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BALANCE EN CLAROSCURO DEL PONTIFICADO DE FRANCISCO
Luces y sombras (I)
Conferencia en el SICSAL (San Salvador)
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid
Profesor invitado de las Universidades UCA y Don Bosco (San Salvador-El Salvador)
Deseo expresar mi agradecimiento a Armando Márquez por la invitación a dictar esta conferencia en el Secretariado Internacional de Solidaridad de los Comités de Solidaridad Monseñor Romero (SICSAL) en San Salvador y por su generosa acogida.
Otra imagen del papa
Desde su elección el 13 de marzo de 2013 el papa Francisco no ha cesado de sorprender a propios y extraños y, todo hay que decirlo, también de escandalizar a los conservadores de dentro y de fuera, por sus gestos, acciones, palabras y actitudes, que parecen haber cambiado, al menos externamente, la imagen del papa –no del papado -y la han hecho menos hierática, más cercana al pueblo y, en definitiva, más creíble. ¡El papa es humano! Sus primeras palabras desde el balcón del Vaticano no fueron para bendecir urbi et orbi cual monarca absoluto mundial investido de un poder sagrado, sino para pedir a los reunidos en la plaza de San Pedro que rezaran por él. El cambio no es irrelevante, si acomete las reformas profundas e inaplazables pendientes que necesita la Iglesia católica en la cúpula.
Enseguida llegó su anuncio de que quería una Iglesia pobre y para los pobres, que ha ido haciendo realidad en algunos casos con gran radicalidad y coherencia en sus viajes, declaraciones y documentos a través de la denuncia de las estructuras injustas tanto en la sociedad como en las instituciones d la Iglesia católica, por ejemplo, la Curia romana, a quien dirigió un discurso autocrítico las navidades pasadas.
Su decisión de renunciar a vivir en las estancias vaticanas y de fijar la residencia en la casa de Santa Marta es un ejemplo de sobriedad, amén de pragmatismo e inteligencia, que supone un cambio en el estilo de vida de los papas. El primer Jueves Santo dio una prueba de “transgresión” de las rúbricas litúrgicas rígidas de sus predecesores. Rompiendo con la tradición de celebrar dicha efemérides en la basílica de San Juan de Letrán, Francisco optó por hacerlo en un centro penitenciario donde lavó los pies a doce jóvenes, entre ellos a dos mujeres, una musulmana serbia y otra católica italiana. El gesto escandalizó a los conservadores pegados al rígido ceremonial de Semana Santa, quienes le acusaron de “confusión litúrgica” y de que “el relativismo se nos mete en casa”. Empezaban las primeras críticas que irían arreciando posteriormente
Los discursos pronunciados en su visita a Brasil durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) expresaron la continuidad con el espíritu de la V Conferencia del episcopado latinoamericano celebrada en el santuario de Aparecida en 2007, en la que él jugó un importante papel cuando era arzobispo de Buenos Aires en la línea de moderación que le caracteriza. En un gesto de solidaridad con los empobrecidos, visitó la favela Varginha, al norte de Río de Janeiro. Allí criticó la indiferencia ante las desigualdades, dijo que la realidad y el ser humano pueden cambiar e hizo una llamada a no perder la esperanza.
En plena movilización de los Indignados, lejos de apagar el fuego de la protesta, se puso del lado de los jóvenes, a quienes les dijo: “Espero lio, que haya lío, que la Iglesia salga a las calles. Que nos defendamos de la comodidad, que nos defendamos del clericalismo”. Un mensaje en las antípodas del transmitido por Benedicto XVI en la JMJ celebrada en agosto de 2012 en Madrid, donde las recomendaciones a los jóvenes se orientaban preferentemente hacia la oración, la confesión frecuente, las prácticas cultuales y la devoción mariana
Creo que el viaje a Brasil hubiera sido una excelente oportunidad para tener un encuentro con las comunidades eclesiales de base, numerosas en ese país, y con los teólogos y teólogas de la liberación, algunos de ellos silenciados y castigados por los papas anteriores, o, al menos, para haber tenido algún gesto o alguna palabra de cercanía y de rehabilitación. Hubiera sido un paso importante en el cambio de actitud del papa hacia la tan castigada teología latinoamericana de la liberación. No recuerdo que se refiriera al magisterio social transformador de los obispos brasileños –y latinoamericanos en general- que destacaron por su denuncia de las estructuras injustas en el continente, el compromiso con los empobrecidos y el apoyo a la teología de la liberación: Helder Cámara, Aloysius Lorscheider, Evaristo Arns, Père Casaldáliga, etc.
