El 25 de junio se celebraron elecciones generales en Guatemala. De los 28 partidos inscritos inicialmente, 24 de ellos respondían a los intereses de las redes corruptas y al modelo económico neoliberal extractivista depredador, que sigue obligando a millones de guatemaltecos y guatemaltecas a sobrevivir en la miseria. Más aún, numerosas personas, comprometidas en la lucha contra la corrupción, que trabajan por la democracia y un Estado de derecho, son sistemáticamente difamadas, criminalizadas, amenazadas, perseguidas, acusadas, encarceladas y exiliadas por individuos que ocupan altos cargos en las instituciones del Estado. No toleran las denuncias de las múltiples tramas de corrupción. Tal fue el caso de Iván Velásquez presidente de la CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala), expulsado del país por el presidente de la República en 2019 por investigar la existencia de cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos que cometen delitos contra los derechos humanos e identificar las estructuras de estos grupos ilegales.
Las encuestas oficiales aseguraban que pasarían a la segunda vuelta electoral dos candidatos conservadores, pertenecientes a lo que en Guatemala se conoce como el “pacto de corruptos”. Pero la sorpresa de todos fue que quedaron para esta segunda vuelta, a realizarse el 20 de agosto, la conservadora Sandra Torres del partido UNE y el candidato progresista Bernardo Arévalo del Movimiento Semilla, apoyado por organizaciones sociales sobre todo urbanas. Inmediatamente, numerosos ciudadanos depositaron sus esperanzas en este partido al que se unieron organizaciones campesinas e indígenas.
Esto no lo aceptó el Presidente Giammattei ni el “Pacto de corruptos”, que es una coalición de redes formadas por funcionarios, políticos, empresarios, militares y estructuras criminales relacionadas con el narcotráfico. Este “Pacto de corruptos” es un grupo criminal que controla el Estado e impone una sociedad conservadora, de extrema derecha, racista, integrada por mafiosos que se consideran los dueños del país, sin importarles que la gente muera de hambre, sin servicios públicos de salud, educación, techo y trabajo, dejando a la población, cada vez más empobrecida, obligándola a emigrar hacia el norte.
Uno de estos funcionarios es el fiscal Rafael Curruchiche (sancionado por Estados Unidos por corrupción). Acusó al Movimiento Semilla de irregularidades en el proceso de captación de afiliados y suspende su personalidad jurídica. Seguidamente, el Ministerio Público y la Corte de Constitucionalidad, quienes además de suspender la oficialización de los resultados, ordenaron revisar el escrutinio.
Las instituciones controladas por el “Pacto de corruptos” pusieron en marcha el pretexto de que habían encontrado en el Movimiento Semilla “vicios” en el proceso de votaciones, cosa que no habían detectado las misiones de observación de la Unión Europea, ni la Organización de Estados Americanos ni los observadores de Naciones Unidas ni siquiera Estados Unidos.
A nadie se le oculta que detrás de todo ello estaba la mano sucia del grupo “Pacto de corruptos”, que recurre a todo tipo de maniobras torcidas para seguir burlando la voluntad de la gente y para seguir disfrutando de una impune arbitrariedad.
Ante las presiones de la Unión Europea, Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos, de la Conferencia Episcopal y ante las múltiples movilizaciones de protestas en todo el país de trabajadores, estudiantes, campesinos e indígenas, de la Iglesia católica y de algunas iglesias protestantes históricas, el Tribunal Supremo Electoral oficializó el 12 de julio los resultados de la primera vuelta, reconociendo la limpieza del Movimiento Semilla y confirmando que Torres y Arévalo disputarían la segunda vuelta. Inmediatamente, la Corte de Constitucionalidad anuló el día 13 de julio la decisión judicial de suspender al Movimiento Semilla, con lo que parece que las aguas vuelven a su cauce, aunque el candidato presidencial de Semilla, Bernardo Arévalo, advierte que se podrían producir otras maniobras para obstruir su participación en la segunda vuelta.
Estos días Arévalo y la candidata a la vicepresidencia, Karin Herrera, están visitando distintos departamentos y ciudades, recibiendo un baño de masas que le aplauden. Hay esperanza que pueda llegar al 20 de agosto para las elecciones de la segunda vuelta y ganarlas. Guatemala necesita un cambio profundo de sus estructuras. Los partidos de la izquierda e indígenas: URNG-Maíz, Winag y MLP (Movimiento para la Liberación de los Pueblos) han optado por apoyar la candidatura de Arévalo.
¿Quién es Bernardo Arévalo? Es un socialdemócrata consciente de la crítica realidad de Guatemala. Un hombre honesto, con ideas progresistas y de cambios estructurales. Nació en Uruguay durante el exilio de sus padres. Es hijo del ex presidente guatemalteco Juan José Arévalo quien gobernó de 1945 a 1951 durante el periodo de la revolución democrática. Tras el golpe de Estado apoyado por Estados Unidos (año 1954) contra el gobierno revolucionario de Guatemala salió al exilio con sus padres. A los 15 años de edad regresó a Guatemala. Estudió en el colegio de los maristas. Es sociólogo, filósofo, diplomático y escritor. Fue embajador de Guatemala en España de 1995 a 1996 durante el gobierno de Ramiro de León Carpio. En el año 2015, junto con varios intelectuales conformaron un grupo de análisis que posteriormente se transformó en el partido político Movimiento Semilla. ¿Amanece una luz de esperanza para Guatemala?