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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 3
12. Dios que nos sale al encuentro
Religiones cristianas abundan en nuestros pueblos. Pero uno se pregunta: ¿de qué Dios se trata? ¿Se trata del dios de Trump que necesitaba dos biblias para jurarse como presidente de los EEUU? ¿Se trata del dios de los espectáculos (llamados cultos) en vivo o por los medios de comunicación? ¿Se trata del dios que justifica poder y dinero? ¿Se trata del dios que ofrece el paraíso después de la muerte?
Monseñor Romero nos habla del Dios que va con nuestra historia y concretiza el testimonio bíblico de su encuentro con Moisés. Monseñor nos invita a abrirnos al Dios que nos dice ‘Estoy contigo, estoy con tu pueblo atribulado, esclavo de los capataces del Faraón (de hoy), oigo esos gemidos, te convoco para liberar a mi pueblo; me preocupo de la esclavitud que sufre mi pueblo para hacerlo libre; vivo con los pueblos subdesarrollados para que se desarrollen, soy el Dios que se preocupa de ustedes’
Monseñor Romero ha sido testigo fiel, en actitudes, acciones y en sus palabras, de este Dios que está con su pueblo (explotado, oprimido), que esté comprometido con su liberación y que no deja de llamar a nuevos “Moisés” para ser ese fermento de liberación. Este Dios pasó por El Salvador en la vida de Monseñor Romero. Y es por eso que las fuerzas de la muerte lo han mandado a asesinar, así como lo hicieron cuando se había encarnado en Jesús.
En las comunidades necesitamos abrirnos a este Dios que nos sale al encuentro y dar testimonio de su presencia liberadora en nuestro pueblo. No tengamos miedo para ser luz de liberación en nuestro pueblo que – a pesar de los 25 años después de los Acuerdos de Paz – no ha encontrado la paz que Dios quiere para su pueblo. Seguimos siendo un pueblo subdesarrollado en el sentido que los poderes económicos nos han sub-desarrollado, nos siguen subdesarrollando, nos han condenado a vivir debajo de los niveles mínimos de vida humana. La era de Trump parece seguir con ese proceso. Por eso, ir al encuentro de este Dios que oye el grito de su pueblo, nos exige hacer todo para la esperanza de liberación renazca, para que las CEBs volvamos a ser significantes para la transformación del pueblo.
13. Liberación
Monseñor Romero menciona que hay gente que tiene miedo de la palabra “liberación” y otros que abusan de ella. Unos se asustan porque sienten que sus privilegios pueden perderse. Otros idolatran sus experiencias parciales de liberación.
“Liberación” es una palabra bíblica que expresa “toda la obra salvadora del Señor a partir del pecado”. No se puede entender el mensaje de Pablo sin el significado bíblico de la liberación de la esclavitud y la opresión de los hebreos “en Egipto” (de ayer, y de hoy). Dios es el Dios que escucha el grito de las y los explotados y oprimidos, y está comprometido en su liberación. Luego en Jesús Dios viene “a derrumbar el pecado”, a destruir todo lo que es muerte, todo lo que afecta la vida de los seres humanos (y de la naturaleza). Y bautizarse, dice Monseñor Romero, es “incorporarse a Cristo y hacerse hombre nuevo”.
Cuán lejos estamos en realidad de esa vivencia del bautismo. Especialmente cuando se bautiza a niños/as pequeños/as. Lo principal no es el rito (que es la profunda expresión simbólica), sino la vida, que debe incorporarnos en Cristo y transformarnos, hacernos transparente hacia Jesús. Y ese “hombre nuevo” será capaz de luchar por la liberación de toda forma de pecado que deshumaniza. Hacerse hombre nuevo, mujer nueva no es solamente dejar “los vicios”, sino liberarse de esas esclavitudes (vicios) para ponerse al servicio de la gran obra liberadora de Dios en el pueblo.