Aproximación a la teología de la liberación
Hay que reconocer, no obstante, que se han dado pasos importantes de aproximación del Vaticano hacia dicha teología, al menos en la persona del peruano Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de esta tendencia teológica, que entiende la teología como reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la fe, considera la opción por los pobres como verdad teológica y actitud evangélica radical y entiende el trabajo por la liberación de los excluidos la praxis fundamental del cristianismo.
Varios han sido los gestos de acercamiento. El papa ha recibido a Gustavo Gutiérrez en audiencia privada. L’Osservattore Romano publicó un artículo suyo a propósito del libro de coautoría conjunta del teólogo peruano y el presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hoy cardenal Gerhard Müller. El teólogo peruano intervino como orador principal en la presentación de dicho libro junto con el propio Müller, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga y el portavoz del Vaticano Lombardi. Francisco ha levantado la suspensión a divinis que pesaba sobre el religioso de Maryknoll Miguel d´ Escoto desde que fuera ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno sandinista de Nicaragua presidido por Daniel Ortega en la década de los 80 del siglo pasado.
Pareciere que ha comenzado el deshielo y se ha pasado del anatema al diálogo, del silenciamiento a la escucha, del aislamiento a la visibilidad. Cosa impensable durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fustigaron a la teología de la liberación y sancionaron a algunos de sus principales cultivadores. Con todo, falta un paso importante por dar: la retirada de las sanciones contra los teólogos y teólogas de las diferentes tendencias teológicas más vivas y creativas actuales y su plena rehabilitación en la enseñanza de la teología: de la liberación, de las religiones, feminista, todas ellas en continuidad con el concilio Vaticano II. Es necesaria una declaración solemne de rehabilitación, que deje sin efecto las declaraciones, a mi juicio escandalosas e injustas, de condena que se sucedieron durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sería un acto que haría creíble la reforma de la Iglesia que pretende llevar a cabo Francisco.
Es este un paso que no tendría que serle difícil dar a Francisco, ya que su crítica del capitalismo, su teología del bien común y de la solidaridad y su propuesta de “Iglesia de os pobres” va en la dirección, o mejor, se inspira en la teología de la liberación. Dos paradigmáticos, entre muchos que podría seleccionar. El primer fue el viaje a Lampedusa para rezar, llorar, solidarizarse y homenajear a los cientos de inmigrantes que perdieron la vida y denunciar a los responsables de tamaña tragedia que calificó de “vergüenza”.
La alegría del Evangelio
La Exhortación Apostólica de Francisco La alegría del Evangelio es, sin duda, la más severa de las críticas papales contra el neoliberalismo que se alinea con las tradiciones anti-idolátricas de ayer y de hoy: de ayer, los profetas de Israel y Jesús de Nazaret; de hoy, los Foros Sociales Mundiales, los movimientos alter-globalizadores y los Indignados, sin espiritualismos, ni trascendentalismos, ni evasiones de la realidad (fuguismos, escapismos). Estamos ante un texto revolucionario inusual en la doctrina social de la Iglesia.
La metodología que utiliza es la jocista (JOC): análisis de la realidad (ver); juicio ético (juzgar), acciones y prácticas transformadoras (actuar)
Análisis de la realidad
El análisis que hace de la realidad no ingenuo, ni idealista, sino dialéctico. Constata la negatividad de la historia, pero también las potencialidades del ser humano, de las comunidades humanas por revertir la realidad injusta.
Constata y denuncia: “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros” y de llorar “ante el drama de los demás”; la “anestesia de la cultura del bienestar” y la consideración de los excluidos por parte de los mercados como “desechos” y población sobrante. “La mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo –afirma- vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas” (EG 32).
Francisco interpreta la crisis como resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio y pronuncia cuatro noes, que deberían hacer templar al sistema: “no a una economía de la exclusión y la inequidad”; “no a la nueva idolatría del dinero”; “no a un dinero que gobierna en lugar de servir: “no a la inequidad que genera violencia”.
Economía de la exclusión y de inequidad (nn. 53-54). Dicha economía considera al ser humano como bien de consumo, de usar y tirar, y da lugar a la cultura del “descarte”, hasta el punto de que cada vez más personas y grupos humanos son excluidos, expulsados de la sociedad. La consecuencia es que “grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”. Y una consecuencia peor: “mata”.
