Me encuentro en San Salvador participando en dos eventos son la mejor demostración de que la figura de Monseñor Romero no ha caído en el olvido, sino que sigue viva, activa y muy presente en el pueblo salvadoreño: celebración del Natalicio de Monseñor Romero y conferencias en la UCA, en el encuentro de rectores de las Universidades Evangélicas y Protestantes y en la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
El pueblo salvadoreño está sufriendo un fuerte retroceso en el proceso de democratización que costó tanta sangre en las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado. De una democracia incipiente y apenas experimentada de 1992 a 2019, El Salvador ha pasado ahora a un Gobierno autocrático. Todo ello supone una fuerte merma de los derechos y las libertades de la ciudadanía salvadoreña, sometida a un régimen de control en su vida cotidiana y en sus actividades cívicas.
En tan dramática situación creo necesario recuperar la figura profética de Monseñor Romero como modelo y referente del cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y protagonista de la vida política y social, y activar su dimensión política subversiva y su teología de la liberación a servicio de las personas más vulnerables, de los sectores empobrecidos y al pueblo oprimido y sufriente.