”, ¿qué quiere decirnos el Papa Francisco llamando a Monseñor Romero con una característica del Espíritu Santo y haciendo coincidir la beatificación con el fin de semana que la Iglesia celebra Pentecostés?
[1]He tratado de investigar porqué la Iglesia romana empezó, siguió y sigue llamando al Espíritu Santo “Padre de los pobres”, pero en ninguna parte he encontrado respuestas. Ojalá algún teólogo (de la liberación) o comunidad cristiana pueda ayudarnos.
Llama la atención que la Iglesia ya en el siglo XIII había descubierto – y lo ha mantenido - que la fuerza, la luz y el fuego del Espíritu Santo que empuja la Iglesia lo hace como “Padre de los pobres”. No hay que buscar respuesta en la necesidad (pobreza) de todos los humanos en búsqueda del amor del Padre. Si el canto nos habla de los pobres, quiere decir “pobres” y hoy entendemos mejor que se trata de las y los empobrecidos/as por las estructuras económicos, sociales, políticas, culturales, ideológicas: las y los excluidos. El Espíritu Santo es su Padre!!! Juan testimonia que al despedirse de los suyos Jesús les dijo : ”Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes”. Dicho esto, sopló sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo”. (Jn 20,22) ¡Nos envía el Espíritu Santo, Padre de los pobres! No hay donde perdernos.
Las y los pobres de la historia no están solos. Cuentan con su Padre!!! Recordemos lo que Jesús nos aclaró sobre lo que significa ser “buen padre”, tan bueno como Dios-Padre. Quizás las dos otras frases de la misma canción de Pentecostés pueden ayudarnos a comprender el alcance de esa experiencia y convicción creyente que las y los pobres cuentan con el Espíritu Santo como su Padre. “Ven, padre de los pobres. Ven, dador de dones. Ven, luz de los corazones”. Las y los pobres le piden al Espíritu Santo los dones, las capacidades, las fuerzas y energías para enfrentarse con la vida, para luchar por la vida, para transformar la vida. Le piden qué el Espíritu de Dios sea su luz en la oscuridad (de la pobreza), su horizonte que los oriente hacia la vida. Así entendemos que no se trata un paternalismo aplastante y humillante hacia las y los pobres, sino, realmente su Padre les da la capacidad de luchar para transformar la historia hacia el horizonte del Reino. Jesús ya dijo: “Felices los pobres”, porque realmente el Espíritu Santo es su Padre!!!
Me parece que todos/as podemos y debemos orar con humildad, con las y los pobres esa oración: Ven, padre de los pobres. Ven, dador de dones. Ven, luz de los corazones”. Monseñor Romero dijo2 que sentía la alegría y la angustia de vivir con su pueblo y desde su pueblo. “Pueblo” significaba para Monseñor Romero “las y los
pobres”. Solamente desde esa vivencia “con y desde” los pobres podremos reconocer al Espíritu Santo como Padre de los pobres.
Creo que nos acercamos a la respuesta a la pregunta por qué el Papa Francisco se atrevió a caracterizar a Monseñor Romero con un nombre fundamental del Espíritu Santo. El Papa ha reconocido que en la vida y la palabra de Monseñor Romero el mismo Espíritu Santo ha actuado como padre de los pobres de su pueblo. Monseñor dio vida histórica al Espíritu Santo, ha sido padre de los pobres. Miles de personas sencillas, pobres y heridas han encontrado realmente en Monseñor Romero a un padre que escucha, que alienta y anima, que da fuerza, que consuela, que llora con ellas, que las abraza y de quienes se dejaba abrazar. Esa vida de Monseñor Romero era la presencia del Espíritu Santo.
El Papa Francisco ubica esta característica de Monseñor junto con su misión evangelizadora: “evangelizador y padre de los pobres”. Claro, Monseñor supo evangelizar, supo proclamar la buena nueva de Dios porque su vida era instrumento del Espíritu Santo siendo Padre de los pobres. Quizás podemos ir un paso más adelante: no se puede evangelizar sin asumir esa misión del Espíritu Santo de ser padre de los pobres!!!
