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MUJERES ASESINADAS SILENCIADAS
Era el 8 de marzo de 2017. Un incendio acabó con la vida de 41 niñas adolescentes, comprendidas entre los 13 y 16 años, en el “Hogar Seguro” atendido por el Gobierno de Guatemala. Las menores protestaron por los abusos sexuales y físicos que sufrían en el Centro, aprovechando que esa fecha se celebra el Día Internacional de la Mujer. Ante la rebelión de las jovencitas, los monitores las encerraron en un salón de 4 x 4 m². El caos fue aún mayor cuando un incendio se originó dentro del salón al quemarse una colchoneta. Las menores intentaron salir, pero la puerta estaba cerrada a cal y canto. Así quedaron atrapadas en el lugar sin posibilidades de ser rescatadas a tiempo. Solo nueve salieron con vida.
El incendió duró varias horas y no podía ser mitigado por los bomberos, quienes tuvieron dificultad de acceso al área y a las instalaciones del centro, por encontrarse completamente bajo llave. Eran niñas hijas de familias pobres y huérfanas de diferentes partes del país. Algunas de ellas estaban en estado de gestación, consecuencia de violaciones de sus propios monitores.
Jimmy Morales, presidente de Guatemala, hizo caso omiso a las denuncias presentadas sobre los abusos de todo tipo contra las menores recluidas en el centro. Organizaciones sociales y de Derechos Humanos y la Iglesia católica denunciaron la ineptitud y corrupción del gobierno guatemalteco. Al conocerse la noticia de la tragedia multitud de hombres y mujeres, sobre todo jóvenes de los colegios, salieron a las calles manifestando su repudio, leyendo los nombres y las edades de las niñas fallecidas. Los gritos que más se escucharon fueron: “No fue un accidente, fue una ejecución” y “El único accidente es el Presidente”.
La noticia de este acontecimiento apenas hizo eco en España. Como tampoco se menciona que en Guatemala mueren diariamente 17 personas víctimas de la violencia, según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF). ¿Por qué se silencia a Guatemala? ¿Qué intereses se esconden? Sin duda, si esto sucediera en Venezuela u otro país fuera de la órbita del sistema de libre mercado, los medios de comunicación lo estarían ventoleando a los cuatro vientos.
La celebración del Día Internacional de la Mujer nos debe obligar a volver la mirada a aquellos países excluidos y silenciados, en donde la vida de la gente, y concretamente de la mujer, no vale nada. Ahí tenemos a Honduras, en donde las mujeres líderes campesinas son perseguidas y criminalizadas. El 3 de este mes de marzo se cumplieron dos años del asesinato de la dirigente campesina Berta Cáceres, una mujer valiente y comprometida en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y de sus territorios frente a la prepotencia de las compañías multinacionales hidroeléctricas y mineras que, con el aval del Gobierno, usurpan sus tierras y sus aguas.
La vida es un don de Dios y la tierra es de todos. Ningún hombre, ningún gobierno y ninguna ley están por encima de la vida y de la dignidad de la persona. Hoy la mujer es protagonista y símbolo en la lucha por otro mundo más humano en donde la discriminación por motivo de género, color de la piel, nacionalidad, credo religioso u orientación sexual sea cosa del pasado. Un movimiento recorre el mundo clamando por la igualdad de la mujer. Es un signo de los tiempos al que hay que prestar atención.
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