Nueva idolatría del dinero (nn. 55-56). Denuncia el predominio del dinero sobre nosotros y nuestras sociedades y la consiguiente negación de la primacía del ser humano. Lo que demuestra que estamos ante una profunda crisis antropológica y ante una nueva idolatría, que se manifiesta en el fetichismo del dinero y la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo humano, que lleva al crecimiento exponencial de las ganancias de unos pocos y a la exclusión de la mayoría del bienestar. Todo queda sometido a “los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta” (n. 56)
En la base de de ese desequilibrio están la consideración del ser humano como ser consumista; la ideología que defiende la autonomía absoluta de los mercados (dictadura); la especulación financiera y la imposición de una tiranía invisible que impone sus reglas implacablemente. (n. 56). El resultado es: una deuda y unos intereses que anula el poder adquisitivo de la ciudadanía, la evasión fiscal y la corrupción ramificada
El dinero no sirve, sino que gobierna el mundo (nn. 57-58). En la base está el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética se considera contrapoducente, ya que relativiza el poder y el dinero, y constituye una amenaza, ya que condena la manipulación y la degradación de la persona. La ética lleva a compartir: “no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Juan Crisóstomo). La Exhortación pastoral exhorta “a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano”. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (n. 58).
La idolatría del dinero excluye del horizonte económico a Dios, tenido por peligroso Dios porque es inmanipulable e incontrolable por el mercado. Eso explica su rechazo.
La inequidad genera violencia (nn. 59-60). Se acusa de la violencia a los pueblos pobres, cuando en realidad es la inequidad la que está en la raíz de la violencia, el sistema que es un injusto en su raíz. La injusticia, que es el mal consentido, se expande dañinamente y socava las bases de todo sistema político y social. El mal enquistado en las estructuras tiene un fuerte potencial de muerte y disolución (n. 59). En este marco critica la teoría del fin de la historia del ideólogo norteamericano del capitalismo, Francisc Fukuyama, ya que, según el juicio de Francisco, que comparto, estamos muy lejos de las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz.
Nuevas formas de pobreza y de vulnerabilidades humanas (nn. 210 ss). Francisco e refiere a las personas sin techo, tóxicodependientes, refugiados, pueblos indígenas, migrantes, trata de personas, mujeres doblemente pobres, niños por nacer, los más indefensos e inocentes (n. 213), la creación entera.
Algunos desafíos (nn. 61 ss)
Los principales desafíos a los que nos enfrentamos son: la cultura de la apariencia, de lo superficial, de lo provisional: ida líquida, cultura líquida; la proliferación de los nuevos movimientos religiosos, algunos con tendencia al fundamentalismo (n. 63); la reducción de la Iglesia al ámbito privado; la superficialidad en el planteamiento de las cuestiones morales; la crisis cultural profunda de la familia (n. 66); Individualismo postmoderno y globalizado, que afecta a todas las culturas y cosmovisiones, que debilita los vínculos sociales y desnaturaliza los vínculos familiares (n. 67). La alternativa es la educación crítica y en valores (n. 64).
Se refiere también a los desafíos de la inculturación de la fe (nn. 68-80), en cuya respuesta sigue la teoría de las “semillas del Verbo” y propone la necesidad de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio y purificar y madurar las culturas y los grupos sociales (n. 69); fomentar y acompañar la riqueza existente en los pueblos de tradición católica; procurar nuevos procesos de evangelización de la cultura en los pueblos de otras tradiciones religiosas o secularizados (n. 69); sanar ciertas debilidades de las culturas populares de pueblos católicos: alcoholismo, machismo, violencia doméstica, creencias fatalistas y supersticiosas con recurso a la brujería, cuyo mejor punto de partida para su sanación es la piedad popular.
La parte dedicada a la inculturación de la fe es, a mi juicio, la más discutible porque responde a una concepción cristiano-céntrica de las religiones, que es corregida, en buena medida, por el planteamiento más inter-cultural que hace en otros apartados de la Exhortación pastoral ( nn. 115, 131, 250-254).
Otros desafíos son los laicos y las mujeres (103-104).
