Declaración de SICSAL sobre la visita del Papa Francisco a Canadá, del 24 al 30 de julio de 2022

Enviado por Secretaría SICSAL el Vie, 22/07/2022 - 12:22
Papa Francisco Canadá
Autoría
CONSEJO SICSAL, foto ABC Color

Desde SICSAL celebramos la “peregrinación penitencial…en el nombre de Jesús” del Papa Francisco a Canadá y el pedido de perdón que hará por la responsabilidad de la Iglesia en el caso de los y las niños indígenas forzados a vivir en los internados, pedido que se suma al reconocimiento de responsabilidad y al pedido de perdón a los pueblos originarios de toda América, en su visita en 2015 en Bolivia. Así mismo, nos sumamos al reclamo de Verdad, Justicia y Reparación Integral que hacen los pueblos originarios de Canadá.

El pedido de perdón que el Papa Francisco estará haciendo, es un ejemplo que los obispos de los países de las Américas deben seguir, por la implicación de miembros de la Iglesia católica en graves hechos del pasado. Esta actitud penitencial contribuirá, sin duda, a la reconciliación del conjunto de nuestras naciones.

La historia de la construcción del país que ahora se conoce como Canadá tiene, en sus raíces, la destrucción de las comunidades originarias que desde hace milenios vivían en los diversos ecosistemas del continente: los bosques, las praderas, las áreas montañosas y en las costas oceánicas. Desde el siglo 17 con la llegada, en el norte, de los invasores ingleses y franceses, empezó una campaña de destrucción imparable desde el este, y marchando como una ola de terror hacia la costa del Mar Pacífico al final del siglo 18. El robo de tierras, la prohibición de las prácticas culturales, la introducción de pestes, principalmente la viruela, y el exterminio militar de las comunidades que resistían, terminaron al final del siglo 19 con una población subyugada, pero que persistía en su resistencia.

Al final de esta campaña de exterminio, como política genocida dirigida al beneficio económico de adueñarse de las tierras ajenas y facilitado por el racismo; el gobierno canadiense organizó “las escuelas residenciales” como instrumento de control y aniquilación de identidades, comunidades, familias y culturas. A través de la Policía Montada separaban de sus familias a los niños y niñas desde la edad de 4 o 5 años, para internarlos en estas escuelas, ubicadas muchas veces, lejos de sus comunidades.

En las escuelas, organizadas por el Gobierno Federal, pero conducidas por las iglesias –anglicana, metodista, católica y presbiteriana–, la financiación estatal inadecuada causó la desnutrición, que junto con las decisiones de los administradores de ignorar las advertencias de los expertos en salud sobre las condiciones insalubres propicias para la fácil transmisión de enfermedades respiratorias, hizo que los niños, ya desnutridas, tuvieran pocas posibilidades de sobrevivir a las infecciones comunes como la tuberculosis y la neumonía. Además las y los niños fueron sujetos de abusos sistemáticos de orden cultural, emocional, físico y sexual. En total, entre 1831 y 1996 unos 150.000 niños pasaron por estas escuelas. Un número indeterminado de ellos murieron mientras estaban internados y fueron enterrados en tumbas subyacentes a las escuelas, que quedan ya sin marcas o identificaciones.

En 2006 los y las sobrevivientes de las Escuelas Residenciales pactaron con el Gobierno Federal y las Iglesias un acuerdo de reparación, que además de pagos de indemnizaciones, definió la conformación de la Comisión de Verdad y Reconciliación que recopiló los testimonios de los sobrevivientes y realizó una serie de reuniones nacionales entre los años 2008 al 2012, que culminó en 2015 con la publicación de su informe final de seis volúmenes, junto con el documento denominado “Llamadas a la Acción” -una síntesis de 94 recomendaciones.

La Iglesia Unida de Canadá, que se formó hace un siglo con la unión de las Iglesias Metodista y Presbiteriana y Anglicana, ha efectuado varios actos de reconciliación, incluyendo actos de pedido de perdón, de escucha y sanación; y han indemnizado a las comunidades víctimas.

A juicio de los y las sobrevivientes, el Vaticano y la Conferencia Episcopal Canadiense, aún no han participado de lleno en los procesos necesarios de verdad y justicia.

No obstante, en abril de este año, con la visita al Vaticano de varios líderes de las tres agrupaciones de los pueblos indígenas: las Primeras Naciones, los Métis (personas con ascendencia europea-indígena) e los Inuit, se inició un reconocimiento de responsabilidad por parte del Papa Francisco.

El Papa exaltó en la visita: “Su cuidado por la tierra, que no ven como un recurso para ser explotado, sino como un regalo del cielo. Para ustedes, la tierra conserva la memoria de sus antepasados que allí descansan; es un escenario vital que permite ver la vida de cada individuo como parte de una red de mayor relaciones con el Creador, con la comunidad humana, con todas las especies vivas y con la tierra, nuestra Casa Común”.

También, prometió ir al territorio canadiense a continuar este proceso de sanación; por eso tenemos la próxima visita a partir del 24 de julio.

Los líderes de las comunidades han expresado su gratitud por las palabras y gestos del Papa y, al mismo tiempo, desean ser escuchados sobre las siguientes propuestas de reconciliación:

  1. Que la Iglesia Católica revele de sus archivos cualquier documentación adicional sobre los niños.

  2. Que se reporte la documentación sobre los abusadores, y que haya justicia en caso que estén vivos.

  3. Que se ofrezca apoyo para exhumar tumbas donde haya niños enterrados sin la documentación adecuada.

  4. Que se revoquen las Bulas Papales de 1455 y 1493, que contienen la “doctrina de descubrimiento” y declara “terra nullius” (“tierra sin dueño”) a los territorios aún no “descubiertos” por los aventureros europeos.

  5. Que el Papa pida perdón reconociendo el papel de la Iglesia Católica en la destrucción de las comunidades.

Hacemos nuestras estas demandas de los pueblos originarios y, al mismo tiempo, tal como el Papa Francisco lo pide, oramos por los frutos de esta “peregrinación penitencial”:

Queridos hermanos y hermanas de Canadá, como saben, iré entre ustedes sobre todo en el nombre de Jesús para encontrar y abrazar a las poblaciones indígenas. Lamentablemente, en Canadá, muchos cristianos, incluidos algunos miembros de institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que, en el pasado, han dañado gravemente, de diferentes maneras, a las comunidades nativas. Por esto, recientemente recibí en el Vaticano a algunos grupos, representantes de los pueblos indígenas, a los cuales manifesté mi dolor y mi solidaridad por el mal que han sufrido. Y ahora estoy a punto de hacer una peregrinación penitencial, que espero, con la gracia de Dios, pueda contribuir al camino de sanación y reconciliación ya emprendido. Les agradezco desde ahora por todo el trabajo preparatorio y la acogida que me reservarán. ¡Gracias a todos! Y les pido por favor que me acompañen con la oración. (Papa Francisco, oración del Ángelus, 17 de julio 2022)

 

Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina, 18 de julio de 2022

 

Mons. Raúl Vera López (México) Rvda. Emilie Teresa Smith (Canadá)

Co-Presidente Co-Presidenta

Consejo Directivo: Vidal Rivas (Estados Unidos), Maricarmen Montes (México),

Kora Martínez (Centroamérica), Julín Acosta (Caribe), Gerardo Duré (Cono Sur), Abilio Peña (región Bolivariana) José Manuel Mira (Europa), Sean Cleary (Asia-Pacífico)

Abilio Peña Buendía (Colombia) Secretario

Armando Márquez Ochoa (El Salvador) Secretario