Se encuentra usted aquí
Amor frente a odio
Todo el amplio aparato de observación internacional que ha participado en las elecciones venezolanas, tanto institucionales como personalidades de reconocido prestigio, han registrado no solo la legalidad, transparencia y fiabilidad del sistema y del proceso electivo sino que, también, han revalidado la proclamación de Nicolás Maduro como fidedigno presidente electo.
El ratio por el que Maduro ha ganado a Capriles supera a los que Aznar sacó a Felipe González (España) y Calderón a Obrador (México) y mucho más que la escasísima diferencia obtenida por Busch en su momento. Sin embargo, en estos casos y otros muchos más que se podrían señalar- como el meritorio ejemplo democrático demostrado por Chávez en sus únicas elecciones perdidas por solo 20.000 votos- todos estos candidatos aceptaron los resultados que ofrecieron las urnas respetando así, la profesionalidad de los distintos consejos electorales de sus países y no perturbando la tan ansiada paz democrática para todos.
Capriles debería haber utilizado los oportunos cauces democráticos, que marcan la legislación legal vigente, para expresar su pueril arrebato, por no expresar su perversa intención. Él sabe muy bien que con el 54% de los votos auditados es suficiente para reconocer al ganador, amén de ser, el de su país, un ejemplarizante sistema mecanizado alabado, a nivel mundial, por su altísima fiabilidad. Pero el haber utilizado esa vía legal, le hubiera supuesto el refrendo de su derrota quedando ridiculizada, por tanto, su pataleta a nivel mundial, razón por la que ha cogido el tenebroso camino de la desestabilización, que si era su principal objetivo.
Capriles, con su irresponsable acto de insurrección electoral, ha desvelado sus ocultos intereses y nulos valores democráticos, mostrando la talla de su conciencia y descubierto su verdadero rostro.
No le ha importado preparar el camino para que, en toda Venezuela, se produzca un encarnizado derramamiento de sangre, para así justificar una posible e insensata, y deseada por él, intervención exterior. Priorizando así, sus traidores intereses por encima de la paz y felicidad del pueblo. Maduro, en cambio, preocupándole el sufrimiento del pueblo, ha actuado con sensatez y responsabilidad a tan malvadas provocaciones, a pesar de los nueve seguidores bolivarianos que ya llevan asesinados esos violentos seguidores de la oposición, lanzados, sin duda, por la vil actitud de Capriles. Amor frente a odio, pero el odio no tiene conciencia, por eso nunca le perturbarán esas 9 vidas.
Todo ese amor y promesas con que, en la campaña, simulaban sus torpes, huecas y falsas palabras se han esfumado de repente, transformándose en una retórica llena de odio, muerte y desesperanza. Hasta en la violencia de su actual mirada puede percibirse el desprecio por todo cuanto no le favorece. Como todo encaprichado “hijo de papá”.
En estos dias, mientras se manifestaban en Barcelona un representativo grupo de personas en favor del chavismo, compuesto por españoles y venezolanos, unos energúmenos venezolanos, en menor número, arremetieron violentamente contra ellos. Nunca antes había sucedido un hecho igual en España. Capriles es responsable, también, de que ese odio traspase las fronteras de Venezuela.
Capriles ha desvelado su verdadero rostro de gregario al servicio del poder económico central, que tanto sufrimiento está ocasionando al mundo, deterioro a la naturaleza y miseria, últimamente, al pueblo europeo. Y revelado, también, su predisposición hacia los intereses del imperio norteamericano por encima de los beneficios de la patria Venezolana. Si Bolívar y Miranda estuvieran presentes, lo correrían a gorrazos hasta allende de las fronteras venezolanas al igual que lo hicieron con nuestros antepasados españoles que acudieron a Venezuela con mezquinos intereses. No por nacer en Venezuela, ya se es un patriota venezolano. Al patriota se le conoce por su amor al pueblo por encima de todo.
Capriles ha cavado su propia tumba política, porque el pueblo venezolano ha descubierto, o descubrirá, hacia donde les llevaría un presidente de tan ruines sentimientos, locas actuaciones y mezquinas intenciones.
Por el contrario, la nobleza, templanza y amor a la Patria de Nicolás Maduro, han salido fortalecidas ante el pueblo y la opinión mundial, con excepción, claro, de los amos del mundo y de los medios que controlan, que intentaran volver a la carga con sus confabulaciones y manipuladas informaciones, para que esta esperanza latinoamericana no se corra por el resto del mundo. Pero no saben que todas estas batallas, todas estas victorias, conseguidas gracias a la razón del amor y no de las armas o del odio, están consiguiendo, cada vez, más vida y contagio mundial. Y es que el Amor, siempre termina venciendo al odio y la ambición. Como podremos observarlo con los ataques a Chávez y a la primera “embestida” sufrida por el presidente Maduro.
- Inicie sesión para comentar