Y la característica de “evangelizador y padre de los pobres”, el Papa Francisco, la ubica entre dos otras características tan fundamentales: “pastor según el corazón de Jesús” y “testigo heroico del Reino de Dios”. (El Reino del Padre. Así aparecen las tres personas de la Santísima Trinidad. Y quienes hemos conocido a Monseñor Romero en vida – una tremenda gracia que nos ha sido regalado y una tremenda responsabilidad heredada – sabemos que los tres argumentos que el Papa anuncia para declarar beato a Monseñor, son verdad. Monseñor Romero era realmente un pastor según del corazón de Jesús y creció cada vez más en ese pastoreo. Era realmente evangelizador y padre de los Pobres (Espíritu Santo). Era realmente testigo heroico del Reino de Padre: Reino de justicia, fraternidad y paz. Es decir en Monseñor Romero Dios mismo en todas sus dimensiones se hizo presente.
El pueblo pobre (de El Salvador, de América Latina y de muchas otras partes) ya lo había descubierto desde su martirio hace 35 años. Las comunidades eclesiales de base ya daban testimonio de esa presencia divina en Monseñor. Algunas iglesias ya lo habían reconocido como santo, como mártir. Ahora también la jerarquía de la Iglesia católica romana lo ha valorado, beato y pronto “santo”. Con lo que el Papa Francisco ha dicho de Romero no hay duda que esto no tardará mucho. Porque realmente en Monseñor Romero Dios mismo pasó por El Salvador, así como lo dijo el Padre Ellacuría.
Ahora bien, uno se pregunta, ¿cómo ha sido posible que tantos hermanos obispos, sacerdotes, religiosos/as, pastores, laicos/as no han visto lo que estaba sucediendo en Monseñor Romero? ¿Cómo es posible que muchos de ellos/as lo han callado y escondido, y otros/as lo han calumniado y acusado de lo más diabólico? Creo que la respuesta la podemos encontrar también en las misma palabras del Papa Francisco: porque ellos no fueron pastores según el corazón de Cristo, no fueron evangelizadores y padres de los pobres, no fueron testigos heroicos del Reino de Dios!!!! Pueden haber sido muy “religiosos” (de su tradición eclesial), pero no vivieron según esas tres características.
Pero nuestro Dios es misericordioso y sabe perdonar. Al enviar el Espíritu Santo – Padre de los pobres – dijo también “a quienes ustedes perdonen, queden perdonados”. Ojalá que los obispos, sacerdotes, religiosas/os, pastores, laicos/as que en el pasado (y en el presente aún!!) se habían cerrado ante la presencia de Dios en
Monseñor Romero, lo reconozcan, pidan perdón y así puedan ser perdonados. Y que su conversión sea realidad. Así tendremos verdaderos pastores según el corazón de Jesús. Así tendremos evangelizadores y padres de los pobres. Así tendremos testigos heroicos del Reino del Padre, Reino de justicia, fraternidad y paz.
Y mientras se dan esos dolorosos procesos de conversión y perdón, nos toca a todos y todas asumir esa misión divina que asumió – fiel a la voluntad de Dios – Monseñor Romero. Nos toca reunirnos en comunidad de fe para preguntarnos muy seria, profunda y críticamente qué significa para mí (para nosotros/as) hoy ser pastor-según-el-corazón-de-Jesús, qué significa hoy ser evangelizador-y-padre-de-los-pobres, qué significa hoy ser testigo-heroico-del-Reino-de-Dios? Porque no basta volver a contar lo que hizo Monseñor Romero en su vida o sobre todo durante sus tres años de arzobispado. No basta con leer sus homilías para “saber y conocer lo que dijo”.
El acta apostólica del Papa Francisco con ocasión de la beatificación de Monseñor Romero deja bien claro que Monseñor Romero es el camino del Evangelio. Hoy nos toca vivir como Monseñor, nos toca hablar como Monseñor Romero, nos toca ser “Padre de los pobres”.
Luis Van de Velde
3 de junio de 2015
1 Se atribuye a Stephen Langton (m. 1228), Arzobispo de Canterbury.
2 Homilía del 9 de octubre de 1977.
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