Guatemaltecas extraordinarias. Una de ellas, Myrna Mack, está ausente pero no ha sido olvidada. La joven antropóloga fue asesinada en 1990. Su hermana Helen Mack y su hija Lucrecia Hernández Mack (foto de la izquierda, que acaba de fallecer por enfermedad) conservan vivo su legado y su amor por Guatemala. Cada una transita por su camino y lucha por un país mejor.
El caso de Myrna Mack y el compromiso social de una familia que enfrenta duros desafíos por buscar justicia en Guatemala. “El sistema está diseñado para que exista la impunidad, para proteger a los poderosos” explica Helen Mack Chang. Su hermana fue asesinada por agentes del Estado guatemalteco en 1990. Cuando ella comenzó a exigir justicia en los tribunales descubrió “el monstruo de la impunidad”. Una lucha jurídica de largo aliento, de aprendizaje de leyes, de resistencia y de desvelar una realidad que no solo concernía a su caso. “No hubo ninguna familia que no hubiese sido tocada por el conflicto armado”. Helen Mack Chang logró que en 2003 la Corte Interamericana de DD. HH. condenara al Estado de Guatemala. Hoy, como tantas personas defensoras de derechos humanos, no puede vivir en su país por razones de seguridad. En México, ella. En Ciudad de Guatemala, Lucrecia Hernández Mack, su abuela Zoila y su tía Vivian: cada una transita su camino con tenacidad y resiliencia. Marcados por los mismos principios y el compromiso de su madre, dice Lucrecia Hernández Mack “y la aspiración de transformar el país”.