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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 26
167. La fe es creer.
“La fe es “la aceptación de una palabra que unos testigos de la experiencia pascual anuncian con tanta convicción, que todo el mundo dice: ¡Cristo ha resucitado!” y luego Monseñor nos recuerda “Cristo vive en la santidad del pueblo que lo sigue”, “Cristo está presente en la valentía de su Evangelio que se predica en el mundo”.
Por supuesto que creer en la resurrección de Jesús no es un asunto de una evidencia científica. Para que podamos creer hay que poder encontrarse con testigos de la experiencia pascual y esto se verá solamente en la santidad del pueblo creyente. Creo que debemos complementar estas citas de Monseñor Romero, porque me parece que sin tocar las heridas del Cristo crucificado hoy, será imposible creer en la resurrección de Cristo. Hay que tocar las heridas!!! Y luego es la vida de la comunidad creyente que será el mejor mensaje, que será el anuncio que convence.
De nada sirve que una persona grita “que vivan las CEBs” y al mismo tiempo impide en la propia colonia que la CEB se reúna en la casa comunal, impide que los servicios que presta la CEB (clases de guitarra a jóvenes, catequesis a niños, …) se den en la casa comunal!!! (un grito que este día he escuchado al finalizar la misa en un aniversario de una colonia!!!). La fe en Cristo se verifica en los hechos, en las actitudes, y luego el mensaje del evangelio podrá convencer a otros/as.
168. Dios es alegría.
Creo que era el Papa Francisco que mencionó “las caras de vinagre” de no pocos cristianos. Sin embargo en la cara amarga o de vinagre de las personas se observa que no son capaces de creer en el Dios de Jesús, que es el Dios de la vida, el Dios de las posibilidades de todo lo bueno. Dios no quiere el dolor, no quiere tristeza, no quiere exclusión, no quiere marginación, no quiere expulsión,…
¿Quién puede estar triste con la presencia de un Dios que lo llena todo? Nos pregunta Monseñor. Sin embargo es evidente que muchas veces las cruces de la vida y de la historia se nos imponen, son mayores y más agresivos, y hacen la vida más oscura. Creo que solamente quien ha vivido de cerca la esperanza de las y los pobres será capaz de ver más de la realidad actual y de confiar en ese Dios de la Vida y de la liberación.
169. Confidentes del Señor.
Lo que nos da la alegría es “la venida de Dios a la historia” Dios no está en las alturas (eso era un concepto que hemos heredado del AT), sino ha venido a la historia, se ha encarnado en esta historia humana. Especialmente en Jesús, pero también en los grandes profetas como Monseñor Romero, de quien el Padre Ellacuría decía: En Monseñor Romero Dios mismo pasó por El Salvador. Dios presente en cada proceso histórico donde se avanza para que haya más vida para las y los pobres, más justicia, más verdad, más libertad para las y los pobres,….
Monseñor se alegra por ser confidente del Señor para dar a conocer su proyecto de salvación para todos, el proyecto de su Reino. Pero qué tremenda responsabilidad, tomando en cuenta nuestras flaquezas y debilidades. Creer en ese Dios de Jesús, nos exige más radicalidad, ir más hacia las raíces de los problemas y contradicciones. Hablar en nombre de ese Dios, no es una cosa superficial, no es cuestión de doctrinas o dogmas.
Luego Monseñor nos dice que Dios nos hace objeto y sujeto de su Reino. Es en nosotros, en propia vida, en la familia, en la comunidad, en el pueblo, en todas las dimensiones de la sociedad, que ese Reino quiere manifestarse. Una primera actitud del confidente es recibir de lleno la gracia del Reino de Dios, aceptarla en la propia vida con un profundo agradecimiento. Luego seremos los sujetos, los que damos vida a ese Reino, los que “colaboramos en la salvación del mundo”.
Ser confidente del Señor (del Dios de la vida, el Dios de Jesús) exige colaborar en la defensa de la creación (hoy estamos más conscientes de esta tremenda responsabilidad, ya que los adoradores de los dioses del poder y de la riqueza están acabando con la vida en la creación divina), y colaborar en las transformación de la historia (que también está construida sobre bases de injusticia, mentira, opresión, represión de las grandes mayorías empobrecidos).
170. Dios que camina con su pueblo.
Monseñor se alegra que en la Iglesia se está tomando conciencia que Dios no es “estático” (aquel omnipotente, sempiterno, todopoderoso,…), sino que el Dios de Jesús es un Dios “dinámico”, “un Dios que camina con su pueblo, un Dios que actúa y que inspira a los hombres en sus esfuerzos liberadores” Es evidente que la vida de Monseñor Romero ha sido un fiel reflejo de su fe en ese Dios dinámico. El ha sido el pastor fiel que caminaba con su pueblo, que levantaba la voz por defender a su pueblo, que actuaba en la realidad histórico (sujeto del reino) y que inspiraba a tantas hombres y mujeres en sus compromisos y entregas (hasta dar la vida) por la liberación.
Si no nos quedó claro, Monseñor aún explica y aclara más: Creemos en un Dios que no mira con indiferencia el clamor de los que sufren, que como en Egipto, escucha la esclavitud, el latigazo, la marginación, , la humillación.” Realmente las clases medias y altas de la sociedad miran con una espantosa indiferencia el clamor de los que están abajo y que llevan todo el peso de la explotación económica y la exclusión social. Y esa indiferencia de clase se ha traducido también en una insolidaridad entre las y los pobres. Monseñor añade que ese Dios está dispuesto a enviar un guía, redentor: ¡está en medio de nosotros”.
