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Día a día con Monseñor Romero. Libro II. Monseñor Romero - Hombre de Dios.- 52
357. Dichosos los que no se escandalizan de la cruz de Cristo.
Un día antes de ser asesinado, el 23 de marzo de 1980, Monseñor Romero quiere ser voz de esperanza para el pueblo que vive una verdadera pasión, un verdadero calvario “cruz, sacrificio, martirio”. “todo el ambiente del pueblo es de cruz”. Monseñor conocía muy bien el sufrimiento de su pueblo, lo sentía todos los días al recibir a familias sobrevivientes que llegaban a llorarle contando toda la crueldad que habían sufrido. Era, éramos un pueblo crucificado.
En medio de todas esas cruces de tremendo dolor y duelo, Monseñor Romero nos recordó que los que tenemos fe y esperanza cristiana sabemos que detrás de este calvario de El Salvador está nuestra Pascua, nuestra resurrección.
Al escuchar y reflexionar estas palabras de Monseñor a un día de su asesinato, me pregunto: ¿Qué aporte damos las iglesias y comunidades cristianas hoy a nuestro pueblo tan afectado por la violencia? No bastan homilías, sermones, cartas pastorales… Pueden ser importantes, pero si no se llega hasta la raíz de los problemas, no se puede dar esperanza a nuestro pueblo. No basta decir que “la mayoría de los diputados no han respondido al pueblo” si no se menciona nombres y apellidos. Estamos frente a elecciones. No escandalizarse de la cruz de Cristo exige a hablar la verdad y poner el dedo concreto en las llagas.
358. Dios nos pide conversión y reconciliación.
Siempre a un día de su asesinato Monseñor Romero llama a la conversión y la reconciliación, según la radicalidad del modelo de perdón de Dios mismo. Nos recuerda unas parábolas y experiencias vividas por Jesús. “No hay pecado que no quede perdonado”. Da lástima escuchar a tantos altos militares que prefieren quedarse en la oscuridad de su pecado justificándola diciendo que estaban defendiendo la patria, en vez de reconocer sus graves errores (tremendas violaciones a los derechos más fundamentales: capturas, desapariciones, torturas, asesinatos, masacres de centenares,… ) y pedir perdón. Da una profunda alegría escuchar a sobrevivientes y (familiares de) víctimas diciendo que solo quieren saber la verdad y que están dispuesto a perdonar, perdonar de verdad.
Verdad y perdón. Dos elementos clave que a 26 años de los acuerdos de paz aún no se ha concretizado y donde se encuentra mucha resistencia. Monseñor Romero sigue desafiándonos pidiendo conversión y reconciliación.
359. La ternura de Dios.
Monseñor recuerda el relato del encuentro de Jesús con la llamada mujer adúltera condenada a ser ajusticiada por las leyes judías. Monseñor retoma aquí tanto la fortaleza de Jesús en su enfrentamiento con los acusadores (que poco a poco se retiraron, porque en realidad su pecado era aún mucho más grave), como la ternura frente a esa mujer humillada, sin perspectiva, reducida a la nada, esperando que le cayeran las primera piedras para matarla. “Yo tampoco te condeno” y “no peques más”, viva de manera diferente, asuma la fidelidad en el amor. Monseñor dice “la dignidad humana ante todo”.
Cuán lejos estamos de esa dignidad humana. Los relatos que aún escucho de personas que obligados por el hambre van a cortar café por unos pocos centavos enriqueciendo a los cafetaleros. Lo que veo cuando hombres están cortando la caña (a la par de nuestra casa), sudando, de negro (porque el día anterior habían quemado el cañal), trabajando en pleno sol, por un par de centavos. La manera como la policía trata a los presos obligados a correr agachados. La tortura constante en las cárceles o bien superpoblados o bien en total aislamiento hasta sin luz de día. Monseñor dijo que lo primero tendría que ser la dignidad humana. Nos hace falta mucho.
360. Dios ha venido a salvar a los pecadores.
Siempre profundizando en el relato de Jesús con la mujer, Monseñor Romero da testimonio que “convertir es mejor que matar”, “Perdonar y salvar es mucho mejor que condenar”. Así actuaba Jesús. Así actúa Dios.
Hoy en tiempos de mucha violencia social (tantos homicidios, tantos robos y extorsiones,…) esas palabras de Monseñor Romero pueden parecer poca realista. Las medidas extra ordinarias, las leyes anti terroristas, las condenas de 25, 30 o más años de cárcel, el encierro deshumanizante en la cárcel de extrema seguridad,… son lo contrario de lo que Jesús hizo, de lo que Dios hace, de lo que Monseñor Romero predicó. Nos puede no gustar, podemos no estar de acuerdo, pero así es el Dios de Jesús, así era Monseñor Romero.
