Nuestro dolor y condena por el crimen atroz del líder espiritual Maya Domingo Choc Che en Guatemala.

Enviado por Secretaría SICSAL el Lun, 15/06/2020 - 02:10
Domingo Choc Che líder espiritual Maya asesinado
Autoría
Consejo Sicsal

Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad
Con los pueblos de América Latina

"Oscar Arnulfo Romero"

Junio 14, 2020

En la madrugada del sábado 6 de junio fue secuestrado el distinguido líder espiritual Maya Domingo Choc Che por un grupo de hombres y mujeres que fueron identificados como miembros de una iglesia pentecostal, en la comunidad del Chimay, municipalidad de San Luis, departamento de Petén. Después de torturarlo por varias horas, le rosearon gasolina y le prendieron fuego, lo cual quedó resgistrado en un video que corrió por todo el mundo.

El señor Choc Che, un hombre Maya-Q’echchi, era un ajilonel, un especialista en medicina maya, y era miembro integral de la Asociación de Consejos de Guías Espirituales Releb’aal Saq’e (ACGERS). Era reconocido internacionalmente por su sabiduría y sus conocimientos sobre las plantas y las medicinas tradicionales. Acompañó durante décadas a centenares de víctimas de la guerra, ayudándolas a sanar y recuperar en algo sus ánimos de vivir. Formó parte de los equipos forenses investigadores en las búsquedas de entierros clandestinos de víctimas del genocidio. Era un hombre que vivió su vida claramente para el bien.

Nos duele tanto que sus asesinos son personas que se llaman a sí mismos cristianos. Nosotros y nosotras quienes llevamos el espíritu de San Romero, tenemos la obligación de levantar la voz, en denuncia a estos actos horrorosos de violencia hechos en nombre de nuestra fe.

¿Quiénes son estas personas, y cómo es posible que una veintena o más se quedaran observando la agonía de Domingo e incluso hicieran comentarios groseros y se burlaran? Se dicen cristianos, ellos y ellas, e invocan el nombre de Dios para justificar sus acciones brutales. Acusan a Domingo de ser brujo, hechicero, y de haber causado la muerte del padre de algunos de ellos. Lo afirma con toda tranquilidad el más locuaz de los ahora detenidos. Los actores de esta atrocidad han sido plenamente identificados por pobladores, con reserva de sus identidades, pues temen a los asesinos por su violencia y por la impunidad que los ampara.

Como cristianos que llevamos el espíritu de San Romero, tenemos la obligación de levantar la voz, denunciando estos actos horrorosos de violencia hechos en el nombre de nuestra fe. Más aún, preguntarnos si acaso ¿habrá llegado la hora de poner límites legales a las instituciones eclesiásticas que se prestan a la persecución y el asesinato?. ¿Estas iglesias tienen registro legal para funcionar? ¿En caso que lo tuviesen, pueden seguirse certificando por el Estado guatemalteco cuando incitan a la violencia o cuando sus miembros cometen crímenes que hieren la conciencia de la humanidad como el perpetrado en la persona del líder espiritual Maya, Domingo?

De acuerdo con personas cercanas a nuestra Red en Guatemala, dos sectores se ven claramente señalados en este sentido: la gran red del narcotráfico y las estructuras militares y paramilitares heredadas de la guerra contrainsurgente. No es sorprendente que éstos se vean traslapados en muchas ocasiones. En un escenario de pobreza y extrema pobreza de magnitud nacional, los escasos bolsillos de prosperidad suelen ser producto de esta alianza; y uno de los factores que la solidifican es la práctica de una supuesta religión cristiana que desde su introducción por individuos ligados a agencias de inteligencia de Estados Unidos, después del derrocamiento del gobierno democrático de Jacobo Árbenz, han sembrado en las comunidades la división y el odio, así como el rechazo a sus culturas tradicionales y su identidad.

Es claro: estas personas no son cristianas. Hay miles y miles de guatemaltecos y guatemaltecas que son gente de fe, entienden que llamarse cristiano y cristiana es abrazar la humildad, la generosidad, y sobre todo amar al prójimo con amor apasionado e imperecedero. Seguir a Jesucristo es vivir por los demás, amar a todos, atesorar la diversidad que el Creador nos ha regalado. Cristo es Dios que viene a nosotros y nosotras para revelarnos la verdad exquisita: que somos personas amadas y merecedoras la plenitud de vida.

Miles y miles de personas guatemaltecas que murieron en el genocidio eran cristianas, y fueron asesinadas porque entendieron que la miseria y la persecución que sufrían era inaguantable para Dios – y estaban trabajando activamente por una nueva relación entre todos los hijos e hijas de Dios. Las vidas de mártires guatemaltecos –sea que profesaran la fe cristiana, sea que fueran guardianes de las preciosas tradiciones de sus ancestros– dan testimonio del compromiso activo y radical del Creador con la justicia. Nuestro amado abuelo, don Domingo, nos ha dado en regalo un verdadero legado de fe, de conocimiento, de amor. Su muerte no será en vano.

 

Con profundo dolor,

 

Mons. Raúl Vera López (México)                                         Rvda. Emilie Teresa Smith (Canadá)

Co-Presidente                                                                          Co-Presidenta

Consejo Directivo: Vidal Rivas (Estados Unidos), Maricarmen Montes (México), Kora Martínez (Centroamérica)

Julín Acosta (Caribe), Gerardo Duré (Cono Sur), José Manuel Mira (Europa), Sean Cleary (Asia-Pacífico)

Abilio Peña Buendía (Colombia) Secretario

Armando Márquez Ochoa (El Salvador) Secretario