Por supuesto que Monseñor se refiere a la presencia divina en la realidad, a la presencia del Cristo resucitado, en la presencia del Espíritu que abre caminos y da esperanza (recordemos las Bienaventuranzas). Sin embargo podemos ver que el mismo Monseñor Romero ha sido (y su Palabra sigue viva) ha sido otro enviado de Dios, otro redentor de las y los que sufren (como lo mencionó arriba). Creer de verdad que ese Dios de Jesús camina con su pueblo, nos exige dar testimonio de El y caminar con nuestro pueblo, ser guías que abren brechas para que la Redención divina pueda concretarse hoy en la historia. Monseñor lo hizo.
171. Dios va con nosotros.
“El Dios que nosotros adoramos no es un Dios muerto, es un Dios vivo que siente, que actúa, trabaja, conduce la historia y en El esperamos, en El confiamos. Dios va con nosotros.”
Estoy convencido que solo los pobres, los crucificados de hoy, puede decir “Dios va con nosotros”, y de ellos podemos recibir la gracia de descubrirlo presente en la creación que vuelve a vivir, en la historia de los pobres que avanzan hacia su liberación. “Got mit uns” de los nazi, “in God we trust” de los (billetes de los) estadounidenses y los saludos “Dios les bendiga” de los adoradores del poder (a todo nivel) y del dinero (a todo nivel), son señales claras que esa expresión “Dios va con nosotros” es muy fácilmente manipulable al servicio del sistema explotador y opresor.
Siempre hay que recordar que se trata del Dios de las y los pobres, el Dios de Jesús, el Dios de la liberación, el Dios de Monseñor Romero, … Sin eso como brújula esa expresión se convierte en un arma fatal que destruye la conciencia liberadora del pueblo. Tengamos cuidado.
172. La intimidad con Dios.
Las religiones personalistas están de moda, en todas sus formas pentecostalistas. Los entusiasmos emocionales después de todo tipo de retiro, las experiencias repentinas de conversión, los gritos y las tembladeras cuando se dice estar “orando”, los cantos sobre el Dios que entra en mi corazón y me salva, acompañado de movimiento corporales y aplausos y gritos….. en todas partes donde hay alguna forma de tradición cristiana, ahí está…
Antes de hablar del encuentro con la intimidad con Dios, Monseñor hace referencia al “ánimo de Moisés”, como punto de referencia. Dios le dice a Moisés: ´´Ánimo, no tengas miedo, yo voy contigo”, Yo estará contigo en la liberación de mi pueblo!!!!. Es en esta intimidad que Moisés cobra ánimo para su gran misión liberadora con su pueblo. Solamente a partir de la experiencia de Moisés se puede comprender correctamente “la intimidad con Dios que fortalezca nuestra esperanza, que robustezca nuestros esfuerzos, que haga desaparecer todos los miedos.”
Sentirse feliz con la intimidad de Dios en mi corazón, se convierte en una actitud en contra del Dios de Moisés y el Dios de Jesús, si me quedo ahí, sintiéndome feliz y salvado. ¿Quién más que Jesús vivió esa intimidad con su Padre? Y veamos lo que hizo, como vivió, cuáles eran sus opciones, con qué gente andaba, cómo asumió el riesgo de la cruz,…..
173. Fidelidad al Evangelio y a la doctrina de la Iglesia.
Esta vez una cita de su diario, a 12 días antes de su asesinato. Mientras el señor nuncio pretende que los obispos busquen dialogo para superar las diferencias en la conferencia episcopal, Monseñor le aclara que “el afán de fidelidad del Evangelio y a la doctrina de la Iglesia, la cual siempre resulta conflictiva cuando se le aprueba, no sólo en teoría, sino cuando se trata de vivir.” Claro, no cuesta y no resulta conflictivo recitar cualquier de los textos doctrinales de los credos antiguos. Proclamar fidelidad al Evangelio y a la doctrina de la iglesia no cuesta nada. Ricos y pobres pueden hacerlo, Jerarcas y creyentes de a pie. Opresores y oprimidos. Proclamar en palabras no lleva a nada, si no está enraizado en la vida, “cuando se trata de vivir”. Monseñor recuerda al señor nuncio que ya en tiempos de su antecesor, otros obispos ya criticaron la arquidiócesis que “trata de ser fiel a estas líneas de la Iglesia postconciliar”. Y siempre será así: donde hay comunidades con sus animadores/as tratan de serle fiel al Evangelio y a toda esa tradición tan evangélica de la Iglesia latinoamericana (Medellín, Pueblo, …), habrá otros (autoridades eclesiales y laicos/as de todo tipo) que se oponen, que critican, que rechazan, que excluyen, que no quieren ni escuchar.
Junto con Monseñor Romero debemos “ofrecerle – a Dios – todos estos sacrificios y sinsabores a fin de que prevalezca el Evangelio y todos nos convirtamos a la verdad y al servicio de Dios y de nuestro pueblo.”
Hagamos con toda humildad todo lo necesario para que prevalezca el Evangelio, para que nos convirtamos cada día más a la verdad y al servicio de Dios y al servicio de nuestro. No tengamos miedo.
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