Reflexión teológica
La reflexión teológica está muy en sintonía con la teología de la liberación y se articula en torno a la opción por los pobres (198 ss), que es una categoría teológica antes que sociológica, cultural filosófica o política y de la ofrece una sólida fundamentación bíblica, centrándose en el Éxodo, los Profetas y Jesús de Nazaret. Existe un vínculo inseparable entre la fe y los pobres, a quienes nunca podemos dejar solos (n. 48), entre la confesión de la fe y el compromiso social, entre la evangelización y la promoción humana (n. 178). De lo que se deduce la necesaria preocupación de los cristianos por la construcción de un mundo mejor (n. 183). Esto exige no relegar la religión al ámbito privado, sin influencia social, sino activar las dimensiones liberadoras en el espacio público y en todas las esferas de la existencia humana:, sino caer en la confesionalización de la realidad.
Juicio ético contundente, radical, sin contemplaciones
El juicio ético de Francisco es contundente: “el sistema social y económico es injusto en su raíz” (n. 59); la crisis es el resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio”; “la iniquidad es raíz de los males sociales” (n. 202) y genera violencia.
Criterios éticos
La Exhortación coloca en el centro de su mensaje las palabras que molestan al sistema neoliberal: ética, solidaridad mundial, distribución de bienes, preservar las fuentes del trabajo, dignidad de los débiles, Dios que exige un compromiso con la justicia (nn. 188-190, 203). La dignidad de la persona y el bien común son los criterios que deben estructurar toda la vida económica. Sin embargo, reconoce, con mucha frecuencia son solo apéndices.
Especial importancia concede a la palabra “solidaridad” que corre el riesgo de ser eliminada del diccionario y que, para los mercados es “una palabra incómoda, casi una palabrota”. Para Francisco, la solidaridad
- “Es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad”.
- “Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos” (n. 188)-
- Es “una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada”. La única justificación de la propiedad privada de los bienes es cuidarlos y acrecentarlos para un servicio mejor al bien común (n. 189).
- Es la decisión de devolver a los pobres lo que les pertenece.
Francisco critica la utilización de los derechos humanos como justificación para la defensa exacerbada de los derechos individuales o, peor todavía, de los derechos de los pueblos más ricos.
Respuestas
La respuesta al problema de la pobreza en el mundo exige como condiciones necesarias:
-entender y aplicar la economía como “el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero” (n. 206).
- interacción y actuación coordinada de todos los gobiernos en favor del bien común. Cada vez son más difíciles las soluciones locales porque las contradicciones son globales.
-No confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado (n. 204)
-Atacar las causas estructurales de la inequidad (n. 202).
- Renunciar a la autonomía absoluta de los mercados
- Crecimiento en equidad: no se reduce a crecimiento económico; requiere “decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres”, que vaya más allá del asistencialismo.
Principios para construir un mundo en paz, justicia y fraternidad (nn. 221 ss)
a) Superioridad del tiempo sobre el espacio: trabajar a largo plazo; privilegiar los tiempos de los procesos sobre los espacios de poder/ tener convicciones claras y tenacidad, frente a la ansiedad.
b) Prevalencia de la unidad sobre el conflicto: no esquivar el conflicto, sino asumirlo, sin instalarse en él; resolverlo y transformarlo en eslabón de un nuevo proceso; superar el conflicto en una nueva síntesis; trabajo por la paz: pacto cultural, que consiste en armonizar las diversidades, hasta dar con una diversidad reconciliada
c) Mayor importancia de la realidad que la idea: no disociación, sino diálogo constante entre la realidad y la idea; la realidad debe estar iluminada por la razón.
d) Superioridad del todo sobre la parte.
e) Compaginar lo global y lo local: globalización
. f) Trabajar en lo cercano, peor con una perspectiva más amplia.
El modelo a tener presente es el poliedro, figura geométrica en la que confluyen todas las parcialidades.
Los peligros a evitar son: el ocultamiento de la realidad: los purismos angelicales, la absolutización de lo relativo, el nominalismo declarativo, el intelectualismo; el universalismo abstracto y globalizante y el folklorismo de ermitaños localistas.
Francisco y las mujeres
Uno de los ámbitos donde se juegan también, y muy especialmente, tanto la credibilidad del papa como la autenticidad de su reforma es el que se refiere a la actitud ante las mujeres, que no puede ser por más tiempo la discriminación de la que vienen siendo objeto en la historia bimilenaria del cristianismo. En ese terreno Francisco poco o nada ha cambiado. Reconoce, es verdad, el hecho de la marginación de las mujeres en la Iglesia católica; afirma que le produce un profundo sufrimiento ver cómo en ella o en algunas organizaciones eclesiales el servicio de las mujeres desemboca en servidumbre. Defiende su incorporación a los ámbitos de responsabilidad eclesial.
