San Oscar Romero y el drama en la frontera entre EE. UU. y México
Reflexión sobre San Romero y el drama en la frontera entre Estados Unidos y México.
Enviamos texto en Ingles y Español.
Reflexión sobre San Romero y el drama en la frontera entre Estados Unidos y México.
Enviamos texto en Ingles y Español.
Al día siguiente del asesinato del arzobispo Oscar Romero las gentes de El Salvador, y buena parte del pueblo creyente latinoamericano, comenzó a nombrarlo como San Romero de América. Tal había sido el impacto de su vida y su muerte en la conciencia del pueblo pobre salvadoreño y en la de tantos otros creyentes y no creyentes, que descubrían en lo que hacía y decía, en sus homilías y magisterio popular, la síntesis del evangelio del mártir Jesús de Nazaret y la esencia misma de la lucha por la dignidad humana.
El Presidente de SICSAL, Fray Raúl Vera López, ha grabado este vídeo sobre Mons. Óscar Arnulfo Romero con ocasión de su canonización el 14 de octubre de 2018.
El día 19 de octubre de 2019 celebramos una eucaristía de acción de gracias, presidida por el Sr. Obispo junto a varios sacerdotes cocelebrantes.
Organizada y convocada por: Comité Óscar Romero de Murcia, Justicia y Paz, Comunidades Cristianas de Base, CONFER, Foro Ignacio Ellacuría, HOAC, Manos Unidas, Cáritas, Jesuitas y Franciscanos. (Ver PDF de la imagen)
El papa Francisco elevó a los altares de la Iglesia Católica a dos nuevos santos; el papa Paulo VI, quien ocupó la silla de Pedro durante 15 años (1963-1978), y monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador asesinado a tiros por la dictadura de su país el 24 de marzo de 1980.
Les debo gratitud a ambos. Bajo el pontificado de Paulo VI, un grupo de frailes dominicos brasileños fue detenido en 1969 por el régimen militar, como muestra el filme Batismo de sangue, dirigido por Helvécio Ratton, y basado en un libro de mi autoría publicado por la editorial Rocco.
Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Pastor, Profeta, Mártir y Santo, nació en El Salvador el 15 de agosto de 1917. Óscar Romero proclamó con pasión el plan de vida de Dios para su pueblo, denunció valientemente los atropellos e injusticias y consoló, como padre y pastor, a las víctimas, reconociendo en ellas el rostro sufriente de Cristo. Hombre humilde, sencillo, atento siempre a la voz del Espíritu e identificado con Jesús y su proyecto del Reino, con una fe inquebrantable en el Dios de la vida en medio de una situación de persecución y muerte.