CARACAS. La normalidad de la vida cotidiana en la capital venezolana contrasta con la visión apocalíptica difundida en el exterior por las agencias internacionales de noticias y las redes de Internet. A los ojos de un observador imparcial y objetivo no hay rastros de la publicitada catástrofe humanitaria. Y tampoco asomo alguno de una dictadura: ¿se imaginan a alguien proclamándose presidente encargado bajo los regímenes de Franco, Pinochet, Videla, Bordaberry o Fujimori?
Sobre Venezuela hay dos realidades, pero una es un falso positivo. Por un lado, la de un país y una Caracas que cada día retoman su ritmo habitual, pero alimentado de rumores y noticias falsas vía Twitter, Instagram, Facebook y WhatsApp, sobre una supuesta ofensiva final, teledirigida desde Washington. Por otro, la imagen propagandeada en el exterior, que responde a un montaje mediático y de guerra en redes tipo enjambre, diseñados por expertos en operaciones sicológicas del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia, que mediante una potente operación político-comunicacional, apoyada con el big data (la expansión de datos de inteligencia a gran escala), han logrado posicionar artificiosamente en las capitales de América Latina y Europa al primer presidente 2.0 de la historia, el fantoche Juan Guaidó. [...]
Artículo completo en: https://www.jornada.com.mx/2019/02/11/opinion/013a1pol