Causas y consecuencias de la guerra de Ucrania

Enviado por admin el Lun, 02/05/2022 - 11:00
¡No a la Guerra!
Autoría
Fernando Bermúdez López, Coordinador Comisión de Migración. Alianza Convida20

La invasión de Ucrania por el ejército ruso es una violación del derecho internacional y un acto criminal contra la población civil. Los bombardeos del ejército de Putin están ocasionando millares de muertos y más de 5 millones de personas refugiadas, sobre todo mujeres y niños. Toda guerra genera un cúmulo de sufrimiento. Es una tragedia humana, un absurdo de la humanidad.

Esta guerra se podía haber evitado si la OTAN no hubiera rodeado a Rusia con misiles tal como se acordó con Gorbachov en 1991. Sin embargo, Estados Unidos, a través de su maquinaria de guerra, la OTAN, instaló misiles en los países de la antigua URSS en las fronteras con Rusia. Incluso el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, estaba haciendo gestiones para entrar también en la OTAN. Esto exasperó a Rusia, provocando la intervención militar. Recordemos que en 1962 la URSS comenzó a instalar misiles en Cuba y el presidente estadounidense John Kennedy lo consideró como una grave amenaza para Estados Unidos. Entonces, para evitar un conflicto bélico mundial, la URSS suspendió el proyecto. ¿Cómo hubiera reaccionado hoy Estados Unidos si México instalara misiles en su frontera norte? Esta guerra obedece en gran medida a una provocación de Estados Unidos y la OTAN.

Asimismo, otra causa de la guerra es la violación sistemática de los derechos humanos por parte del gobierno de Ucrania contra la población ruso-parlante de Donbass. En el año 2014 Estados Unido apoyó el golpe de estado en Ucrania contra el gobierno de Viktor Yanukovich, elegido democráticamente. Los protagonistas de este golpe fueron agrupaciones de carácter fascista y marcadamente supranacionalistas. Asumió el poder Poroshenko, una de las personas más ricas de Ucrania. Ilegalizó el partido socialista y el partido comunista y prohibió hablar ruso en todo el país. Esto generó un profundo malestar en la región de Donbass, cuyos habitantes son ruso-parlantes, y muchos de ellos de tendencia socialista o troskista. En 2019 le sucede Zelenski, quien ha gobernado utilizando el batallón Azov, marcadamente neonazi, para reprimir a la población de Donbass, utilizando la tortura y el asesinato de líderes de la región. Desde 2014 se calcula alrededor de13.000 asesinados. Putin dice que trata de proteger a las personas de esta región que son objeto de abusos y del genocidio del régimen de Kiev durante ocho años, desde el golpe de estado.

Cito la editorial de Redes Cristianas, que señala que

Ucrania, apoyada por la OTAN, dio el golpe de Maidan (2014) contra Victor Yanukovich. Desde entonces, grupos neonazis (batallón Azov) integrados en la Guardia Nacional han mantenido una guerra sangrienta en la región rusófila de Donbass, (Donetsk y Luhansk). Ucrania ha incumplido los acuerdos firmados en Minsk (Bielorrusia) con Rusia, Francia y Alemania, el 12 de febrero de 2015… Asimismo, la OTAN, brazo armado de Estados Unidos, incumplió el pacto con la “perestroika” y “glasnost” de Gorbachov interviniendo, desde los años 90, en Yugoslavia, Kuwait, Irak, Libia, Siria, Afganistán, Yemen, en nombre de la presunta “seguridad” y “libertad” y dejando tras de sí una estela de millones de civiles heridos, mutilados, muertos, mucha hambre…¡y mayor contaminación del planeta!

En la guerra de Ucrania existe dos relatos contrapuestos. Uno el que se da desde el Kremlin y otro el que se da en Occidente. Ninguno de los dos dice toda la verdad, ambos ponen el acento en sus intereses y en sus medios de comunicación.

Ante esta crítica situación la Unión Europea no supo mediar. Le faltó capacidad para favorecer el diálogo en el conflicto entre los gobiernos de Rusia, Estados Unidos, OTAN y el gobierno de Ucrania. Analistas independientes de prestigio internacional, incluidos varios norteamericanos, señalan que esta guerra es una confrontación entre Estados Unidos y Rusia, dos imperios que se disputan la hegemonía militar y el poder mundial.

