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Sobre el cuidado de la casa común
Agradeciendo la extraordinaria Enciclica del papa Francisco:
I
“Laudato Si” es el título de la encíclica del Papa Francisco, sobre el cuidado de la casa común. Entre los muchos temas que aborda, es válido destacar que el desarrollo es moral y, por tanto, implica respeto tanto a la persona como a la naturaleza. Luego, la preocupación por la naturaleza es inseparable de la justicia, del compromiso social y de la paz interior. El olvido de que el mundo es misterio ha conducido a una cultura del descarte, que ha llevado consigo el agotamiento de los recursos naturales y, en especial, del agua. El agua es, por tanto, un derecho humano a la supervivencia.
Agrega el documento que la paz, la justicia y la defensa de la creación están implicadas, por lo que se requiere comprender que la propiedad privada no es un absoluto, tal como lo han recalcado innumerables documentos del Magisterio de la Iglesia.. Ha sido el paradigma tecnocrático predominante en medio de la economía de mercado, junto a la especialización que fragmenta la realidad, han sido elementos sustantivos de creación de la injusticia.
Continúa el documento aludiendo a la necesidad de plantear los fines y el sentido de todo lo existente, porque no hay ecología sin una adecuada antropología. Se refiere también al valor del trabajo, los riesgos de los transgénicos, la necesidad del humanismo, así como del respeto a las culturas locales, a las tierras de los pueblos indígenas, el derecho a la vivienda y a una urbanización a escala humana, a la importancia del transporte público, del bien común y de la solidaridad internacional.
Recalca que la soberanía radica en el pueblo, por lo que es indispensable plantear grandes fines políticos, lo que implica que la ética se encuentra por sobre lo legal. Ello significa que el manejo político debe ser interdisciplinario, así como también llama al diálogo entre las religiones y entre las ciencias. Sólo así se alcanzará una ética ecológica que es sinónimo de solidaridad, responsabilidad y cuidado. Luego, aparece indispensable la gratuidad de las acciones, la valoración de lo pequeño a fin de llevar una vida de sobriedad y de humildad. Insta a la conversión que es lo que abrirá el camino del amor social, como clave del auténtico desarrollo.
II
SICSAL Cono-Sur adhiere al llamamiento del Papa Francisco y se compromete a profundizar en su mensaje para transmitirlo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieren la salvación de la humanidad en un momento crucial de la historia.
Existe una forma de vivir que posibilita el acceso a lo trascendente, dando así a la vida su verdadero sentido. Ello requiere de cierta maduración que, a su vez, implica paciencia y constancia. En la raíz de toda espiritualidad debe existir paciencia hacia uno mismo, que es lo contrario de la presunción. Es necesario, entonces, excluir radicalmente el instantaneísmo tan recurrente en la actualidad.
La espiritualidad a la que llama el Papa es de armonía con el cosmos, porque el fin sustantivo de la vida es la integración al orden universal.
Hoy asistimos a una descalifición masiva de las actividades del espíritu en beneficio de los bienes de consumo que no son indispensables. El hombre, aplastado por el peso de la tecnocracia, sabe cada vez menos a qué atenerse en cuanto a lo que es realmente importante y a lo no lo es, así como en cuanto a lo que es valioso y a lo que es perverso. El gran desafío al que debemos enfrentarnos es el de saber encontrar el sentido de la vida en medio de la sinrazón de hoy. Lo contrario es un signo de muerte. Y la muete no es sólo el final natural de una vida finita, sino también un poder destructor que se adentra en la vida tanto personal como social y también de la creación.
Vivir una vida contra esos poderes de la muerte significa amar, comunicar vida, orientar vida y hacer que valga la pena vivirla. Esa vida como manifestación de la paz, se alcanzará con la presencia de la justicia.
III
La humanidad se encuentra en una situación en la que tiene que decidir si quiere continuar viviendo o si escoge su propia destrucción. Más que nunca se necesita de espiritualidad y de sabiduría para comprender cuáles son las transformaciones imprescindibles; para proyectar las utopías que nos guiarán; para dar prioridad a las acciones concertadas que convertirán los sueños en realidades.
Tal como señala la encíclica, hay tres nudos problemáticos que son indispensables de desatar: el agotamiento de los recursos naturales. La conservación de la tierra. Y la superación de la injusticia social mundial.
Se ha impuesto un modelo de desarrollo que no ha medido o no ha considerado relevantes las consecuencias sobre la naturaleza y sobre las relaciones sociales. Este sistema se mantiene porque se ha impuesto a través del miedo y porque en la raíz de la injusticia social se encuentra el rechazo a los otros. Frente al vacío existencial aparece como indispensable la presencia de un Absoluto, que debería desembocar en una dimensión ética que se aprende en las instancias de socialización.
Hay que levantar utopías que nos abran al futuro. Hay que plantear valores nuevos que den sentido a la vida personal y social. Hay que realizar prácticas que cambien las relaciones sociales. Hay que usar nuevas tecnologías sin negar la poesía y la gratuidad. Hay que establecer la fraternidad entre todos los pueblos y culturas. Hay que transmitir esperanza a los jóvenes. Hay que inundar de visiones de futuro las mentes y la imaginación colectiva de las escuelas, de las Universidades, de los medios de comunicación. Hay que cuidar la naturaleza, que es la casa común.
Esto se hace al revertir la historia. Porque la historia no es una fatalidad, sino una consecuencia de nuestra acción.
Servicio internacional Cristinano de Solidaridad con America latina. (Sicsal) Cono Sur. Integrado por: Bolivia, Argentina, Paraguay, Perú y Chile
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