
El Salvador de Bukele quiso ser conocido en el exterior por los volcanes, el café, el surf y las criptomonedas. La marca se extravío por causa del mismo Bukele. Ahora el país es famoso por su megacárcel de “última generación” con un régimen interno despiadado, donde Trump vierte a los inmigrantes etiquetados como “criminales violentos”, “asesinos confirmados”, “violadores”, “delincuentes de alto perfil”, en una palabra, “terroristas”. Bukele no fue contratado como experto en seguridad, sino por la refinada crueldad de su prisión, que Trump elogia cínicamente como “un lugar tan maravilloso para vivir”. Los titulares de la prensa internacional, en cambio, no dudan en calificarlo como “infierno en la tierra”.
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