Pero apenas no ha dado pasos en esa dirección. Ha dejado clara la negativa al acceso de las mujeres a los ministerios ordenados apelando, a mi juicio erróneamente, a la voluntad excluyente de Cristo, lo que es contrario a las investigaciones bíblicas, históricas, arqueológicas, teológicas y pastorales que avalan el ejercicio de todas las funciones ministeriales por parte de las mujeres. Defiende la elaboración de una “teología de la mujer”, que, en el fondo, mantiene los estereotipos de lo masculino y lo femenino, legitima las funciones y los roles diferenciados en función del sexo, y hace peligrosa distinción entre identidad y función utilizando el recurrente discurso de la excelencia, siguiendo la encíclica de Juan Pablo II Mulieris dignitatem, que considera un “documento histórico”.
A la vista de este planteamiento, Francisco no parece tener en cuenta las más importantes aportaciones de la teología feminista: la consideración del movimiento de Jesús como comunidad (no clónica) de iguales; la hermenéutica de la sospecha aplicada a los textos androcéntricos de la Biblia y de la teología; la crítica de la organización jerárquico-patriarcal de la Iglesia; la defensa de una Iglesia inclusiva y no sexista, etc.
Papel importante en el mantenimiento de la discriminación de las mujeres está jugando el presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe cardenal Gerhard Müller, quien, siendo ya papa Francisco, ratificó la condena de Benedicto XVI contra la Conferencia del Liderazgo de las Religiosas de USA (LCWR), organización que agrupa al 70-80% de las monjas estadounidenses y que trabaja por la justicia social, la igualdad de género, la no discriminación racial y de etnia. Por boca de Müller, Francisco reafirmó la vigilancia episcopal-patriarcal sobre ellas y siguió alertándolas de sus desviaciones.
Posteriormente se ha producido un diálogo entre el Vaticano y las religiosas estadounidenses, que ha aproximado las posturas, ha eliminado el lenguaje condenatorio y ha buscado espacios de encuentro. Esto ha sido posible con la retirada de Müller como interlocutor.
Reforma de la Iglesia
Su empeño en la reforma de la Iglesia contrasta con el empeño contrarreformista de Juan Pablo II y Benedicto XVI, se encuentra en continuidad con el aggiornamento de Juan XXIII y anuncia la vuelta de la primavera a la Iglesia tras la “larga invernada” de la que hablaba Karl Rahner. Me ha parecido, por ello, incoherente con su intención reformista la canonización del reformador Juan XXIII y del contra-reformador Juan Pablo II; del papa del diálogo, que fue Juan XXIII, al papa del anatema, al menos dentro de la Iglesia católica, que fue Juan Pablo II; del papa que abrió las ventanas para que entrara el aire de la modernidad, que fue Roncalli, al papa Wojtila que condenó en reiteradas ocasiones la modernidad bajo la inspiración del cardenal Ratzinger su ideólogo y guionista; del papa de la reforma de la Iglesia al papa de la restauración.
Francisco quiere llevar a cabo la reforma desde la opción por los empobrecidos y la crítica de los responsables de dicho empobrecimiento, a quienes señala con el dedo y denuncia sistemáticamente con ocasión y sin ella. Tras no pocas declaraciones de Francisco vuelve a escucharse el mensaje de las bienaventuranzas y malaventuranzas de Lucas (Lc 6, 120-24). Su crítica al capitalismo es directa, radical, contundente, sin paños calientes. Es, sin duda, el mensaje central del primer año del pontificado, el que mayor impacto ha causado. El papa argentino no pierde ocasión para denunciar la inequidad como la “raíz de los males sociales” (n. 202).
