Se encuentra usted aquí
Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 46
315. Dios nos amó en Cristo.
Hemos inventado – muy creativamente por cierto – una enorme cantidad de eventos religiosos que al fin y al cabo nos “entretienen”, que se han hecho “tradición”, pero que no nos orientan hacia lo central de la fe cristiana. Monseñor Romero siempre nos recuerda que se trata de Dios que se hizo “concreción humana” en Jesús, revelando quién es Dios y enseñando en la práctica el camino para ser realmente “humano”, así como Jesús, así como Dios mismo.
Dios nos amó, se hizo humano, concretamente, se hizo pobre, para que desde las y los pobres de la historia humana pudiera convocarnos, hablarnos. Tuve hambre, sed,… ahí está Jesús, ahí está Dios mismo que nos invita a amar con la misma misericordia, con la misma radicalidad.
Nuestra respuesta a ese amor de Dios no es en primer lugar una respuesta religiosa, sino práctica, histórica, encarnada,… Solo actuando como Dios, podremos responder al amor divino.
316. La sociedad cristiana que Dios quiere.
Los idólatras del poder y de la riqueza siempre consideran que hay dos (o más) categorías de personas. Unos (hasta dicen o piensan: gracias a dios) han nacido para tenerlo todo, y otros no tienen nada. Lo consideran normal que ellos pueden gozar de una cantidad de privilegios en cuanto a salud, educación, cultura, vehículos, viajes, seguros médicos de y de vida, mansiones, vacaciones, comidas, propiedades (en las zonas exclusivas de la ciudad, en la montaña y en la playa), ….. Y ellos mismos lo consideran normal que las grandes mayorías están excluidas de todo esto, pueden tener salarios de hambre o no tener trabajo, vivir en zonas marginales,…
Monseñor Romero denuncia: ¡No hay personas de dos categorías! Esto hay que combatir, tanto en el planteamiento (lo que es normal) como en la práctica. Dios ha creado la vida para que todos podamos aportar y gozar. “Dios quiere que compartamos el bien que Dios ha dado para todos”. La inversión con capital es importante, pero lo principal que transforma la materia prima y así genera nuevos valores, es el trabajo humano. Por poner el capital los inversionistas se consideran dueños de la empresa, mientras solamente ponen el capital, pero sí acaparan toda la ganancia y el trabajo que no pagan a sus trabajadores/as.
Nos urge volver a tomar conciencia de que ante los ojos de Dios nadie es más que otro, todos/as somos llamados a aportar y todos/as tenemos los derechos a vivir dignamente.
317. Tenemos un destino junto a Dios.
Es una cita de su homilía de Navidad 1979, a tres meses de su asesinato. Monseñor Romero recuerda que esa humanización de Dios es una tremenda novedad en la historia humana, una verdadera buena noticia, jamás oído. Pero no actúa como los dioses en muchas culturas que hablan a través de las cúpulas del poder y de la riqueza (esos emperadores y reyes que se consideraron hijos de dios), sino “un Dios que se envuelve en la miseria humana”. Realmente inconcebible, jamás oído o visto. Era necesario que los ángeles dijeran a los pobres cercanos (los pastores) que no tuvieran miedo. Las y los pobres muchas veces tienen miedo de las buenas noticias del Dios de la vida y prefieren sumergirse en tradiciones religiosas donde debe pedir bendiciones y milagros.
Monseñor Romero considera que el canto de los ángeles Gloria a Dios en los cielos, significa “que el hombre tiene un destino junto a la gloria de Dios y que por eso su vida tiene que ser optimista y nunca debe flaquear.” Al envolverse en la miseria humana, Dios se puso a la par de las y los pobres para transformar la historia en una historia de salvación y de vida. No tengamos miedo.
318. Dios ha venido y hace nuevas todas las cosas.
Si Dios se ha envuelto en la miseria humana, se ha hecho pobre, es necesario que nosotros asimilemos “esa noticia (navidad) y que la hagamos vivencia, testimonio, confianza, seguridad.” Muchas veces la oscuridad de la historia nos impide hasta de ver las luces. El miedo (de perder el trabajo, ante la violencia en la colonia y en las calles de la ciudad y en los cantones) nos hace pesimistas y nos hace escuchar los cantos engañosos de los que quieren mantenernos en la oscuridad y que no quieren que reconozcamos las luces de los programas sociales (en educación, salud, ciudad mujer, ...). En estos tiempos pre-electorales nos vienen con mentiras, para que volvamos a votar por los de antes, por los representantes de los idólatras de la riqueza y del poder.
Monseñor, en esa Navidad, a tres meses de su asesinato, nos pide que abramos los ojos y que veamos las cosas nuevas que están sucediendo, partiendo de Dios mismo que se ha hecho pobre para salvarnos. No tengamos miedo para abrir los ojos y colaborar en hacer nuevas las cosas,
319. Un misterio de inmanencia.
Inmanencia y trascendencia. Dos conceptos que no están tan cercanos a la vivencia diaria, que exigen más reflexión sobre la vida en perspectiva de la fe.
Monseñor Romero nos dice que ese misterio de la inmanencia se realiza en Dios que se encarna en la humanidad, en todos los pueblos. Y esto sucede con la finalidad de realizar ese misterio de la trascendencia: “para dar vida divina a los hombres/mujeres y hacer a los hombres/mujeres compañeros/as de la felicidad de Dios.”
Hace una última reflexión sobre la navidad: “Dejarse arrebatar por esta corriente (inmanente y trascendente) de Cristo es celebrar la Navidad.” Monseñor Romero nos habla de “dejarse arrebatar” por ese acontecimiento de la humanización de Dios en Jesús. No es una cuestión de tradiciones religioso – populares, no es una cuestión de cenas navideñas o estrenos. ¿Estaremos dispuestos a “dejarnos arrebatar” por ese Jesús?
320. Dios es familia.
Monseñor Romero felicita a las familias que tienen sus raíces en Dios: “una verdadera comunidad religiosa que ora, da gracias a Dios, se santifica en la veneración del Señor”. Solo hay que recordar que para Monseñor la oración no está desvinculada de la realidad histórica y que la santificación no se hace con ritos sino en el seguimiento a Jesús, en el compromiso y el servicio, especialmente a familias más pobres que nosotros. Ahí se adora al Señor.
“Dios en el cielo es familia” – refiriéndose a la Santísima Trinidad- “Dios en la tierra es familia”. Que las familias creyentes sean de verdad la cara visible y palpable de la presencia de Dios en su familia y en la historia.
321. Dios va con nosotros.
En medio de las grandes dificultades de nuestro pueblo (represión, explotación económica, pobreza, hambre, refugiados, desplazamientos, destrucción de hogares,…) Monseñor Romero quiere darnos ánima y fuerza. Nos recuerda que Dios no nos abandonará, que está con nosotros en esta historia,..
A pesar de nuestras infidelidades, nos dice Monseñor, Dios sigue amándonos y no nos abandona. A veces es tan difícil confiar en esto. En teoría muchos pueden estar de acuerdo o contestan sí, al ser preguntado si creen en la fidelidad de Dios. Pero no se trata de una doctrina o una creencia, sino de una manera de vivir y de actuar.
En nuestra manera de actuar – en medio de las cruces y tremendas dificultades históricas y hasta las infidelidades del pueblo – mostraremos nuestra confianza en la presencia liberadora y animadora y consoladora de Dios en la historia.
- Inicie sesión para comentar