14. Acojamos la verdadera liberación
Monseñor Romero está consciente que vivir como “convertidos a Cristo” significa correr los riesgos de “perder la vida y perder las comodidades”. Jesús dio el ejemplo “siendo rico se hizo pobre”. Monseñor nos provoca: “que no nos engañen con ilusiones las ventajas de la tierra”. Revisemos en qué medida las ilusiones de la sociedad de consumo y de las tecnologías de la comunicación nos están “engañando”, amarrando, bloqueando. “Que acojamos la verdadera libración”. Monseñor nos avisa que esto va a exigir ya no estar pendientes de “elogios, de dinero, de ventajas políticas y sociales”, nos va a exigir una tremenda humildad para “entregar la vida a Cristo”: asumir su causa, hablar lo que Él habló, hacer lo que Él hizo. “Esta es la conversión que pide Cristo.”
Monseñor nos llama la atención que vivir como convertidos a Cristo no sea una ilusión religiosa, sino un realidad, una opción concreta en la vida diaria, en lo personal, familiar, comunitaria, en lo político y lo social. ¿Será posible sentir ”la satisfacción de seguir en el amor al Redentor” sabiendo que esto nos va a sacar de las comodidades, de la pereza, de lo litúrgico, para lanzarnos a la calle, a la realidad de las y los empobrecidos?
“Acojamos la verdadera liberación”, nos pide Monseñor Romero, con toda insistencia, con la autoridad de Dios mismo, convirtiéndonos en esos “convertidos a Cristo”. No es cuestión de levantar la mano, decir “amén”, sino de una vida en Cristo. Esto incluye asumir la causa liberadora de las y losempobrecidos en nuestra historia.
15. Que no haya salvadoreños que empuñen las armas contra hermanos salvadoreños
En una cita larga Monseñor Romero expresa “con el dolor de su alma” como recoge diariamente el dolor de esposas y madres que le cuentan entre lágrimas que no saben de sus hijos y de sus esposos. Hace una llamada fuerte “Que no haya salvadoreños que empuñen las armas contra hermanos salvadoreños. Que no haya salvadoreños que atropellen indignamente a sus hermanos, tal vez con paisanos del mismo cantón”
Estas palabras de Monseñor Romero suenan muy actuales en la realidad de hoy. Cuanto sufrimiento por las extorsiones y los asesinatos de parte de las pandillas. Cuanto sufrimiento por la represión de parte de la policía y el ejército contra (supuestos) pandilleros. Cuanto humillación y atropello sufren las familias cuando con fuerza bruta (con mazos) se les destruyen sus puertas, los gritan,… Monseñor sigue llamando, tanto a las pandillas como a los aparatos de represión que cesen de empuñan armas en contra de sus propios hermanos.
Pide que haya de verdad sentimientos cristianos, de Cristo. Pide hoy que “saquemos la cordura y la sensatez para ser un país donde se puede vivir verdaderamente con la tranquilidad de quien viven en su propia patria”. No se soluciona matando (encarcelando en las universidades de criminalidad) a lospecadores. Hay que eliminar el pecado, lo que provoca la violencia de las pandillas, lo que genera, las causas estructurales. Tememos que con la política proteccionista y dictatorial del régimen de Trump aumenten aún más las deportaciones, no solamente de los llamados “ilegales”, sino también de aquellos que ya aprendieron ser violentos en las pandillas y el crimen organizado en los EEUU.
16. Crear una juventud nueva
Quizás mucho más actual ahora que finales de los años 70, Monseñor Romero hace una llamada a sacerdotes y maestros a trabajar juntos “a crear una juventud nueva, una niñez creada en ambiento más sano, más cristiano”. Monseñor hace referencia a “la perspectiva de tantas violencias y de tantos atropellos que vivimos”, Ya no es la perspectiva, sino la dura realidad de tanta violencia y tanto atropello. Es una realidad de horror que arrastra a jóvenes, adolescentes y niños/as en ese espiral de violencia de las pandillas. Las víctimas son familias pobres, empobrecidas, de la misma manera que las familias de los pandilleros. Todos víctimas del sistema económico frustrante que deja poco espacio para la esperanza. Pero también habrá que mencionar la violencia institucionalizada en las mismas cárceles, verdaderos infiernos, y por supuesto también la violencia de la represión de parte del estado.
