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Tema 39 LIBROS SAPIENCIALES: LIBRO DE LA SABIDURÍA "Atormentemos al justo"
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TEMA 39 LIBROS SAPIENCIALES: LIBRO DE LA SABIDURÍA "Atormentemos al justo"
Estamos considerando los libros poéticos o sapienciales, dentro de ellos el Libro de la Sabiduría y en este tema veremos una fundamentación bíblica y teológica de la persecución y del martirio, que hace Mons. Romero, a partir del capítulo 2, versos del 17 al 20:
¡Atormentemos al justo, burlémonos de él, veamos si le vale todo eso que anda diciendo que es Hijo de Dios; su conducta nos reprocha, nos estorba; matémoslo, quitémoslo!
[25° Domingo del Tiempo Ordinario. “En Cristo se revelan las tres grandes dimensiones de los verdaderos grandes”.
23/Sep/79; VII, 286]
Una primera razón que Mons. Romero encuentra y que explica la persecución es: ¡la actitud de los justos reprocha la actitud de los injustos!
Una segunda razón es porque la persecución pone de manifiesto, el ideal trascendente que uno lleva por dentro. «¡Se dice que es Hijo de Dios! ¡Probémoslo a ver si nos salva!» (Sab 2, 17) y, a ese propósito nos recuerda el pensamiento de San Agustín:
¿Ves al verdugo con su espada triunfante sobre el cadáver del mártir? ¿Quién ha venido? ¡No hay duda de que ha vencido la víctima! El que ha vencido por la fuerza bruta de la espada no ha comprendido la grandeza del que ha sabido dar su vida por un ideal altísimo. Ésta es la verdadera victoria que vence al mundo.
Una segunda razón es porque la persecución pone de manifiesto, el ideal trascendente que uno lleva por dentro. «¡Se dice que es Hijo de Dios! ¡Probémoslo a ver si nos salva!» (Sab 2, 17) y, a ese propósito nos recuerda el pensamiento de San Agustín: «¿Ves al verdugo con su espada triunfante sobre el cadáver del mártir? ¿Quién ha venido? ¡No hay duda de que ha vencido la víctima! El que ha vencido por la fuerza bruta de la espada no ha comprendido la grandeza del que ha sabido dar su vida por un ideal altísimo. Ésta es la verdadera victoria que vence al mundo».
Entonces, Mons. Romero, comienza a darnos una catequesis sobre el sentido de considerar “mártires” a los sacerdotes asesinados en su tiempo: Para mí que son verdaderos mártires en el sentido popular. Naturalmente, yo no me estoy metiendo en el sentido canónico, donde ser mártir supone un proceso de la suprema autoridad de la Iglesia, que lo proclame mártir ante la Iglesia Universal. Yo respeto esa ley y jamás diré que nuestros sacerdotes asesinados han sido mártires todavía canonizados. Pero, sí son mártires en el sentido popular, son hombres que han predicado, precisamente, esta incardinación con la pobreza, son verdaderos hombres que han ido a los límites peligrosos donde la UGB (escuadrones de la muerte) amenaza, donde se puede señalar a alguien y se termina matándolo como mataron a Cristo.
[25° Domingo del Tiempo Ordinario. “En Cristo se revelan las tres grandes dimensiones de los verdaderos grandes”. 23/Sep/79; VII, 287]
Y, a partir de allí, también nos explica por qué llama “verdaderamente justos” a estos sacerdotes si probablemente también tuvieron sus manchas.
Éstos son los que yo llamo verdaderamente justos. Y si tuvieron sus manchas, ¿quién no las tiene hermanos? ¿Qué hombre no tiene algo de que arrepentirse? Los sacerdotes que han sido matados también fueron hombres y tuvieron sus manchas. Pero el hecho de haber dejado que les quitaran la vida y no haberse huido, no haber sido cobardes y haberlos situado en esa situación de tortura, de sufrimiento, de asesinato, para mí es tan valioso como un bautismo de sangre y se han purificado. ¡Tenemos que respetar su memoria!...
[25° Domingo del Tiempo Ordinario. “En Cristo se revelan las tres grandes dimensiones de los verdaderos grandes”. 23/Sep/79; VII, 287]
Finalmente, Mons. Romero, nos invita a no asustarnos ante la presencia del mal en nuestras propias vidas.
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