Ha expresado su disponibilidad a revisar una de los comportamientos más tolerantes y escandalosos de la práctica vaticana: la exclusión de los católicos divorciados y vueltos de la eucaristía a su disposición. Las prudentes insinuaciones de Francisco en esa dirección han chocado enseguida con la resistencia de algunos de los más influyentes y poderosos miembros de la Curia romana, entre ellos el todopoderoso presidente de la Congregación para la Doctrina de la Gerhard L. Müller, quien se ha atrevido a corregir al papa en esta materia. Estas son sus palabras:
“En cuanto al problema de la comunión a las personas en segunda unión, creo que esto es necesario mirarlo en la totalidad de la moral matrimonial. Esto es un problema. Pero abro un paréntesis: los ortodoxos tienen una praxis diferente, ellos siguen la teología de la Oikonomía. Dan una segunda posibilidad. Y cierro paréntesis. Creo que este problema hay que estudiarlo en el marco de la pastoral matrimonial”. Y continúa: “Si el matrimonio procedente de unos fieles divorciados y vueltos a casar era válido, en ninguna circunstancia su nueva unión puede considerarse conforme a derecho; por tanto, por motivos intrínsecos, es imposible que reciban los sacramentos”.
La teología jurídico-sacramental excluyente de Müller, que antepone las rúbricas a la felicidad y al amor, no puede ser el criterio a seguir en el caso que estamos analizando. Hay que dar paso a la teología de la misericordia de Francisco traducida en una nueva práctica inclusiva. En este tema no valen las buenas intenciones y la mera disposición al cambio. Este tiene que producirse ya sin más dilación. Cuanto más se demore el paso de la actitud excluyente a la práctica inclusiva más difícil será el cambio.
Hay que valorar positivamente las auditorías externas encargadas por Francisco para investigar los escándalos y la corrupción reinante en el Banco Vaticano durante los pontificados anteriores. Pero no es suficiente. Es necesario dar otro paso más firme y radical: el cierre de tan anti-evangélica institución, incompatible con la afirmación de Jesús de Nazaret: “No se puede servir a dos señores: a Dios y al dinero”.
Contradicciones
Se ha considerado un paso importante en la reforma de la Iglesia la creación de una Comisión de cardenales para el asesoramiento del papa. Yo creo que no es tanto. Todos los elegidos son varones, clérigos y cardenales, y de edades avanzadas, entre 70 y 80 años. En la Comisión no hay un solo laico, ni una sola mujer, ni un solo teólogo o teóloga, ni un solo representante de las comunidades eclesiales de base, ni de la teología de la liberación, ni de las congregaciones religiosas, ni una sola persona que trabaje en el mundo de la juventud. A ello cabe añadir que el coordinador de la Comisión cardenalicia es el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, que apoyó –y hoy sigue justificando dicho apoyo- el golpe de Estado contra el presidente de Honduras, Zelaya, elegido democráticamente. ¿Qué reforma puede defender un cardenal políticamente golpista? ¿Qué reforma de la Iglesia y qué democracia puede promover un grupo de príncipes de la Iglesia no elegidos democráticamente y en un caso al menos irrespetuoso con la voluntad popular?
En amplios sectores políticos, religiosos y sociales españoles sorprendió negativamente la beatificación de 522 personas asesinadas durante la Guerra Civil española, cuando se esperaba que Francisco detuviera dichas celebraciones de fuerte carácter político, y no precisamente reconciliatorio o que, al menos, aprovechara la oportunidad para pedir perdón por el apoyo y la colaboración de la jerarquía católica al golpe militar contra la República, y por haber legitimado la dictadura durante casi cuarenta años.
En el caso de los Legionarios de Cristo, tras la falta de ejemplaridad del fundador de los Legionarios de Cristo, sigue manteniendo la existencia de la organización limitándose a un cambio en los dirigentes, que fueron colaboradores del fundador y justificaron sus comportamientos criminales, ejercieron el elitismo en las escuelas, las universidades y las parroquias, y han demostrado una ausencia total del espíritu evangélico de pobreza Lo que se ha producido ha sido una continuidad en los dirigentes y en las opciones educativas, no una reforma, ni una refundación, ni un cambio de orientación. Tal actitud no parece muy acorde con la opción evangélica por los pobres ni con la reforma de la Iglesia en esa dirección. .
Francisco sigue manteniendo y reforzando la institución cardenalicia con el nombramiento de nuevos cardenales, algunos de ellos octogenarios. Recientemente se ha anunciado una nueva creación de cardenales. Se apunta como positivo que cada vez es menor el número de cardenales europeos y norteamericanos y mayor la presencia de cardenales del Tercer Mundo y de los continentes asiático y africano. Lo que se entiende como una internacionalización de la institución cardenalicia.
Mi opinión sobre el nombramiento de cardenales es negativa, ya que se sigue manteniendo la imagen de estos como “Príncipes de la Iglesia”. Por lo demás, la internacionalización de la Iglesia católica no se logra con tener cardenales de todo el mundo. Con ello lo que se refuerza más todavía es el carácter piramidal-patriarcal-aristocrático de la Iglesia en clara contradicción con la propuesta de Iglesia de los pobres. El propio papa incurre en contradicción.
