En España el 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, se celebra el Día de la Hispanidad. En esa fecha, en 1492, Cristóbal Colón desembarcaba en las costas de lo que hoy es América, acontecimiento conocido con el nombre de “Descubrimiento”. A partir de entonces se inicia la “conquista y colonización”. Para España este acontecimiento es una gran epopeya, mientras que los pueblos indígenas lo visualizan como invasión y dominación. Lo conmemoran todos los años como el Día de la Resistencia Popular.
A medida que la cruz y la espada avanzaban por el continente descubierto, se leía un documento llamado Requerimiento, convocando a los indios para que abandonen sus creencias y acepten a la “Iglesia y al rey de Castilla como señor de estas tierras”. Lo leían en latín con un traductor. Si lo rechazaban se les someterían a esclavitud. Para los indígenas no había otra alternativa: o someterse, abandonando sus tradiciones religiosas y ritos, o sufrir la violencia de las armas. Unos se sometieron a los conquistadores para salvar sus vidas, otros ofrecieron una heroica resistencia a la dominación desde El Caribe, el Cono Sur hasta Canadá. Pero la superioridad militar de los españoles y portugueses, y después ingleses, con las armas de fuego y la caballería condujo pronto a la total ocupación del territorio. En poco tiempo, alrededor de 9 millones de indígenas perecieron por las masacres y las enfermedades transmitidas por los europeos.
Los “conquistadores” (españoles, portugueses, ingleses y franceses) llegaron al nuevo continente apoderándose de las riquezas de los indígenas, sobre todo del oro, acaparando las mejores tierras y explotando a los nativos. Multitud de indígenas de todo el continente, antes de caer en manos de los invasores blancos, mataron a sus hijos y se suicidaron en masa.
Fray Diego de Landa, obispo de Mérida (Yucatán) ordenó quemar cuantos códices mayas encontró por considerarlos obra de satanás. A los que se resistían los desollaban a latigazos y se los quemaba vivos. No obstante, otros misioneros, como fray Bartolomé de las Casas, Antonio Montesinos, Valdivieso, Juan del Valle y muchos más, asumieron una actitud profética en defensa de los indígenas. Denunciaron la crueldad y tiranía de los conquistadores. El obispo Antonio Valdivieso fue asesinado por un soldado español al salir de la iglesia en Managua, después de denunciar la tiranía con que trataban a los indígenas. Es el protomártir cristiano de América.
A lo largo de los casi 300 años de “colonización” europea, y aún después de la independencia, hubo multitud de rebeliones indígenas. El despojo de sus tierras y la explotación y represión en las fincas, no fueron capaces de doblegar al indígena. Éste siguió luchando por defender su cultura, su territorio y reconquistar la libertad. Estas rebeliones acabaron siempre en masacres masivas, sobre todo en lo que hoy es Estados Unidos. Todo ello explica el espíritu de resistencia y rebeldía que caracteriza a los pueblos originarios de todo el continente.
La primera obsesión de los europeos fue la búsqueda de oro. Los indígenas trabajaban en las minas en un régimen de semiesclavitud. Muchos enfermaban y morían. En aquellos lugares donde no había oro fue el apoderamiento de tierras para el cultivo de cacao, añil, algodón, caña de azúcar… Desterrados de su propia tierra los indígenas fueron empujados hacia las zonas más pobres, las montañas áridas, a medida que se extendía la frontera de la civilización dominante. Por otra parte, se obligaba a los indígenas a desplazarse de sus territorios para trabajar en las tierras bajas, donde muchos enfermaban por desnutrición y morían.
Durante aquel periodo, el exterminio de la población indígena obligó a los españoles y portugueses a importar esclavos negros de África. Los cazaban como si fueran animales. Los africanos se escondían entre la jungla, perseguidos por los esclavistas blancos (españoles, portugueses, ingleses…). Los arrancaban violentamente de sus familias y se los llevaban a los puertos, cargando los barcos de negros, alejados de su tierra, de sus padres, esposas o hijos, envueltos en la impotencia, angustia y lágrimas por la separación.
Barcos repletos de esclavos negros africanos, cargados de dolor, fueron llevados rumbo a las Américas para su venta. Hacinados en las bodegas de los barcos muchos enfermaban. Los que morían eran arrojados al mar. Los que sobrevivieron fueron vendidos como esclavos en El Caribe, Brasil, Colombia, Estados Unidos…. La sangre derramada de los pueblos originarios de Abya Yala y de África corre por las venas de la historia.
Este Día de la Hispanidad no es para festejar triunfantemente el Descubrimiento de América, sino para analizar críticamente y reconocer con madurez las luces y sombras de este acontecimiento histórico, y consecuentemente, hacer de él un encuentro intercultural y fraternal aceptando la diversidad con respeto y humildad.