Por otra parte, Naciones Unidas -ONU- no tienen autoridad moral ni poder físico para resolver este conflicto. Su organización, controlada por el Consejo de Seguridad, en donde Estados Unidos, Rusia y China tienen poder de veto, no puede condenar coherente y éticamente a Rusia sin condenar a la vez otras invasiones como la de Irak, Siria, Palestina, Yemen, Somalia, Libia, entre otras muchas.

Hoy Estados Unidos y los países de la Unión Europea están enviando armamento bélico y grandes sumas de dinero para la guerra de Ucrania. Este no es el camino. La paz no se construye con armas sino con el diálogo, que es la única vía para la resolución de conflictos. No es enviando armas a Ucrania como se apaga la guerra. Es echar más leña al fuego y generar una espiral de violencia que, incluso, puede llegar a la utilización de armas nucleares y esto sería una catástrofe mundial.

Entre las consecuencias de esta guerra, como de todas las guerras, es la muerte y sufrimiento de multitud de ciudadanos, sin dejar de lado el incremento del odio entre las diferentes etnias dentro del mismo país de Ucrania. A nivel socioeconómico la guerra está afectando además a todo el mundo, particularmente a los ciudadanos europeos por la subida del precio de la vida, debido al encarecimiento del petróleo, gas y electricidad. La guerra la pagamos todos.

La gran ganadora en toda guerra es la industria armamentista. Este es uno de los negocios más exitosos del mundo. No solo ha creado un sistema económico que sigue creciendo, sino que ha normalizado la guerra y las respuestas de seguridad a todas las crisis sociales, como señala Waldo Fernández.

Las grandes empresas europeas de armas son Thales (francesa), Leonardo (italiana), Indra Sistemas (española) y Airbus (Países Bajos). Las cuatro empresas cuentan entre sus accionistas con estos cuatro estados y con los mismos fondos de inversión estadounidenses que poseen acciones de la industria armamentística de Estados Unidos. Esto crea una creciente concentración de armamentos en manos de unos pocos gigantes. Solo Estados Unidos tiene 800 bases e instalaciones militares en el planeta y representa el 46% del gasto militar en todo el mundo.

Rusia, China y Estados Unidos tienen miles de armas nucleares, mucho más potentes que las que arrasaron Hiroshima y Nagasaki en 1945. Cada uno de esos países tiene unas 1.600 armas capaces de alcanzar objetivos en todo el mundo. Otros muchos países tienen cientos de armas nucleares: Francia, el Reino Unido, Corea del Norte, Israel, India… Una guerra nuclear podría acabar con la vida en el planeta. Este es el riesgo que corremos.

Ante la escalada armamentista, el 24 de marzo el Papa Francisco dijo:

“Me avergüenzo de los Estados que incrementan el gasto militar al 2%. ¡Están locos! La verdadera respuesta no está en más armas, más sanciones y más alianzas político-militares, sino en una actitud diferente, una forma diferente de gestionar un mundo ya globalizado, no para enseñarnos los dientes, sino para establecer relaciones internacionales… El mundo sigue siendo tratado como un ‘tablero de ajedrez’ donde los poderosos estudian los movimientos para extender su dominio en detrimento de los demás”.

Lo triste es que en el mundo se destina 195 veces más dinero en armas que para las inversiones sociales de salud, educación, investigación, apoyo a las familias, superación de la pobreza… Las guerras, y en concreto la que hoy vivimos en Ucrania, es una dolorosa tragedia que hiere el alma de todo ser humano y que se podía haber evitado con el diálogo y la conciencia ética del respeto a la vida y al derecho internacional. Pero Putin y los dirigentes de Estados Unidos y la OTAN y de alguna manera también de la Unión Europea, están demostrando una falta de humanidad, llevando al mundo a un conflicto bélico de incalculables consecuencias.

Finalmente, termino esta reflexión, lanzando un grito:

¡No al odio,
no a las armas,
no a la guerra,
no a los imperios,
no a la discriminación entre refugiados,
no a la xenofobia,
no a los fanatismos ultranacionalistas.
 
Sí al dialogo,
sí al respeto y convivencia pacífica entre etnias, culturas y religiones,
sí a la amistad entre los pueblos,
sí a la solidaridad con la humanidad sufriente,
sí a la fraternidad universal,
sí a la paz que nace de la justicia,
sí a la vida!

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