INFANCIA ENSANGRENTADA

Enviado por admin el Sáb, 02/03/2024 - 17:47
Fuente: El diario
Autoría
Fernando Bermúdez López, teólogo

Unos días antes del 7 de octubre del 2023, jugaban alegres a la pelota varios niños palestinos en la playa de la Franja de Gaza sin miedo a los acorazados y a los aviones de guerra, pensando que su inocencia infantil los protegerá.

Desde una embarcación, Israel dispara un proyectil sobre la costa. Los niños, aterrados, huyen. Un segundo proyectil israelí los alcanza. Cuatro niños quedaron tendidos sobre la arena, despedazados, y otros, heridos, huyeron despavoridos, dejando un reguero de sangre por el camino. Dos niños más murieron antes de llegar al hospital.

Ante la impotencia y desesperación por las constantes agresiones israelíes, Hamás cometió el atentado terrorista el 7 de octubre contra militares y civiles israelíes, matando a 1.200 personas y secuestrando a 240. Inmediatamente, Israel respondió lanzando centenares de misiles que cayeron, como lluvia torrencial, sobre Gaza, destruyendo casas, hospitales, escuelas, albergues, mezquitas e iglesias cristianas. Hasta la fecha, más 31.000 civiles, entre ellos 15.000 niños y niñas han sido masacrados.

De todos los rincones de Gaza suben al cielo gritos tumultuosos de madres angustiadas que lloran a sus hijos muertos bajos los escombros por las bombas de Israel. “En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos. Es Raquel que no quiere ser consolada porque llora a sus hijos muertos” (Mt 2, 18).

En la madrugada del 29 de febrero miles de personas hambrientas dormían en la calle, al sur de Gaza, a la espera de la llegada de camiones con ayuda humanitaria. Al ruido de estos vehículos transportando alimentos, se despertaron, los rodearon y empezaron a recibir cajas de comida. En ese momento, mientras cogían la ayuda humanitaria internacional, los tanques israelíes abrieron fuego sin piedad, asesinando a más de 120 personas y dejando alrededor de 800 heridas, la mayoría mujeres y niños, cuyo delito no fue otro sino conseguir un poco de comida.

Infancia ensangrentada por los Herodes de nuestro tiempo, mientras los gobiernos del mundo occidental, hipócritas, permanecen pasivos, cómplices de sangre inocente, borrachos de poder y de intereses geopolíticos y económicos.

Y dijo Dios a Netanyahu: ¿Dónde están tus hermanos? y respondió el hijo de Caín: ¿acaso ellos son mis hermanos? Y replicó contundente Dios: ¡Sí, todos sois hermanos! ¡La voz de la sangre de estos hermanos inocentes, de estos miles de niños y niñas asesinados, grita desde la tierra hasta mi! (Gn 4,9-10).

El eco de la voz de Dios atraviesa la historia y la conciencia de la humanidad. ¿Llegará alguna respuesta de Dios que nos obligue a reconstruir de nuevo este mundo? La muerte de los inocentes tal vez lo está exigiendo.

Etiquetas