De la tibieza a la contundencia contra los pederastas
No me pareció adecuada en su día la reacción de Francisco, y menos aún la de sus colaboradores, ante el Informe del Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU, que acusa al Vaticano de no haber reconocido “la amplitud de los crímenes” de abusos sexuales de sacerdotes contra los niños, de no haber adoptado “políticas y prácticas que llevaron a la continuación de los abusos y a la impunidad de los responsables”, de no haber tomado “las medidas necesarias” para la protección de los menores, y de complicidad con la pederastia. Junto a tan graves y certeras acusaciones, que se corresponden con la gravedad de los hechos, la ONU exige la entrega inmediata de los responsables de tamaños crímenes a la justicia.
La reacción del padre Lombardi, portavoz del Vaticano, no fue precisamente la de la colaboración que la ONU le pedía. Todo lo contrario. Afirmó que se había excedido en sus competencias e interferido en las posiciones doctrinales y morales de la Iglesia católica, que no respetaba la naturaleza específica de la Santa Sede, “una realidad diferente del resto de los Estados” y que había causado graves perjuicios negativos a la Iglesia católica y a la Santa El secretario general de la CEE José María Gil Tamayo fue todavía más lejos en los ataques contra la ONU y acusó a esta de actuar como una “Inquisición laica” que opera con dogmas preconcebidos, no sin antes minimizar los casos de pederastia cometidos por el clero católico en España.
En una entrevista concedida entonces al diario argentino La Nación, Francisco afirmaba que “nadie ha hecho más que la Iglesia católica contra la pederastia” y que ella “es quizá la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad”. “Y, sin embargo –matizó- es la única en ser atacada”. La Asociación estadounidense SNAP de víctimas de la pederastia de sacerdotes católicos ha respondido que “Francisco no ha hecho nada, literalmente nada, para proteger a los niños”.
Aquella actitud del Vaticano estaba muy lejos de la valoración que sobre la ONU hizo Pablo VI en su visita a la ONU el 4 de octubre de 1965: “Nuestro mensaje desea ser ante todo una ratificación moral y solemne de esta augusta organización. Este mensaje nace de nuestra experiencia histórica. Es como experta en humanidad”.
Posteriormente reconoció el grave daño causado a los niños por los abusos sexuales cometidos por “bastantes” sacerdotes, ha pedido perdón por ellos y se ha comprometido a no dar un paso atrás estas cuestiones. En carta posterior enviada a todos los obispos católicos y a los superiores mayores de las órdenes religiosas, les pedía que combatan la pederastia. Estas son las ideas fundamentales de la carta:
-“no hay sitio en la Iglesia para los que abusan de los niños”;
- no deben escatimarse esfuerzos para la erradicación de dicha “plaga” de la pederastia;
- no se puede permitir guardar silencio sobre los crímenes de pederastia con la excusa, tantas veces repetida en el pasado y en el presente;
- abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos;
- verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables;
- establecer programas de atención pastoral a las víctimas con la aportación de servicios psicológicos y espirituales.
- la lucha por la erradicación de la pederastia no es misión exclusiva del Papa, sino, de manea especial, de del obispo de la diócesis diocesano y de los Superiores Mayores.
“Las familias –afirma Francisco- deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores”.
Francisco contó a los obispos y superiores generales la impresión y conmoción que le produjo la reunión que mantuvo con algunas de las personas que han sido objeto de abusos sexuales por parte de sacerdotes, por los sufrimientos tan intensos parecidos y por la firmeza de su fe.
En un artículo titulado Acabáramos el periodista español del diario EL PAÍS Juan Bedoya destacaba la contundencia de Francisco en el caso de la pederastia, que contrasta con la actitud de sus predecesores: “Francisco ha entendido, por fin, que para atajar la peste de los abusos sexuales de eclesiásticos sobre menores no bastan paños calientes, como los de sus predecesores, sino castigos y, sobre todo, una proclamación notoria de que el Vaticano no va a tolerar disculpas piadosas”.
Ese es el camino: denunciar los casos de pederastia en los que estén implicadas instituciones y personas de la Iglesia católica y entregar a los supuestos responsables a la justicia.
El análisis precedente justifica el título de este balance en claroscuro.
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