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Reflexión situada a partir de una selección personal de textos del Documento final de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
Luis Van de Velde - Movimiento Ecuménico de CEBs en Mejicanos. Iniciativa ecuménica "Sentir con el Pueblo"
Una palabra previa:
En los años 70 la temida guardia nacional estaba investigando en la parroquia Cristo Salvador, Zacamil, Mejicanos, El Salvador, acerca de Medellín, preguntado por todo lado: ¿Quién es Medellín? ¿dónde vive Medellín? Habían oído que no pocos miembros de las comunidades eclesiales de base estaban comentándose entre ellos: “Así como Medellín dice,….”. Estaban leyendo y reflexionando el documento de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, elaborado en la ciudad de Medellín, Colombia en 1969. Realmente los aportes de ese documento de la autoridad eclesiástica del continente han tenido un gran impacto y han sido fuente de mucha inspiración para la transformación de la Iglesia.
Monseñor Romero dijo en su homilía del 15 de mayo de 1977: “ Como el primer concilio de Jerusalén, el Vaticano de hoy, Medellín de hoy, es la consulta del magisterio de la Iglesia. … No dudemos de los documentos del Vaticano II, ni de Medellín: son documentos de la Iglesia”. Y el 14 de agosto de 1977 dijo: “esos documentos ningún católico debe desconocer… hay que conocerlos en su propia fuente”.
Dentro de unos meses se cumplirán los 50 años de esa “aceptación” del Concilio Vaticano II en la Iglesia latinoamericana. Varios de los obispos presentes en Medellín habían firmado el Pacto de la Catacumba en Roma al concluir el Concilio. Estaba naciendo un nuevo Pentecostés en la Iglesia latinoamericana. Los obispos hablaron con autoridad.
50 años después es evangélicamente importante volver a leer y reflexionar ese documento motivador de la transformación de la Iglesia. Con el Papa Francisco han aparecido los primeros signos de una nueva primavera en la Iglesia. Medellín puede ayudarnos a caminar hacia un verdadero verano de la Iglesia. Medellín sigue siendo la autoridad de la Iglesia latinoamericana que nos enseña el camino, que reconoce errores y debilidades y que apunta hacia una verdadera transformación, fiel al Evangelio y fiel a las y los pobres.
Durante estos meses se ha producido y se está produciendo muchos trabajos que vuelven a poner en primera plana los planteamientos de Medellín. Finales de agosto e inicio de septiembre en San Salvador se realizará el congreso latinoamericano de Amerindia, celebrando ese 50 aniversario y levantando la antorcha encendida de Medellín.
En este documento que presento he optado por ir leyendo textos del documento final de la conferencia de Medellín. He retomado frases y párrafos que hoy me llaman más mi atención. Por supuesto que mi selección es muy subjetiva, la mía. Es una selección y una reflexión contextualizada y situada. Estoy consciente que otras personas y comunidades puedan fijarse más en otros textos o dar otros aportes sobre los mismos textos, ya que su contexto (de pueblo y de Iglesia) son diferentes. También mi comentario se ubica en mi situación concreta, mi vida de más de 40 años en Centro América, mi relación con la Iglesia (que abarca diferentes expresiones de iglesia y comunidades eclesiales), en mi aprendizaje hoy en el caminar con las CEBs del Movimiento Ecuménico de Comunidades Eclesiales de base en Mejicanos (El Salvador), en el desafío constante de las y los pobres y de las y los mártires, en mi fe en el Dios de Abrahán, Moisés, los profetas, de Monseñor Romero y sobre todo de Jesús.
Seguiré la estructura general del documento final de Medellín. Para cada capítulo llevo una enumeración propia para las reflexiones. En cada reflexión, he copiado primero – en letra cursiva – la cita del documento de Medellín y ahí la referencia donde se encuentra en el documento. (Por ejemplo: 15,8 significa: en el capítulo 15 de Medellín el párrafo 8). Luego he escrito mi reflexión personal desde mi contexto. Para concluir cada reflexión he incluido algunas preguntas para que juntos/as – de manera personal o en comunidad – podamos seguir reflexionando en búsqueda de una praxis renovada “a la luz de la voz de Dios en Medellín” de 1968. Porque hay citas y hasta capítulos (como 11, 12 y 13) que no se relaciona directamente con mi experiencia eclesial actual, no los he retomado. Ojalá que obispos, sacerdotes y religiosos/as lo hagan y nos compartan su reflexión y su práctica.
En su homilía del 15 de mayo de 1977, Monseñor Romero nos pide que “no interpretemos siguiendo nuestros caprichos”. Con los aportes sinceros de muchos/as, desde diferentes situaciones y contextos históricos y eclesiales, y bajo la luz del Espíritu, en el camino de las y los pobres, podremos evitar que las reflexiones nazcan de nuestros caprichos.
He podido compartir estas reflexiones personales en un grupo de “amigos” de Facebook, con aportes diarios. Cada fin de semana envié vía e-mail las publicaciones de la semana a personas que no están en Facebook y que estaban interesados a recibirlas. En realidad, he recibido muy pocas reacciones o comentarios o reflexiones. Solo espero que mis reflexiones personales puedan servir como estímulo para que la luz de Medellín (del fruto del Espíritu Santo en la Iglesia latinoamericana) pueda iluminar nuevamente nuestro caminar. (Ver doc adjunto en pdf)
San Juan Opico, El Salvador,
28 de junio de 2019, en el 43 aniversario de mi ordenación sacerdotal.
Luis Van de Velde
Facebook: Ludo Van de Velde
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