Sorprendió muy positivamente la belleza y sencillez de la apertura de los Juegos Olímpicos de Japón, donde salió a relucir el elemental cartel hecho de papel reciclado con el que se exhibían los nombres de las delegaciones y la decisión del Comité de elaborar las medallas de oro, plata y bronce, con metal de los celulares y computadores reciclado. Estos mensajes son poderosos en lo ambiental, en sintonía con el dolor de las personas más empobrecidas del planeta que han llevado la peor parte en esta pandemía, en medio de la indolencia de muchos gobiernos, entre ellos el colombiano.
La figura que prendió el fuego olímpico fue la tenista haitiana y japonesa Naomi Osaka quien ha deslumbrado al mundo por su juego; por manifestar claramente su malestar por las presiones de las grandes marcas con que tienen contratos y, sobre todo, por su compromiso con la justicia racial. Naomi apoya el movimiento Black Lives Matter, (Las Vidas Negras Importan) y en cada partido del Us Open 2020 usó un tapabocas con el nombre de un afroamericano asesinado por la policía. También anunció que abandonaría el torneo en Nueva York tras el asesinato de Yajob Bake, mientras ella competía en esa ciudad, y luego del crimen de George Floyd viajó a Minnesota a unirse a las protestas junto a su novio, el rapero y activista YBN Cordae.
Valga decir aquí, entre paréntesis, que la portadora de la llama olímpica, debe saber, que el presidente de Haití, país de su padre, fue asesinado por mercenarios Colombianos y, quizás, haya oído de la amistad del presidente de Colombia con el dueño de la empresa criminal que los contrató, vínculo que despierta aún más el interés por Osaka en estos juegos olímpicos y resalta la relevancia de la jugadora para los procesos de tranformación que está viviendo Colombia.
Pero fue más allá la sorpresa, cuando el propio presidente del Comité Olímpico Thomas Bach en el discurso inaugural habló de solidaridad de manera extendida, como si se dirigiera al corazón del poder:
“Nuestras comunidad olímpica ha aprendido que podemos enfrentar los grandes desafíos de nuestros tiempos sólo si estamos juntos. La lección que hemos aprendido es que necesitamos más solidaridad entre las sociedades y dentro de las mismas sociedades. Solidaridad significa más que solamente respeto o que no haya discriminación. Solidaridad significa ayudar, compartir, preocuparse. Esto es lo que hacemos en nuestra comunidad olímpica, nos mantenemos en solidaridad...Sólo así podemos hacer que los Juegos Olímpicos ocurran y dar oportunidad a lo atletas de todos los Comités Olímpicos, sean grandes o pequeños, ricos o pobres y de todos los deportes olímpicos, para tomar parte de los juegos. Esta solidaridad tiene como misión hacer un mundo mejor a través del deporte. Sólo debido a esta solidaridad podemos estar juntos esta noche. La solidaridad también revela los anhelos del olimpismo, como la paz. Sin solidaridad no hay paz”.
La inauguración de los juegos Olímpicos, los gestos ecológicos, de inclusión, la pasión por la justicia de Naomi Osaka, como lo dijo el propio Bach, muestran que la solidaridad debe construirse al interior de las sociedades y entre las sociedades, y va mas allá de la enunciación del respeto y de la no discriminación y es esencialmente, acción solidaria: ayudar, compartir, preocuparse por las demás personas, entre “grandes y pequeños, ricos y pobres”. Bach sentenció, sin ambages, que “sin solidaridad no hay paz”, algo parecido a aquello de que sin justicia no hay Paz. Estos símbolos y mensajes, traen a la mente gestos y palabras como los provocados en su momento por Francisco, el Papa, empezando por el nombre del pobre de Asís que adoptó; su decisión de vivir no en el palacio del Papa si no en una residencia común, y cuando publicó su revolucionaria Encíclica sobre la Ecología Integral “Laudato Si.”
En la misma dirección, hace varios años ya, el gran economista alemán Franz Hinkelamert, quien vive en Costarrica, escribió que sólo es posible superar la irracionalidad del modelo de sociedad dominante, mediante una acción solidaria que “disuelva la fuerza compulsiva de los hechos que dominan”. Esta fuerza se expresa en la mercantiliación de la vida, en el uso de la fuerza militar, de los medios de información, del poder político, para profundizar el control social y así proteger los privilegios de quienes detentan el poder, destruyendo la vida humana y de la naturaleza. La solución a la irracionalidad del mercado, es la acción solidaria, que inicia con la resistencia al suicido colectivo de la humanidad, que se evidencia hoy, en la pandemia por le Covid 19 y en la amenaza de nuevas pandemias, tras la precariedad, entre otras cosas de los servicios de salud.
Bach y Hinkelammert, muestran que la solución está en la acción solidaria. Se trata de la posibilidad de una sociedad en la que quepan todas las personas y todas las demás especies.
Lo llamativo del mensaje de Bach es que pone como símbolo de la sociedad en la que todos quepan, a los propios juegos Olímpicos y más allá de la metáfora, la posibilidad de sobrevivencia del planeta pasa por la subordinación de la ética del mercado a la ética de la solidaridad.
La resistencia a la irracionalidad de las fuerzas del mercado ha aparecido con fuerza en Colombia con la movilización que inició el 28 de febrero como reacción a una reforma tributaria que respondía a los intereses del sector financiero internacional, conforme lo afirmó el propio presidente Duque y ratificaron las calificadoras crediticias. Hoy, a pesar de haber retirado el gobierno dicha reforma, la resistencia completa cerca de tres meses buscando transformaciones profundas de la sociedad.
La resistencia es, entonces, la condición de posibilidad de alternativas a la expresión más perversa de la mercantilización de la vida que se está exhibiendo en el actual gobierno con graves violaciones a los derechos humanos de las personas manifestantes, de los líderes sociales; con la destrucción de la naturaleza mediante la explotación minera y de hidrocarburos, la imposición de monocultivos. Con la instalación en el poder de una casta económica de la que no paran de salir evidencias que la muestran como expresión del culmen de una mafia que se ha instalado, desde los entes de investigación, los entes de control, el legislativo y hasta en el propio gobierno.
Se trata de construir una Colombia parecida a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Japón que pudimos presenciar el 23 de julio de 2021.