Urge lo que Monseñor Romero ha llamado “crear una juventud nueva, una niñez sana”. Realmente el ambiente en que vivimos no es cristiano, a pesar de las múltiples expresiones cultuales religiosas. La estructura económica en que vivimos es anti cristiana, es expresión de un monstruo que devora a sus hijos/as más pobres y enriquece a unos pocos. Crear una juventud nueva y una niñez sana.
Creo que es responsabilidad de todos y todas. Iniciando en nuestras propias familias y comunidades. Es evidente que las y los maestros pueden jugar un papel muy importante, pero desde las comunidades cristianas tenemos el compromiso de facilitar que la niñez y la juventud descubran el horizonte del Reino de Dios y su misión de ser sujetos activos en la transformación radical de la convivencia humana, de las estructuras de nuestras sociedades.
17. Un evangelio más comprometido
Es evidente que las mayorías de las y los cristianos /Iglesias no hemos escuchado a Monseñor Romero. El 19 de julio de 1977 (hace 40 años!!!) nos dijo: “yo creo que hemos mutilado mucho el evangelio. Hemos tratado de vivir un evangelio muy cómodo, sin entregar nuestra vida. Solamente de piedad. Únicamente un Evangelio que nos contentaba a nosotros mismos.”
Pasaron cuarenta años, se multiplicaron las iglesias (con un sin número de nombres), pero no se observa en la sociedad que las y los cristianos ese “movimiento atrevido de un evangelio más comprometido”. No se observa “la diferencia” entre no cristianos/as y cristianos/as. Porque las diferencias no se refieren al culto, al tipo de pastor, al tamaño del templo o la cantidad de fieles. La diferencia de ese movimiento atrevido de un evangelio más comprometido se observa en la realidad diaria de la vida, en las relaciones familiares, entre las y los vecinos, con familias más empobrecidas que las nuestras, con familias que cargan cruces más pesadas que las nuestras, en la política, en el trabajo,…..
Realmente en los tiempos de las primeras iglesias era bastante atrevido estar en ese movimiento de Jesús, así como lo fue en el tiempo de Monseñor Romero y durante la guerra. Como nos urge escuchar a Monseñor Romero que nos exige (en nombre del Dios de Jesús) un evangelio más comprometido: por la verdadera democracia (no la partidocracia), la verdadera transparencia, el fin de impunidad, la transformación de la estructura económica, la depuración del sistema judicial, por la salvación del medio ambiente, etc. En esos espacios se podrá ver si vivimos un evangelio más comprometido. Puede ser a nivel muy pequeño o cercano, no importa, pero sin “ese compromiso muy serio con Cristo crucificado” la semilla de la fe no dará cosecha de justicia, ni paz.
18. Que todos nos sintamos hermanos
Palabras del profeta Romero cuando denuncia “esta terrible tragedia en que tenemos miedo unos de otros, en que existen lugares donde sufren nuestros hermanos”. Y así es, sigue siendo la realidad muchos sectores y zonas en las ciudades y en el campo. Sobre todo jóvenes no pueden moverse de una zona (“controlada” – sic – por una pandilla) a otra zona (“controlada por la otra). Que no entre ningún no conocido. El año pasado me detuvieron en el parqueo de una colonia y me avisaron que la próxima vez tenía que entrar con todos los vidrios bajados, caminar muy despacio y al no hacer caso me iban a disparar. Cuantas historias no compartimos acerca del miedo en los buses, miedo unos de otros. Con razón porque de repente alguien saca el cuchillo o la pistola para exigir las prendas. Ahora oímos con frecuencia que también la policía ha vuelto a hacer atrocidades: la violencia con que rompen las puertas de las casas a allanar, la violencia con que tratan a jóvenes, el anterior procurador denunció hechos violentos provocados por policías mientras la versión oficial era “intercambio de disparos”. Una policía con tarjeta verde para disparar (a como sea, siempre interpretada en defensa personal), abre las puertas a tenerle miedo a la policía también.
Monseñor soñaba con una vivencia fraterna, donde nos sentimos “hermanos, redimidos”. Las diferencias deben ser secundarios frente a lo que tenemos en común: la fraternidad, la solidaridad, la justicia…. “dichoso será el momento en el que desaparezca de El Salvador estar terrible tragedia!”
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