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SAN ROMERO DE AMERICA
- Al frente de una Iglesia perseguida
“El Padre Rutilio, quizá por eso Dios lo escogió para este martirio, porque los que le conocimos, los que le conocieron, saben que jamás de sus labios salió un llamado a la violencia, al odio, a la venganza. Murió amando, y sin duda que cuando sintió los primeros impactos que le trían la muerte, pudo decir como Cristo también: perdónalos, Padre, no saben, no han comprendido mi mensaje de amor.
Somos una Iglesia peregrina, expuesta a la incomprensión, a la persecución; pero una Iglesia que camina serena porque lleva esa fuerza del amor”.
Homilía del 14 de marzo de 1977
“Esta hora, hermanos, no es para dividirnos entre dos Iglesias, es la hora de sentir una sola Iglesia que lucha por esa resurrección de Cristo, que trae redención no sólo más allá de la muerte, sino aquí en la tierra para luchar por un mundo más justo, más humano. Para luchar por una sensibilidad social que se haga sentir en todos los ambientes. Para luchar contra la violencia, contra el crimen.”
Homilía del 12 de mayo de 1977
- Maestro de la verdad al servicio de la justicia
“Al concederme su máximo honor académico de «Doctor honoris causa en Letras Humanas», tiene estas cuatro dimensiones que, con mi Iglesia y con mi Pueblo, agradezco con gratitud inmortal: es un sólido apoyo la causa de los derechos humanos; es un reconocimiento a todos los colaboradores de esta causa; es una solidaridad de consuelo y esperanza para con todos los que sufren el atropello de su libertad y su dignidad; y es un eco de la denuncia y de la llamada a conversión.”
Investidura académica por Georgetowon, 14 de febrero de 1978
- Plenamente identificado con el pueblo
“Este es el pueblo que está reflexionando aquí junto a la Catedral; y de las lecturas bíblicas…, solamente para enfocar desde el evangelio y desde la teología, desde la pastoral, porque quiero ratificar que mis predicaciones no son políticas, son predicaciones que naturalmente tocan la política, tocan la realidad del pueblo, pero para iluminarlos y decirles qué es lo que Dios quiere y qué es lo que Dios no quiere”.
Homilía del 21 de enero de 1979
“El poder establecido se da cuenta de que la Iglesia, seguidora de Jesús, se ha puesto a favor de los desposeídos y oprimidos, pero no quiere darse cuenta que la Iglesia no está favoreciendo, ni mucho menos promoviendo, la violencia armada o el odio de clases como el método cristiano de lucha por la liberación.
La Iglesia despierta un dinamismo nuevo en el pueblo, le ayuda en su proceso de concienciación humana y cristiana, le impulsa a ser el sujeto de su propio destino, le anima a organizarse desde las propias bases para exigir lo que en justicia le corresponde.”
Homilía de 22 de enero de 1979
- Siguiendo paso a paso las diversas coyunturas del proceso
“Nuestro mensaje es no sólo un llamado a la cordura, sino también una promesa: la Iglesia se compromete una vez más a seguir prestando su servicio desinteresado en favor del pueblo. La nueva coyuntura del país no cambia nada esta voluntad de servicio. Fue ese sincero deseo de servir y defender al pueblo el que llevó a la Iglesia a entrar en conflicto con el anterior Gobierno. Por tanto, dicho conflicto sólo podrá resolverse cuando tengamos un Gobierno que sea también servidor del pueblo.”
Homilía del 16 de octubre de 1979
“He querido recordar la verdad sobre el hombre que inspira a la Iglesia su defensa de los derechos humanos y la verdad sobre los pobres que estimula la lucha de la Iglesia por la justicia social”.
Homilía del 1 de enero de 1980
“El constatar estas realidades y dejarnos impactar por ellas, lejos de apartarnos de nuestra fe, nos ha remitido al mundo de los pobres como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido como primer paso fundamental a encarnarnos en el mundo de los pobres.
Ahí hemos encontrado a los campesinos sin tierra y sin trabajo estable, sin agua ni luz en sus pobres viviendas, sin asistencia médica cuando las madres dan a luz y sin escuelas cuando los niños empiezan a crecer”.
Homilía del 10 de febrero de 1980
- Hasta dar la vida por los pobres de su pueblo
“Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles.
Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que de un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: NO MATAR … Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla … Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas sin van teñidas con tanta sangre… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión…!”
Homilía 23 de marzo de 1980
ORACIÓN SAN ROMERO DE AMÉRICA
Hermano San Romero, eres un Santo y un
héroe desde mucho que te asesinaran.
Santanecos y migueleños peregrinábamos
para escucharte y para vivirte entre semana.
Fuiste de acuerdo a tu palabra y a tu
pensamiento de solidaridad y amor
para los empobrecidos indigentes del
mercado San Miguelito y con las
trabajadoras del sexo del mercado central.
Eres el Santo de las monjitas Benedictinas
y también de las Carmelitas y de las
Claretianas y de las Teresianas.
Eres el Santo de los explotados campesinos
de la Unión, La Libertad y Ahuachapán.
Eres el Santo de l@s vendedores de la calle
y de l@s estudiantes que no traen un centavo
en los bolsillos y mucha poesía en sus libros.
Eres el Santo de los albañiles y de los
carpinteros, sastres y zapateros.
Eres el Santo de l@ Indoamerican@s desde antes
que Juan Pablo II desoyera tus súplicas.
Eres el Santo de los pueblos originarios de
nuestra Indoamericalatinafricana.
Eres Santo porque nuestros Santos Pueblos
fundieron su sangre con tu Santa sangre.
Lo eres, mucho antes que te martirizaran
con la bala genocida de los adoradores del becerro de oro.
San Salvador, 6 de marzo 2015
José Antonio López Huelvas
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