Huyendo del hambre encuentran la muerte

Enviado por COR de Murcia el Jue, 27/06/2019 - 10:32
Valeria y Óscar
Autoría
Fernando Bermúdez López

Hace casi cuatro años la imagen del niño sirio Aylan Kurdi tendido sobre la arena del mar dio la vuelta al mundo. Desde entonces, decenas de millares  de hombres, mujeres y niños han muerto ahogados en las aguas del Mediterráneo en su intento de alcanzar una tierra donde poder vivir con dignidad.

El pasado domingo 23  de junio una niña de apenas dos años de edad murió ahogada abrazada a su padre, también ahogado, cuando intentaba cruzar a nado el río Bravo para alcanzar Estados Unidos.  La imagen es conmovedora y desafiante. Yacen ahogados boca abajo en la orilla del río. Huían del hambre y la violencia de El Salvador. No hay mar, ni río, ni muros, ni vallas que frenen la huida de personas del infierno que viven en sus países de origen.

Estados Unidos y la Unión Europea invierten millones de dólares o euros en acero o en hormigón para construir muros y llenar de policías las fronteras. Pero esa no es la solución porque la desesperación, el hambre o la violencia empujan a la gente a huir y solo sirve para que las mafias sigan lucrándose traficando con seres humanos y para que los migrantes se jueguen la vida en rutas cada vez más peligrosas. La injusticia imperante en los países del sur y el saqueo de sus recursos por parte de empresas transnacionales del norte global son la causa de las crecientes oleadas de migraciones.

Valeria y Óscar, encontrados muertos en la orilla del río es una imagen que sacude nuestra conciencia y desafía a aquellos políticos que promueven el racismo y la xenofobia y promueven la explotación de los bienes naturales de los países del sur.

Hoy El Salvador, Honduras y Guatemala, en Centroamérica, son países con una escandalosa desigualdad social, dejando a la mayoría del pueblo sumido en la pobreza y azotado por la violencia, como también ocurre en el Magreb y en el África subsahariana. Esta realidad está exigiendo a gritos un cambio profundo, pero los poderosos tanto del norte como del sur, se resisten a ello. El cambio solo será posible cuando en nuestros pueblos se desarrolle la sensibilidad humana y la conciencia social, para revertir la globalización neoliberal por la globalización de la justicia y la solidaridad.