¿Qué está haciendo la Iglesia (las iglesias) hoy para salvar a los pecadores? (hablando ahora en concreto de los pandilleros, de los responsables de tanta violencia). Nos quedamos muy cortitos y nos convertimos en grandes pecadores con el peso del pecado de “omisión”: no hacemos lo que según Jesús deberíamos de hacer!!!
361. Dios nos enseña a liberar la dignidad humana.
Monseñor Romero nos invita a vivir la amistad del Señor con agradecimiento. Si Dios nos perdona, vivamos esa amistad alegremente. Por supuesto se aplica a nivel personal y en las relaciones familiares y cercanas, comunitarias, pero ¿qué hacemos para “liberar la dignidad humana” de esos grandes pecadores (violentos, homicidas, violadores, extorsionistas,..)?
Son frases que vienen de la última homilía dominical de Monseñor Romero, el 23 de marzo de 1980. En su tiempo había mucha represión contra el pueblo, había masacres, asesinatos selectivos, desapariciones, y también hubo muertos en las filas de la policía y del ejército. Monseñor estaba consciente que la maldad del sistema opresor había creado enemistad entre los hermanos del mismo pueblo, campesinos contra campesinos, obreros contra obreros. Su llamada a liberar la dignidad humana del pueblo era una llamada “subversiva”, una llamada que apuntaba a evitar la guerra total.
Su palabra hoy, nos saca de los templos y nos exige actuar donde en realidad las iglesias no estamos actuando. No sé cuántos pandilleros (llamados terroristas, de parte de las autoridades) estarán presos, condenados, o aún en la calle, en las colonias. Deben ser miles. ¿Qué significa hoy “liberar la dignidad humana”? Monseñor sigue inquietándonos.
362. Empaparnos del Reino de Dios.
Monseñor nos pide que como cristianos/as llevemos el reflejo del Reino de Dios, que tratemos de implantar el Reino ahí donde trabajamos. Para eso hay que empaparse del Reino de Dios. Para eso hay que ir por dos caminos a la vez: (1) compartir de muy cerca y solidariamente (y permanentemente – no solo en tiempos de campaña electoral!!!!) la vida de las y los pobres de nuestro pueblo y (2) ir conociendo cada vez más a Jesús, volver a Jesús. Si el (1) no es nada evidente, pero sí muy desafiante para quienes quieren identificarse como cristiano/a, el (2) exige aún más esfuerzo. Las películas sobre Jesús nos han tergiversado la imagen real de Jesús. Lo que nos enseñaron desde una pastoral de miedo y desde doctrinas ajenas a la vida, nos impiden conocer a Jesús. Si no hacemos enormes esfuerzos por volver a Jesús, no será posible “empaparnos del Reino de Dios”. No pocos cristianos dan la impresión de saber todo de Jesús, ya no necesitan estudiar ni profundizar en los Evangelios. Para algunos militantes es tiempo perdido y actúan en el partido desde su poco conocimiento del Evangelio de Jesús.
Monseñor Romero espera que “desde el pueblo de Dios salgan hombres y mujeres que van a ser los verdaderos liberadores de nuestro pueblo.” Sin la dimensión liberadora del cristianismo, Monseñor no concibe que haya verdadera liberación, porque nos pide que “no seamos juguetes de las ambiciones de la tierra”. La fe cristiana auténtica (con sus raíces en Jesús) – sin lecturas fundamentalistas – siempre será animadora para la liberación y a la vez será una voz crítica.
363. Frente al conocimiento de Cristo, todo lo demás me parece inútil.
La última cita que este libro “Día a día con Monseñor Romero. Hombre de Dios” retoma de su última homilía dominical en su catedral de San Salvador, tiene que ver con una reflexión sobre la alegría de San Pablo cuando escribe que haber conocido y encontrado a Cristo Jesús, es un valor (trascendente) tan grande que todo lo demás parece inútil.
A un día de su asesinato Monseñor Romero nos invita a ir al encuentro con Jesús, a volver a Jesús, a arriesgarnos a ese encuentro. Para eso es necesario conocer a Jesús. Lecturas fundamentalistas, literales e infantiles de los evangelios han creado cristianismos falsos y vacíos. Sin conocer más a Jesús, así como ha vivido, es imposible encontrarlo hoy. Contamos con cuatro testimonios (evangelios) que nos ayudan como un espejo para encontrar a Jesús hoy, aquí en nuestra realidad. El es el camino para encontrarnos con el Dios de la vida.
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